El relato histórico por entrega: El Clandestinaje en Cuba

Written by Enrique Ros*

3 de noviembre de 2021

Un estudio minucioso de la  lucha clandestina cubana, a cargo del historiador Enrique Ros (†)

Una obra que reconoce la valentía, entrega y sacrificio del pueblo cubano en la batalla por su libertad

Acciones comandos. Éxitos y fracasos. Otras acciones dentro de Cuba (III de IV)

JOSÉ LUIS (EL PORTUGUÉS)

Mediaba diciembre de 1964 cuando entra en la cárcel, pálido y demacrado, Joao. Recuerta Alberto Grau: «cuando llega, se acerca a abrazarme y trata de decirme algo pero yo lo rechazo. Lo consideraba –y aún hoy tengo grandes dudas– como un infiltrado».

Habla Joao también en las pocas horas que permanecerá en La Cabaña, con Juanito Besú con quien tan estrechas relaciones había mantenido. «Me confiesa –dice Besú al autor en una de las entrevistas sostenidas– los detalles de la fallida exfiltración por Caibarién y como había aceptado en aquel momento, para salvar su vida y la de los que han confiado en él, colaborar con Seguridad del Estado». Ignoraba Joao (José Luis) que ya, desde antes, era Manolo Viera un agente doble.

Ángel Pardo tiene una experiencia similar. Días antes de que le entreguen a Ángel la petición fiscal, han traído al patio de La Cabaña a Joao. «Armendi, que lo reconoce, va y me avisa inmediatamente. Cuando abren la galera voy y lo saludo. Él me dice «Cuando den el patio te veo; tenemos que hablar». expresaba Ángel Pardo en su libro «Cuba. Memorias de un Prisionero Político». y, luego, se lo confirma al autor en extensa entrevista. No les fue posible hablar. «Esa misma tarde se lo llevaron y por la noche oímos una descarga frente al paredón. Nadie vio el juicio. Cuando su compañera, seguramente su esposa, preguntó le dijeron: «Ya el juicio se celebró, fue sancionado a la pena capital y ejecutado».

Queda una inmensa interrogación que nadie ha podido responder con claridad. ¿Si Joao (José Luis) era un agente que ya estaba trabajando para Castro, por qué es fusilado?. Los que lo conocimos, y compartimos con él riesgos inmensos en los meses anteriores a Girón, cuando todos confiábamos en él y lo llamábamos Juan Carlos Jiménez, queremos creen que en el futuro aparecerán pruebas que muestren su inocencia. Pero hoy, los testimonios y evidencias lo condenan.

El paredón no descansa. El 16 de noviembre fusilan en aquella fotaleza a Agustín López Reyes y a Conrado Fernández. A las pocas semanas ejecutan a Aurelio Martínez Ferro, profesor de física y matemática de la Escuela Naval del Mariel, y de Astronomía en la Universidad de La Habana.

Aurelio Martínez Ferro, Profesor de la Cátedra de Astronomía de la Escuela de Ciencias de la Universidad de La Habana, antiguo profesor del «Colegio La Luz», encarcelado durante largo tiempo sin ser sometido a juicio, fue fusilado el 18 de diciembre de 1964.

Cinco días después, acusados de «tráfico de explosivos». y, por supuesto, de «pertenecer a la Agencia Central de Inteligencia”, fueron ejecutados ante el paredón Ricardo Ulloa Olivera, Daniel Montero Camallieri y Desiderio Lourdes Valladares. Otros fueron sancionados con penas de uno a 30 años.

En territorio norteamericano, afrontando los riesgos de la detección de sus movimientos por las autoridades federales, los cubanos hacían acopio de armas y recursos para realizar acciones sobre la isla.

Terminaba así –muriendo frente al paredón abnegados combatientes cubanos– el año 1964.

El 11 de junio de 1965 autoridades federales allanan el local del MIRR y detienen a cuatro de sus dirigentes y a dos norteamericanos que con ellos se encontraban. Son arrestados Orlando Bosch, Marcos Rodríguez Ramos, Getulio Gutiérrez y José Díaz Morejón. Detenidos quedan, también, William J. Johson y Frank Rafferty. Los cuatro cubanos habían iniciado una huelga de hambre por no habérseles señalado una fecha para su juicio.

SIGUE LA ACCIÓN

Mientras, en Cuba, siguen aplastando todo intento de la más ligera oposición. Días después de haber ejecutado ante el paredón a Manuel Izquierdo González, funcionario de la Aduana de La Habana, el gobierno cubano anunció la detención de 53 personas, muchas de ellas religiosos bautistas, acusándolas de haber creado una organización de espionaje entre cuyas actividades se encontraba el suministro de «ayuda a los bandidos rebeldes y elementos contrarrevolucionarios infiltrados». en la isla. El comunicado oficial sólo identificaba a uno de los supuestos complotados: Herbert Caudill, de la Junta Misionera Bautista del Sur, con sede en la ciudad de Atlanta, Georgia. Acusaba a Caudill de haber reunido «amplia información militar, así como política y económica que transmitió a los organismos de espionaje de Estados Unidos, de quien recibía sus órdenes y ayuda financiera…”.

Sin duda, los grupos dentro de la isla se mantienen activos en acciones de sabotaje. El 24 de abril (1965) el periódico «HOY». se hace eco de distintos incendios en los campos de caña y destaca, en particular, el realizado en los cañaverales aledaños al Central Bolivia que se producía a pesar de la vigilancia de «los trabajadores voluntarios». aunque, gracias a ellos «pudo evitarse que el incendio se extendiera aún más».

El régimen denuncia otra «organización de espionaje». en la capital de la provincia camagüeyana, «orientada y dirigida por el Servicio Central de Inteligencia (CIA) de Estados Unidos». El anuncio se hace público el 23 de abril mencionándose el arresto de ocho miembros de la organización «entre quienes se encuentran funcionarios de la administración de los ferrocarriles de Camagüey». Los acusan de reunir datos sobre movimientos de tropas, transporte de mercancías y cifras económicas… que eran remitidos a la CIA «utilizando escrituras secretas y otros medios». Se identifica como jefe de este grupo a Manuel Parrado Álvarez que fue colocado de inmediato a la disposición del Tribunal Revolucionario de Camagüey.

Mientras los cubanos, dentro de la isla, con sus actos de sabotaje mantienen al gobierno en un continuo estado de alerta, el régimen castrista no cesa en sus intentos de subvertir el orden en la América Latina. El 23 de abril el gobierno de Ecuador mostró documentos que probaban «la infiltración comunista castrista de Cuba en los problemas políticos laborales del Ecuador», ofreciendo respaldo económico destinado a promover la agitación en las filas obreras de aquel país. No es sólo en el país suramericano en el que se prueba la presencia castrista. Termina el mes de abril con un caos en la República Dominicana.

CONDUCTA IMPROPIA. LA UMAP

En noviembre de 1965, comienza un plan de rehabilitación para aquellos que por diversas razones no se han integrado al proceso revolucionario. Se utlizaría para ello una estructura creada dos años antes.

En agosto de 1963 «informa al pueblo el Comandante Raúl Castro Ruz, Ministro de las Fuerzas Armadas Revolucionarias», el proyecto de ley por el que se habrá de crear el Servicio Militar Obligatorio.

Toda la prensa, radial y escrita, cubre el anuncio. Bohemia le dedica catorce páginas completas, con cincuenta y seis capítulos, a «los resultados del estudio realizado, cuyo objeto principal ha sido alcanzar los objetivos patrióticos del Servicio Obligatorio sin lesionar otros intereses nacionales». Por supuesto, aclara el Comandante Raúl, «dicho proyecto deberá ser discutido por la clase obrera, por los campesinos, estudiantes, el pueblo revolucionario en general». Para nadie fue una sorpresa que «luego de tantos estudios». el proyecto se convirtiese en ley sin cambio alguno.

Comprendía la nueva ley a todos los hombres de 17 a 45 años (las mujeres de 17 a 35 años serían admitidas como voluntarias). Las edades luego fueron modificadas. El término de servicio sería de tres años, y los que tratasen de evadirlo serían sancionados de tres a seis años de cárcel.

Pronto surgirá del SMO (Servicio Militar Obligatorio) una nueva institución: La UMAP (Unidades Militares de Ayuda a la Producción) que, en teoría, servirían para que los jóvenes reclutas ayudaran al INRA participando en la zafra azucarera y en los frutales. En la práctica, la UMAP se transformó en algo bien distinto. Todos aquéllos acusados de «conducta impropia». eran remitidos, como castigo, con el pretexto de ser rehabilitados, a la UMAP. Holgado era el concepto de ‘conducta impropia’».

Hacia esos campos, verdadero Archipiélago Gulag, fueron enviados dirigentes religiosos, seminaristas, estudiantes, obreros homosexuales, opositores; todo aquel que podía ser considerado un «desviado social». Fue en noviembre de 1965 que se crean estas «Unidades Militares de Ayuda a la Producción». Se producen, también, arrestos de homosexuales, se les purga de sus trabajos y de sus cátedras.

Había sido en una reunión del Ministerio de Fuerzas Armadas (MINFAR), celebrada en el Castillo de la Chorrera, en La Habana, donde el propio Fidel Castro había delineado las razones para crear esta nueva estructura militar. Cuba necesitaba de la UMAP para absorber a los hombres de edad militar que no estaban políticamente aptos para el servicio militar regular, por no estar integrados en la Revolución, participar activamente en servicios religiosos, ser homosexuales o tener antecedentes criminales. Esos hombres, de acuerdo a las instrucciones dadas por Castro, «no debían ser enviados a la UMAP como castigo, sino como parte de un proceso de rehabilitación ideológica». Los campamentos estarían localizados en zonas poco pobladas de la provincia de Camagüey.

La UMAP era, en palabras del propio Castro, «un esfuerzo de la Revolución para rescatar a jóvenes que se deslizaban peligrosamente por la pendiente del vicio y la perdición». De hecho, fueron verdaderos campos de trabajo forzado.

Hoy ya no existe la UMAP pero, como apunta el periodista José Antonio Zarraluqui, uno de los primeros conscriptos, «el aliento que dio vida al Archipiélago Gulag cubano ha sobrevivido sin hiato en la CJC (Columna Juvenil del Centenario), luego en el EJV (Ejército Juvenil del Trabajo) y perdura hasta hoy».

ACCIONES COMANDO Y DE INFILTRACIÓN

Al comenzar marzo de 1966, la armada norteamericana, tan solícita ahora como en el pasado reciente, intercepta en alta mar, luego de abrir fuego contra ella, la embarcación «Pronto» de las organizaciones Alfa 66 y Segundo Frente del Escambray. A bordo de la pequeña lancha de 50 pies, capturada en aguas internacionales, se encontraban 14 combatientes al frente de los cuales estaba Armando Fleites.

En estos primeros meses de 1966 se repiten las acciones comandos sobre distintos puntos de la isla.

TONY CUESTA. COMANDOS L.

En la media noche del domiento 29 de mayo se produce un intenso cruce de disparos entre una nave rápida que recién había infiltrado dos combatientes anticastristas y una batería antiaérea en el oeste de La Habana.

Luego, unidades de la Marina de Guerra, con la ayuda de aviones de reconocimiento que lanzaban bombas lumínicas, se unieron a la batalla naval.

Se habían producido dos combates; uno en tierra, el otro en el mar. Eran seis los tripulantes de la lancha: Antonio (Tony) Cuesta; Eugenio Zaldívar, Herminio Díaz, Armando Romero, Guillermo Álvarez y Roberto Antas.

La lancha había desembarcado, a la altura de la calle 80 en Miramar, a los dos combatientes que se iban a infiltrar. Según la prensa oficial la tripulación, al desembarcar, instaló dos cohetes autopropulsados preparados para estallar dos horas después, cerca del antiguo Hotel Comodoro donde ahora se asentaba un organismo oficial.

(Continuará la semana próxima)

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