EL CAMINO HACIA LA LIBERTAD YA NO ES UN SUEÑO INACCESIBLE

Written by Libre Online

9 de abril de 2024

Ernesto Díaz Rodríguez

Durante más de seis décadas la tiranía comunista de Cuba se ha mostrado incapaz de buscar una solución a las necesidades más urgentes del pueblo cubano, incluyendo la carencia de alimentos básicos y una forma aceptable de vestido y calzado.

La privación de la libertad, factor indispensable para todo ser humano, ocupa el primer orden en las violaciones de los derechos del pueblo cubano. Se suma a esto la incapacidad para dar soluciones a los problemas que han conllevado al fracaso de un experimento económico no compatible con la realidad, diseñado a la voluntad caprichosa de un tirano. En resumen, bajo el comunismo tropical de los Castro no hay posibilidad de alcanzar progreso de ninguna índole. A través de los años ha quedado demostrado que más allá de la engañosa retórica oficialista no hay espacio más que para la miseria y la hambruna compartida. Y no es Cuba una excepción. Bajo el comunismo se vive simplemente de las migajas que el régimen otorga, de la cuales ha de expresar tu gratitud, si eres parte de los incondicionales al sistema opresor de quienes integran, por carencia de escrúpulos o incapacidad para discernir entre el bien y el mal, el rebaño de ovejas, que por conveniencia o cobardía dan su apoyo irracional al enemigo vil que los azota y exprime.

No hay posibilidad alguna de desarrollo económico en condiciones tan adversas, porque en nuestra Cuba infeliz se vive con una espada punzando la garganta, y una afilada guadaña cercenando toda iniciativa que no sea en función de los inescrupulosos intereses de la camarilla gobernante. Por eso no ha de sorprendernos que a través de los años el desafío a los cuerpos represivos se haya venido generalizando. Hay un despertar de conciencias que estimula y da esperanzas al anhelo compartido de alcanzar la libertad en un plazo que, radiante, se avizora ya en el nuevo horizonte de la patria.  

Se ha llegado a comprender, al fin, que hay que luchar; que hay que tomar las calles para arrancar para siempre las amargas raíces de esa maldita revolución, insertada vergonzosamente en el terrorismo de Estado. Por fortuna ya no es secreto para nadie el grado de criminalidad de la “revolución” de Fidel Castro, quien durante muchos años puso en práctica la política aniquiladora de sus mentores espirituales, los grandes asesinos Adolfo Hitler y su camarada Joseph Stalin. No debía el mundo de olvidar que en Cuba suman miles los jóvenes idealistas a los que se les ha arrancado la vida en los paredones de fusilamiento. Decenas de miles los hombres e infortunadas mujeres que han pagado largos años de confinamiento despiadado en las prisiones y campos de concentración a todo lo largo y ancho de la Isla, como fórmula de ensañamiento vil, ante la impotencia de la tiranía en acallar sus voces.

Porque en Alpha 66 tradicionalmente hemos sido partidarios de la imposición de una fórmula de política internacional coherente y aleccionadora contra la tiranía castrista, los hechos puestos en práctica hasta la actualidad están muy lejos de satisfacer nuestras expectativas. Sabemos que no son pocos los gobernantes ni los intereses foráneos que a través de los años han venido asumiendo una cómplice tolerancia con los esclavizadores del pueblo de Cuba. No han faltado, inclusive, presidentes de países democráticos, donde la libertad es un principio sagrado, que han ido en visita oficial a la isla cautiva a estrechar, sin vergüenza alguna, la mano ensangrentada del tirano de turno y a otorgar concesiones significativas a cambio de nada.

Pero todo este ciclo de maldades, que por un espacio de más 65 años ha venido generando en nuestro país los artífices del odio y la mentira, afortunadamente está llegando a su fin. Ya no asustan los cañones ni las balas asesinas, ni el confinamiento en las cárceles inmundas de la tiranía. Cada día son más los que comprenden que la libertad tiene un alto precio, y es necesario estar dispuestos a pagarlo o resignarnos a vivir sin ella. Lo ha demostrado la prolongación del sufrimiento del pueblo cubano, con excepciones de esa minoría que en sus acciones de no claudicación ha sabido anteponer su dignidad y su decoro en admirable gesto de heroísmo a la altura necesaria. Saben ellos por la propia experiencia a la que hemos tenido que enfrentarnos, que la única forma de triunfar en la lucha por ser libres es la desobediencia civil; es el liberarse de las ataduras del miedo; es tomar como experiencia la realidad de otros pueblos que han optado por el enfrentamiento contra las fuerzas del mal, en defensa de su derecho a vivir en libertad, sin verse obligados a soportar lacerantes humillaciones ni tener que arrastrar pesadas cadenas.

Pero el pueblo de Cuba, ha quedado demostrado, no va a darse por vencido. En medio de su indignación por tanto abuso y atropellos, esta vez en desafiantes multitudes, muchos cubanos optaron por salir a las calles a escribir con valor páginas de historia. Y sabemos mañana serán más los que alcen sus voces exigiendo libertad. ¡Libertad!, que es un sagrado derecho de todo ser humano. Ha sido caro el aprendizaje, pero al fin parece haberse comprendido que en casos como el de Cuba la única alternativa para desterrar de nuestro país a quienes han vivido insensibles a todo lo relacionado con lo que significa ser libres, es el enfrentamiento decidido contra los que en la Cuba cautiva integran la cúpula gobernante y cuya única preocupación es  llenarse los bolsillos, porque en ellos, a falta de humanismo y de honradez, no hay otra preocupación que enriquecerse a costa de sus víctimas.

Gracias es la palabra de orden en justo reconocimiento a tan abnegados hombres, a tan dignas mujeres que una vez más han sabido poner alto, bien en alto, los anhelos de un pueblo que no se resigna a ser esclavo y por eso luchamos. Nunca como en este instante el momento es más oportuno para invocar las sabias palabras del gran José Martí, el Apóstol de nuestra independencia, quien sabiamente sentenció: “Honrar Honra”, porque es buena la ocasión para felicitar en justo reconocimiento a su valor, a aquellos que en fecha reciente, cansados ya de soportar las prácticas abusivas del régimen comunista salieron a las calles en desafío a la maquinaria represiva de la tiranía, exigiendo una solución aceptable a las restricciones del servicio de la imprescindible luz eléctrica y el agua potable, cada día limitados durante más extensos espacios de tiempo, así como la carencia total de artículos de primera necesidad. Valerosos hombres y mujeres que se dispusieron a dar un paso al frente en justo reclamo no sólo de que cesen estas limitaciones inhumanas, sino para exigir que la camarilla de inescrupulosos gobernantes que en nuestro país ostentan el poder a punta de pistola depongan su arrogancia y den pasos concretos que conduzcan a la libertad del pueblo de Cuba.

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