El LENGUAJE de las AVES

Written by Libre Online

6 de junio de 2023

Por W. H. THORPE (1957)

Si las aves fueran súbitamente suprimidas del mundo, la ausencia de su canto cambiaría en el acto todo el aspecto de la vida al aire libre. Las razones por que apreciamos de modo tan profundo el trino o gorjeo de las aves son varias. Nos atrae su belleza, su asociación con la primavera y todas las promesas que esa estación del año sugiere.

La idea de que el canto de las aves es, con frecuencia, una expresión de irrefrenable alegría tiene en realidad cierta justificación científica. Pero es fácil que pasemos por alto el hecho de que los trinos de las aves y sus gritos no sean simplemente una salida emocional, que sean en realidad el lenguaje en que los gorjeadores se comuniquen unos con otros.

Los sonidos que emiten las aves tienen dos funciones principales despertar un estado emocional (por vía de advertencia, galanteo, etc.) y transmitir información precisa. Los sonidos mismos pueden convenientemente dividirse en dos categorías: notas de llamada y canto verdadero. En general las notas características de llamada de una especie se heredan, mientras que el verdadero canto puede heredarse enteramente, heredarse en parte y en parte aprenderse o aprenderse enteramente. Hemos venido haciendo un estudio detallado del canto de las aves y sus llamadas o gritos, durante varios años, en la Estación Ornitológica de Mandiglay, de la Universidad de Cambridge. 

En esta investigación hemos puesto a contribución registradores de cinta y equipo electrónico para analizar el sonido. El ave principal que nos ha servido para ese estudio es el pinzón inglés común (Fringilia coelebs). Los gritos de llamada y cintos del pinzón ilustran muy bellamente algunas de las generalizaciones que ahora podemos sacar respecto del lenguaje musical de las aves.

La nota de llamada de un ave, en contraste con su canto, es un sonido breve con una estructura acústica relativamente simple. Su función principal, en el caso de las aves pequeñas, es hacerles una advertencia a sus compañeras de la presencia de un enemigo peligroso, tal como un halcón o un búho. Si el ave de presa está posada conspicuamente en un árbol, las aves pequeñas con frecuencia se harán conspicuas también por medio de la conducta conocida como de «tropel». 

Inician en tropel un coro de gritos que señala, por así decirlo, el depredador, a todos los demás. Si el ave de presa está volando, por otra parte, los pajarillos huyen a la maleza más cercana u otro refugio, y emiten sus gritos de advertencia desde allí. Los pinzones que «atropellan» a un depredador posado lanzan un sonido relativamente grave conocido como sonido o grito de «chink». Mas cuando huyen a un refugio, los machos emiten una nota alta y tenue que se designa como grito de «siiit», cuyo efecto es hacer que otros pinzones también corran a protegerse en el más cercano refugio, y atisben cautelosamente hacia arriba buscando con la vista al halcón en el cielo.

La diferencia significativa entre los dos gritos es que la nota del «chink» es fácil de localizar mientras que la del «siiit» es en extremo difícil. Las bajas frecuencias del sonido «chink» son de un largo de onda que permite a los dos oídos del halcón (o de un hombre) percibir diferencia de fases; el grito da también pistas en cuanto a su dirección en la forma de intensidad y tiempo de llegada del sonido a los dos oídos —lo último porque el sonido viene en forma de una pulsación como de tecleo. Por otra parte, la llamada o grito de «siiit» se compone de ciertas altas frecuencias que probablemente no permiten indicio alguno en cuanto a su ubicación por diferencia de fase o intensidad y probablemente falla también en dar una pista de tiempo, por qué comienza y termina imperceptiblemente, en vez de en un tecleo agudo. Parece, pues, que el grito de «siiit» está admirablemente ajustado para evitar el dar indicios de posición de cualquier clase a los predadores. Sin embargo, es tan efectivo como lo sería cualquier otro sonido para advertir del peligro a los pinzones vecinos.

El canto pleno del pinzón macho realiza la función de mantener apartado a otros machos de su territorio y atraer a las hembras no apareadas. Se le describe no muy inadecuadamente por medio del sonsonete mnemotécnico siguiente: chip-chip-chip, tel-tel-tel; Cherry-erry-erry; tissy-chi-wüo. Como lo demuestran los espectrogramas de sonido, el canto del pinzón es suficientemente complejo no solo para identificar la especie sino también para permitir amplias variaciones individuales son reconocibles, aún por seres humanos, por su tonada personal, equivalente a su firma.

El estudio de estos trinos es en extremo interesante desde el punto de vista de la herencia y el aprendizaje. Hemos descubierto pruebas de que aún cantos complejos pueden depender primordialmente de la formación hereditaria de un ave. Por ejemplo, los espectrogramas del canto del reyezuelo europeo y del reyezuelo invernal americano son notablemente parecidos. Luce que el patrón de trinos de algunas aves tiene que descansar en un patrón innato de actividad en el sistema nervioso central.

Por otra parte, todo el que haya escuchado el canto de las aves atentamente y con un oído educado ha percibido diferencias individuales. Nosotros hemos probado últimamente por medio de experimentos hechos con pinzones, que estas diferencias individuales no son la expresión de diferencias genéticas, sino que se desarrollan por medio del aprendizaje durante los primeros tiempos de la vida del ave. Este problema fascinó a los ornitólogos de Inglaterra y Alemania ya en el siglo XVIII, pero su estudio preciso se ha hecho posible sólo dentro de los últimos pocos años, cuando se dispuso de aparatos para el análisis preciso de los sonidos.

Cuando se saca a un pinzón joven del nido y se le cría separadamente para que no pueda escuchar el canto de otros pinzones, el desarrollo de su trinar es muy restringido. El ave produce eventualmente un canto de duración normal (dos a tres segundos), pero no logra dividir la primera parte del canto en frases, como lo hace el pinzón criado normalmente, o dominar su trino con el esmerado canturreo —el tissy-wii-o— que es de las características más notables del canto del pinzón silvestre.

El canto simple y restringido del ave aislada puede pensarse que representa la base hereditaria de «ejecución» del pinzón. Ahora bien, si después de su infancia encierran juntas dos o más aves en una habitación, pero sin la oportunidad de oír a pinzones experimentados, desarrollará trinos más complejos. El intento de cantar en compañía les proporciona un estímulo mutuo que alienta la producción de la complejidad. 

El grupo de pájaros, debido a imitación mutua, formará un patrón distintivo de comunidad, miembros del grupo se compadecen de modo tan estrecho con el patrón que es apenas posible distinguir los trinos unos de otro aún por medio del más minucioso análisis electrónico. Su canto puede de ser casi tan complejo como de un pinzón normal silvestre, ¡Pero no tiene prácticamente parecido alguno con el canto característico del pinzón!

Hay un breve período crítico de seis semanas, hacia el undécimo mes de vida del ave, durante el cual el pinzón desarrolla su patrón de canto. Una vez pasado este período crítico: el canto queda de por vida: por mucho que se oponga un ave a otros cantos de pinzones después, continuará año tras año cantando solamente el trino que se forjó siendo joven.

Tales experimentos han aclarado lo que sucede en la naturaleza. En estado natural el pinzón joven tiene sin duda que aprender de padres o de otros adultos ciertos detalles del canto, en las primeras semanas de su existencia. En esta etapa un ave joven absorbe el patrón o dechado general de división del canto en dos o tres frases como un floreo al final. Pero no es hasta el periodo crítico de aprendizaje, durante la siguiente primavera, cuando el ave desarrolla los detalles más sutiles de su canto.

 Es ésta la época en que el pinzón silvestre joven canta por primera vez en un territorio en competición con las aves vecinas de la misma especie y hay buenas pruebas de que aprende los detalles del canto con sus vecinos. Puede que aprenda dos o tres trinos diferentes, a veces aún más, con los vecinos de diferentes lados de su territorio. Muchos naturalistas han observado dialectos locales del canto de una especie dada.

El canto pleno del pinzón es pues, una simple integración de patrones de canto innatos y aprendidos, constituyendo los primeros la base de los últimos. Aunque los pinzones aislados pueden, como hemos visto, crearse para sí cantos muy extraños, los que se hallan en estado natural o silvestre se circunscriben al patrón general del canto de los pinzones, característico de la localidad, aunque puede haber variaciones individuales en los detalles.

El pinzón, como muchas otras aves pequeñas, tiene un subcanto que consiste en una secuencia irregular de gorjeos y matraqueos. Este subcanto, en contraste con el canto pleno, suele emitirse desde un refugio denso y parece que tiene poca o ninguna función comunicativa. Al oírsele al principio de primavera, luce estar conectado en cierto grado con la creciente producción de hormonas sexuales por las glándulas. El subcanto, en cierto sentido, constituye la materia prima de la cual se construye el verdadero canto. 

Contiene una escala mucho mayor de frecuencias que el canto pleno, y el ave abandona algunas de esas frecuencias en el canto pleno. Esto sugiere una similitud con la forma en que aprenden a hablar los niños. Un bebé producirá al azar casi todo género de sonidos concebible, que sus mecanismos locales son capaces de emitir, pero a medida que va creciendo cesa de producir aquellos sonidos, que no oye pronunciar a sus padres y a las otras personas que le rodean. Todo el mundo sabe que muchas aves son buenas mímicas o remedadoras: además del loro proverbial ahí están el sinsonte o pájaro burlón en América y el estornino en Europa.

 A su propio canto innato un ave de esas agrega notas y frases pertenecientes a una gran variedad de otras especies, y a veces hasta sonidos de origen inanimado. (La función biológica de esta imitación es todavía obscura: si el canto del estornino, por ejemplo, es una proclama territorial como el del pinzón, el imitar a muchas otras especies parecería simplemente llevar a la confusión). Hace poco hemos descubierto que un pinzón enjaulado pongamos por caso, con unos canarios, puede introducir en su subcanto, pero nunca en su canto pleno, una imitación muy buena de una frase del canto del canario. No sabemos cómo se mantiene esta restricción. Sin embargo, se la está estudiando y esperamos que su investigación arrojará luz, a su debido tiempo, sobre las relaciones entre el subcanto y el canto pleno.

Acabamos de comenzar un estudio muy interesante del canto de las aves híbridas —nacidas de dos especies diferentes. Un primer resultado curioso e intrigador es que el ave híbrida es a veces más imitativa que cualquiera de sus progenitores. Por ejemplo, el canto de un vástago híbrido de jilguero y verderón es prácticamente una perfecta imitación del canto del pinzón que el ave ha oído en su aviario.

Se dijo al principio que la mayoría de la gente tiende a pensar que el canto del ave es una especie de salida emocional más que un proceso de comunicación de lo que en realidad suele ser. En realidad, la posibilidad de que las aves canten por placer no queda eliminada. Las pruebas existentes distan mucho de ser negligibles en cuanto a que el canto de algunos tordos, la curruca y el ruiseñor exhiban esmerada mejora estética en su trinar muy más allá de lo que requiere la necesidad biológica estricta. 

Seguramente, la pureza de tono que caracteriza a las mejores aves canoras es potencialmente ventajosa para ellas, porque les ayuda a proporcionarles una dimensión adicional para distinguirse entre otras. Por otro lado, hemos visto que en la imitación del canto por las aves parece no haber un galardón inmediato o biológico, y que con frecuencia el apareamiento de los patrones de sonido debe en si constituir el galardón.

 Mucho de eso, sin embargo, puede ser simplemente parte del proceso de tanteo del aprendizaje, pero en aquellos casos de imitación vocal en que se producen nuevas frases, sólo después de mucha dilación o al parecer sin práctica específica, debe operar otra influencia.

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