José Martí siempre tuvo palabras enormes de agradecimiento para con su gran maestro Rafael María de Mendive, quien con sus sabios consejos  y legados,  logró que el apóstol  fuese un caudillo ilustre tanto en el exterior como en su patria en la lucha por una cuba soberana e independiente.

El analista político, profesor y  director de “The Institute for Cuban and Cuban-American Studies, con sede en Miami, le dio suprema importancia a la enseñanza que Martí recibió durante su etapa del bachillerato cogido de la mano del maestro Mendive.

“Prácticamente allí José Martí adquirió esa brillante experiencia y enseñanza de un maestro como Mendive,  quien fue un sobresaliente escritor, académico y poeta, además fundador de varios medios de comunicación, tras su lucha tanto en Cuba como en el exterior”.

“Pero Martí fue tan sabio que logró captar, con esmero y dedicación, todas las enseñanzas de Mendive, en cuanto hacen a sus logros como líder político buscado en el ambiente exterior mejoras para su patria, amenazada por el imperialismo español de dominio”, inquirió el Dr. Jaime.

“Hoy, en esta época, tenemos que admitir que Rafael María de Mendive, fue como “el  padre intelectual  y maestro de José Martí, sobre todo, en los años mozos en que el apóstol comenzó a edificar su vida como un ilustre luchador por la causa de Cuba pasando a la historia de la isla como un gran pensador  político”.

“Porque De Mendive  fue un gran poseedor de vasta cultura, literato y poeta, patriota militante y altruista, quien además fue  reconocido, fundamentalmente,  por haber sido el maestro del ilustre prócer cubano  José Martí”, acotó.

“Poco más de cinco años fueron suficientes para fraguar una vida entera. Una vida dando sus enseñanzas a la nueva juventud cubana, entre ellos Martí, quien en sus años mozos comenzó a brillar por su inteligencia y sagacidad política siendo también un ilustre escritor en la prensa mundial”, resaltó.

“Y en plena adolescencia de Martí, cuando las dificultades económicas en el hogar de los Martí Pérez iban camino de impedir la continuación de estudios del primogénito, conminado por su padre a trabajar para ayudar al sustento diario”, recordó el Dr. Suchlicki .

“Un familiar que reconoció el afán de conocimiento, de la  inteligencia y la dedicación del muchacho, sugirió a Don Mariano que lo matriculase en la escuela primaria que dirigía De Mendive, con la condición de poder establecer horarios que le permitieran estudiar y trabajar a la vez”, relató el director de ICCAS.

“En la esquina habanera de Prado y Ánimas estaba el colegio; en la planta alta, su casa. Tras varios exámenes de premio, el director y profesor, impresionado por el talento del jovencito, lo acepta para continuar estudios, y hace más: se convierte en su mentor”, exaltó  el Dr. Suchlicki.

“Yo no sé qué un padre generoso tenga que recordar a un hijo que le adora, sus deberes. Por eso me asombró tanto su recado, cuando a cada instante daría por Ud. mi vida que es de Ud. y solo de Ud. y otras mil si tuviera, volvería a darla”, recordó Jaime las anécdotas entre ambas familias.

“Fue no solo la instrucción, la formación y la complicidad, sino llenar el espacio vacío de unas relaciones filiales de por sí deterioradas por desavenencias de carácter y pensamiento con Don Mariano”, insistió el director de ICCAS.

“Martí era un miembro más en la familia, compuesta por las hijas del primer matrimonio del maestro (que era viudo), la esposa Micaela Nin y el pequeño Luis, que al fallecer motivó a varios alumnos a escribir poemas”, trajo a colación.

“El de Martí, que conserva el estilo romántico de su profesor, se tituló “A Micaela” y fue su primera publicación, en un periódico de Guanabacoa que dirigía Manuel Nápoles Fajardo, el hermano de “El Cucalambé”, trajo como anécdota ya pasada.

“De Mendive, luego de los éxitos que ya se conocen, como alumno de prestigiosas universidades ,además de ser miembro de la Real Junta de Fomento ,para resolver los problemas agrícolas de Cuba, De Mendive fue también un reconocido oponente al régimen colonial cuando ocurrieron los sucesos del Teatro Villanueva. Esto le valió ser encarcelado y deportado  a España”, sintetizó.

 “Pero ahí no paró su lucha porque De Mendive, luego, se trasladó a  Nueva York para  continuar sus actividades separatistas; causa por la que muere su hijo Luis. Y, hay que recordar, que junto a De Mendive, el maestro patriota, sus discípulos comprenden el significado de los acontecimientos políticos para la liberación de Cuba; junto a él analizan, conspiran y fortalecen el ideal revolucionario”, exaltó.

“Fue este el preciso momento en que Martí escribió sus primeros textos independentistas: el soneto ¡Diez de Octubre!, los periódicos “El Diablo Cojuelo” y “La Patria Libre”, el poema dramático Abdala, lo exaltaron a grandes caracteres. Es el momento en que decidió el camino que iba a seguir”, enfatizó.

Por eso, Martí nunca pudo olvidar aquel soneto a De Mendive, que decía textualmente: “De aquí a 2 horas marcho desterrado para España. Mucho he sufrido, pero tengo la convicción de que he sabido sufrir. Y si he tenido fuerzas para tanto y si me siento con fuerzas para ser verdaderamente hombre, solo a Ud. le debo todo y de Ud., y sólo de Ud., es cuanto bueno y cariñoso tengo (…) De Ud. toda el alma de su hijo y discípulo”.

Un tiempo después de la muerte de De Mendive, José Martí publica una semblanza en El Porvenir, de Nueva York, el 1 de julio de 1891. Allí reconoce: “Prefiero recordarlo, a solas, en los largos paseos del colgadizo, cuando, callada la casa, de la luz de la noche y el ruido de las hojas fabricaba su verso; o cuando, hablando de los que cayeron en el cadalso cubano, se alzaba airado del sillón, y le temblaba la barba”.