El Hotel Capri, una verdadera joya muy cerca de La Rampa

Written by Alvaro J. Alvarez

25 de octubre de 2022

El explosivo desarrollo urbanístico que se produjo en La Habana y sobre todo en El Vedado se debió a las tres leyes implementadas por el presidente Fulgencio Batista, quien el 10 de marzo de 1952, a escasos 83 días de las elecciones presidenciales, rompió el orden constitucional creado 50 años atrás.

LEYES PARA EL 

FLORECIMIENTO DE CUBA 

En septiembre de 1952, el presidente Batista firmó el Decreto Ley 407, que reglamentó el sistema de construcciones llamado de Propiedad Horizontal y después, en marzo de 1953, refrendó el Decreto Ley 750, por el que creaba el Fomento de Hipotecas Aseguradas (FHA). 

Modificando la antigua Ley que regulaba, en El Vedado, a 4 pisos la altura máxima de un edificio. Ambos plantearon la posibilidad de construir edificios más altos en El Vedado y estimularon un boom constructivo especulativo, financiados por los bancos de capitalización y ahorro. 

También fue común que las Cajas de Retiros de Compañías y Gremios (Sindicatos) financiaran sus construcciones, cabe mencionar: el Retiro Radial (Calle 9 entre E y F), el Retiro Médico (calle 23 y N), el Seguro del Abogado, el Sindicato Gastronómico (dueño del Habana Hilton), el Fondo de Retiro Odontológico, el Retiro de Ingenieros (calle 17 y O).

En 1955, el Presidente Batista promulgó la Ley de Hoteles 2074, ofreciendo disminución de impuestos, contratos del gobierno y licencias de Casinos a quien construyera un Hotel que costara más de $1,000,000 o un Club Nocturno que costara $200,000.

Sin duda alguna, esas leyes lograron la creación de muchos rascacielos como el del Hotel  Habana Hilton (1958); el Edificio FOCSA (1956); el Edificio del Retiro Odontológico, en L entre 21 y 23 (1953); el Edificio de Apartamentos Rafael Salas en G y 25 (1958); el Edificio del Seguro Médico (1958); Edificio NAROCA (1953), Paseo y Línea; el Hotel Flamingo en la calle O y 25 (1957); el Hotel Deauville en Galiano y Malecón (1957); el Hotel Saint John’s en la calle O y 23 (1957); el Hotel Habana Riviera (1957), de 440 habitaciones, era el hotel casino más grande del mundo fuera de Las Vegas y el Hotel Capri, en la esquina de 21 y N (1957).

En 1946 visitaron la Isla unos 115,000 turistas, en 1951 aumentaron a 189,000, en 1956 fueron 223,000 y en 1957, llegaron 272,000.

Entre 1952 y 1958 las habitaciones hoteleras se incrementaron en 2,867. En La Habana, se ejecutaron en el quinquenio de 1951 a 1955 el 81% de las construcciones privadas del país. En esos años, el número de viviendas unifamiliares alcanzó la cifra de 6,963.

LA FAMILIA CANAVÉS

La Compañía Hotelera de La Habana S.A. era propiedad de Jaime Canavés Llul y sus hijos José y Jaime Canavés Ugalde, 

presidente, vicepresidente y tesorero respectivamente. Francisco de la Horra Diez, casado con Emilia Canavés era el vicetesorero. Bertín Pérez Díaz era el administrador general.

Jaime Canavés Llul (1894-1982) un español nacido en Pollenca, Isla de Mallorca, Baleares, había llegado a Cuba en 1913 y era el dueño también de La Compañía Constructora Jaime Canavés, en operaciones desde el 10 de marzo de 1949. Empresa contratista de obras con oficina en Avenida del Zoológico y la calle 26, Nuevo Vedado. 

Su esposa Felipa Petra Ugalde (1891-1980) nació en Miranda de Ebro, en Burgos, España. Sus hijos el arquitecto José Canavés Ugalde (1924-2012) era el presidente, Jaime Canavés Ugalde (1923-1986), el vicepresidente.

El hijo mayor, Antonio Canavés Ugalde (1922-1954) había sido el presidente hasta su fallecimiento debido a un accidente automovilístico ocurrido el 15 de marzo de 1954. La esposa de Antonio era Josefina Milián (Cuqui), su hijo el arquitecto y profesor de FIU, Jaime Canavés Milián, está casado con Marta Hernández Joffre, única hija del feliz matrimonio de Rosendo Rosell y Martha Joffre (Hernández Padrón son sus apellidos, Rosell, es el artístico).

Emilia Canavés Ugalde (1926-2008), fue la única hija del matrimonio de Jaime y Petra, se casó con  Francisco (Paco) de la Horra Diez.

El arquitecto José Canavés Ugalde, injustamente poco recordado hoy, a pesar de que hizo grandes aportes a la prolífica construcción de Cuba de mediados del Siglo XX, del que solo conservamos de pasada, la construcción del Hotel Capri, que no es poco, pero que muchas veces se le resta el mérito que fue esta familia de emprendedores constructores, quienes lo hicieron posible y No La Mafia, como en la mayoría de las ocasiones malintencionadamente, se da a entender. 

Los Canavés diseñaron y construyeron numerosas viviendas, hoteles e incluso fábricas, que ayudaron a conformar el rico legado arquitectónico cubano de la época.

En 1955, José Canavés diseñó y construyó para su hermano Jaime una hermosa residencia en las Alturas de Nuevo Vedado, en la calle 36, esquina 41. Jaime se casó con Sonia Ferrer y luego de fallecer ella, se casó con Gertrudis Penichet “Cuquita” (1927-2021).

CONSTRUCCIONES 

DE ESTILO SOBRIO

En la parcela contigua y en la misma calle 41, José Canavés construyó para él y su esposa María Lourdes Labrador (1921-2012), su hija María Lourdes (Marie) y su hijo José, una vivienda de dos plantas, en el mismo sobrio estilo de grandes voladizos alrededor para protegerse del sol y la lluvia, aprovechando las privilegiadas visuales y la ventilación cruzada en todos los espacios. El segundo 

matrimonio de José fue con Virginia Amigó. 

Jaime Canavés Llul, también era uno de los 62 accionistas de Industrias Siporex S. A. una fábrica de bloques ligeros de concreto, con 100 trabajadores y situada en el Reparto Lawton-Batista, en Luyanó. Además, tenía intereses en la Industria Hormigón Cubano S. A. localizada en el km. 2 de la Carretera de Rancho Boyeros.

El antiguo Hotel Golden Garden estuvo ubicado en calle 21 #10 esquina N, en el mismo lote esquinero donde se erigió en 1957 el emblemático Hotel Capri.

La mansión había sido construida hacia fines de la década de 1910 o principios de los 20, fue la residencia del hacendado matancero y Senador de la República entre 1924 y 1933, Celso Cuéllar del Río, casado con Margarita Zayas Arrieta (1884-1964) la hija mayor del primer matrimonio del ex presidente Alfredo Zayas Alfonso con Margarita Arrieta y Diago.

Tuvieron dos hijos: Margarita y Rafael Cuellar Zayas.

EL HOTEL CAPRI

El Hotel Capri lo diseñó el arquitecto José Canavés Ugalde en 1956 y su construcción comenzó el 3 de octubre de ese año, por La Compañía Constructora de Jaime Canavés. El costo fue de $5,500,000. En 1957 la compañía gestionó con el FHA un préstamo de $800,000 con vistas a la terminación de las obras. Tenían deudas por $600,000 con el Banco The Trust Company of Cuba y de $400,000 con el Banco Financiero.

La Compañía Hotelera de La Habana, que era la dueña del Hotel Capri, de su Casino y de su Cabaret, el 28 de noviembre de 1956 se lo arrendó a la Hotelera Sheppard S.A. cuyo presidente era Julius J. (Skip) Sheppard (1912-2001) y Jack Lieberbaum, el vicepresidente (propietarios de los hoteles Ponce de León, en Coral Gables y Leamington, 307 NE 1st. St. Miami) para operar el Capri durante 20 años bajo un contrato de $210,000 anuales.

El Casino de Capri estaba bajo la administración del tampeño Santo Trafficante Jr. (1914-1987) un miembro importante de la mafia siciliana en EE. UU. y considerado el Rey de la Bolita en Tampa.

LUJOSA INAUGURACIÓN 

El Hotel de 19 pisos y 250 habitaciones fue inaugurado el 27 de noviembre de 1957, aunque comenzó a funcionar el 1 de diciembre de 1957.

Durante la inauguración, los invitados pudieron disfrutar de un espectáculo subacuático ofrecido en la piscina de la terraza a través de claraboyas especiales.

Durante el comienzo de la película rusa Soy Cuba (1964), se filmaron escenas de esta piscina.

En el piso 18 estaban las habitaciones 1801 y 1802 y el Bar Azul desde donde se podía apreciar la piscina, que estaba en el piso 19. Creo, como en otros edificios frecuentados por los americanos, no había piso 13, por la estúpida superstición.

En la planta baja estaba la Cafetería, por el costado que daba a la calle N. También estaba el Bar, Peluquería, Barbería y la Tienda. En el piso 4, el restaurante El Dorado.

UN HOTEL DE PELÍCULA

El Capri era tan famoso, que incluso se menciona en la película de Francis Ford Coppola, El Padrino II, (1974) donde Michael Corleone se encontraba hospedado en el Hotel Capri. 

Hay una escena en la piscina del Capri, donde está Michael y otros cuatro mafiosos celebrando el 67 cumpleaños de Hyman Roth (posible papel de Meyer Lansky). Llega un camarero empujando un carrito con un cake que tiene como adorno la Isla de Cuba y una velita encendida. Roth luego corta el cake (pastel o torta), dando a entender que cada pedazo de cake fuera una parte del negocio que se repartirían en Cuba.

La película se refiere al involucramiento de la mafia estadounidense en la industria del juego en los hoteles en Cuba. Realmente la película fue filmada en el Hotel El Embajador situado en la Zona Colonial de Santo Domingo en República Dominicana, el cual sustituyó al Hotel Capri, porque por el Embargo de EE.UU., no podían filmar en Cuba, suponiendo que la dictadura castrista, lo hubiera permitido. Por supuesto, ni la vista que se puede apreciar ni la piscina de la escena se parece a la piscina del Capri y a la vista del Vedado.

 Santo Trafficante también operaba los casinos de juego del Hotel Comodoro y del Cabaret Sans Souci. Tras haber transcurrido 6 meses de operaciones con buenas utilidades, en junio de 1958 obtuvo un préstamo de $210,000 otorgado por el Banco Financiero, con aval del BANDES y destinado a consolidar adeudos.  

Charles Tourine (The Blade) dirigía el Cabaret y Nicholas di Costanzo (The Fat Butcher) dirigía el Casino. Además, Frank Renzoni y Ben Krakover eran otros dos de los que trabajaban para Trafficante en el Capri.

Aunque hay quienes afirman que el capo mafioso el judío ruso, Meyer Lansky (1902-1983) tenía intereses en el Capri, no he podido encontrar pruebas.

CASINO CAPRI

El Casino de Capri se encontraba instalado en el ala derecha del edificio diseñada para tal fin, con acceso propio a un costado de la misma entrada del hotel y con un magnífico anuncio en su fachada siendo el único de los lujosos casinos que surgieron en los grandes hoteles con estas 

características de independencia. 

Constaba la instalación con dos salones, uno a la entrada que funcionaba como Cabaret y Salón de Baile y otro a continuación fastuosamente equipado con alfombras, varias lámparas inmensas, máquinas tragamonedas, mesas especiales para juegos de cartas y dados y seis mesas de ruleta organizadas en forma circular alrededor de una central para el supervisor general, siguiendo las últimas normas para este tipo de instalación.

Otro factor importante fue la presencia del carismático actor George Raft (1895-1980) famoso no solo como artista, por sus 60 películas desde 1929 hasta su última en 1978, sino por sus relaciones con la mafia. 

Desde sus inicios apareció Raft como anfitrión diario del centro, atrayendo con su presencia a gran cantidad de artistas y personalidades de Hollywod que acostumbraban a realizar rápidos viajes de fin de semana para, disfrutar del juego de categoría y lo magníficos espectáculos que aquí eran ofrecidos. Tal vez esta fue la razón de que surgiera la famosa ficha de 5 pesos con la imagen del actor que era obsequiada por éste a los huéspedes más distinguidos como un mecanismo de estimulación y propaganda.

GEORGE RAFT Y EL ÉXITO

Jerry Brooks, el manager del Hotel Capri, había llamado a George Raft a su mansión de Beverly Hills para ofrecerle trabajar como Director de Entretenimiento del Casino de Capri. Un empleo que había desempeñado dos años antes para Gus Greenbaum, el manager de la Sala de Juego del Hotel Flamingo, en Las Vegas. Lo había hecho bien, al llevar al Show de Las Vegas a estrellas como Dean Martin y Frank Sinatra.

 Raft había contribuido al éxito de la empresa aportando sus contactos con el jet set de Hollywood. Brooks lo sabía muy bien y por eso lo llamó. La competencia con otros casinos, como el del Sans Souci, el Internacional de Varadero más el del Habana Hilton, abierto en marzo de 1958, aconsejaba tener un buen gancho para turistas adinerados y celebridades, de visita en la capital cubana.

Our Man in Havana (Nuestro Hombre en La Habana, 1959, dirigida por Carol Reed, adaptación de la novela de Graham Greene de 1958) comienza con una vista panorámica de la capital cubana desde la piscina situada en el Penthouse del piso 29 del Edificio Someillán, situado en la calle “O” entre Línea y 17, propiedad de Guillermo Someillán González.

Luego bajo la aparente gestión del actor George Raft, en el Hotel y en el Bar de la piscina, se filmaron diferentes escenas en noviembre de 1958 de Nuestro hombre en La Habana.

CONSTELACIÓN 

DE ESTRELLAS EN EL CAPRI

Desde su apertura, los espectáculos de Cabaret, deslumbrantes y emocionantes del Casino de Capri fueron producidos y co-reografiados por Carlyle. Los talentos locales incluyeron a Olga Guillot, Celeste Mendoza y las reconocidas estrellas estadounidenses Tony Martin y Liberace.

El 31 de diciembre de 1958, George Raft dio la bienvenida al Año Nuevo con su habitual estilo de champán, allí estaban esa noche amenizando el show: José Greco y su cuerpo de baile flamenco y Los Chavales de España. 

Raft tenía una habitación en el Capri, su novia, una joven y bella cubana, había estado junto a él esa noche del 31, ella subió primero para acostarse y Raft lo hizo a las 3:30 am.

En la mañana los ruidos lo despertaron y llamó a la operadora quien le contó sobre lo que estaba pasando fuera del Hotel. Cuando salió del elevador y entró al lobby, el cuadro era de caos. Una turba compuesta mayormente por adolescentes y jóvenes tiraban piedras y 

botellas a las ventanas del hotel. Luego entraron y empezaron a destruir cosas, una expresión del significado que tenía para los cubanos de a pie el mundo de los casinos.

Raft se marchó de Cuba el 10 de enero de 1959 y dos días después le contó a un periódico neoyorquino lo siguiente:

 “Todo lo que hice fue hablarles en la puerta y explicarles mediante un traductor que yo era un actor estadounidense —neutral en cuanto a la política cubana se refiere— y que hicieran el favor de no molestar en el lugar. Esa turba, dijo, causó grandes daños en los hoteles. Pero la componían muchachos, unos cuatrocientos, de 15 a 25 años. No había revolucionarios entre ellos porque el ejército de Castro no entró a La Habana sino hasta el 8 de enero”.

Debemos aclarar que desde el mismo día 1ro. de enero, en La Habana hubo miembros del Directorio Estudiantil al frente de posiciones militares, luego llegaron las de Camilo y El Che.

Quién llegó el día 8 fue, el que nunca disparó un tiro, el inepto Dictador en jefe.

El arrendatario del Hotel Capri, Skip Sheppard, contó que alguien del régimen castrista le ordenó que aceptara 200 soldados barbudos, de los que él pagó la cuenta durante más de un año. 

Ya en los meses de 1959, el productor Humberto Anido presentó en su show Pimienta y Sal, que se mantuvo en la pista del Casino de Capri desde finales de 1959 hasta mediados de abril de 1960. Una noche del mes de agosto, Anido entró en el Bar Celeste que estaba en Infante y Humboldt, sitio donde los artistas se reunían después de terminar sus actuaciones y se fijó en una muchacha que estaba cantando boleros y la contrató para su espectáculo Pimienta y Sal.

 Esa muchacha se llamaba Fredesvinda García (1933-1961), pero se le conocía por Freddy. Nacida en el Central Céspedes a unos 8 kms. al N.O. del pueblo de Florida, en Camagüey. 

Freddy había llegado muy joven a La Habana, consiguió trabajo en casa de Arturo Bengochea, el presidente de la Liga Profesional de Béisbol. Cuando comenzó a visitar el Bar Celeste, apagaron la vitrola para darle su momento, Freddy con sus 26 años, sus 300 libras de peso, su voz de contralto, que parecía venida directamente de Dios, se sabía todos los boleros y los cantaba a capella, no permitía acompañamiento, ni piano ni guitarra, solamente con su garganta y su dulzura triste, logró impresionar a Guillermo Cabrera Infante quien después la convirtió en uno de los personajes de su novela Tres Tristes Tigres, la cantante Estrella Rodríguez.

La inmensa Freddy, con su interpretación de El Hombre que Amo (The Man I Love), hizo historia para siempre en la pista del Capri.

Cuando Olga Guillot salió para Caracas en marzo de 1961, era la estrella del espectáculo Serenata Mulata, en el Cabaret de Capri, bajo la dirección de Humberto Anido. Fue reemplazada por Celeste Mendoza y luego por Gina León.

Más adelante actuaron en la pista del Cabaret, Juana Bacallao y Frank Domínguez. 

Otra gran producción de Anido fue Ajiaco a la francesa.

Gina León continuó siendo la soberana absoluta de ese escenario y por ello Anido mantuvo su espacio estelar en la nueva producción Me voy pa’l Brasil, estrenada a finales de julio de 1961 y permaneciendo en cartelera durante todo el año. 

Lo que luego se llamó El Salón Rojo, era donde estaba el Casino y el Cabaret.

Un tiempo después (1964) hubo otro gran show en la pista del Capri, esta vez La Caperucita se Divierte, una memorable presentación del maestro José Manuel Solís (Meme) y su Cuarteto Los Meme.

Por los pasillos del Capri, caminaron alguna vez cantantes como Frank Sinatra, Nat King Cole, Lucho Gatica, Pedro Vargas, Libertad Lamarque, Ana Belén y Víctor Manuel. Actores como Gregory Peck, Jack Lemmon, Rubens de Falco, Robert de Niro, Harry Belafonte, Francisco (Paco) Rabal, estuvieron entre sus huéspedes más reconocidos. 

Según algunos comentarios que he podido leer, de no haber sido por la llegada del castro-comunismo, el Hotel Cesare Palace se pensaba 

construir en La Habana y luego fue Las Vegas la beneficiada.

Como a las 11:25 am del 12 de julio de 1997, explotó una bomba (C-4) debajo de un sofá del Lobby del Hotel Capri. No hubo heridos, solamente cristales y muebles rotos. Supuestamente fue colocada por el salvadoreño Raúl E. Cruz y como de costumbre Fidel Castro acusó a Luis Posada Carriles de ser el autor intelectual del atentado.

ESCENARIO 

DEL COMUNISMO

Según su relato, en abril de 2014, el norteamericano Chris Allen después de pasar su primer día caminando por La Habana, se registró en la habitación 1414 del recién renovado Hotel Capri. A los pocos minutos de irse a la cama, comenzó a perder la sensibilidad. Se levantó de la cama y la sensación desapareció. Volvió a acostarse y el hormigueo regresó, invadiendo sus manos, antebrazos, cuello, mejillas y orejas. 

Los mismos síntomas regresaron a la noche siguiente y Allen no esperó más, al otro día se fue al Aeropuerto y abordó el primer vuelo disponible. Allen, sufrió estos ataques dos años antes que los 21 diplomáticos estadounidenses y los 5 canadienses. Posteriormente hubo otros reportes de personal diplomático norteamericano que sufrió esos mismos daños en habitaciones del Hotel Capri. El Síndrome de La Habana sigue sin aclararse.

El Ministerio de Ruinas de Fidel Castro se apoderó en octubre de 1960, del Hotel Capri. Luego en 2003 lo cerraron hasta que una compañía española lo reparó para reabrirlo en 2014, al parecer en Cuba ya no existen familias como los Canavés y tuvieron que buscar españoles para seguir buscando dólares, sin importarles la procedencia.

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