Convertida en máxima atracción masculina, Sofía Loren se queja de no haber encontrado el «hombre audaz» que busca.
Por Carlos M. Castañeda (1955)
Convertida en máxima atracción masculina, Sofía Loren se queja de no haber encontrado el «hombre audaz» que busca.
Sofia Loren es la realización humana de una concepción mitológica: la Venus de carne y hueso de la era del átomo.
Su belleza fascinante no admite restricciones de centímetros a la usanza moderna. No es la beldad sobria que inspira contemplación, sino el fruto pródigo de la naturaleza que motiva atracción. Encuadrar su anatomía en la rigidez logarítmica, seria producir la singular paradoja de una imperfección matemática, estéticamente deslumbradora.
Vista con detenimiento y con pupila analítica, Sofía Loren es una belleza desmesurada: demasiado ancha la base de la naris, desproporcionado el tamaño de la boca e incluso exagerada la prominencia del busto. Pero su encanto logra conciliar y resumir en su silueta toda la exuberancia de una raza ardiente.
Sofía tiene todo lo necesario para ser fea, sin embargo es plenamente bella, -me confió un esteta de Cinecittá, la meca de la cinematografía europea.
Surgida en el ciclo sensual del cine italiano. Sofia Loren no podía fracasar. Mujer de senos vistosos y caderas modeladas pronto aventajó a las vampiresas post-bélicas. Ante su belleza se estremeció la bota peninsular y el mundo no tardó en admirar su línea.
Hoy se vive en Italia el año de Sofia Loren. Su nombre se pronuncia con orgullo y su presencia se reclama de la Lomnbardía a la Calabria. Su perfil se pasea por las portadas de las revistas de Europa, a la par que los anunciantes la asocian a sus productos como motivo vendedor.
Apenas aparecida en las pantallas en una docena de producciones, Sofía Loren es el mejor reclamo peliculero del momento. Aún una principianta ante las cámaras, su figura centró la atención del recién clausurado festival cinematográfico de Venecia. Ahora Hollywood se apresta a abrirle sus puertas, pese a que le negó una oportunidad en sus comienzos.
Conceder a la naturaleza todo el patrimonio de su éxito, contraria a Sofía Loren. Devota de las artes dramáticas por herencia materna, no desaprovecha la ocasión para recordar que es una artista de actitudes y no un mero fenómeno circunstancial:
—Podreé ser bonita o no; eso es cuestión de preferencia… Ante todo soy actriz teatral por vocación.
Aparejada con su belleza está su comportamiento sencillo. Gusta agradar y no repara en ser complaciente. Sobria en sus maneras, sólo acostumbra a forzar su naturalidad cuando sonrie frente a la cámara fotográfica.
Surgida de una callejuela estrecha de Nápoles, Sofía Loren no oculta su origen modesto. Llevada a la consagración por la inspiración de su madre intrépida, acostumbra a subrayar los méritos de su progenitora:
—Fui pobre y conocí el hambre. Tan sólo los aplausos no pueden borrar el pasado… A mi madre todo lo debo, sin su consejo aun estaría sumida en las calles napolitanas.. .
Su tipo Favorito:
El Hombre Audaz
Concluída la faena cotidiana Sofía Loren tendió en pose sofisticada su ondulada anatomía sobre un sofá, cubierto por una cretona floreada y con su habitual desenfado replicó al interrogatorrio reporteril:
—A mí sólo me gustan los hombres audaces.
Tras su resuelta selección masculina, Sofía proyectó su mirada hacia el extremo de una salón de sencillo decorado moderno. Ensayó un gesto pensativo y tratando de ser más explícita agregó:
—Me gusta el hombre a plenitud, capaz de sentir y tener un gesto decidido. Detesto a quienes se preocupan demasiado por el músculo o se vanaglorien de sus virtudes humanas.
Escuchada la concluyente opinión, no pude menos que preguntar:
-¿Encontró usted ya a ese “hombre audaz” que busca?
Sofia forzó una sonrisa y expresó con gesto resignado:
-Aún no, pues tengo poco tiempo para esa tarea….
Efectivamente, a Sofía Loren no se le conoce ninguna trascendental historieta romántica. Pese a ser la mujer más codiciada del momento, se le ve poco en fiestas o lugares de esparcimiento. Sus obligaciones cinematográficas le embargan las horas del día.
– Por la noche, cuando llego a casa, no tengo deseos de volver a salir. Usualmente estoy muy fatigada.
Sofía convertida hoy en el personaje más solicitado de Cinecittá, consume las semanas ante las cámaras. Al escucharse el silbato de salida a la ciudad del cine, a las cinco de la tarde, ella es la primera en partir. Guiando su pequeño Fiat color crema, se encamina a su apartamento enclavado en la exclusiva sección residencial de Parioli en Roma.
Concluida la cena, en que aún incluye frecuentemente los spaghettis a la napolitana a quien “todo le debo”. Sofía se sume en la penumbra de una sala a media luz. Se acomoda en su butacón y a la par que absorbe el humo de un cigarillo turco y revisa su copiosa correspondencia diaria, se deleita con la trompeta de Louis Armstrong.
-El jazz es mi música predilecta conjuntamente con los ritmos exóticos de Sudamérica.conozco las melodías cubanas y soy una fanática del mambo. ¡No hay música como esa!…
Aprovechando el sesgo del diálogo, revela que está practicando pasos de mambo, pues es posible tenga que bailarlo en próxima producción.
Instada a revelar sus preferencias teatrales, Sofía Loren se pronuncia a favor del drama. Entiende que ese género se aviene mejor a su temperamento, modelado por la ferocidad de la guerra y el espanto de los bombardeos sobre Nápoles.
-Viví una época terrible, sumida en llantos y lamentos, en que nadie podía tener valor para reir. Necesariamente tengo que escoger el drama frente a la comedia.
Displicencias para con Hollywood
Aclamada como la mujer más bella de 1955, Sofía Loren se muestra displicente para con Hollywood. Solicitada hoy por la cinematografía de Norteamerica, Sofía Loren salda una cuenta pendiente: el rechazo de una empresa peliculera de Estados Unidos, a poco de su debut ante las cámaras.
Aunque discretamente evade la referencia al enojoso incidente, sus íntimos aseguran que aún está resentida por su exclusión de Quo Vadis, Mervin Le Roy, evidenció su miopía como productor al rechazar a Sofía Loren y su mal gusto, al permitirse más de un chiste con su busto pronunciado.
-Sofía aún está ofendida…- me reveló un director de Documental Film.
Desdeñosamente, Sofia Loren enjuició las ofertas que ahora le brinda Hollywood. Ajustándose su saya de lana color azul cielo y ensayando una mueca indiferente manifestó:
-Todavía no se si actuaré en los Estados Unidos… Tengo primero que atender mis compromisos en Europa y después…¡ya veremos!…
Sofía Loren está muy embargada por el trabajo, nunca antes filmó tantas películas en un año: Atila; El Azote de Dios; Aida; La Muchacha del Río; Pan Amor y…; Que pena que sea tan canalla y El Tesoro de Nápoles.
Corroborando sus palabras, Sofía apunta:
-Ve usted…Pa recibirle tengo que aprovechar una escapada momentánea en el rodaje de una nueva cinta, – La Fortuna de ser Mujer-pues no hay otra oportunidad.
Momentáneamente la platica se interrumpe por unos instantes. El productor Tassara solicita a la actriz para un ensayo breve. Sofía se disculpa y su silueta escultural se pierde por el pasillo estrecho que la lleva al estudio.
Transcurren uno minutos y tras unas poses para el lente, Sofía Loren se reintegra al diálogo:
-No se cuándo podré complacer a la Paramount, interesada en filmar una película que tendrá a Indochina como escenario. Debo antes cumplir con compromisos con París e iniciar una producción que se desarrolla en Nápoles y en New York…
Alguien que asiste al diálogo, interrumpe las palabras de mi traductor y pone una nota hilarante, que interpreta el reclamo de la cinematografía europea por Sofía Loren:
-Tan sólo colocar el retrato de Sofía en la cartelera de un cine, es mejor inversión que una fábrica de spaghettis en Italia.
Sofía rie a plenitud, mientras aprieta sus manos finas y bien modeladas, que mantiene sobre su regazo por no saber donde ponerlas. Pronto recobra la serenidad, mientras en el salón se disipan las últimas carcajadas.
Marta Pérez, la genial mezzo-soprano cubana que asiste a la cita con Sofía Loren, se adelanta para preguntar en correcto italiano:
-¿Cuáles usted considera sus mejores actuaciones?
Sofía Loren se amolda ligeramente su “rabo de caballo” que luce siempre tornado a la izquierda, y replica con cortesía:
-Creo que fueron Pan, Amor y…; el Tesoro de Nápoles y esta que filmo ahora, La Fortuna de ser Mujer…¿No opina usted igual, señor Tassara?, -pregunta al productor italiano.
Apenas se puede escuchar el asentimiento, pues el director reclama su presencia por un micrófono. Sofía se pone de pie y mientras su perfil deslumbrador se dibuja en una pared próxima, traza con premura un saludo a sus admiradores de Cuba:
Ammiratori Cubani!
Arrivederci a presto.
Pronto se encamina a una puerta lateral. Tres pupilas masculinas contemplan extasiados su figura radiante de singular encanto. Sofía Loren desaparece y arranca de tres gargantas, una exclamación común:
-¡Qué mujer tan bella!…
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