El Toboso, tierra de Dulcinea que inmortalizó Cervantes

Written by Libre Online

29 de septiembre de 2021

Dulcinea del Toboso es un personaje de ficción, inspirado posiblemente en alguien que existió, como solía hacer Cervantes. Pero algunas personas piensan que el pueblo al que dio fama, El Toboso, también fue fruto de su imaginación. No es así, esta localidad de la provincia de Toledo es un lugar muy visitado y paso obligado de todas las rutas cervantinas.

Por Amalia González Manjavacas.

Lugar lleno de evocaciones cervantinas donde rememorar las andanzas del hidalgo más ingenioso y de su fiel escudero, protagonistas de la obra primera novela moderna,  El Toboso está anclado en un paisaje que subyuga al visitante.

Kilómetros de cereal, mucho viñedos y algún olivar, además de una llanura casi irreal en la que aún hoy se avistan castillos, molinos (o gigantes) y torres de iglesias, como la que divisamos al fondo de las cuatro largas rectas de entrada a la localidad, vigías perennes a la vista, de esta villa de poco más de 1.700 habitantes. 

“El Toboso tiene una peculiaridad, se encuentra en pleno corazón de La Mancha: a 120 kilómetros de la capital, Toledo; a 120 de Madrid, también a 120 de Albacete, y a pocos más, unos 130, de Cuenca y otros tantos de Ciudad Real”, nos desvela su alcaldesa Maria Pilar Arinero Gómez.     

Pero es cierto que El Toboso sería un pueblo más de La Mancha si la famosa obra cervantina, considerada la primera novela moderna y publicada en 1616 la segunda parte, no hubiera puesto sus ojos en él.

Quiso Cervantes ambientar su obra en lugares reales y reconocibles. Estudios recientes también desvelan que se inspiró en personas y hechos que existieron, incluso usó sus apellidos y conflictos, juicios reales, etc,  y así ligó para siempre El Toboso, a la villa donde moraba su amada.

Caminando por la villa resaltan las serie de fragmentos de pasajes del Quijote encabezando las calles, escritos en hierro forjado.  

“Con la iglesia hemos dado”, dijo Cervantes, al llegar al templo parroquial de San Antonio Abad. Una sólida construcción gótica, de planta cuadrada, con tres naves iguales y bóveda de crucería, a la que se incorporaron diferentes elementos en el siglo XVII y en la que Cervantes sitúa a Dulcinea rezando.

Lo de Don Quijote de La Mancha lo introduce en una doble vertiente: zona geográfica y en el término de mácula, tras el que el propio escritor se parapetaba como cristiano nuevo.

CASA-MUSEO DEDICADO A DULCINEA

Siguiendo a Dulcinea vamos caminando por sus calles, cuyos nombres y leyendas delatan la impronta literaria, orgullo de sus gentes. 

En las placas se rinde tributo a las grandes figuras de la escritura castellana: Antonio Machado, Miguel Hernández, Jorge Manrique, Juan Ramón Jiménez o Rubén Darío y, naturalmente, Don Quijote de La Mancha tiene su propia calle y es en el número 1 donde nos encontramos la Casa-Museo de Dulcinea.

«Tenga vuestra merced la cortesía de entrar a esta mi casa, que yo le enseñaré sus secretos y le prepararé unos buenos duelos y quebrantos». Hoy, en ella ya no espera con sus exquisiteces la labradora Aldonza Lorenzo, pero todos sus rincones recuerdan a su propietaria.

Dulcinea del Toboso, personaje ficticio de la novela “El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha” es imaginaria, pero inspirada en la campesina Aldonza Lorenzo.

Encarnación de «la Belleza y la Virtud», no habla ni aparece «en persona» en la novela, sin embargo, su nombre se menciona tantas veces en la obra que puede ser considerada como un personaje más.

 Del siglo XVII es la casona típica de labradores manchegos, hoy convertida en casa-museo y que perteneció a Ana Martínez Zarco, señora que bien pudo haber inspirado la figura de Dulcinea.  De dos plantas y torreón, cocina, almazara, bodega, palomar, patios y corrales. Sobre su portada, con dovelas adinteladas, aparecen un par de escudos pertenecientes a la familia Martínez Zarco.

DEL MUSEO CERVANTINO AL MUSEO DEL HUMOR GRÁFICO

 Junto a la iglesia y la plaza mayor, con una escultura en hierro forjado dedicada a Don Quijote y Dulcinea, se encuentra el Museo Cervantino, que alberga una interesante colección de 200 ediciones de ejemplares de “El Quijote” escritos en diferentes lenguas y con dedicatorias firmadas por personalidades internacionales de la política y de la cultura del siglo XX .

La colección, que empezó a recogerse en los años veinte del pasado siglo a instancias del entonces alcalde de El Toboso,  Jaime Martínez Pantoja.

“Viendo que El Toboso era muy visitado por escritores de la época, encargó a Galdós  -nos cuenta la alcaldesa-, que enviara cartas a las embajadas para que nos remitieran un ejemplar de “El Quijote” en el idioma de cada país, firmado por personajes destacados.  Así recibimos ejemplares de Nelson Mandela, de Ronald Reagan, de Carlos Menen. Una de las anécdotas se produjo con Adolf Hitler quien, en lugar de enviarnos el libro de Cervantes en alemán, nos remitió  un ejemplar de “El cantar de los Nibelungos”…”.

Entre los quijotes escritos en distintos idiomas, destacan uno escrito a mano, en chino; otro en lenguaje indi y otro en guarani.

Cerca del museo cervantino está el Museo de Humor Gráfico Dulcinea, en el que podemos admirar ilustraciones dedicadas al personaje cervantino de grandes humoristas, entre ellos Mingote o Peridis.

“El Museo de humor Gráfico, nació de la iniciativa de José Martín Mena, famoso por su personaje de Cándido (en el diario español ABC) que vino, se enamoró de la villa y quiso hacer el museo del humor”, relata la alcaldesa.

UNA ARQUITECTURA

ESENCIA DE OTRAS ÉPOCAS

A un lado del edificio del Ayuntamiento, antiguo colegio público, en la misma plaza de la Constitución, se levanta el imponente convento de las monjas Trinitarias, un robusto edificio del siglo XVI, que posee una construcción sólida y austera, propio del estilo herreriano, con un claustro central y una bella iglesia barroca con museo.

La ruta literaria continúa con las casas típicas de los siglos XVII y XVIII que poseen fachadas de mampostería y sillares en las esquinas, con patios y suelos de guijarro. Además es muy apetecible pasear bajo la puerta ojival, resto de la muralla, así como caminar por la ruta de los pozos.                                              

“Llevamos treinta  años celebrando las jornadas cervantinas, teatro en la calle, visitas teatralizadas por El Toboso que te trasladan al siglo del Oro. Durante finales de abril y varios días del mes de mayo parece un parque temático, porque se celebran muchos actos y actividades, salvo estos dos últimos años por la pandemia”, nos dice la alcaldesa.

  La villa participa en su propia ruta “País de Quijote”, un recorrido que pasa por Alcázar de San Juan; Argamasilla, lugar donde escribió gran parte de la obra,  Campo de Criptana y Consuegra, famosos por sus molinos y por sus vistas….pero todas las rutas cervantinas tienen siempre un paso obligado: El Toboso.

Y una curiosidad más, nos dice la primera edil que “en El Quijote, no se menciona ni Campo de Criptana, ni Consuegra, ni Argamasilla; sin embargo El Toboso aparece 164 veces, la mayoría asociado al nombre de Dulcinea”. Queda claro, como comenzó su intervención en unas jornadas cervantinas la alcaldesa, que “El Toboso, existe!”.

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