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Written by Libre Online

20 de abril de 2022

Memorias de un cubano combatiente que hoy tiene 88 años

Quiero darles las gracias a LIBRE por permitirme expresarme.

El sentido de todo esto es para informarle a mis nietos cual ha sido mi vida y lo tengan como recuerdo.

Cuando salí de Cuba por mar a asaltar una embarcación me acompañaron Libertino Vásquez que conocía de mar, a uno que le decían Cabilla, otro el Gallito y un cubanito llamado Castro que el padre lo acusó por revolucionario y tuvo que irse con nosotros al monte, ya que lo iban a condenar fuerte.

El resto no me quiso acompañar porque decían que yo estaba loco, cuando llegué a la costa donde toqué en la casa de un amigo mío quien estaba conspirando igual que yo llamado Idel Pérez, me dijo: perfecto, me voy contigo, yo tengo un amigo que tiene una patana que me la va prestar o yo me la voy a llevar en donde esté. Entonces Idel habló con un amigo llamado Raymundo Martínez y dijo: – estoy dispuesto a irme también e ingreso al grupo. Preparamos agua, gasolina, petróleo y comida y salimos para la aventura.

Entramos al mar como a las 3:00 a.m. en la patana por un canalizo, me reservo el nombre del cayito que llegamos y el lugar, ya que aun tengo familiares ahí; salimos dos del cayito a ver que podíamos coger, fue un fracaso porque a remos no podíamos llegar a donde había alguien ya que era imposible.

Regresamos al cayo en donde estábamos escondidos con todo lo que teníamos acumulado para esperar la noche y en ese momento vimos venir dos goleticas de pescadores, se anclaron a poca distancia del cayo en donde estábamos; tiraron una red bastante amplia y se montaron en una chalupa y vinieron de curiosos al cayo, ahí mismo los cogimos presos, eran seis.

La primera frase

La primera frase que les oí fue: -nosotros pescamos en la orilla porque nuestra embarcación no puede entrar al mar porque no está en buenas condiciones; yo pensé que era para evadir, pero me di cuenta de que la embarcación estaba en malas condiciones; ahí comenzaron las primeras dificultades.

En la primera embarcación iba Ubaldino Vásquez con dos o tres pescadores quien conocían el mar y en la otra embarcación iba yo con Idel Pérez y el Cayito; íbamos a remolca, ahí comenzaron las primeras dificultades, los pescadores sabían que aquello no llegaba pero no me quedó mas remedio que decirles: -este barco sale para el norte-, cuando estábamos navegando aquellos pescadores tiraron la orza al agua que era lo que tenía la embarcación para mantener el equilibrio, yo me pegué a la primera embarcación.

Yo le pregunté a Ubaldino ¿qué función tienes aquí? entonces tuve que enviar a Gallito a la primera embarcación y le dije: -lo que tengas que hacer, no me preguntes-.

Me respondió: -olvídate de eso que eso no va a volver a pasar, después de 15 o 20 minutos de estar navegando y estando sacándole agua a la embarcación, vemos salir del cayo una luz roja muy grande y le dije a un pescador: ¿y eso?, me respondió. -es la perseguidora que custodia el cayo. Y le dije a Ubaldino Vásquez, -ponle proa que esa es la que vamos a coger; ahí empezó la primera cobardía.

Palanqueamos los fusiles, pusimos balas en el directo y a cogerlos.

Entonces los pescadores dijeron: -nos van a matar a todos, yo los llevo a donde hay un barco-, le dije: -si el barco está, te suelto y si el barco no está, te vas a morir.

-No- es un barco que está cargando arena del fragoso que iba por el rumbo que nosotros llevábamos.

Los pescadores

Los pescadores llegaron al fragoso y cuando entramos al canalizo ya el barco arenero se iba, -sí ya lo vi les respondí. Vimos un segundo barco que entraba al canalizo a cargar arena; inmediatamente bajé a Gallito y a Cabilla para que cuando el barco atracara lo cogiera; yo me fui con el resto de los pescadores a los manglares a esconder las dos embarcaciones.

Regrese pa… tras, cuando el barco atracó, subimos al barco, los encañonamos y los cogimos presos, eran cuatro y un curioso a pescar.

Recogimos a los pescadores y los viramos al barco arenero, todo lo tiramos al agua, ahí había que empezar a cargar arena menos los pescadores a quienes los metí en la bodega; era un velero de 47 pies de eslora, cargaba 10 toneladas de arena, ya estaba despachado por tres días. Esa fue la suerte para poder resolver por tres días.

Cuando bajé a la bodega los pescadores me reclamaron que yo había quedado de soltarlos y yo les dije: -despreocúpense que yo cumplo lo que digo, pero a su tiempo. Una vez cargada la arena tuvimos que esperar a que subiera la marea y a las 11 de la noche levantamos las velas y el soque, subí a los pescadores, ya se les habían hundido las dos goletas que tenían cuando emprendimos las velas y salimos a alta mar los pescadores los subí en proa y les dije: tírense al agua y váyanse a sus embarcaciones.

Navegando

Ahí empezamos la navegación, al otro día, a las tres de la tarde llegamos a Anguila, nos pasaron dos aviones 2015 y le dije: americanos, no, dijo rusos y se les salieron las lágrimas.

Había un Destroyer americano al otro lado de Anguila número 111, ese fue el motivo porque los aviones rusos no nos tiraron, pasamos la noche ahí, ya que era muy peligroso seguir a donde estaba el Destroyer americano, pero ya estábamos guarecidos.

Después de estar anclado viendo oscurecer vimos un barquito que venía aproximándose hacia nosotros, les dijimos no se arrimen o si no les tiramos; respondieron: -hagan lo que quieran vamos hacia los Estados Unidos y se nos está hundiendo el barco; en ese momento se me encendió la chispa y pensé: son cubanos que también vienen huyendo igual que nosotros.

Decidimos no tirarles, los vigilamos toda la noche y al ser de día miré a la embarcación y reconocí a un individuo a la distancia; y le dije: -sepárate del grupo, tu eres hijo de Víctor el Manso, me respondió que sí, les dije vamos a rescatarlos, cuando sacamos al último solo se veía el palo de la vela.

Ahí se nos presentó una tromba marina y se nos partió el palo de la vela, tuvimos que seguir a soque puro hacia el Destroyer americano.

El Destroyer nos recogió y nos dijo: -vamos a llamar a Cayo Hueso para que vengan a recogerlos, la fragata que nos recogió nos remolcó con el velero y nos llevaron a Cayo Hueso.

En Cayo Hueso

Estando en Cayo Hueso me quedé con el grupito mío, el resto los dejamos.

Un mexicano miliciano nombrado Diosdado me dijo,  que el capitán firme y quédese con el barco, al final todo el mundo se quedó.

Nos trajeron a Miami, nos hicieron la primera entrevista, separaron a cuatro: Ubaldino Vásquez, Idel Pérez, Raimundo Martínez y Pedro López, de ahí salimos a formar parte de los -Team- de infiltración. Ubaldino Vásquez duró poco porque en el primer viaje no se quiso bajar y lo sacamos del team; a pesar de que él comenzó a conspirar desde el año 1959. Él había caído preso en Cuba y estaba en la cárcel de Santa Clara y por mediación de contacto me lo llevé de la cárcel a llevarlo al monte porque estaba arreglándole el carro al jefe de la cárcel en su propia casa. El carro que fue a buscarlo le pitó, el salió y pa… al monte.

Esta es parte de mi historia, pero no puedo dejar de mencionar la hija de un cubano que en Cuba se lo quitaron todo, ella es Isidora Velásquez, ella misma contó la historia y alguien le preguntó si las elecciones fueran hoy por quien votaría: por Trump o por Sander, la respuesta fue Sander.

Y ella contestó: lo que hay es que sacar a Trump de la Casa Blanca.

Voy a terminar por el momento, pero me viene a la mente una décima de mi hermano Salvador López Cristo que estando preso me las envió.

Cuando la revolución triunfó, los rebeldes humanos decían:

en prueba de honor, ya se terminó el rencor entre todos los cubanos.

pero sí que no era cierto lo que nos ofrecía y a los muy poquitos días

sumaban miles los muertos, se desató un desacierto

de males sin fundamento y el pueblo estaba contento

por la sangre que corría y con gusto concurría

a cualquier fusilamiento.

Pedro López Cristo

Miami, Fl.

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