El relato histórico por entrega: El Clandestinaje en Cuba

Written by Enrique Ros*

13 de octubre de 2021

Un estudio minucioso de la lucha clandestina cubana, a cargo del

historiador Enrique Ros (†)

Una obra que reconoce la valentía, entrega y sacrificio del pueblo cubano en la batalla por su libertad

Los compromisos contraídos se ponen en vigor (VI de VI)

FELIPE VIDAL SANTIAGO. EL MÁRTIR IGNORADO

Dentro de Cuba continúa la lucha. El jueves 28 de mayo de aquel año, vuelve a funcionar el paredón de fusilamiento.

«El Tribunal Revolucionario Número Uno del Distrito de La Habana sancionó a la pena capital a los procesados Felipe Vidal Santiago, Ladislao González Benítez, Elías Rivera Bello y Alfredo Valdés Linares».

Los sancionados, decía el comunicado oficial, «fueron apresados por miembros del Cuerpo de Guardafronteras del Ministerio del Interior cuando, a bordo de una embarcación pirata artillada, intentaban infiltrarse por la costa norte de la provincia de Las Villas en una operación organizada, dirigida y financiada por la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos».

Felipe Vidal Santiago, graduado de la Academia Naval del Mariel en los comienzos de la década del 40, a los pocos días del triunfo de la Revolución había sido nombrado Jefe de la Policía Marítima.

Fue asignado en 1960 a la Embajada de Cuba en Venezuela. Percatado de la creciente influencia comunista en el gobierno cubano, conspira dentro de la propia embajada y, denunciado, se ve obligado a pedir asilo político en la vecina república de Colombia.

Vidal Santiago había constituído el Movimiento de Liberación Democrático Revolucionario, del que fue su Coordinador Nacional; junto a él militaron en aquella organización Miguel César Rodríguez y Alberto Solomón Carter. En febrero de 1961, a nombre del Movimiento Democrático de Liberación había suscrito, junto con Aureliano Sánchez Arango y otras prominentes figuras, una «fórmula institucional». que impugnaba las negociaciones que en aquel momento realizaban miembros del FRD y del MRP (Ver «Girón, La Verdadera Historia», del autor).

Militó Felipe en las filas del Frente Unido de Liberación Nacional, junto a Aureliano Sánchez Arango, Pepe Utrera, Raúl Martínez Ararás, Rubén de León, Facundo Pomar y otros.

Felipe Vidal Santiago, junto a sus tres compañeros, había partido hacia Cuba el 14 de marzo de 1964. Era Felipe uno de tantos cubanos que habían recibido la orden de confinamiento que les prohibía salir del Condado Dade.

El paredón no se detiene.

TRES MÁRTIRES

CAMAGÜEYANOS

Tres prominentes cubanos, de familias bien conocidas en la provincia de Camagüey, fueron ejecutados ante el paredón el martes 2 de junio de 1964, luego de haber estado detenidos por más de tres meses. Alberto Cesáreo Fernández Medrano, Manuel Paradela Gómez y Marcellino Martínez Tapia habían sido acusados de «realizar trabajos de espionaje dentro de la isla como miembros de la Agencia Central de Inteligencia».

Fernández Medrano, abogado, miembros distinguido del Club de Leones, fue gobernador de dicha organización en dos ocasiones. Paradela Gómez era un destacado miembro de la Masonería. Martínez Tapia había ocupado un escaño en el Congreso Nacional y militaba en la organización Rescate que dirigía Manuel Antonio de Varona.

Alberto Fernández Medrano participó en la creación de la «Universidad Ignacio Agramonte», de Camagüey de la que fue designado Decano de la Facultad de Ciencias Sociales, Políticas y Económicas; cargo del que fue despojado cuando el régimen castrista, con el pretexto de depurar y reformar la educación universitaria, sustituye al Consejo Universitario por la Junta Superior de Gobierno, en la Universidad de La Habana, y fuerza la renuncia de profesores de las universidades provinciales.

En la misma causa fueron condenados a varios años de prisión otros dos prominentes camagüeyanos: Jorge Bermúdez Combar y Manuel E. Zayas Bazán Recio; este último, antiguo gobernador de la provincia.

La prensa cubana destacó la noticia de la pena impuesta por el Tribunal Revolucionario del Distrito de Camagüey:

«Los sancionados –decía la nota– integraban una red de espionaje que operaba en la provincia de Camagüey, recibiendo instrucciones y órdenes procedentes de los Estados Unidos, y trasladando numerosos mensajes contentivos de informaciones militares, económicas y políticas a la Agencia Central de Inteligencia yanqui».

Acusaban a Fernández Medrano de haber retornado a Cuba en enero de 1962 «bajo el pretexto de trabajo relacionado con el Club de Leones, habiendo regresado a los Estados Unidos en abril de aquel mismo año». y posteriormente haber vuelto a Cuba «con la tarea de adiestrar a otros individuos en los métodos de espionaje».

El paredón funciona sin descanso. Apenas apagadas las descargas que segaron, en Camagüey, la vida de Alberto Fernández Medrano y sus compañeros, vuelve el fatídico paredón para arrancarle la vida a Miguel César Díaz Infante. Será en Santiago de Cuba. Acusado de «suministrar a la Agencia de Inteligencia importantes datos relacionados con la distribución de alimentos, las reservas de víveres existentes y falsificar las cifras con que se confeccionaban los censos de consumidores». es ejecutado Díaz Infante, funcionario del Ministerio de Comercio Exterior (MINCIN). «Severas sanciones de privación de libertad le fueron impuestas a Saturnino Polón Piñero, Francisco Linares Serrano y el resto de los encausados». En menos de veinticuatro horas se había celebrado el juicio por el Tribunal Revolucionario en Santiago de Cuba, tramitado el recurso ante el Tribunal de Apelaciones y ejecutada la sentencia.

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