El relato histórico por entrega: El Clandestinaje en Cuba

Written by Enrique Ros*

11 de agosto de 2021

Un estudio minucioso de la  lucha clandestina cubana, a cargo del

historiador Enrique Ros (†)

Una obra que reconoce la valentía, entrega y sacrificio del pueblo cubano en la batalla por su libertad

1963: Año de lucha, juicios, cárceles y fusilamientos (I de IV)

No se equivocó el dirigente estudiantil Fernández Rocha, al predecir las consecuencias que la aplicación de los «compromisos contraídos». acarreraría para los militantes cubanos. Las armadas norteamericanas y británicas se unían para cuidarle las fronteras a Castro.

En Diario Las Américas, el miércoles 3 de abril de 1963 aparece esta información: «Prometen los Exiliados que Continuarán los Ataques». Y se denuncia el arresto de los 17 refugiados que fueron detenidos por las autoridades británicas. Un cable de la UPI, de Nassau, Bahamas, informa que un luchador anticastrista había manifestado la noche anterior que los 18 compañeros cubanos detenidos por una fuerza británica en Las Bahamas fueron traicionados probablemente por norteamericanos.

Gerry Buhanan, norteamericano de 24 años de edad, residente de Miami dijo que la policía que detuvo a los 17 anticastristas en Cayo Norman el domingo fue informada con tres días de anticipación de que la embarcación proyectaba detenerse allí en su viaje a las costas de Cuba. Otro cable de la UPI, de la misma fecha, enviado desde Miami, afirmaba que el buque de guerra británico London Berry había capturado el día anterior a un grupo de exiliados cubanos en Las Bahamas. Una segunda embarcación logró huir a toda marcha en dirección a aguas de Cuba «para hacer volar a un buque tanque soviético».

La acción naval fue anunciada por fuerzas clandestinas de exiliados cubanos y luego confirmada con renuencia por el Almirantazgo Británico y el Departamento de Estado Norteamericano. El vocero anticastrista dijo que la embarcación detenida era una de las dos unidades navales destinadas a atacar los buques que trafican con Cuba. El día 4 de abril continuaban presos en Las Bahamas los cubanos que habrán de comparecer ante un tribunal.

Cuba también reacciona impensadamente. El 28 de marzo dos Migs cubanos atacaron a un buque norteamericano de carga que navegaba por el Caribe. Se apresuró Castro a presentar disculpas al gobierno norteamericano. Lo recoge el cable de la UPI de abril 13. Castro afirmó que había confundido al «Floridian». con otro buque sospechoso que se les había ordenado buscar. El Departamento de Estado declaró que consideraba este incidente particular, terminado. Al mismo tiempo Moscú volvía a denunciar el ataque que el mes anterior «cubanos anticastristas realizaron contra el barco soviético Bakú». destruyéndoles 10 mil bolsas de azúcar de cargamento.

El 6 de abril la Prensa Asociada se hace eco de las medidas tomadas por los Estados Unidos de reforzar el Servicio de Guardacostas al sur de los Estados Unidos: 6 aviones, 6 patrulleros y 6 barcos de menor calado fueron enviados a la zona situada entre la Florida y Puerto Rico.

Estamos en abril. Miró ha renunciado. Cambian pronto las lealtades de algunos dirigentes cubanos. El Consejo, y la nómina que lo acompaña, puede desaparecer. Hacia Washington parte Manuel Antonio de Varona y, junto a él, algunos dirigentes que, hasta ayer, apoyaban a Miró. Otros se mantienen fieles al renunciante dirigente. Huertas, Carbó y otros renuncian al Consejo.

Las restricciones impuestas por «los compromisos contraídos». por el Convenio, Pacto o Conversaciones, Kennedy-Kruschev, no les impide a los cubanos combatientes continuar, aunque con crecientes restricciones y obstáculos, su resistencia y, en el exilio, se burlan o evaden estas restricciones realizando efectivas acciones comandos.

Veamos algunas:

En enero de 1963, el gobierno de Cuba se había visto obligado a informar que ha «desbaratado organizaciones norteamericanas de espías cuyo propósito era atentar contra la vida del Ministro de las Fuerzas Armadas Raúl Castro y provocar revueltas en la isla». La noticia la difunden, desde La Habana, las distintas agencias cablegráficas. El gobierno ubica en la provincia de Oriente la actuación de «estas ban-das que pretendían provocar revueltas en la isla como medio para preparar el terreno para futuros desembarcos en masa de contrarrevolucionarios». Así comienza 1963 para el régimen de Castro.

Aparecen acusados el «supuesto jefe de la banda». Pedro Camerón Pérez, a quien le presentan, entre otros cargos, haber entrado y salido clandestinamente de la provincia de Oriente en dos ocasiones para introducir «armas en gran cantidad». Aparecen otros nombres: Carlos Serrat Almenares, Hortensia Vaquero; Roberto Gómez Crea; Francisco Iribar Martínez; los hermanos Antonio y Arturo Castro, Manuel Horacio Corrales y Carlos Pascual.

El 17 de febrero ocho cubanos que navegan por el Banco de las Bahamas a bordo del vivero Blanca Estrella, fueron interceptados alrededor de las seis de la tarde por tres torpederas cubanas que repentinamente abrieron fuego sobre la embarcación lo que forzó a los ocho tripulantes a lanzarse al agua y refugiarse, a nado, en la ribera sur de Elbow Key, territorio de Gran Bretaña.

Miembros de las torpederas cubanas desembarcaron y capturaron a cuatro de los expedicionarios, Juan Reyes, Armando Morales, Agustín Vizcaíno y Juan Morales. Tres días después desembarcaban en el pequeño cayo varios soldados que venían a bordo de la fragata Antonio Maceo, de la Marina de Guerra de Castro; tras una intensa búsqueda localizaron y detuvieron a los cuatro restantes: Eumelio Viera, Domingo Martínez, Rafael Santana y Eleno Oviedo Álvarez, lo que fueron conducidos hasta la Bahía de Cárdenas.

La prensa oficial, como siempre, tuerce los hechos. Habla de la captura de «ocho piratas». y muestra, en la edición de Revolución de enero 23, la foto y los nombres de los 8 detenidos. Luego, nada más habrá de publicarse sobre estos cubanos.

Durante más de siete años permanecieron en prisión sin ser sometidos a un proceso legal. Finalmente, el 26 de septiembre de 1970 comparecieron ante un tribunal militar en la prisión de la Cabaña y sometidos a un juicio «que duró escasamente unos veinte minutos». Todos fueron condenados. A Eleno Oviedo Álvarez le impusieron una sanción de 30 años de privación de libertad porque «aunque abandonó legalmente el país en junio de 1959…se le considera afín a los grupos terroristas del exilio».

La rebeldía se mostraba también en las montañas cubanas: continuaban alzados, combatiendo con las pocas armas que obtenían, grupos de ya avezados combatientes. En Las Villas, en un punto entre Ernesto Díaz Rodríguez. «Rehenes de Castro». Trinidad y Sancti Spiritus, el primero de marzo, muere combatiendo Tomás San Gil, que había mantenido en jaque a batallones de milicianos cuyas «hazañas». son recogidas y alabadas por periodistas al servicio del régimen.

MARZO DE 1963. SE CUBRE

DE SANGRE EL SUELO CUBANO

Para conmemorar un nuevo aniversario del ataque al Palacio Presidencial, Castro tenía anunciada su comparecencia en un acto público a celebrarse en la Universidad de La Habana. Cubanos anticastristas coordinaron esfuerzos para realizar un atentado. Detectada la operación por Seguridad del Estado, fueron detenidos Luis David Rodríguez González, Ricardo Olmedo Moreno, de la Agrupación Montecristi; Tomás Sobrado Martín, Coordinador de Unidad Revolucionaria; José Zamora Sosa del MRR; José Martínez Valdés, que había operado con Tomás San Gil y Raúl Prado Sardiñas

El Departamento de Seguridad del Estado consideraba que la Resistencia Cívica Anticomunista (RCA) estaba compuesta por 8 distintas organizaciones: Ejército de Liberación Nacional (ELN), Movimiento de Recuperación Revolucionaria (M.R.R.), Hermandad Montecristi (HM), Movimiento Agramonte, Consejo Central Nacional, II Frente Nacional Escambray, Triple A (AAA) y Frente Unido de Guanabacoa. El G-2 consideraba a Luis David Rodríguez como el dirigente de aquella amplia organización. En la ejecución del atentado participarían Ricardo Olmedo, Tomás Sobrado Martín, José Zamora Sosa, José Martínez Valdés, Raúl Prado Sardiñas y otros.

Afirmaban que el plan consistía en tirar con una bazuka desde un edificio situado frente a la escalinata de la universidad contra la tribuna del acto con que se conmemoraría el Sexto Aniversario del Ataque al Palacio Presidencial, ocurrido el 13 de marzo de 1957 «al que asistiría el Comandante en Jefe».

Es esa la sucinta versión oficial que recoge Luis Báez, periodista al servicio del régimen en su obra, editada en Cuba, «Guerra Secreta».

La verdadera historia es otra. Más compleja, más sangrienta.

«Los compromisos contraídos». dificultan, en los primeros meses de 1963, la lucha interna. Con el celoso cerco de las armadas norteamericanas y británicas se entorpece el aprovisionamiento de los que se encuentran alzados en la provincia de Matanzas y en el Escambray. Se hace difícil, también, la coordinación de las antiguas organizaciones clandestinas que han sido diezmadas.

Pero el cubano se niega a desistir de la lucha. Desde finales del año anterior ya habían comenzado a trabajar coordinadamente organizaciones que agrupagan a miembros de la resistencia urbana y a grupos alzados, principalmente en las provincias de Matanzas y Las Villas.

Dos de estas organizaciones eran la Resistencia Cívica Anticomunista (RCA) y el Frente Interno de Liberación (FIL). Ocupa la coordinación militar del RCA, Ricardo Olmedo, de gran prestigio entre las filas revolucionarias por haber participado el 13 de marzo 1957 en el Asalto a Palacio en cuya operación resultó gravemente herido.

El Coordinador Civil de la organización era Luis David Rodríguez, de larga y probada trayectoria revolucionaria frente al régimen castrista. En la etapa anterior a la Crisis de los Cohetes, Luis David había sido asignado a la Sección de Acción y Sabotaje dentro del MRR donde había actuado junto a los hermanos Alfredo Quesada (Malacara) y Antonio Quesada que se habían alternado como jefes de acción del MRR en La Habana, y con Enrique Murgado, con quienes participa en distintas acciones.

La Coordinación Militar del Frente Interno de Liberación (FIL) la ocupa Jorge Sánchez-Villalba, que había sido Coordinador Nacional de la «Juventud Anticomunista Revolucionaria». (JAR) y, a fines de 1962 había ocupado la jefatura nacional de acción de Unidad Revolucionaria. El Coordinador Civil del FIL era Luis O. Vizcaíno.

Saben que no podrán contar con ayuda del exterior pero tienen los hombres y las armas necesarias para realizar el plan que ya, a fines de noviembre, están elaborando.

Llegaba ese mes Luis David Rodríguez de entrevistarse con Tomás San Gil jefe de uno de los grupos más activos que se encontraban alzados en el Escambray. Sánchez-Villalba se había reunido con Pedro Sánchez González («Perico Sánchez»), de Jaguey Grande quien, junto a sus hijos Pedro y Ramón, Juan José Catalá (Pichi), Juanito Sosa y otros se mantenían combatiendo en las lomas de la provincia de Matanzas.

(Continuará la semana próxima)

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