Por el, Ing. Armando Salas Martínez, MBA
Especial para LIBRE
Nunca olvidaré aquella tarde de verano de un sábado de 1942 en que mi abuela, la Dra. Lucila Amparo Larrondo Núñez, visionaria y brillante Pedagoga cubana, me llevó para incorporarme a una Manada de Lobatos de la hoy ya antigua Asociación de Scouts de Cuba. La Manada se reunía, semanalmente, en el desaparecido Hoyo Aulet en las calles L y 23 en El Vedado (exactamente era la manzana de terreno completa que se ubicaba frente al futuro Hotel Havana Hilton y diagonal al futuro Cine Warner que llegaría a ser, en los años 50’s, la esquina del Radio Centro, sede de la emisora radial CMQ). Nunca imaginé que, este paso en mi niñez, de la mano de mi abuela, iba a ser el comienzo, para mí, de una aventura formativa, imprevisible y de muy larga e inolvidable duración en el Movimiento Scout Mundial. (Las Manadas de Lobatos son las agrupaciones de Boy Scouts donde se reciben a niños entre 8 y 11 años de edad y se les llama Lobatos inspirados en la magistral obra literaria de Rudyard Kipling “El Libro de la Selva», Premio Nobel de Literatura. Los lobatos, al cumplir los 12 años, ya pueden pasar a una Tropa Scout hasta los 16 años).
En esos años del 1939 en adelante el mundo estaba enfrascado en épocas turbulentas debido al conflicto entre naciones que culminó en el inicio de la trágica II Guerra Mundial. Cuando llegó el momento en que cumplí 12 años pasé a la Tropa Scout y estando en esta concluyó, en 1945, el drama bélico mundial antes citado. Años después, en 1947, se celebró del 9 al 20 de agosto el VI Jamboree Scout Mundial de la Paz, que tuvo su sede en Francia y al cual concurrieron las Asociaciones Scouts del mundo representando a los despedazados países de Europa y Asia que participaron y sufrieron directamente, sobre sus suelos, el conflicto. Este evento había sido programado para 1941 en Francia, pero debido a la II Guerra Mundial no fue factible celebrarlo hasta 1947.
En ese escenario, una noche de Septiembre de ese mismo 1947, los dirigentes de la Tropa a que yo pertenecía organizaron una reunión con padres, amigos y los propios Scouts pertenecientes a nuestra Tropa. El programa fue para recibir a un dirigente adulto Scout cubano quien había estado en Francia y visitó el VI Jamboree Scout Mundial de la Paz, el cual nos iba a presentar una película en 16 mm del evento y al mismo tiempo una visión y fotos panorámicas de cómo había quedado Europa después del conflicto. Nuestro invitado fue el Ing. Salvador Fernández Bertrán, cubano, nacido en “La Atenas de Cuba”, Matanzas, quien ya en ese momento trabajaba representando al Boy Scout International Bureau para el Hemisferio Occidental con sede en la Ciudad de México DF.
Yo tenía 13 años de edad y la presentación de Salvador me impresionó enormemente, especialmente, al constatar la destrucción que había quedado como resultado del drama bélico que atravesó y tocó a toda Europa y Asia. Yo estudiaba en el Colegio Baldor en el Vedado y le hice a Salvador cuántas preguntas vinieron a mi mente infantil y un tanto similar sucedió con mis otros compañeros Scouts de Tropa. A partir de esa fecha Salvador formó parte, directa o indirectamente, de mi desarrollo personal.
Años más tardes, en 1950 y teniendo ya 16 años, volví a encontrarme con Salvador en el Jamboree Scout de Boy Scouts of America en Valley Forge, Pennsylvania, USA. Salvador visitaba el campamento del Contingente Cubano en dicho evento con mucha frecuencia y en cada visita teníamos la oportunidad de hacer tertulias con él donde nos mostraba, en forma macro, el Escultismo alrededor del mundo, las posibilidades y las proyecciones, así como las curiosidades y costumbres, de diversos países. Cada reunión con él era una oportunidad para que los jóvenes con quiénes hablaba fuéramos moldeando nuestro carácter y ello tuvo una repercusión directa en el futuro de cada uno. Siempre quedé impresionado con sus anécdotas y poco a poco se fue creando una amistad y preferencia de trato entre él y yo.
En 1952 participé en el Curso de Insignia de Madera Scout celebrado en el Campo Escuela Mayabeque cerca de la ciudad de Catalina de Güines en la Provincia de La Habana. Allí continuamos cultivando la amistad recíproca con Salvador ya que el actuó como Director de dicho Curso. En 1953 el propio Salvador me impuso mi Insignia de Madera como dirigente adulto del Escultismo cubano. Fundé el Grupo Scout No. 11 de La Habana del cual fui jefe de Tropa. Este Grupo Scout era dirigido por el distinguido periodista cubano José Saínz de la Peña, Jefe de la sección de Crónica Social del periódico “Información“ de Cuba y su siempre recordada esposa Prof. Helda Rodríguez de Saínz de la Peña. Ella era la Jefe de Manada de dicho Grupo. El Grupo Scout 11 tenía el Clan de Rovers “Sir Thomas Lipton” el cual, cumpliendo con el lema de los Rovers Scouts “Servir” brindaba apoyo permanente a la Oficina Scout Regional Interamericana, (ubicada en La Habana desde alrededor de 1952 y de la cual Salvador era el Director ), en la compaginación de voluminosos documentos que se requerían y que, en aquellas épocas, había que compaginarlos ya que el tiraje era hecho en mimeógrafo. Yo formaba parte de este Clan y fueron muchas las noches y madrugadas pasadas ayudando a compaginar documentos, entre anécdotas, chistes y risas, los cuales debían ser enviados vía correo a las Asociaciones Scouts de América Latina y Caribe. Salvador nos acompañó en muchas de esas noches y madrugadas y terminábamos, a veces, desayunando, por invitación de él, en algún delicioso café en un lugar escogido entre todos. Usualmente íbamos a la Cafetería “El Carmelo” en la Calle Calzada, en el Vedado.
Fue también en 1953, cuando se celebró la III Conferencia Scout Interamericana en La Habana, Cuba, que tuve la oportunidad, nuevamente, de colaborar, por la solicitud que me hizo Salvador, como Oficial de dicha Conferencia a cargo de Información a los Delegados. Terminado este evento Salvador me solicitó si era factible que actuara, con carácter voluntario, como Editor de la Revista Scout de las Américas debido a sus constantes ausencias de Cuba por sus viajes de trabajo por América Latina y Europa y aprovechando que yo estaba ya terminando estudios en la Escuela Profesional de Periodismo Manuel Márquez Sterling en La Habana. Acepté el reto y nuevamente estas responsabilidades me acercaron más aún al trato diario con Salvador.
En 1955 recibí de manos de Salvador el cargo de Ayudante de Diputado Jefe de Campo para Cuba. El actuaba como Diputado Jefe de Campo para Cuba. Era un Cargo Honorífico dado por la autoridad conjunta del Centro Mundial de Adiestramiento para dirigentes Scouts Adultos ubicado en Londres, Inglaterra ( Gilwell Park ) y la Asociación Scout de cada país. Simbolizaba el cordón umbilical y el compromiso de que la metodología universal utilizada en el adiestramiento de dirigentes Scouts adultos de Inglaterra sería la misma que se utilizaría en Cuba para preservación y pureza de los métodos Scouts usados con los jóvenes Scouts. Era una salvaguarda y los Guardianes de preservar el acuerdo eran las personas que ostentaban el cargo. Salvador, quien desde 1946 también fungía como Comisionado Nacional de Adiestramiento de la antigua Asociación de Scouts de Cuba, tuvo necesidad de dejar, en 1956, esta importante posición dentro de la estructura del Escultismo cubano debido a sus múltiples funciones y responsabilidades en la Oficina Scout Interamericana y Mundial, me pidió si podía reemplazarlo en tal función y asumir también ser Diputado Jefe de Campo para Cuba. Con ello me demostró, una vez más, la simpatía y confianza que tenía en mi persona lo cual era recíproco de mi parte desde muy temprana edad y me comprometía.
En este año de 1959 la revolución cubana culminó la lucha que se sostenía tanto en ciudades como en las montañas de Cuba y a partir de esa época los destinos del país estuvieron en manos de los llamados revolucionarios. Poco a poco estos empezaron a mostrar las verdaderas cartas que traían en la mano y también, poco a poco, fueron despojando al pueblo cubano de las conquistas sociales, las libertades personales y económicas que las generaciones que nos precedieron habían dado al país convirtiéndolo en uno de los más avanzados, si no el mejor, de los países existentes en América Latina y el Caribe en aquellos tiempos. La triste conclusión fue que ya en 1961 la Asociación de Scouts de Cuba tuvo que encarar difíciles situaciones ante el nuevo gobierno revolucionario. El Consejo Interamericano de Escultismo, que tenía como sede la ciudad de La Habana desde 1953, tuvo que emigrar precipitadamente en busca de una sede en un país que se conjugara amigable y respetuosamente con los ideales y principios del Escultismo.
La Oficina Regional Interamericana tuvo que ser trasladada, de emergencia, hacia la Ciudad de Kingston, Jamaica como sede provisional y desde ahí buscar las opciones para trasladarse a una sede definitiva que resultó ser nuevamente la Ciudad de México. Salvador Fernández se encontraba en la ciudad de Caracas, Venezuela, organizando la V Conferencia Scout Interamericana y no era recomendable que estuviese en suelo patrio ante la inminente celebración de este evento que requería de parte de él toda la atención. Por ello delegó, en personal de confianza, el desmantelar la Oficina Scout Regional Interamericana, cerrar los archivos, empacar cajas y preparar la partida hacia Kingston, Jamaica como sede provisional. En esto tuvo que ayudar entre otros el señor Leslie Mordecai quien era Cónsul General en Jamaica de un país europeo y al mismo tiempo miembro del Consejo Interamericano de Escultismo y Comisionado Scout Internacional de la Asociación de Scouts de Jamaica. El gobierno de Jamaica le proporcionó al Señor Mordecai todas las credenciales necesarias para demostrar al gobierno revolucionario de Cuba que era un simple traslado de sede y no una huída precipitada por los acontecimientos que se venían dando en Cuba con la revolución- Al Señor Leslie Mordecai tuvimos que apoyarle dos personas, de la total confianza de Salvador Fernández, para hacer los embalajes de cajas con archivos y documentos; uno de ellos el Sr. Emilio Hidalgo de Caviedes, quien era Ejecutivo de la Oficina Scout Interamericana a cargo de Publicaciones y el otro quien suscribe este artículo que no dudó, al igual que Caviedes, en remangar las mangas de la camisa y poner manos a la obra de empacar archivos y cajas para despacharlas por vía aérea al destino transitorio de Jamaica. Además, Betty, la esposa de Salvador y sus dos hijas Beatriz y María Luisa, estaban aún en Cuba juntos con la señora madre, Doña María Luisa “Nenita” y el señor padre de Salvador Don Fructuoso Fernández. Toda esta gesta de emergencias inesperadas, fue una operación inolvidable y angustiosa. Se logró el objetivo y todos salieron. Pudimos enviar un mensaje a Caracas a Salvador indicando simplemente: Misión cumplida.
La Asociación de Scouts de Cuba también sufrió las tensiones generadas por la incertidumbre del entorno, pero gracias a un noble gesto de Salvador y de la Oficina Scout Mundial los dirigentes nacionales claves del Escultismo Cubano pudimos salir entre enero y junio de 1961. La Oficina Scout Mundial, gracias a la intervención de Salvador, envío tiquetes aéreos para volar desde La Habana hasta Miami a, al menos, 30 dirigentes Scout claves, entre ellos, los miembros del Comité Ejecutivo Nacional y otros dirigentes a nivel nacional y provincial, Nos tocó a mí y a mi esposa Isabel ser parte de esta lista y, gracias por ese gesto de Salvador, pudimos pisar Tierra Libre y no quedar apresados en la cárcel que era la isla completa de Cuba y aún hoy todavía lo es.
Ya en el exilio vía Miami y después de hacer las gestiones necesarias pude ser contratado en Mayo de 1961 en la famosa tienda por departamentos Saks Fifth Avenue, en sus Oficinas Centrales para USA en la ciudad de New York, donde me integré y formaba parte del grupo a cargo del Mercadeo y Publicidad en Español de dicho establecimiento en periódicos y revistas seleccionadas y de habla hispana editados en todo Estados Unidos. Nuevamente la mano amiga de Salvador me fue extendida ya que esta posición la logré gracias al apoyo y referencias dadas sobre mi persona por Boy Scouts of America y, lógicamente, por persuasión de Salvador Fernández.
Salvador me siguió los pasos y en diciembre de 1961 me fue a visitar a la ciudad de New York y allí me hizo una invitación, con contrato en mano, para que ingresara a la Oficina Scout Mundial para tomar el cargo de Comisionado Viajero para América Latina a cargo del área integrada por los países del Norte de Sur América, léase Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia, las Islas de las Antillas Holandesas. (Curazao Bonaire y Aruba), así como las 3 Guayanas (Surinam, Guyana y Guayana Francesa). Isabel y yo lo analizamos y le contestamos a Salvador afirmativamente y, nuevamente volvimos a estar trabajando juntos con un muy querido amigo, de muchos años, quien se preocupó de nuestro destino ante los imprevistos hechos ocurridos en Cuba entre 1959 y 1961.
Desde 1961 hasta 1976 tuve el privilegio de trabajar en diferentes posiciones y cubriendo diversas responsabilidades en la Oficina Scout Mundial y siempre tuve el respaldo y apoyo de Salvador Fernández en todos y cada uno de los puestos donde laboré al servicio del Escultismo Mundial. Entre las posiciones que desempeñé estuvieron: 1964 a 1965 Proyecto de Consolidación de Scouts de Venezuela, 1967 a 1969 Proyecto de Integración y Unificación de Scouts de Chile y, en la sede de la Oficina Scout Regional interamericana, en San José, Costa Rica de 1969 a 1976 las de mantener las relaciones del Consejo Interamericano de Escultismo con los organismos internacionales intergubernamentales tales como OEA, UNICEF, UNESCO, OPS, OIT, etc., dado el estatus acreditado como Misión Diplomática Internacional que tenía dicho Consejo en Costa Rica y en base a que también era un Organismo Asesor de la OEA en Asuntos de Juventud. Mis funciones también incluían mantener las relaciones con las Oficinas Centrales de las principales ONG’s como Cuerpo de Paz, Canadian Services Overseas, Programa de Cooperación de Voluntariado de Alemania, Lions International, Rotary International, etc. Fueron muchos los viajes hechos junto con Salvador para lograr el auspicio y financiamiento de estos organismos a diversos proyectos del Escultismo en América Latina y Caribe. Se logró mucho para beneficio de muchos jóvenes y niños.
Paralelamente me tocó el grato placer de trabajar junto con Salvador en diferentes eventos a nivel de Hemisferio Occidental tales como Conferencias Scout Interamericanas, Cursos Interamericanos para Ejecutivos Scouts, Seminarios Avanzados de Adiestramiento para Profesionales del Escultismo, etc. Ante todo, éramos un buen equipo de 2 amigos y siempre nos entendimos muy bien, con solo una mirada. No era necesario hablar.
Dado que desde 1969 la Oficina Scout Regional Interamericana tenía como sede la ciudad de San José, Costa Rica y Salvador era Secretario General Adjunto de la Organización Scout Mundial en Ginebra, Suiza, sus visitas a Costa Rica eran muy frecuentes y esto nos daba la oportunidad de poder recordar anécdotas del pasado y discutir planes del futuro, pero también nos dió la ocasión para relajarnos y disfrutar de unos espacios de franca amistad. Por ejemplo, recuerdo que Salvador en sus viajes a Costa Rica solía aprovechar la oportunidad para indicarnos a mi esposa Isabel y a mí que tenía muchos deseos de poder comerse un pan con lechón y un batido de guanábana porque eso era difícil de conseguirlo en Ginebra, Suiza y ahí lo llevábamos y entre degustación y degustación nos poníamos al día y cruzábamos recuerdos y anécdotas del pasado y logros alcanzados, sin dejar de lado proyectarnos y discutir sobre el futuro,
Como indiqué anteriormente, dejé de formar parte del Servicio Scout Profesional de la Oficina Scout Mundial en 1976 pero nunca dejé de mantener una comunicación epistolar con Salvador con frecuencia y, siempre tuvimos algo que narrarnos, escribirnos o contarnos o algo por qué reir. Yo tomé el camino de la empresa privada y concluir mis estudios de Maestría en Administración de Negocios e Ingeniería. (dejados de lado, casi terminándolos, por tener el grato honor de servir al Escultismo profesionalmente).
Me dió una enorme tristeza, en 1985, conocer la muerte de Salvador en Caracas, Venezuela donde él ya también se encontraba dedicado a la empresa privada como un alto funcionario y hombre de plena confianza en el importante Grupo Vollmer de Venezuela.
Finalmente, creo que faltarían las palabras más apropiadas para poder resumir lo que significó la amistad con un hombre de la talla de Salvador Fernández. Sólo creo que puedo resumirlo diciendo: fue un amigo leal, un planificador y visionario de primera, un líder que daba ejemplo, un cumplidor de su deber y sus compromisos de principio a fin y, cuando se equivocaba en la acción, o en la palabra, o en la escritura, tenía la hidalguía de reconocerlo, sin pena, ante cualquier escenario. Estas cualidades significan y las resumo en dos palabras: “ERA IRREPETIBLE”. ¡¡¡Dios lo tenga en Su gloria!!!
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