Eva Duarte de Perón en la Intimidad

Written by Libre Online

20 de octubre de 2021

Su vida se desliza poderosa, adulada y temida como un jefe de estado

Toda la gran tragedia dictatorial. Insultante y temible, que subyuga y envilece las libertades argentinas, se desliza cauta y solapada a través de este reportaje publicado en las páginas de la popular revista de París, “Point de Vue”, por su destacada redactora Giséle Freund, la que manejando maestramente esa sutil y cáustica ironía netamente francesa, nos relata la vida fastuosa y fascinadora de Eva Duarte de Perón, tan temida como su esposo en la conyugal gobernación de la gran república de El Plata…

Suenan las ocho campanadas matinales en el reloj de la Residencia Rosada, la mansión del ejecutivo. Ante el espejo, Eva Perón, esposa del Presidente de la República Argentina, da el último repaso a su arreglo. Se ha acostado a las tres de la madrugada, como todas las noches, y en un instante Irma, su doncella, y Julio su peluquero exclusivo, la han preparado para la penosa tarea del día…

Atilio Renzi, su Secretario particular, espera ya sus órdenes…

La jornada del “hombre de estado con faldas”, comienza por preocupaciones exclusivamente femeninas. Las uñas barnizadas siempre en un tono rosado. En cuanto a su cabello, Julio aconseja a su omnipotente patrona peinados más modernos y atrevidos, pero la “Peronita” continúa fiel a su rodete, que recoge sobre la nuca su magnífica cabellera platinada. Sólo en las grandes solemnidades, en las recepciones espectaculares consiente en variar su peinado y deja agrupar sus espléndidos cabellos en bucles que caen en forma de cascada. Son las ocho. Y sin embargo, en la antesala del ¨ministerio” donde Eva Perón tiene sus oficinas, un visitante aguarda ya. Muy pronto serán diez, quince, veinte, cincuenta, ciento…una multitud ansiando ver a la “reina de los humildes”. Claro que todos la verán, pero…¿cuándo? Esto es imposible de concretar. Volverán, volverán una y mil veces… Esperarán horas y horas… mas… ¡La verán!.

¡Destino extraordinario el de “Evita” Perón, que al lado de su esposo, el general Juan Domingo Perón, y en la propia medida  que éste “gobierna” a la Argentina!…

Comencemos por decir que su verdadero nombre no es el de Eva. Ignoramos quién o quiénes le adjudicaron este nombre espectacular cuando el auténtico es María, como lo pusieron sus padres, modestísimos campesinos del pago “Los Toldos”, de cuya estirpe era la “benjamina” de siete vástagos. Desde muy niña su belleza prometía culminar en lo que ha llegado a ser. A los catorce años, ya en posesión de sus voluptuosos encantos, abandona el hogar y se dirige a Buenos Aires, a donde llega -hoy lo recuerda con orgullo- con las vestiduras rasgadas y los pies desnudos y sangrantes. Tal vez esta evocación pone en su espíritu un caudal de ternura hacia sus protegidos, los “descamisados” como ella llama a los mendigos, a los trabajadores, a los mulatos, indios y miserables, para los cuales se ha erigido en ídolo, en hada bienhechora.

Y en esta multitud sin ideales políticos, sin jefes, sin otro objetivo en la vida que el de comer y vivir, la misma que ha encumbrado a Perón cuando, hace algunos años , derrocado del poder por la traición de uno de sus hombres y abandonado de todos, se acercó a él la encantadora rubia, para animarle con su fe, su amor y para proponerle unir su vida incondicionalmente a la del caído.

Evita Duarte de Perón, es enormemente ambiciosa, pero es también extraordinariamente inteligente y en aquellas horas negras, no dejaba de entrever el brillante porvenir de su amante. En efecto, Juan Domingo Perón recobró el Poder, en gran parte apoyado por los “descamisados” a quienes Evita socorría y ha guardado una fidelidad sin límites para la muchacha que le ayudó en sus momentos difíciles, haciéndola su esposa….

¿Cómo se conocieron y cómo nació el idilio entre el cuarentón coronel y la muchachita que apenas contaba veinte años?… Sobre este tema corren mil historias diversas… Ella intentó ser artista teatral, después abordó el cine, pero ciertamente con éxito menos que mediocre. En cambio, su feminidad, sus encantos, su atractivo personal, conquistaban grandes posiciones sociales. Se asegura que fue en la radio donde sus encantos comenzaron a encumbrarla. En cuanto a Perón, opulento campesino gaucho, entraba en el ejército avanzando con tal rapidez, que fue el coronel más joven de su tiempo. Hombre de extraordinaria preparación física, llegó a dominar y a obtener campeonatos de todos los deportes; boxeo, tiro, natación, esgrima… Así arribó a la Presidencia de la República a consecuencia de uno de los numerosos golpes de Estado en aquel país sudamericano.

A la sazón, un terrible temblor de tierra azotó a la República. Se organizó una campaña para socorrer a las víctimas desdichadas. Perón solicita que se haga una propaganda por radio para demandar auxilios y es Maria Eva Duarte quien con su cálida voz comienza a apelar a los corazones para obtener la generosa ayuda. El resto es de sobra conocido: el coronel la recuerda de momentos angustiosos en que ella supo infundirle ánimos para seguir la lucha…El idilio comienza de nuevo y se consolida la unión  de estos dos seres ambiciosos, dominadores, pero que se compenetran perfectamente y siguen una vida metódica y laboriosa. Por la mañana a las siete desayuno íntimo en común. Después cada uno a su trabajo, en sus oficinas pero dentro del Palacio Presidencial. Recibo de numerosos visitantes y, sobre todos, a las infinitas Delegaciones que acuden a someter sus revindicaciones, sus quejas, sus proyectos. El se ocupa principalmente de la política exterior. Ella del régimen interno del país. Casi a diario, Evita sale conduciendo uno de sus maravillosos automóviles para visitar barrios populosos de pobres, fábricas, talleres, plantaciones, explotaciones rurales… Por la tarde a primera hora, más recepción de visitantes y a las cinco despacho con sus secretarios, de correspondencia y asuntos pendientes. Por la noche fiestas íntimas, visitas en las que la Primera Dama gusta de cantar viejas tonadas argentinas o suaves melodías europeas.

No se puede decir, a pesar de este esfuerzo que Eva Duarte de Perón sea amada unánimemente por el pueblo argentino. No. La aristocracia, mundana, económica, intelectual, artística, profesional, la detesta. El Ejército que constituye, sin embargo, uno de los puntales de Perón, la vigila atentamente, receloso del ascendiente que ejerce sobre el Jefe de Estado. Pero Evita es habilidosa. Posee una sonrisa fascinante, una mirada dulce y pronto deshace, aunque sea sólo de momento, dudas y temores…

Y, sobre todos y ante todo: tiene a sus “descamisados”. A esa masa ignorante y fanática. Extraña amalgama entre los hambrientos, miserables, desarrapados y la mujer más elegante, más amiga del lujo, más fastuosa y más derrochadora del Nuevo Mundo… Visita los barrios pobres ataviada con deslumbrantes “collettes”, con adornos que valen millones de pesos alrededor de su cuello, pendientes de sus orejas. Socorre la necesidad más apremiante de aquellos seres, para quienes bastaría el valor de una de sus joyas que adornan el dedo y la muñeca de la mano que les entrega unas miserables monedas, para vivir sin inquietud. Y estos millones de piojosos, harapientos, la contemplan extasiados, fascinados por el espejísmo de sus palabras:

-¡Queridos “descamisados” mios. Yo he sido como vosotros. Y estoy orgullosa de mi condición de “descamisada”. Porque he sido de los vuestros y…¡ Mirad en lo que me hallo convertida…! ¡Quién sabe si alguno, entre vosotros, no puede obtener un porvenir semejante! Desde luego, yo os ayudaré con todas mis fuerzas.

En suma, ella se les ofrece como un maravilloso ejemplo, explota su ignorancia y su fanatismo para acallar su miseria y vierte en sus manos un puñado de plata que mitiga por un momento su hambre y su desnudes…

Pero insistimos en que todo es color de rosa para Eva Perón…Recientemente un períodico sacó a relucir la prodigalidad de la Primera Dama. Por un lado su vestuario, de otro su “caridad” ejercen un porcentaje inquietante que desnivela por completo la economía argentina. Porque difícilmente, ninguna mujer del mundo sobrepasará los gastos de la rubia Presidenta… El ochenta por ciento de ellos va a parar a casas francesas como Jacques Fath, Christian Dior, que son sus grandes proveedores. Ella se envanece, no precisamente ante su “Corte” de “descamisados”, de no haberse puesto jamás, -¡desde que es Presidenta, se entiende!- dos veces un mismo vestido. Para una “descamisada” evidentemente esto constituye una estupefacta paradoja…

A este respecto, puede recordarse que ella posee un avión para uso exclusivo…Se habló mucho del célebre aparato con ocasión del viaje a Madrid, invitada por su “colega” el dictador Franco para recibir la más alta condecoración española, de la bella rubia platinada…Evita pidió tantas fastuosas pieles extrañas, joyas y adornos, que el avión iba completamente lleno de equipaje… Cuando el General Juan Domingo Perón recibió las cuentas de los proveedores, aterrado por la cuantía de las sumas, exclamó:

-¡Jamás hubiese creído que una mujer pudiera gastar en atavíos para un “fin de semana”, una suma superior al Presupuesto anual de Defensa en la Argentina!…

En 1947, en calidad de Embajadora extraordinaria, fue a visitar al Papa Pío XII… Se presentó ante el Sumo Pontífice vestida de negro como dispone y exige el protocolo del Vaticano. Pero la mantilla de finísimo encaje no podía disimular la cascada de sus rubios cabellos que caía hasta la cintura, ni el resplandor del brillante más grande del mundo, que colgaba en su cuello…

En su último viaje a Europa, en 1948, dio mucho que hablar por su extraordinario equipaje. Cuarenta maletas con su nombre ostensiblemente pintado con letras rojas. En Rambouillet, el presidente Herriot posó complacido a su lado durante una recepción ante las cámaras reporteriles. Radiante de satisfacción y de vanidad, Evita exclamó:

-¡Francia, es un maravilloso país y sus mujeres son las mas bellas del mundo!…

Por el contrario, Ingraterra le fue hostil ya que la Soberana de aquel país, contestó con gentileza al mensaje de salutación de Evita, pero…olvidó lamentablemente invitarla para ser recibida en la Corte… Es un episodio que no creemos que tampoco olvide nunca la presidenta.

Y las vacaciones y finales de semana de esta ajetreada pareja en la magnífica propiedad de San Vicente, se traducen para él en largas excursiones montañeras; para ella en plácido reposo recibiendo la caricia del sol.

Eva adora los fotógrafos, que constituyen otra verdadera corte. Tras de cada recepción posa ante las cámaras y suele ausentarse a sus habitaciones tres o cuatro veces al día, para cambiar de vestido, ya que nunca se retrata por dos ocasiones con el mismo…

Pero todo lo que adora a los fotógrafos, odia a los periodistas. Es extraordinariamente irritable a las críticas de la prensa. A tal extremo que, habiéndose enfrentado un día con José Augusti, propietario y Director del diario “Noticias Gráficas”, le preguntó súbitamente:

-¿Es cierto que anda usted en negociaciones para vender su diario?

-¡Exactamente, señora!.. Pero aún no se me ha dado ninguna proposición ventajosa.

-Y, ¿ a qué cifra llamaría usted “proposición ventajosa”?…

-¡Pach!… Quien sabe. Acaso 3 millones de pesos.

-¡Pues bien. Yo le entrego esa cantidad y el periódico a partir de mañana será mío!…

-¡Encantado, señora y muchos éxitos en la profesión!…

Al día siguiente, la fotografía de Evita Perón, aparecía en primera plana con un pie escandalosamente almibarado y adulador.

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