Un estudio minucioso de la lucha clandestina cubana, a cargo del historiador Enrique Ros (†)
Una obra que reconoce la valentía, entrega y sacrificio del pueblo cubano en la batalla por su libertad
Acciones comandos. La conspiración del 30 de agosto y la crisis de los cohetes (III de IV)
UNARE, UNA NUEVA ORGANIZACIÓN
Figuras procedentes de distintos sectores, muchos de ellos de antigua militancia en la lucha contra el anterior gobierno, crean la Unidad Nacional Revolucionaria (UNARE) cuyas bases uno de sus integrantes, José Duarte Oropesa, las identifica con las de una Social Demócrata Cristiana Cubana.
Forman parte de ella en aquel duro año de 1962, Aparicio Aparicio, Gran Orador de la Gran Logia de Cuba; Ángel Cuadra, Duarte Oropesa, Rolando Borges, Efraín Taquechel, Julio Ruiz Pitaluga, Pedro René Hernández, José Iglesias y muchos más.
Los planes de alzamiento en Oriente y Las Villas se frustran por la delación de Raúl Ojeda, que se infiltró en la Gran Logia de Cuba y le costó el arresto del Gran Maestro Jorge Luis Cuevo y otros signatarios y el enjuiciamiento y fusilamiento de Pedro René Hernández, Roberto Arias y Antonio Alonso Hernández (Capitán Chamorro) que iban a alzarse en Sagua de Tánamo.
LA CRISIS DE LOS COHETES:
UNA VERGONZOSA DERROTA MOSTRADA COMO
ESPLENDOROSA VICTORIA
Tras muchos desestimados informes de la CIA recibidos en julio, agosto y septiembre, el Presidente John F. Kennedy autoriza, el 14 de octubre, un vuelo de U-2 para obtener información de las bases de cohetes SAMs soviéticos que, la Agencia lo ha reportado, se han estado instalando en Cuba.
En la mañana del martes 16 le «confirman». que se había detectado la existencia de dichas bases. Había comenzado, para Kennedy, la Crisis de los Cohetes. Tiene el Presidente que tragar una amarga píldora. Había aceptado, sin objeción, las seguridades ofrecidas por Kruschev de que Rusia no enviaría a Cuba armamentos que pudieran ser utilizados para atacar a los Estados Unidos.
Las 48 horas siguientes a la innegable confirmación de proyectiles balísticos en la isla reflejan la indecisión de este joven presidente. Por semanas Kennedy había descartado los informes de la Agencia Central de Inteligencia y de refugiados cubanos sobre la existencia de esas bases. No era, ya, posible, continuar ignorando, públicamente, la presencia en Cuba de cohetes ofensivos. El Presidente reunió a sus cercanos colaboradores. Discutieron los posibles cursos de acción: a) no hacer nada, b) poner presión diplomática a los soviéticos, c) contactar secretamente a Castro, d) iniciar acciones indirectas como el bloqueo, e) realizar ataques aéreos contra las bases de cohetes u otros objetivos militares, con o sin aviso y f) una invasión. El embargo sería conocido como el «camino lento». y el ataque sorpresivo como el «camino rápido».
Al amanecer del domingo 21 el Presidente decidió comenzar con una acción limitada. El bloqueo era la mejor opción. Temprano en la mañana Kennedy reunió a su Grupo de Trabajo para una revisión final de la alternativa de un ataque aéreo. El plan consideraba el bombardeo de los aeropuertos militares de Castro así como de las bases de cohetes. Por la noche se respira un aire de crisis en la capital. Ya se ha filtrado –el equipo kennediano es experto en intencionales filtraciones de noticias– que al día siguiente el primer mandatario se dirigirá a la nación.
El pueblo norteamericano conoció, de labios de su Presidente, la grave confrontación el lunes octubre 22 cuando todas las cadenas de radio y televisión cubrieron, a las 7 de la noche, las dramáticas palabras de Kennedy. A las diez de la mañana del miércoles 24 de octubre las líneas de bloqueo se habían trazado. Diecinueve barcos de la Segunda Flota de Estados Unidos formaron un arco que se extendía 800 millas desde el Cabo de Maisí en el extremo este de Cuba. En horas del mediodía de ese miércoles, veinticinco barcos soviéticos se dirigían a Cuba.
(Continuará la semana próxima)
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