EL CASTRISMO Y SUS FILANTRÓPICAS ANDANZAS CARIBEÑAS

13 de diciembre de 2022

Los mandamases castristas figuran por derecho propio en el pelotón puntero de la desvergüenza planetaria. La semana pasada, mientras el Canel-Puesto-a-Dedo visitaba varias islas-estado camino a y con posterioridad a la VIII Cumbre Caricom-Cuba de Barbados, la prensa cipaya estuvo vertiendo su consuetudinaria logorrea cipaya. La cosa se magnificó ya reportando el evento. Es un arte consumado.  Hubo titulares rayanos con el surrealismo: «Caribe nuestra región entrañable» (sic), sin coma, por lo que se ignora qué pretendieron expresar. Poco importa finalmente. Eso sí: durante la etapa preparatoria habían glosado acerca de la devoción que vincula a Cuba con esos vecinos, ensalzando la misma como matices de sentimientos «internacionalistas, solidarios y desinteresados».

¿Desinteresados? Tratemos de hurgar a distancia en el estercolero, máxime que en nuestro cotidiano está sonando en estos días más y más la palabra corrupción. Sin sorpresas porque nadie es capaz de cuantificar la cantidad de dinero que generan los tráficos ilícitos y las coimas en las esferas gubernamentales, prácticamente en todos los países. 

El magacín Le Point, uno de los más leídos en Francia, dedicó 30 páginas de su número del 24 de noviembre al incremento exponencial de la entrada de cocaína constatado en Europa Occidental en general y en Francia en particular.  Gracias al trabajo de una docena de periodistas que arriesgando la vida trabajaron en varios países europeos, en México, en Colombia y en Estados Unidos y el Caribe, los lectores pudimos imponernos de la magnitud de lo que está sucediendo en esa esfera. Consiguieron seguir el hilo conductor de una hidra multinacional cuyos pivotes son actualmente los puertos de Amberes en Bélgica y Marsella en Francia.  Frente a esa realidad las autoridades solo logran decomisar menos del 10% de embarques clandestinos todos procedentes de América del Sur.

A estas alturas se sabe que la droga que se produce en Colombia y en Ecuador transita hacia Europa en contenedores, mezclada con todo tipo de mercancía. Una vez descargados los que vienen «premiados» son tratados por los equipos receptores, paso previo a la ulterior comercialización a través de redes controladas por las pandillas. Desde el año 2017 los cuatro principales capos de ese comercio, Ridouan Taghi, Edin Gacanin, Daniel Kinahan y Raffaele Imperiale, se pusieron de acuerdo tanto para repartirse el territorio en zonas de influencia, como para apoyarse los unos a los otros en materia de lavado de capitales. Crearon al efecto estructuras comerciales legales que invierten en diversas ramas comerciales e industriales.

Desde hace años el crimen organizado ha venido aumentando los envíos de droga hacia Europa a medida que la DEA de Estados Unidos ha conseguido coartar en parte sus líneas de transportación en dirección a América del Norte.  El símbolo de ese comercio ilícito son los contenedores, en el interior de los cuales se coloca el polvo blanco escondido entre mercancías de todo tipo, especialmente flores, frutas y vegetales. Invitamos a nuestros lectores a abrir un mapa del norte de América del Sur y del Caribe antes de proseguir esta lectura porque aquí va a aparecer, primero Venezuela y después Surinam que son dos países claves de un procedimiento tan eficiente como genial. Vendremos así a la frase «Caribe nuestro», eufemismo típico de la mafia castrista.

La 8va.»Cumbre» Caricom-Cuba la celebraron en Bridgetown, con todos los hierros propios a la propaganda orwelliana. El discurso inaugural lo pronunció Chan Santokhi, jefe de estado de Surinam que desempeña actualmente la presidencia del cónclave regional. Desde la altura de sus 63 años puede contemplar una hoja de servicios que anteriormente lo hizo desempeñar en la vida pública de su país los ministerios de la Policía y de la Justicia, puestos desde los cuales pretende haber mantenido una guerra abierta contra el narcotráfico. Nadie se lo cree. Tampoco hubiera sido fácil en un país que es desde hace decenios una verdadera plataforma flotante de todo tipo de tráfico.

De antiguo pivote del comercio azucarero entre la Amazonia, el Océano Atlántico y los mercados europeos, la antigua Guyana holandesa es punto de partida de todos los comercios clandestinos que salen al exterior desde América del Sur. La geografía es parte de la explicación, pero existen en el interior del país centenares de pistas clandestinas y decenas de caudalosos ríos que son utilizados por avionetas capaces de posarse en cualquier sitio. Del tiro el comercio de la cocaína representa para Surinam entre la mitad y un tercio del producto nacional bruto. Se dice pronto. Netflix, siempre arriba de la bola, encargó una serie titulada Narco-Saints cuya trama tiene lugar ahí y en los países vecinos.

Antes del actual presidente que afirma tener las manos limpias (¿cómo un carbonero?), Desiré Bouterse acaparó el poder a partir de un golpe de estado perpetrado en 1980. Inmediatamente se puso bajo el paraguas protector que le proporcionaron la Unión Soviética y Cuba. En la página digital del libelo Granma abundan los reportes de visitas pretéritas a La Habana y declaraciones mutuas de hermandad y de solidaridad entre el gobernante y el comunismo cubano. Durante aquellos buenos tiempos Pablo Escobar era recibido en Paramaribo como jefe de estado. Después en el cachumbambé politiquero Bouterse fue electo «democráticamente» presidente en 2010, después de que él y su hijo Dino habían sido condenados como cómplices y participantes en el tráfico de la droga. En esa compleja madeja está incluido otro antiguo militar golpista, Ronnie Brunswijk quien es comoquiera hoy en día presidente del parlamento, pese a un pasado muy turbio de «mojadera» con el narcotráfico. Ese es el caldo de cultivo de este foro regional dominado por los cubanos. 

Sin que este cronista cuente con pruebas que le permitan afirmarlo, la pieza de teatro que acaba de protagonizar Díaz Canel en la región tiene un trasfondo de complicidad y de participación en los manejos ilegales de los surinameses y de sus otros vecinos.  Venezuela tampoco es ajena. Han medrado durante mucho tiempo al margen de la cocaína que circula hacia Europa. Hay recursos para pagar brigadas médicas y asesorías técnicas, para mejorar aeropuertos e infraestructuras. Cual buitres los castristas amarizan a saco y llenan sus bolsillos por la izquierda. Dicho lo anterior hay que decir que, en las palabras huecas escuchadas en Bridgetown, las tiernas ideas humanistas que se hicieron escuchar dejan sabor a arena en la boca y en eso incluyo las expresadas por Shantokhi al dar a los cubanos una bienvenida que solo merecerían como padrinos de una mafia que controla al borde del Atlántico todos los tráficos. Los malos siguen durmiendo a piernas sueltas y eso es una pésima noticia para los demócratas de la región.

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