El crimen, que siempre ha sido en México tan popular como la tortilla, ha trascendido las primeras páginas de la prensa nacional, para saltar a una escala global de magnitud alarmante. México, bajo el mandato de López Obrador, es uno de los países con más alto índice criminal y con una peligrosidad extrema para el ejercicio del periodismo. Desde el comienzo del 2022, en sólo 34 días, han sido asesinados 6 periodistas, lo que hace un total de 16, en los tres años de la presidencia de Andrés Manuel López Obrador.
El Comité Internacional para la Protección de Periodistas, coloca a México como el país más peligroso para los periodistas en el hemisferio occidental.
Pero no son solamente los periodistas los amenazados. También corren peligro los activistas, y los críticos de López Obrador, sean economistas, o políticos. El presidente de México, ha demostrado ya, en diferentes ocasiones, que no tolera la crítica. No se adhiere a las normas convencionales democráticas. Una crítica a su gobierno, es una crítica a su persona. El presidente López Obrador ha abrazado el culto a la personalidad como parte de su aureola mesiánica para “salvar a México”. Su presidencia ha ido girando en los últimos meses hacia una retórica divisionista, que, al juicio de experimentados analistas, nacionales y extranjeros, la definen como una autocracia en ciernes. Por un lado, López Obrador trata, al estilo populista de izquierda, de moralizar, y engatusar a la población con una pureza moral capaz de transformar el gobierno, la economía, y la sociedad mexicana; y, por el otro, se ha mostrado incapaz de encontrar soluciones tangibles para los muchos problemas que confronta la nación. La economía mexicana se ha venido contrayendo desde el 2020 sin que se vislumbre una recuperación cercana.
Los dos problemas fundamentales, aparte de la economía, y otros, son la corrupción y la violencia criminal. En 2019 México reportó 36,476 asesinatos y durante los años 2020 y 2021 las fatalidades han aumentado dramáticamente, haciendo que Amnistía Internacional declarara a la administración de López Obrador, en sus tres primeros años, como la más violenta en la historia moderna de México. Pero esto no pasa desapercibido en la nación. Los analistas y el poder pensante del país están levantando la voz de alarma ante la tendencia autoritaria que va tomando la presidencia de López Obrador.
Pese a todas sus promesas de responsabilidad institucional, de combatir el crimen, y de proteger los derechos humanos, su récord al respecto ha sido hasta el momento, un fracaso, y su credibilidad, como gobernante efectivo, va perdiendo certidumbre rápidamente.
El Foro Económico Internacional, por ejemplo, da a México una pobre evaluación en su capacidad institucional, colocándolo, en el número 98, entre los países evaluados. ¿Razones? La magnitud, y el pobre manejo del crimen organizado, y la desconfianza de la población en la policía nacional.
Transparencia Internacional, otra organización creada para el resguardo ciudadano contra el crimen y la corrupción, sitúa a México entre los peores con problemas de corrupción, por debajo de Bolivia, Pakistán, Ucrania y Sierra Leona.
Recién pasada la mitad de su término de seis años, AMLO, se ha enfocado más en su auto promoción, que en la solución de los problemas que prometió conjurar.
Sus diarias conferencias de prensa matutinas, con periodistas adeptos, no pasan de ser soliloquios aburridos, cantinflescos, donde habla mucho, pero dice poco.
El pueblo mexicano, o una buena parte de él, empieza a resentir actitudes del presidente, como la de asignar mayores poderes a los militares en lugar de fortalecer a la policía para el control de la delincuencia diaria. El mexicano común sospecha que López Obrador ha sido, desde su inicio en la presidencia, más suave y consecuente con los carteles de la droga que sus predecesores. Su frase de “besos, pero no balas” en referencia a los narcotraficantes, ya suena mal entre la población, víctima del narcotráfico.
Otra parte de la sociedad, más educada, y más al tanto de los movimientos políticos del país, se muestra preocupada con la administración de López Obrador, y entiende que su visión por México es un tanto antidemocrática, y de perfiles autoritarios, una regresión del progreso político que México ha experimentado en su camino democrático en la longitud de un siglo.
En los primeros tres años de su presidencia, López Obrador ha sido un gobernante controversial, intransigente, autoritario, y, sobre todo, en sus funciones como presidente, ineficiente. Su manejo de la epidemia Covid-19, ha sido errática, y costosa, en pérdida de vidas, principalmente por el mensaje ambiguo, y su ejemplo negativo, que lo llevó, por dos veces, a sufrir los efectos del virus.
Pero en el contexto general, aunque todavía cuenta con una aprobación aceptable, su gobierno ha sido una decepción, al menos, en su primera mitad. El aspirante que subió a la presidencia de México con promesas de suprimir el crimen, la violencia, y la corrupción, bajo una ilusoria sombrilla, a la que llamó “La Cuarta Transformación”, se ha desvanecido. México tiene hoy más crimen, más violencia, más narcotráfico, y más corrupción que antes, y no hay síntomas de un pronto descenso en estos importantes capítulos.
Si su política interna es cuestionable, su enfoque exterior, es un reflejo de su propia ideología personal, alineándose estrechamente con regímenes espurios como Cuba, Venezuela, Nicaragua y Bolivia, ignorando las sugerencias opuestas de sus propios consejeros. Es obvio que López Obrador espera, y demanda, adulación, y conformidad ideológica de parte de sus aliados, con oídos sordos a sugerencias que vayan en sentido contrario a su criterio.
México se encuentra en una encrucijada con López Obrador. Le quedan tres años, para descubrir si su retórica populista izquierdista es una táctica política del momento, o si es, en efecto, una alarma para ser tomada en cuenta, de sus anti democráticas ambiciones.
Si no se producen cambios substanciales en su política futura, se concretarán las sospechas de muchos, de que, Andrés Manuel López Obrador, podría ser el nuevo autócrata en Latinoamérica.
Y éste es un mal presagio para México.
BALCÓN AL MUNDO
Una semana más y no ha habido guerra en la frontera rusa- ucraniana. ¡Ni la habrá! ¡Afortunadamente! ¿Por qué! Porque nadie la quiere, ni siquiera Putin.
Putin ha llevado el espectro de la guerra a su máxima amenaza, con el objetivo de ganar concesiones sin guerra, sin disparar un tiro. Es una estrategia costosa, pero menos costosa que una guerra caliente. Putin se irá de la frontera ucraniana a su debido tiempo, pero no con las manos vacías. No es concebible que después de este montaje, regrese al Kremlin sin una explicación favorable para su gente, Eso sería absurdo. El dictador ruso es maligno, y perverso, pero no imbécil.
Por otra parte, las amenazas de Biden sobre las sanciones a Rusia les importan un pepino a Putin. No hay que olvidar, aunque muchos pretendan ignorarlo, que Rusia ha acumulado una enorme reserva en divisas con el aumento del precio del petróleo, que sigue en alza diaria, y que le permitiría capear las sanciones, aunque con algunas dificultades.
Dos elementos positivos han surgido de esta crisis: (1) Putin, con su aventura, ha fortalecido la unión de la OTAN considerablemente, contra sus evidentes deseos e intenciones, que eran debilitarla. Y (2) Biden, ha emanado, hasta el momento en que se escribe esta columna, pareciendo menos débil de lo que se le creía. La crisis le ha servido, también, para desviar la atención pública de los problemas que le rodean que no son pocos.
Las crisis siempre traen sus ventajas y desventajas.
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El expresidente de Honduras, Juan Orlando Hernández, ha sido deportado a Estados Unidos donde tendrá que responder a acusaciones de lavado de dinero y delitos de narco tráfico. Su hermano, ex senador de su país, ya está en prisión, en EE.UU. bajo cargos similares.
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Ahora resulta que el delincuente colombiano, Alex Saab, detenido en una cárcel de New York, era, testaferro de Nicolás Maduro, a la sombra del cual se hizo multimillonario, y, a la vez, trabajaba con la DEA contra Maduro y comparsa. ¡Sorpresas nos trae la vida!
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Pronto, en una acción bipartidista de la Cámara y el Senado, surgirá una legislación designada a mantener el Servicio Postal financieramente viable, con la adición de cientos de millones de dólares para su modernización, y un mejoramiento en el servicio.
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El líder de la minoría en el Senado, Mitch McConnell, criticó al Comité Nacional Republicano por censurar a los congresistas republicanos que sirven en el comité que investiga los sucesos de enero 6 del 2021.
Esos congresistas tienen el derecho de sumarse a las investigaciones, gústele o no, al RNC. Lo que sucedió ese día es una mancha y una ofensa para la nación y a los que se envolvieron en ese atentado en el Capitolio, símbolo de la democracia y los principios soberanos de la nación, deben ser castigados.
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