EL MAQUILLAJE, ¿ARTIFICIO O COSA NATURAL?

Written by Libre Online

15 de noviembre de 2022

Por NIVIO LÓPEZ PELLÓN (1958)

La belleza siempre ha sido riqueza y propiedad irrenunciable de la mujer; disfrute y dominio del mundo femenino. Y ni hoy nos quedan vestigios del paraíso terrenal, hay que ir a buscarlos en las flores, en los niños o en el rostro de las mujeres, porque en los colores, inocencia y ajada de unos y otros, se sujetan a la tierra los únicos recuerdos paradisiacos… —verdad, juventud y belleza.

Y decir «mujer» es decir el regalo de hermosura que Dios en ningún momento ha negado al hombre, porque el amor —que es la vía para llegar a Dios— es siempre hermoso, y la mujer está hecha para amar, y por lo mismo, para ser bella. Y si «cuando hay amor, cualquier sitio en la tierra es la luna»; cuando hay mujer, cualquier milagro de luna es posible y cualquier hermosura de cielo es retrátame.

Y la palabra mágica que despierta esa luz que toda mujer puede llevar en su cara, es el «maquillaje».

Y hoy no se arregla la mujer como en épocas pasadas, con sólo polvos, coloretes y creyón de labios; hoy se maquilla, y un mundo de cosméticos ocupan la atención de la mujer moderna, para que su belleza no esté al garete, trajinada al capricho, indecisa cada mañana o cada noche. 

Lucir bella a cualquier edad y a cualquier hora, parece ser «slogan» en los reclamos que el mundo hoy hace a la mujer por estar en la calle, en la oficina, en el taller, en la casa…, en todas partes, como paseando por todos los lugares el regalo que Dios le dio de un espejo de luna en su cara y de una hermosura de recuerdo del paraíso en sus ojos.

Y ya no es cosa baladí ésta del maquillaje; inclusive, en el mundo de los negocios se registra en Cuba un creciente aumento en el mercado de los cosméticos, en forma tal que en comparación con cinco años» atrás, ha aumentado posiblemente en más de un 50 por ciento. 

Y lástima que falten en nuestro país estadísticas precisas para evaluar la cuantía de lo que la mujer cubana —la que más en el mundo cuida de su arreglo personal-gasta en embellecer sus ojos y su boca, su rostro, sus manos y su cuerpo.

Erróneo resultaría querer ver en el maquillaje un artificio en la mujer; no es así, porque la belleza nunca podría ser forzada y el maquillaje se torna entonces la cosa más natural del mundo. Max Factor, mago de Hollywood, dijo en una ocasión que:

 “Maquillar es acentuar correctamente las líneas armoniosas o bellas del rostro, y ocultar o disimular las que lo favorezcan, así como también las imperfecciones del cutis, con productos fabricados especialmente para este objeto, y en colores que armonicen con la piel, los cabellos y los ojos, sin que el rostro luzca “pintado”, sino lo más natural del mundo…”

Pero hoy el maquillaje de la mujer no es simple fruslería del mundo de sus vanidades; hoy es una expresión del mundo y sus cosas todas; es vibración universal de ideas que recorren los ámbitos de la tierra con un denominador común, quizás porque estamos viviendo una humanidad de más acercamiento; de más hermandad, de más naturalidad, de igual forma que las modas recogen los latidos de una época.

EL CINE Y LA TELEVISIÓN. EL COLOR Y EL ARTISTA. 

PROBLEMAS A RESOLVER

Nada más interesante en esto que las exigencias del cine primero, y de la televisión después, ocasiones propicias de problemas que se han ido suscitando hasta desarrollar una verdadera ciencia del arreglo de los ojos, labios y cutis de la mujer.

El primero en crear problemas de maquillaje fue el cine, en la necesidad de encontrar materias primas que conservasen el cutis fresco y lozano aún bajo el calor de las fuertes luces usadas en la iluminación de los «sets».

Después vino el cine a color, y hubo que buscar colores que no se aglutinaran ni alteraran con el calor y productos que ocultaran las imperfecciones del cutis ante las poderosas lentes, ya en uso para esta época. De los laboratorios de Max Factor salió entonces el «PAN CAKE», maravillosa revolución de maquillaje, aterciopelando y suavizando los cutis más imperfectos.

Y vino después la televisión, y con ella nuevos problemas, porque nuevas lentes, nuevas luces, ahora más penetrantes, registraban y ampliaban los más mínimos detalles de imperfecciones de rostros. 

Hoy los cosméticos han tenido que evolucionar hacia los colores firmes y e inalterables al calor, a sustancias que protejan el cutis conservándolo fresco y a productos o artículos de rápida aplicación.

Por no citar más que uno o dos casos, diríamos que hoy como ayer el maquillaje ha sido en el artista de Hollywood un triunfo que lograr en cada caso.

Vivimos un mundo de colores y un reclamo de belleza. La mujer moderna lo traduce.

Es verdad que decir cosméticos es decir un mundo de novedades continuas, de audaces producciones, de magia electrizante de la mujer moderna, de una gama de artículos y envases; pero es verdad también que hoy se le ha enseñado a la mujer a maquillarse «naturalmente», sin artificios que la fuercen, para que, a toda mujer, en cualquier edad, le sea posible, como le corresponde, lucir hermosa, porque las adolescentes y las muchachas, las novias y las mamás, todas hoy deben y pueden lucir bonitas.

Vivimos un mundo de colores, un reclamo de belleza y una presencia de la mujer en todas partes. No pasan unas semanas sin que un nuevo producto venga a darle a la mujer una nueva aspiración realizada, un mensaje de color o un recado de belleza. 

El triunfo y universalidad del maquillaje de la mujer moderna está en la naturalidad que los productos de belleza de las múltiples marcas han logrado enseñar y desarrollar, como están en los ojos y labios de una mujer arreglada un latido del mundo que vive.

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