Reconocidos exiliados venezolanos en Miami se atrevieron a opinar sobre el pensamiento de libertad del prócer José Martí, sobre todo, en lo que tiene que ver con la abierta y rígida posición que tuvo este respecto a las ambiciones de poder que siempre tuvo España en Cuba.

“Los peligros que representaba la intervención de los Estados Unidos en la guerra de Cuba contra el colonialismo español mantuvieron en aquella época una posición definida frente a todo tipo de injerencia”, aseguró el diputado venezolano Pablo Medina.

“Y Martí siempre presagió de que no solo este dominio de España u otros países en América Latina tuviera repercusiones de largo alcance, en el futuro, sino que ahora ya todo se vino a hacer una realidad con la injerencia comunista de Cuba en los asuntos políticos de Venezuela y Nicaragua”, relató Medina.

“Por eso lo peor que le pudo pasar a Venezuela fue que un gobierno de tinte comunista, como el de Cuba, se viniera a meter en los asuntos políticos de poder imponiendo, prácticamente, un presidente con sus ideales como lo fue Hugo Chávez Frías”, insistió.

“Lo que Martí, siempre presumió, rompió incluso todas las barreras de lo imaginable porque también en este cerco político vino a caer Nicaragua, después de que el prócer había siempre censurado desde aquella época cómo la injerencia foránea estaba desestabilizando los asuntos políticos de otros países latinoamericanos”, recalcó. 

Freddy Solorzano también del exilio venezolano en Miami, por su parte, reiteró que los argumentos que esgrimía en aquel entonces Martí, sobre la independencia, eran de que la Isla podía gobernarse por sí sola, sin presencia foránea ni protectorado, en momentos en que España tenía ambiciones de poder.

“Pero todos los intentos políticos foráneos resultaron infructuosos en aquel entonces frente a la actuación de quienes encabezaban la representación de la Isla ya que había un patriotismo bien caldeado en todos los rincones que impedían una subida al poder de algún gobierno”, estimó.

“Por eso transcurrieron varios lustros para que de nuevo se unieran los seguidores de la doctrina del Maestro –viva en el patriotismo inclaudicable­- para que continuaran enfrentándose al déspota extranjero y a sus servidores nacionales”, insistió.

“Los de siempre crearon en Cuba conflictos y estereotipos. Generalmente en períodos de crisis, como el que inevitablemente tendrá que atravesar Cuba cuando se produzca el cambio hacia una democracia y una economía de mercado, traerá evaluaciones negativas hacia los exogrupos, entre ellos, lógicamente, el español, que en la actualidad tiene una presencia importante en las inversiones en la isla”, reiteró. 

“Creo, por eso, que la formación del estereotipo del español se ha desarrollado paralelamente a la creación de la identidad nacional cubana es el resultado, fundamentalmente, del proceso de surgimiento y desarrollo de conflictos de intereses alrededor de la riqueza, el poder y el trabajo”, opinó.

“Por eso durante esta etapa de consolidación del grupo criollo caracterizada por un considerable incremento de su estatus social y poder económico, durante la Revolución Francesa, que trajo consigo el despertar político del cubano, haciéndole ver, por primera vez, la posibilidad real de separarse de España”, añadió.

“Vino entonces la disminución del poder político de la élite criolla, creadora de la riqueza económica, desplazada por funcionarios, comerciantes y negreros (grupo español)”, que demostró que, pese a todo, el cubano repudiaba la injerencia extranjera”, añadió.

“Las relaciones competitivas entre cubanos y peninsulares, por eso, se han agudizado cada vez más. Prestigiosas figuras en la vida política se han opuesto a la política discriminatoria ejercida hacia los cubanos porque estaban conscientes que ella contribuía a crear en el extranjero una imagen negativa del régimen impuesto a la isla”, sostuvo.

“Y es explicable que los crecientes antagonismos en aquella época llevaron al convencimiento de que la guerra era la única vía posible para conseguir sus propósitos de impedir que los españoles pudieran alzarse con el poder en la isla”, afirmó.

“Siempre hubo levantamientos. Nadie pudo ignorar en aquella época que España gobernaba a la isla de Cuba con un brazo de hierro ensangrentado”, denunció ahora Solorzano, quien lucha desde Miami para que algún día finalice el dominio del comunismo y la izquierda bolivariana en su país.

“Porque en el caso de Cuba no sólo la injerencia foránea no la dejaba tener independencia y seguridad en sus propiedades, sino que, arrogándose la facultad de imponerle tributos y contribuciones a su antojo, violaba todo lo privado a su antojo respecto a libertad política, civil y religiosa”, aseguró.

“En este repudio de injerencia foránea, se recuerda que Carlos Manuel de Céspedes, adoptó rígidas medidas como la de conceder la libertad a sus esclavos, los cuales se sumaron a la insurrección contra el grupo español de aquella época”, recordó.

“Los cubanos, como lo hacen ahora contra el comunismo, repudiaron en aquella época que entre 1879 a 1894 los españoles continuaran ocupando todos los cargos institucionales porque la hacienda pública y la administración de justicia estaban tremendamente corrompidas”, aseguró.

“El cubano, pese a todo, se aterró de esa injerencia foránea cuando hubo concentración en las ciudades de la población extranjera siendo una constante durante siglos, pero el fenómeno del incremento de la españolización en las mayores ciudades de Cuba tuvo lugar entre 1868 y 1894 cuando llegaron a la isla 417,624 inmigrantes de España y Canarias”, sintetizó.

“Pero las injerencias desafortunadamente se mantienen porque en la actualidad, cerca de las tres cuartas partes de los habitantes de Cuba, tienen sangre española en sus venas; la lengua y la literatura son españolas, así como casi todas las costumbres, las artes y las instituciones jurídicas, sociales y políticas son comunes a Cuba y España”, sintetizó.