El relato histórico por entrega: El Clandestinaje en Cuba

Written by Enrique Ros*

15 de septiembre de 2021

Un estudio minucioso de la   lucha clandestina cubana, a cargo del historiador Enrique Ros (†)

Una obra que reconoce la valentía, entrega y sacrificio del pueblo cubano en la batalla por su libertad

Los compromisos contraídos se ponen en vigor (II de VI)

LOS COMBATIENTES NO NECESITAN AUTORIZACIÓN

Pero los cubanos combatientes no necesitan autorización para continuar su lucha. En julio el Movimiento Insurreccional de Recuperación Revolucionaria utiliza un pequeño avión Beechcraft para una operación sobre la isla. Se efectúan, luego, más operaciones. Así, en enero el MIRR vuela sobre el antiguo Central Niágara dejando caer bombas incendiarias de construcción casera. Era el octavo ataque que la organización dirigida por Orlando Bosch realiza en Cuba.

El ataque del 19 de enero al Central Niágara, cerca de Consolación del Norte, fue confirmado por el gobierno de Cuba que afirmó que «el jueves un bombardero B-26, que vino del norte y regresó también con dirección norte, dejó caer bombas en un central azucarero de la provincia de Pinar del Río».

Un cable de la UPI de La Habana, de enero 19, confirma también la bomba que hizo explosión sobre el Central Niágara.

Mientras, una comisión parlamentaria en Costa Rica estaba investigando la posible existencia de campamentos de exiliados cubanos en aquella nación. El 26 de enero, 1965, se da a conocer la captura, cerca de Baracoa, provincia de Oriente, de Eloy Gutiérrez Menoyo junto con tres de sus hombres que formaban parte del Segundo Frente del Escambray.

CONTINÚA EL ESCABROSO

 CAMINO DE LA ACCIÓN

Durante los meses del verano de 1963, la actitud de los más altos funcionarios norteamericanos fluctúa entre la persecución a los militantes revolucionarios exiliados y la tácita tolerancia a las acciones que se realizan.

La Administración se debate entre su interés en honrar los «compromisos contraídos». y su comprensible deseo de vengar viejos agravios autorizando acciones sobre la isla. La balanza, al menos momentáneamente, la moverá el interés político.

La revista Time en su edición de abril 5 de 1963, dio a conocer el resultado de una encuesta de opinión pública que la Administración conoció aún antes de ser publicada. El 60% de las personas entrevistadas consideraba que Cuba era una seria amenaza a la paz mundial. No así el gobierno. Era necesario realizar algo para detener «la presente tendencia hacia una creciente disminución de la confianza pública en la Administración».

Pronto, aguijoneados por la frustrante encuesta, se tomarán decisiones sobre el tema cubano. Decisiones que, desafortunadamente, obedecían más a un interés doméstico electoral que a la seguridad nacional o a coayudar a liberar de su opresión al pueblo cubano.

El 22 de julio son capturados Rolando Mathew Paz, Manuel Marrero Castillo y Francisco Marrero Castillo cuando desembarcaban en Cuba. Fueron juzgados por el Tribunal Revolucionario de Las Villas el 16 de agosto, sentenciados a muerte y ejecutados la madrugada siguiente. A fines de agosto se está debatiendo la «Fórmula de Centroamérica», aparentemente respaldada por los gobiernos de la región, y que es impugnada por Manolo Ray.

Las organizaciones siguen realizando, con los escasos recursos que pueden obtener, las más osadas operaciones. Una de ellas la planearon miembros de las organizaciones Frente Interno de Unidad Revolucionaria (FIUR) y la Triple A (AAA). Consistía en colocar 60 libras de explosivo gelatinoso C-4 en el tramo del alcantarillado por debajo de donde estaba instalada la tribuna de la Plaza de la Revolución para el acto en que se conmemoraría el tercer aniversario de los Comités de Defensa de la Revolución (CDR) en septiembre de 1963.

Fue detectada la operación y fueron arrestados los 6 miembros que Seguridad del Estado consideraba responsables: Federico Hernández González, Francisco Blanco y de los Cueto, Jesús Rodríguez Mosquera, Orlando M. de la Cruz Sánchez, Luis Arencibia y Pierre Quang Diez.

 EL MIRR SE REACTIVA

Al ser sofocada la lucha del Escambray, muchos de los dirigentes de aquellos grupos (Joaquín Membibre, Evelio Duque, Orlando Bosch, Marcelino García, Andrés Marcos, Edel Montiel, Vicente Méndez, Barrero y otros) coinciden en Miami donde tratan de elaborar un plan de acción. Funcionarían como Ejército Cubano Anticomunista (ECA),  «Frente Escambray».

Sobre el plan de acciones a realizar, tienen profundas diferencias con los sectores que aportarían las armas, y fracasan aquellos planes. El 12 de agosto de 1962, Orlando Bosch hace pública su denuncia.

Meses después, Bosch reactiva el MIRR y comienza a actuar, principalmente con pequeños aviones, sobre refinerías y centrales azucareros.

A principios de 1963 se realiza una acción sobre una refinería. Bosch es procesado en Orlando, Florida, y, con una oportuna intervención del Reverendo Max Salvador, son absueltos Bosch y los demás encausados.

La prensa castrista no puede ocultar la preocupación del gobierno cubanos por las frecuentes incursiones a su territorio. El 15 de agosto, «una avioneta pirata». dejó caer pequeñas bombas sobre el Central Bolivia (el antiguo Cunagua) en el municipio de Morón. La acción la realiza el Movimiento Insurreccional de Recuperación Revolucionaria (MIRR) que dirige Orlando Bosch. Pilotea el pequeño avión de dos motores, Gervelio (Mimo) Gutiérrez; lo acompaña, con varias latas de fósforo vivo, Jorge Moniz.

Sobre las refinerías de La Habana vuela «otro avión enemigo». Así describe la acción, la prensa oficial:

«Los cañones antiaéreos que custodian las refinerías de petróleo en la Bahía de La Habana abrieron fuego en las primeras horas de hoy, contra un avión enemigo que volaba sobre el lugar».

Otro avión deja caer sobre Casilda, Las Villas, a las dos de la madrugada del 19 de agosto «varias bombas, una de las cuales cae en un tanque petrolero ferroviario provocando un incendio». El ataque, se ve obligado a destacar la propia prensa oficial, fue similar a la técnica empleada en el pasado:

«El avión pirata se presentó sobre la población aproximadamente a las dos de la madrugada, dejando caer, primero, un paracaídas con una luz de bengala color amarillo. El aparato entró en el espacio aéreo cubano con los motores en baja y completamente a oscuras para impedir, de esa manera, que las autoridades y el pueblo del lugar se percataran de su presencia».

Definitivamente, «la contrarrevolución no ha sido aplastada». Si el domingo 18 un avión pirata atacaba los depósitos de petróleo en Casilda, el lunes 19 dos lanchas de desembarco abren fuego contra la planta de sulfometales de Santa Lucía, Pinar del Río.

Durante todo ese mes de agosto continúan los ataques. La prensa escrita y la radio castristas dan a conocer el 20 de agosto un extenso comunicado del gobierno que admite un nuevo ataque efectuado, esta vez, por «dos lanchas piratas». contra la instalación de sulfometal en Santa Lucía.

El comunicado admite que:

«dos lanchas procedentes de un buque madre situado frente a la Boca del Estero de Santa Lucía, penetran simultáneamente por dos de los esteros existentes en dicha zona hasta aproximarse para atacar con ametralladoras y cañones antitanques las instalaciones de la Central de Sulfometal «Patricio Lumumba”, donde ocasionaron daños materiales».

Era el «tercer ataque pirata que se producen en las últimas 72 horas”, clama el gobierno. Surtirá efecto el público reclamo.

El mismo 20 de agosto el Servicio de Guardacostas de los Estados Unidos extiende sus funciones para servir, solícitamente, al gobierno de Su Majestad Británica. Ya no sólo la Marina de Kennedy mantiene un acuático muro de Berlín para proteger a Castro de ataques posiblemente generados en costas norteamericanas. La protección la extiende, reiteradamente, a las costas de Las Bahamas. Ese día, la fragata británica Londonderry –orientada por la información suministrada por el Servicio de Guardacostas Norteamericano– arresta a cinco cubanos anticastristas en Cayo Anguila.

La semana anterior había sido el régimen de Castro quien, violando las leyes internacionales, había secuestrado a 19 exiliados que, escapados de Cuba, se encontraban en Cayo Anguila. El 13 de agosto un avión de reconocimiento del Servicio de Guardacostas de Estados Unidos había observado «una operación de unidades cubanas en el curso de la cual numerosas personas fueron sacadas de Cayo Anguila». Un helicóptero cubano había aterrizado en aquel Cayo y «vio cuando tripulantes de las cañoneras cubanas desembarcaron allí». Los anticastristas o eran atropellados por las autoridades británicas o lo eran por las autoridades cubanas.

Va a terminar el convulso mes de agosto con la muerte de Pedro González y Mario Soler, que estaban al frente de un grupo guerrillero en Las Villas, en un encuentro con las fuerzas del Ejército Rebelde y las milicias. Pero en septiembre continuará la acción.

(Continuará la semana próxima)

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