EL PADRE TESTÉ  Y  LA  CIUDAD  DE  LOS  NIÑOS

Written by Demetiro J Perez

5 de septiembre de 2023

El domingo 19 de noviembre de 1837, se inauguró el tramo Habana-Bejucal, del primer ferrocarril construido en Cuba, que constituyó a su vez el primero en Hispanoamérica, el segundo en el continente americano y el séptimo a nivel mundial. 927 isleños o canarios trabajaron en los primeros 27 km. del camino sobre rieles. Un dato interesante, en los censos entre 1846 y 1862, el 42% de toda la emigración española en Cuba era de canarios, los cuales se elevaban a 46,000 y habían fundado ciudades como San Luis, Matanzas, Manzanillo, La Palma, Candelaria, Sagua, Santiago de las Vegas, Remedios, Zaza del Medio, Taguasco, Camajuaní, Cabaiguán y por supuesto Bejucal.

Desde entonces Bejucal fue un pueblo que se destacó entre las otras poblaciones cubanas. 

Bejucal está situado a unos 30 kilómetros al sur de La Habana (partiendo desde el Capitolio) y a unos 8 al sur de Santiago de Las Vegas.

También en su área estaba el Reformatorio para Menores de Torrens, luego convertido en una base de espionaje electrónico de Rusia (Lourdes). Hoy, se encuentra la Universidad de Ciencias Informáticas (UCI).

En Bejucal nació el 5 de octubre de 1902 un sacerdote y se llamó Ismael Testé Pérez. Después de su ordenación y siendo Párroco en Santiago de las Vegas, se dedicó a atraer a la juventud cubana a la Iglesia. Tenía una gran personalidad, era ocurrente y siempre inquieto.

El Padre Testé realizó un sueño que, desde hacía mucho tiempo no le había permitido dormir tranquilo, la creación de La Ciudad de los Niños, donde niños y jóvenes desamparados o con graves problemas familiares, pudieran residir, recibir instrucción, educación cívica y moral, para evitar se convirtieran en huéspedes del Reclusorio de Torrens, donde se recluían a los jóvenes con problemas de comportamiento. 

Testé, se propuso trabajar sobre las zonas más preteridas de nuestra infancia, sobre aquellos niños dejados de la mano del hombre, que era terreno abonado para el delito. Su Ciudad de los Niños no iba a ser refugio cómodo para los menores con posibilidades económicas, sino campo de recuperación moral para aquellos niños que eran campo propicio para el incremento de la criminalidad. Todos confiaron que su obra fuera en un futuro próximo, un vivero de rectos y cabales ciudadanos.

La idea, acogida por el pueblo, después de ser divulgada por los medios de comunicación, contó con el apoyo monetario de éstos, mediante colectas públicas. Los empresarios y comerciantes cooperaron con ella, tanto económica como con donaciones de materiales y equipos.

El Padre Testé visitaba las casas de las familias que lo invitaban, preferiblemente si le ofrecían almuerzo o comida. La Ciudad de los Niños en Bejucal, se construyó en lo alto de una loma a la entrada del pueblo y su financiamiento corrió además de con la población en general que los ayudaba con un programa de la televisión cubana dirigido por el mismo padre Testé y algunos de sus ayudantes en la magnífica obra humanitaria.

El periódico Diario de la Marina del martes 26 informó: El domingo 24 de febrero de 1957 quedaron inaugurados los primeros cinco edificios magníficamente dotados de La Ciudad de los Niños, en las alturas de Bejucal, a un kilómetro y medio del pueblo. El acto inaugural estuvo presidido por el Nuncio Apostólico Monseñor Luis Centoz quien ofició la Misa de Campaña que tuvo lugar en el edificio de Administración. Al momento de la Consagración, la Banda de la Casa de Maternidad y Beneficencia ejecutó el Himno Nacional.

La Ciudad de los Niños, cuyos terrenos se debieron a una generosa gestión de la señora Esther Costales de Verdura (1907-1977), contaba de cinco edificios: el de Administración, donde funcionan las oficinas, los comedores y la capilla. En el otro edificio estaban los pabellones-dormitorios. Luego en otro las aulas de enseñanza y los dos amplios locales destinados a talleres, donde se encontraban instalados ya los equipos de carpintería, fábrica de frazadas, fábrica de escobas, gabinete dental, botiquín, lavadora y otros equipos. 

Las calles estaban casi terminadas y en lo alto de la colina se construyeron los monumentos a Cristo y a Martí, lugar donde ondeaba diariamente una gran bandera cubana que se podía ver desde todo el territorio bejucaleño. A estas obras, se añadieron otros edificios ya que quedaron en poder del Patronato un total de $40,000 y continuaban recibiéndose los donativos de toda la República.

Antes de comenzar el “show” artístico que se divulgó a toda la Isla por televisión, Monseñor Testé pronunció unas emotivas palabras: “En estas alturas se levantarán las estatuas de Cristo y de Martí para simbolizar nuestro propósito de formar aquí hombres que lleven dentro del alma el amor a Dios, el amor a la Patria y el amor a la Familia. Quiero que todos ustedes me acompañen en este solemne juramento ante la tumba de Antonio Maceo, que se puede divisar desde lo alto de estas lomas de Bejucal, dormido allá en la serenidad del Cacahual. Que le prometamos a él y a los otros que hicieron posible esta patria que hoy tenemos, que pondremos a contribución nuestros esfuerzos para hacer que los niños de la Ciudad que hoy inauguramos sean buenos cubanos, aprendan a amar y defender a su patria”.

Luego continuó Testé: El padre Flanagan el benefactor de Nebraska, cuyas obras pretendemos imitar, la comenzó con los $90 que le prestó un amigo para pagar el alquiler de su primer hogar para niños el 12 de diciembre de 1917 en una antigua mansión victoriana. El arzobispo le permitió acoger niños y le asignó monjas para que lo ayudaran. Los primeros cinco chicos eran vendedores de periódicos sin hogar, bajo tutela de la corte. Le siguieron muchos otros.

Pero nosotros hemos tenido la suerte, el privilegio de comenzar con una suma de dinero enorme. Y debo anunciarles que lo de hoy no es más que el comienzo de esta obra. Pronto estos terrenos de Bejucal se irán cubriendo de nuevos edificios para albergar a centenares de niños. No nos fijamos metas, porque no queremos limitaciones. Queremos que en cada provincia cubana haya una Ciudad de los Niños. Y no dudamos que Dios pondrá en nuestras manos el poder para lograrlo. Dios y este maravilloso pueblo cubano que tanto nos ha ayudado”.

Luego el miembro del Patronato, el Dr. Carlos Fernández, como médico del INED resaltó la labor realizada porque este proyecto se puso en práctica en 1954 y en tres años se ha logrado esta hermosa obra infantil.

Le siguió en el uso de la palabra Monseñor Arcadio Marinas, representando al Cardenal Arteaga.

Además estaban presentes: Mary McCarthy viuda de Gómez-Cueto; el alcalde de Bejucal, Enrique Acosta; Edilia Figueroa de González Cabrera; R.P. Florencio Sánchez García, Provincial de los PP Salesianos; R.P. Gonzalo de María, Superior de los Padres Pasionistas; R.P. Antonio de Jesús; Antonio Fernández Nuevo, presidente del Consejo Nacional de la Juventud Acción Católica; Félix del Val, capellán de La Beneficencia; un representante de los PP Canadienses; un representante de los Hermanos de la Salle; un representante de los Caballeros Católicos del Pilar.

En el espectáculo artístico participaron: Celia Cruz, Esther Borjas y Jorge Guerrero.

Durante el acto los alumnos luciendo sus uniformes color verde distribuyeron medallas de la Virgen de la Caridad del Cobre.

El Padre Testé lo recordamos como un gran orador sagrado, siendo párroco de la Iglesia del Pilar en La Habana, a través de la radio de entonces se transmitía en cadena nacional a toda Cuba su famoso y esperado “Sermón de las 7 palabras” el Viernes Santo de cada año.

La Ciudad de los Niños del Padre Testé –así se le denominaba popularmente- creció y se desarrolló y se convirtió en una referencia obligada de algo noble y justo, sin que les pasara por la mente que les quedaban solamente 676 días para la llegada del diablo.

El Destructor en Jefe, como odiaba a Cuba y a los cubanos no podía permitir que un sacerdote hiciera el bien, solamente él era el único responsable, tanto de la educación como de la formación de los nuevos ciudadanos, el denominado “hombre nuevo”. 

Instalaciones de albergue, aulas, talleres, campos deportivos y otros fueron languideciendo con el tiempo, hasta que un día, en el lugar se instaló una unidad militar, la cual utilizó lo construido y lo amplió, en correspondencia con sus intereses.

El lugar nunca ha regresado a su función original, la educación y preparación de jóvenes y niños como ciudadanos. El sueño de Testé, amasado con los aportes voluntarios de los ciudadanos, quedó trunco y desapareció y los que fueron sus discípulos, repartidos por diferentes centros, perdieron el vínculo inicial creado, en la vorágine de los años.

Hoy, nada se dice ni de él ni de su obra, como si nunca hubieran existido. Sin embargo, La Ciudad de los Niños fue un bello sueño hecho realidad, por la voluntad de un sacerdote y de miles de cubanos. No es justo que se diluya en el recuerdo.

La Ciudad de los Niños, como se le ha llamado siempre, dejó de ser aquel bello lugar, con una obra social también muy hermosa para convertirse en lo que hoy existe allí, una unidad militar. También se han construido en el lugar algunos edificios.

En Bejucal todavía se preguntan si algún día volverá a renacer La Ciudad de los Niños, creada y atendida por el sacerdote católico Testé y una de las más importantes tareas humanitarias de toda la historia republicana en Cuba.

Cientos de sacerdotes fueron expulsados por Castro y Monseñor Testé terminó estableciéndose primero en Montgomery, Alabama hasta 1965. Estuvo luego de párroco en la iglesia Inmaculado Corazón de María, en Houston, Texas, hasta que falleció el 5 de septiembre de 1995.  

Tuve la suerte de conocerlo personalmente en octubre de 1960 en la iglesia del Pilar en Estévez #151 y Castillo. Yo estaba complicado en situaciones políticas y él me ayudó, a pesar de que la noche anterior, esbirros de seguridad del estado, habían registrado la Iglesia buscando las conexiones con Manuela Calvo (Juana) que acababa de ser detenida y luego condenada a seis años.

Mary McCarthy Burke, una dama muy importante para la Ciudad de los Niños

Aunque no he podido encontrar cuánto aportó esta gran señora al proyecto de Bejucal, estoy bastante seguro de que debe haber sido el mayor de todos. Por eso y porque su historia es algo inusual, es que la estoy incorporando al escrito del padre Testé.

Mary, nació el 27 de abril de 1900 en St. John’s (San Juan de Terranova-en inglés, St. John’s- en francés, Saint-Jean de Terre-Neuve, es la capital y mayor ciudad de la provincia canadiense de Terranova y Labrador, situada en el extremo oriental de la península de Avalon, en la isla de Terranova. 

Su padre irlandés Thomas McCarthy falleció en 1948 y su madre Annie Burke en 1940. 

El negocio de comestibles de su padre era McCarthy Brothers, situado en 439 Water Street.

En la esquina de Leslie Street y McKay Street, en el extremo oeste de St John’s, hay una casa antigua muy grande, un poco alejada de la carretera. Todavía en la década de 1970 y quizás ahora, esa casa conocida como “McCarthy’s” esté todavía en pie. Ese había sido el hogar de varios de sus tíos, incluido el profesor Patrick J. McCarthy, un conocido músico de St John que acompañaba las películas mudas en el Nickel Theatre. 

Mary vivía con sus padres y su hermana Rose en el número 23 de Patrick Street. Más tarde, la familia se mudó para Waterford Bridge Road. 

Mary, estudió en el Convento de Presentación de San Patricio (St. Patrick’s Convent) y en el Convento de Littledale, (St. Bride’s College) dirigido por las Hermanas de la Misericordia (The Sisters of Mercy). 

La joven tenía tanto talento como belleza y participó en muchas producciones teatrales en St. John’s. Estudió piano y canto con su tío, el profesor McCarthy y luego con el destacado profesor Charles Hutton. Mary poseía dotes musicales excepcionales, de hecho, sus avanzados talentos en piano y canto valieron para ser aceptada con 18 años en el Conservatorio de Música de Boston (Boston Conservatory of Music) para ampliar sus estudios.

Una noche, en una ópera en Boston, Mary conoció al asturiano, Pedro Gómez Cueto. Aunque 20 años mayor que ella, se enamoraron a primera vista. Pedro hizo el viaje a St. John’s para pedirle a McCarthy la mano de su hija en matrimonio. El padre se mostró reacio o prudente, o quizás ambas cosas, porque les pidió que esperara un año y si después todavía querían casarse, les daría su bendición. Durante ese tiempo, la pareja mantuvo un romance a larga distancia mientras Mary, para complacer a su padre, permaneció en St. John’s, donde enseñaba música. 

Cuando ella quería algo, nunca dejaba que nada le impidiera conseguirlo. Sus padres desaprobaron al apuesto hombre mayor que la cortejaba, a pesar de su riqueza, pero Mary sabía que amaba a Pedro Gómez Cueto más que a nada en el mundo.

Al pasar el año y viendo a la pareja enamorada como siempre y con ganas de casarse, Tomás estuvo de acuerdo y se casaron. El Daily News de St John informó el 21 de mayo de 1922, la señorita Mary McCarthy y Pedro Gómez Cueto se habían casado en Nueva York. El matrimonio estuvo siete meses de luna de miel por Europa.

Con el tiempo, los intereses comerciales de Pedro dictaron que la pareja viviera en Cuba y Mary pronto se estableció como en casa en otra isla en otro mar. La joven se sumergió en la vida de su nuevo país porque Terranova era entonces un país, no una provincia como lo es hoy. 

Mary desde un principio fue una filántropa, cofundadora de la Orquesta Filarmónica de La Habana, después en 1960 se llamó Orquesta Sinfónica Nacional.

La vida de Mary McCarthy en Cuba fue feliz y ocupada hasta 1950, cuando murió su amado.

Pedro nació el 21 de mayo de 1880 en el asturiano pueblo de Cangas de Onis. Su padre Feliciano Gómez y su madre Trinidad del Cueto. En 1889 llegó a La Habana, donde sus tíos, comerciantes tabaqueros, lo estaban esperando y lo pusieron a trabajar con ellos. Cuando se hizo mayor y con la experiencia adquirida se independizó, aprendió inglés y se asoció con un americano para poner una empresa de exportación de tabacos hacia EEUU, pero no tuvo mucha ganancia. Entonces cambió hacia el curtido de pieles o cueros que lo llevaron a la riqueza. Después de abrir una oficina en Boston su despegue económico fue enorme y se convirtió en un respetado negociante, codeándose con lo más alto de la sociedad, frecuentando los restaurantes y clubes más selectos. 

Luego durante la Segunda Guerra Mundial se convirtió en un importante proveedor de cuero para el ejército norteamericano y eso lo hizo millonario. Por supuesto también al ejército cubano.

Durante todos los años de casado con su querida esposa Mary, pasaban meses en Asturias, donde era conocido como el indiano Pedro Gómez Cueto.

Compró una de las mansiones más emblemáticas de La Habana, en la Avenida 23 #14008, que era el edificio del Country Club Park y le puso Villa María, en honor a su mujer.

Estaba lleno de muebles y candelabros de Napoleón III, y un piano de cola Steinway, convirtiéndose en un lugar de reunión para artistas y cantantes visitantes, como Nat King Cole y Frank Sinatra, que tuvo durante un tiempo una casa detrás de ellos.

Pero Mary nunca estuvo contenta con ser una miembro de la alta sociedad. Siempre tuvo tres grandes amores en su vida: los niños, la música y su marido. Cruelmente, el destino la obligó a elegir entre ellos. Su matrimonio de cuento de hadas con Pedro se produjo a costa de su propia carrera musical y de la posibilidad de tener hijos. Pedro era impotente, un hecho que no compartió con Mary hasta después de casarse.

Pedro falleció de leucemia en Boston, el 19 de junio de 1950 y la fastuosidad de su entierro aún se recuerda en La Habana. Sus restos descansan en un panteón del cementerio de Colón.

Cuando Pedro murió, a pesar del dolor paralizante, la propia Mary tomó las riendas de sus fábricas (calle Palatino en El Cerro) chocando con capataces chovinistas e inversores escépticos. Decidida a no volver a casarse nunca y a no abandonar nunca la Cuba donde estaba enterrado Pedro, Mary se forjó una nueva vida. 

Mary, bonita, rica y elegante tenía 50 años. Su fortuna estimada en $4 millones. Las ofertas amorosas no tardaron en llegarle, incluso dos destacados banqueros de La Habana de origen catalán los hermanos Gelats, Narciso y Juan (Banco Gelats) la cortejaron con mucha insistencia, pero con sonoros fracasos.

En sus tiempos de gloria, Mary no faltaba a las veladas culturales frecuentadas por la sociedad cubana. Jugó golf en el Country Club, financió organizaciones benéficas y bailó en lujosas fiestas en el Habana Yacht Club.

Cultivó a todos, desde estrellas de Hollywood como Frank Sinatra y Nat King Cole hasta políticos en ascenso como Nixon y Kennedy, hasta el mafioso oportunista Meyer Lansky.

Llamar terca a Mary McCarthy era quedarse corto, tenía la capacidad de resistir cualquier objeción, sobrevivir a cualquier dificultad, si eso significaba que al final conseguiría lo que quería. 

Uno de sus alumnos de inglés y de piano, Elio García, de seis años, nieto de Gabriel Sariego un amigo y coterráneo de Gómez Cueto, se convirtió en su ahijado y protegido, y se fue a vivir con ella sin perder el contacto constante con sus padres. “Yo creo que mi familia lo hizo como una especie de caridad con aquella mujer que se había quedado tan sola”, cuenta él. Con el tiempo, Elio se convirtió en el protector de la dama y heredero de la casa, situada en pleno barrio diplomático de La Habana.

No faltaban por entonces sus ocasionales visitas a su natal St. John´s, en Newfounland, donde para ejercitar sus dotes artísticas, Mary, luciendo vestuario a la española, con mantilla y abanico en la mano, cantaba con su español perfecto la Habanera de Carmen, según lo anotara el historiador y poeta Paul O´Neill.

Pero su nueva vida se derrumbó cuando llegó el que nunca trabajó y le robó a los que sí trabajaron.

Mary perdió su negocio, sus casas y bienes, solamente le quedó su Villa Mary, la suntuosa mansión neoclásica de pisos de mármol, ricamente amueblada con menaje estilo Napoleón III, importado de Europa, en el escenario de un amplio jardín de 4,000 m² lleno de palmeras y matas de mango, con un estanque poblado de ostentosos cisnes y en el frente de todo ese magnificente entorno una arcada donde en filigranas de metal lucía el nombre de Villa María.

Cuando sus amistades comenzaron a salir de la Isla, ella se negó a abandonar su hogar adoptivo porque Cuba y su gente se habían vuelto muy queridas para ella. Además, Pedro fue enterrado en Cuba y estaba decidida a que algún día descansaría a su lado. 

Tras viajar a Boston en 1961 para salvar su fortuna y dejarla allí, decidió regresar a La Habana para quedarse a vivir en la única de las cuatro mansiones de su marido que FCR le permitió conservar. La herencia era considerable, pero apenas podría tocarla.

Recibía una pensión mensual de unos 200 pesos. Para empeorar las cosas, en 1962, el Congreso y el presidente Kennedy, impusieron un embargo comercial contra Cuba, debido al robo de las propiedades norteamericanas, sin compensación alguna. La fortuna que Pedro le había dejado a Mary estaba en un banco americano, el First National Bank de Boston. El embargo significó que la viuda de Pedro no pudo acceder al dinero que por derecho le pertenecía. 

Mary tuvo que ganarse la vida enseñando inglés, piano y canto. 

Dos décadas después, las paredes de su Villa estaban deterioradas, ventanas tapiadas, jardín descuidado y su piano Steinway bastante deteriorado. 

Mary nunca rechazó una invitación a una fiesta y tocó el órgano en la iglesia hasta que se rompió. Había indicios de su gloria pasada, un Cadillac antiguo, con neumáticos enviados desde St. John’s, un chofer que hacía las veces de jardinero, una manada de pavos reales patrullando sus terrenos.

En 2000, cuando cumplió los 100 años, recibió cartas de felicitación de cumpleaños del Papa Juan Pablo II, de la Reina Isabel II y del entonces primer ministro canadiense Jean Chrétien, entre otros, eso atestigua el estatus público de esta gran dama.

Incluso en la vejez, Mary siguió siendo luchadora y franca. Le desagradaba profundamente el comunismo y no tuvo miedo de expresar su disgusto cuando los terrenos del orfanato que había fundado (La Ciudad de los Niños) se convirtieron en parte de una instalación nuclear soviética. 

En 2002, Mary sufrió una fractura de cadera y posteriormente quedó confinada a una silla de ruedas. 

Según informó la agencia Reuters, la Sra. McCarthy eligió un collar de perlas para usar en una recepción diplomática en su casa en La Habana el 10 de agosto de 2007. A la edad de 107 años, estaba en silla de ruedas, pero todavía se viste con un vestido de satén, una blusa de seda, una bufanda de gasa y un lápiz labial rojo coloreando su rostro arrugado. Su collar de perlas y sus aretes, sin embargo, son de plástico, porque los buenos están en la bóveda del banco en Boston.

Ante la necesidad de más dinero debido a sus problemas médicos, en 2007 le llegó cierto alivio porque Stan Keyes cónsul general de Canadá en Boston, le escribió a la oficina del Dpto. del Tesoro que supervisa las sanciones contra Cuba, para pedir que los fondos de McCarthy fueran transferidos a Canadá. Washington entonces le permitió retirar de su herencia, $96 mensuales. 

“No lo quería para comprar caramelos sino para poder pagarle a mi médico” declaró con su característico acento irlandés de Terranova. El cuidador de María fue su ahijado Elio, quien vivió con ella y la cuidó día y noche durante varias décadas. Cada vez que era hospitalizada en las instalaciones médicas de La Habana reservadas para turistas, Elio tenía que buscar la ayuda del Gobierno de Canadá para intervenir y liberar el propio dinero de Mary de su cuenta congelada en EE.UU. y así poder pagar las facturas, siempre caso por caso.

En todas sus dificultades, María sacó fuerza de su fe católica, profundamente religiosa hasta el final, rezaba su rosario varias veces al día delante de la imagen de Nuestra Señora.

El domingo 27 de abril de 2008, cuando cumplió 108 años su cumpleaños fue un acontecimiento social con una vidriosa vertiente política. Después del Ave María de Schubert, interpretado con esmero por un grupo contratado para la ocasión, Nada de particular si no fuera porque al aniversario acudió también el jefe de la Sección de Intereses de EE.UU., Michael E. Parmly, que por obvias razones de cautela y tacto se limitó a un breve acto de presencia. Las chispas no saltaron por poco, aunque la tensión fue evidente. También acudieron el embajador de Canadá, Jean Pierre Juneau y muchos otros diplomáticos.

La fiesta fue también la constatación de un prodigio y un desafío de la naturaleza humana, Mary milagrosamente recuperada de una neumonía, habló sin demasiada dificultad para dar las gracias a todos.

El viernes 3 de abril de 2009, cuando faltaban 24 días para cumplir 109 años, murió Mary McCarthy Gómez Cueto. El cónsul canadiense Mark Burger y una veintena de amigos acompañó su modesto ataúd desde su deprimida mansión hasta el sitio donde fue enterrada junto a su muy querido Pedro en el Cementerio de Cristóbal Colón. En todo el mundo, los informes televisivos y los obituarios de los periódicos contaron la historia de la extraordinaria vida de esta niña de San Patricio.

“Es un zarpazo terrible. Mi dolor no cabe en la catedral de Toledo”, se lamentaba Elio García su ahijado, heredero de su casa y cuidador constante de su salud durante los últimos años. La pena no era sólo por la pérdida en sí, explicó, sino también por otras dos circunstancias: la primera, el hecho de no haber podido cumplir la promesa que le hizo a la mujer que lo adoptó cuando era un crío y aprendía inglés y música con ella: “Le dije que no se iría de este mundo sin recuperar sus joyas y sus demás bienes, pero no fue posible”. “En segundo lugar Mary habría sobrevivido algún tiempo más, de no haber sido por el retraso en la transferencia que habría permitido hospitalizarla a tiempo para tratarle, como otras veces, sus problemas respiratorios”.

Mary McCarthy fue una fuerza de la naturaleza. Cuando alguien es viejo y Mary vivió hasta ser muy vieja, se dice que ha vivido una “vida plena”. Ninguna otra vida fue más plena que la de Mary. Pasó de ser hija de un tendero en Terranova a esposa de un millonario en La Habana, a una viuda decidida a dirigir las fábricas de su marido a principios de la década de 1950, cuando las mujeres, especialmente las de la alta sociedad rica, no hacían ese tipo de cosas. 

Su voluntad de acero sólo era comparable a la generosidad de su corazón. Ella siempre vivió más allá del papel que le asignaron.

Siendo una dama de sociedad, fundó una orquesta y un orfanato. Cuando era viuda rica, trabajó duro para mejorar las vidas de sus trabajadores, a menudo contra del consejo de sus gerentes.  

Mary enfrentó traiciones personales, crisis políticas y las tentaciones tanto de la riqueza como de la pobreza, y nunca se doblegó ante ninguna de ellas.

La propia Mary era intransigente, pero también era brillante en su capacidad para ver que el resto del mundo no estaba a la altura de sus estándares y no permitir que ese conocimiento la amargara o la cansara. 

Nunca abandonó su pasión por la vida, cuando amó, fue con todo su ser. Amó a Pedro, pero también amó a Cuba, a sus niños y a la música.

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