El relato histórico por entrega: El Clandestinaje en Cuba

Written by Enrique Ros*

26 de mayo de 2021

Un estudio minucioso de la lucha clandestina cubana, a cargo del historiador Enrique Ros (†)

Una obra que reconoce la valentía, entrega y sacrificio del pueblo cubano en la batalla por su libertad

1962: Año de Acciones comandos. arrestos y lucha clandestina (V de XI)

Se ha preparado para el 28 de septiembre, aniversario de la fundación de los Comités de Defensa de la Revolución (CDR), un atentado contra Fidel Castro. Se realizaría desde el apartamento C-8 del edificio de Misiones 29 situado frente a la Terraza Norte de Palacio donde estaba convocada una gran concentración en la que hablaría el Primer Ministro. La acción estaría a cargo de Bernardo Paradela, y un grupo de Rescate Revolucionario. No se realizó aquel atentado.

«El día anterior, afirma reiteradamente Izquierdo, Veciana me pidió que lo llevara en dirección a Matanzas donde una lancha lo esperaba en Uva de Caleta para salir de Cuba». Esta fecha de la salida de Antonio Veciana difiere con la ofrecida al autor por el propio Veciana y Reinol González.

¿Qué está sucediendo? El 27 de septiembre, Amador del Río, «Emilio”, Coordinador Provincial Obrero del MRP, entrega a Dalia Jorge Díaz, que ocupa la posición de Financiera Nacional de la organización, dos petacas incendiarias para ser colocadas en Sears, de Reina y Amistad. El viernes 29 se realizaría la operación, pero quien conduce a Dalia sería Juan Manuel Izquierdo Díaz, «Aníbal». (Juan Manuel Izquierdo mantenía más contacto con Veciana, Roberto Jiménez, Tuto Zabala, Martínez Leal, y Enrique Fortún, que con Reinol. Pero enfatiza que, condenado a muerte por fusilamiento, él le debe la vida a las declaraciones de Reinol González. Otra joven, María de los Ángeles Habach, tendría a su cargo el sabotaje de Fin de Siglo que se va a realizar, también, con dos petacas incendiarias. «Emilio». lleva a María de los Ángeles hasta el establecimiento. El encargado del sabotaje del Hotel Capri sería Joaquín Alzugaray. El de «J. Vallés». estaría a cargo de Orlando García Plasencia.

Dalia Jorge es «detenida». en Sears. Dalia había logrado «confianza y acceso a todas las estructuras de la Sección Obrera del MRP. Trabajó en el Movimiento con inusual eficacia lo que le permitió entablar relaciones con la mayor parte de los dirigentes de la Sección Obrera y conocer los lugares desde donde éstos operaban. Por suerte no pudo, aunque lo intentó, llegar a la Dirección Nacional del Movimiento». nos dice Reinol González en extensa entrevista.

Después de la «detención». de Dalia Jorge la organización continuó su trabajo conspirativo habitual. «A ninguno de sus dirigentes se le ocurrió pensar que ella podría delatar, como lo hizo, entregando a la Seguridad del Estado toda la información que poseía del MRP y de sus miembros».

Antonio Veciana discrepa de esta afirmación:

«Cuando Dalia Jorge cae presa, ella no conocía mi verdadero nombre. Me conocía como Víctor. Me reúno con Reinol y le digo que esa mujer sabía todo lo del MRP y que, con seguridad, cuando le aplicaran todos los medios, físicos o sicológicos, iba a decirlo todo. Que debíamos cambiar las casas que teníamos, los planes que ella conocía pero que, afortunadamente Dalia no sabía del atentado planeado para el 5 de octubre. Pero Reinol no hizo cambio alguno».

Será el 15 de octubre que, por delación de alguien, es María de los Ángeles detenida cuando se encuentra en su hogar. Aceptará en el juicio su responsabilidad pero, mostrando su alto sentido de lealtad hacia sus compañeros de lucha, negará que Ernesto Amador, «Emilio”, o persona alguna, la hubiese acompañado.

«Dalia Jorge nos engañó a todos», nos dice María de los Ángeles Habach en extensa entrevista realizada años atrás. «Yo sigo pensando que Dalia era (tal vez lo siguió siendo) una infiltrada. Ella tenía acceso a todo. Buscaba las casas, estaba en los traslados de armas. Hay una realidad: Dalia nunca fue a dar a la prisión!».

«En una reunión se repartieron las petacas incendiarias. En Sears «a mí me tenía que llevar un individuo cuyo nombre de guerra era ‘Emilio’. También estaba encargado de quitarle el sello a mis petacas. Éstas debieron ser entregadas por Antonio Veciana, pero éste se había ido en una lancha, y las repartió Juan Manuel Izquierdo, que se había quedado en su lugar como Coordinador de Sabotaje. A Izquierdo le pedirán pena de muerte. A mí me dieron las petacas que demoraban menos tiempo en explotar. ‘Emilio’. (Amador del Río) me llevó hasta Fin de Siglo. Él le quitó la cinta a mi primera petaca y cuando entré a la tienda ya estaba caliente. La segunda la puse en el tocador de señoras calculando exactamente la hora del cierre de la tienda para asegurarme de que no habría nadie adentro. Tan pronto «detienen» a Dalia empiezan a revisar toda la tienda. Mis petacas ya estaban prendiendo cuando las encontraron».

DETENCIÓN DE

REINOL GONZÁLEZ

Y OTROS DIRIGENTES DEL MRP

A su regreso a Cuba, después del desagradable, pero necesario careo en Miami con Manolo Ray, Sara del Toro se encuentra en su propia casa reunida con su esposo Amador Odio y Reinol González, cuyo nombre de guerra es «Antonio», cuando llega el G-2. La conversación que en ese momento sostenían había sido delatada sin que los anfitriones lo supieran, según relata la propia Sara del Toro, por una persona del servicio doméstico. Detienen a «Antonio». Terminaba el mes de septiembre de 1961.

Juan Manuel Izquierdo Díaz es también arrestado. Antonio Veciana ha salido del país. Detienen a Héctor René López Fernández, José Antonio Martínez Mariño, Fernando de Rojas Penichet, Raúl Fernández Trevejo, Rolando Martínez Leal y, en Matanzas, a Antonio H. Rentería. El plan, se sabrá después, tenía más largo alcance.

Se había planeado un atentado a Castro y a otros líderes del Gobierno Revolucionario con una bazooka y granadas de mano cuando estuviesen reunidos en las afueras de Palacio, en un acto de condena a los sabotajes planeados. Es así como describe esta acción la prensa oficial cuando ya publica, pocas semanas más tarde, esta operación. Al narrar los hechos, Revolución y Hoy mezclan los informes del Ministerio del Interior y las declaraciones del Coordinador Nacional del MRP.

Participarán, sigo citando la fuente oficial, Orlando Castro García. Bernardo Paradela, Jorge Antonio Jiménez Caballero, Rodolfo Valdés Borge, y otros.

Sin embargo, la fecha y ocasión se cambian cuando el 5 de octubre regresa a La Habana de su viaje a Moscú, Osvaldo Dorticós, y se le organiza una gran concentración de bienvenida frente al Palacio Presidencial. Las armas (C-4, explosivos, detonadores, ametralladoras y una bazooka) las había facilitado, desde hacía tiempo, el antiguo capitán del Ejército Rebelde Bernardo Corrales (que, alzado en la cordillera de Los Órganos, había sido fusilado el 15 de septiembre). La bazooka era la única arma con suficiente alcance para el muy anticipadamente planeado atentado.

LA POLÉMICA QUE NO MUERE

En la preparación del atentado del 5 de octubre participaron el MRP y el movimiento «Rescate». que dirigía, en Cuba, Alberto Cruz, que había sido Ministro de Comunicaciones en el gobierno de Carlos Prío Socarrás. A través de Alberto Cruz una embajada aceptó recibir la bazooka y los rockets por valija diplomática, miemtras la Sección de Sabotaje del MRP conseguía el apartamento en la avenida de las Misiones #29, 8vo. Piso, que antes habían ocupado familiares de uno de los miembros de la organización.

Todo estaba perfectamente planeado y controlado por la Sección de Sabotaje del MRP, que contaba con cinco automóviles convenientemente preparados y situados en la cercanía de las residencias que eran controladas por el Movimiento. «Tres días antes del señalado para el atentado, Antonio Veciana y yo perdimos contacto por mutuo y prudente acuerdo una vez que todo estaba en orden para garantizar la acción. El contacto debía restablecerse inmediatamente que diera comienzo la concentración frente a Palacio, por medio de una llama-da telefónica de Veciana para indicar que todo estaba O.K.» nos dice Reinol.

«Aparentemente todo estaba en orden. Todos los caminos habían sido tomados. Sólo quedaba esperar. Un disparo bastaría para que Cuba tuviera que darse a la tarea de buscar nuevo gobernante. Me senté frente al televisor para esperar el desarrollo de los acontecimientos. Empezó el acto. Se sucedieron los oradores. La llamada de Veciana no llegaba, lo que me inquietaba. Nada. La concentración terminó sin que sonara un solo disparo. Empecé a recibir algunas imprudentes llamadas de los pocos conocedores tratando de averiguar qué había ocurrido. Me sentía como fiera enjaulada».

(Continuará la semana próxima)

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