El entierro del enterrador

Written by Libre Online

19 de diciembre de 2023

Capítulo V

Por J. A. Albertini, especial para LIBRE

Balbino muere un mediodía de tormenta y hasta el presente se discute si falleció a causa del cáncer o de una soberbia borrachera, ligada con los calmantes prescriptos. Nadie lo escuchó quejarse de dolores luego que el médico le recomendó a la familia que lo dejasen hacer su voluntad.

Eufemia, a regañadientes, le permite volver a beber. A partir de la concesión, Balbino rechaza la sobriedad y pasa el tiempo que le resta de vida en medio de un festivo estupor alcohólico.

Los vecinos colindantes recuerdan a Balbino sentado, sin camisa ni zapatos, sólo con un pantalón raído, a la puerta de su casa. Allí, en total embriaguez consume las horas cantando en voz alta y estropajosa, en tanto el acompañamiento se desafina en toques lentos que arranca de un cajón vacío de bacalao nórdico.

El día de la tormenta, momentos antes de su deceso, empapado en agua desoye los ruegos de Eufemia y se niega a buscar abrigo en el interior de la vivienda. Entona un bolero que la lluvia, el viento y las descargas eléctricas ahoga tan pronto brota de sus labios. “Miénteme más”; canta y al mismo tiempo que un relámpago desgarra el espacio sucumbe con el pensamiento anticipado de la letra de la canción que no completa: “que me hace tu maldad feliz…”

La muerte del padre lastima a Felipito, pero también le otorga una mayor responsabilidad familiar.

Eufemia, que anteriormente había dado muestras de fortaleza, flaquea frente a la pérdida del compañero de años y desatiende las labores cotidianas.

Liduvina, a escasos meses de la muerte de Balbino, ya convertida en una mujercita se fuga, como a veces ocurre, para después casarse como Dios manda con Perico, el aprendiz que más ha durado en el taller del marmolero Marcelo Foyo. El joven matrimonio, gracias al respaldo económico de amigos y parientes se instala en un pequeño cuarto, cercano al negocio de Foyo. Taller al que Liduvina se integra para terminar aprendiendo el oficio de tallador de lápidas y jardineras.

La partida de la hermana entristece a Felipito que observa, sin poder remediarlo, como la madre languidece y el negocio de la venta de flores recae por completo sobre los hombros de su hermano Tiburcio que, a causa de la responsabilidad, se ve obligado a dejar los estudios de mecánica automotriz.

No obstante, Tiburcio se revela como un comerciante hábil que vigoriza la compra y venta de flores al obtener mejores precios de los suministradores y, por otro lado, ampliar la clientela.

Tiburcio, lograda la independencia económica, no demora en comenzar a cortejar a las jóvenes casaderas del barrio. Luego de varios flirteos y romances, formaliza una relación que culmina en matrimonio con Marisela, la rolliza y simpática hija única de Genaro el herrero.

Genaro y su esposa Petrona, muy apegados al afecto de Marisela y dueños de una casa espaciosa, proponen y logran que los recién casados se muden con ellos.

Sin los hijos menores en el hogar el abatimiento de Eufemia se recrudece y se combina con crisis de mal humor y agresividad de las cuales Felipito suele ser la víctima predilecta. «Tus hermanos prosperan y me ayudan con dinero. Tú lo que ganas es una basura y arriba de eso tengo que cocinar y atenderte. Nunca dejarás de ser un zacatecas de mierda»; lo insulta invariablemente cuando Felipito, en las tardes, llega al hogar cansado y medio embriagado.

-¡Les juro que no puedo más, mamá está insoportable! Se pasa la vida peleando; ya no sé ni qué hacer. A veces preferiría quedarme a dormir aquí, en el cementerio -una tarde de tragos, junto a un panteón, se desahoga con Generoso y Aquilino.

-No le hagas caso. Eufemia y Balbino peleaban mucho, pero se querían de verdad. La pérdida del compañero ha sido un golpe duro para ella. Fueron muchos años de matrimonio -Generoso lo consuela y se sirve un poco de aguardiente.

-Además, en menos de un año tus dos hermanos se casaron y se fueron de la casa -Aquilino considera y reclama la botella.

-Yo sé… yo sé… pero no aguanto más -Felipito se queja y toma su parte de bebida.

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