Entierro de José Martí

4 de agosto de 2021

Como este algarrobo, otro de su misma especie, fue silencioso testigo  cuando José Martí cayó mortalmente herido a los 42 años de edad.  Hecho que el gobierno español esperaba que menguase la fuerza de la insurrección. Sin embargo no fue así….

Angel de la Guardia había escapado ileso, aunque su caballo resultó herido. Cuando logra salir del lugar ya una buena parte de las fuerzas cubanas iba en retirada. Se encuentra con Máximo Gómez y le comunica que Martí ha quedado herido, tendido sobre el terreno.  El General se lanza hacia el lugar donde supone que le encontraría; trata de recuperar el cuerpo pero las descargas del enemigo lo obligan a detenerse y retroceder hasta juntarse con el general Bartolome Masó, a quien ordena retirarse de la línea de ataque.

Mensaje de Máximo Gómez a Ximénez de Sandoval fechado el 20 de mayo de 1895 en Dos Ríos:

«…Envío a usted mi ayudante Ramón Garriga, para saber, por conducto de usted mismo, si el señor Martí está en su poder herido y cuál sea su estado, o si muerto, dónde han quedado depositados sus restos. Eso es todo, porque en el último caso, percances son esos de la guerra y para nosotros, no obstante ser el señor Martí un compañero estimable, nada importa un cadáver más o menos de tantos que tendrá que haber en la guerra que sostenemos»..

Carta de Ximénez De Sandoval al General Azcárraga, Ministro de Guerra:

Al Excmo Sr. D. Marcelo Azcárraga

Santiago de Cuba 24 de Mayo de 1895

Mi respetable general: Debido a la protección de Dios, tuvo la columna a mis órdenes la suerte de dar muerte, en la acción de Dos Ríos, al agitador y propagandista incansable don José Marti (qege). He dedicado a nuestro querido general en jefe el revólver que se le ocupó y me permito la libertad de remitir a VE el reloj con sus iniciales entrelazadas que se le encontró en el bolsillo del chaleco.

Suplico a VE se sirva aceptar el recuerdo y el respetuoso saludo y más distinguida consideración de ss y subordinado qbsm.

José Ximénez de Sandoval.

  Inútil había sido todo esfuerzo tratando de rescatar el cadáver de José Martí, conducido a marcha forzada por tropas españolas, llegando al pueblo  El Hatillo donde escondieron el cadáver del Apóstol.  Llevado después a Remanganaguas, enterrándosele –sin formalidad alguna- en una fosa común del cementerio local. El 21 de mayo se ordena exhumar el cadáver y trasladarlo a la capital provincial.  El día 23, levantado el acta correspondiente, el cadáver fue examinado y embalsamado por el médico español Pablo A. Valencia. Se coloca el cuerpo en un miserable ataúd y custodiado por una columna de algo mas de seiscientos hombres avanzan los españoles con tan preciada carga desde San Luis hasta Palma de Soriano a donde arriban el 25. El féretro de Martí es expuesto al público y mas tarde trasladado al cuartel de las milicias.  Al día siguiente –el 26- es llevado por tren hasta Santiago de Cuba, arribando al atardecer. El 27 de Mayo de 1895 a las nueve de la mañana finalmente reposaría en el nicho 134 de la galería Sur del cementerio de Santa Ifigenia, en Santiago de Cuba, en presencia de Ramón Regüiferos,  Joaquín Castillo Duany y el Licenciado Antonio Bravo Correoso, quien pudo estar presente por haber obtenido del Coronel Sandoval un permiso especial por mediación del Capitán Satué.

Según informes obtenidos, Ximénez de Sandoval rindió honores al caído en Dos Ríos.  Al frente de su tropa invitó a los presentes a decir algunas palabras de duelo funeral. Al no recibir respuesta, él mismo pronunció una breve oración, en la que a su vez hacía honor a la España de los Grandes Capitanes: los oficiales Federico de Capdevila y Nicolás Estévanez cuando el triste hecho del fusilamiento de los estudiantes de medicina en noviembre 1871, en La Habana…

“…Señores: Ante el cadáver del que fue en vida José Martí, y en la carencia absoluta de quien ante su cadáver pronuncie las frases que la costumbre ha hecho de rúbrica, suplico a ustedes no vean en el que a nuestra vista está, al enemigo, y sí al cadáver del hombre que las luchas de la política colocaron ante los soldados españoles. Desde el momento que los espíritus abandonan las materias, el Todopoderoso, apoderándose de aquéllos, los acoge con generoso perdón allá en su seno; y nosotros al hacernos cargo de la materia abandonada cesa todo rencor como enemigo dando a su cadáver la cristiana sepultura que los muertos se merecen.  Cuando pelean hombres de hidalga condición, como nosotros, desaparecen odios y rencores. Nadie que se sienta inspirado de nobles sentimientos deben ver en estos yertos despojos, un enemigo, sino un cadáver. Los militares españoles luchan hasta morir, pero también tienen consideración para con el vencido, y honores para los muertos.

He dicho.»

El 24 de febrero de 1907 los restos del Apóstol fueron trasladados a un modesto panteón. A este acto concurrió  el Ministro de Cuba en Washington, el discípulo del Apóstol Don Gonzalo de Quesada y Aróstegui, y el hijo de Martí, José F. Martí y Zayas-Bazán. El discurso del acto estuvo a cargo del General Rafael Portuondo Tamayo. Al Apóstol se le rindieron honores de Mayor General muerto en campaña.

Y de septiembre de 1947 al 29 de junio de 1951 reposaron provisionalmente en el «Retablo de los Héroes», hasta ser inhumados en un nuevo y definitivo Mausoleo, el 30 de junio de 1951.

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