EL CAMBIO DE REGÍMENES ES, A VECES, CONVENIENTE

Written by Adalberto Sardiñas

31 de enero de 2023

Desde mediados del pasado siglo, era práctica acostumbrada en buena parte del mundo, pero con marcado énfasis en nuestro vecindario, el cambio de regímenes con el propósito de desplazar a gobiernos enemigos y suplantarlos con nuestros amigos. Esa fue, por algunas décadas, la política externa de Estados Unidos, hasta la llegada de Barack Obama, quien, primero, desde su visita a Panamá declaró que su gobierno renunciaba al cambio de regímenes, y, después, acto seguido, sacó a Cuba de la lista de países que colaboraban con el terrorismo. Era el primer paso para un cambio de política en la agenda americana para su política exterior. No habría más cambios de regímenes inspirados, o patrocinados por Washington, bajo su presidencia. 

  Sus subalternos liberales, en control del Departamento de Estado, le habían informado que Cuba ya no era un peligro para sus vecinos, ni para nadie. Que se portaba bien. Que sus actividades en el narcotráfico habían cesado. Y que, por tanto, le aconsejaban un cambio de política hacia ese país. Obama aquiescente, con mucho agrado, en preparación para el arrumaco de la entente que vendría después, levantó a Cuba de la lista negra de los traficantes y terroristas.

  La historia, breve tiempo después, nos ha mostrado lo errado y costoso de esa decisión para el pueblo cubano.

  El debate que persiste en nuestro entorno político se encierra en la conveniencia o inconveniencia de cambios de regímenes.

  Resultó efectivo como profilaxis política durante varias décadas del pasado siglo, cuando Estados Unidos mantenía su decisión de cambiar los regímenes enemigos, y sostener a los amigos, con los que existían lazos coincidentes de valores e intereses. Se trataba entonces de desplazar gobiernos afines a la Unión Soviética, y traerlos al campo occidental.

  Pero esa estrategia, eliminada por Obama siguiendo sus escrúpulos liberales, ha resultado en una modificación profunda de la visión y misión internacional de Estados Unidos.  

  Como resultado de aquella visión, en América Latina se removieron regímenes procomunistas liderados por Jacobo Arbenz en Guatemala, y, de forma debatiblemente indirecta, a Salvador Allende en Chile.

  Del otro lado, siguiendo la misma estrategia, se desplazaron regímenes no comunistas, pero espurios, corruptos e indeseables, como los de Panamá y Santo Domingo. 

  Hasta entonces, el cambio de regímenes sirvió su propósito, hasta la llegada del siglo XXI, en que, con la declaración de Obama, en Panamá, de cancelar los cambios de gobiernos, surgió la proliferación, a nivel global, pero con especial énfasis en nuestra área continental, de países abierta o solapadamente hostiles a esta nación, con claras intenciones de alianzas con potencias enemigas como Rusia y China.

  Pero no es Obama el único responsable de este cambio de rumbo en las relaciones de este país con el resto del mundo, especialmente en el capítulo de países despóticos considerados no amigos. También lo fueron varios de sus predecesores, con la notable excepción de Ronald Reagan en Granada y George H. Bush en Panamá. 

  Debido a esos cambios de gobiernos, ¿no están hoy, incomparablemente mejor, los habitantes de esos países?

  ¿Y no estarían mejor los nicaragüenses, venezolanos y cubanos de haberse producido un cambio de régimen en esas naciones a su debido tiempo?

  Precisamente, por ese cambio de estrategia, forzado desde el cuarto piso del departamento de estado, donde por años se han atrincherado ultra liberales con significante influencia, esta nación ha sufrido enormes descalabros no tan sólo en su política exterior, sino en su imagen como líder del mundo libre.

  A partir del arribo del primer país con gobierno comunista en Latinoamérica, comenzaron los contratiempos norteamericanos en la región. A lo largo de su prolongada existencia de más de 60 años, Cuba ha permanecido como un agente nefasto al servicio del totalitarismo soviético primero, y, colapsado éste, asociada, para perversos propósitos, a la peor gente del planeta. En cada disturbio, conspiración, cambio de gobierno perpetrado en el continente, ha estado presente la mano de Cuba. 

  Si, en apropiado curso, se hubiera implementado la doctrina del cambio de regímenes, digamos, por ejemplo, antes, o alrededor de la crisis de los misiles, los cubanos, Estados Unidos, y el mundo, estuvieran viviendo en la actualidad en un clima más estable, sereno y pacífico, sin la preocupación de un vecino terrorista ligado al narcotráfico.

  Los eventos políticos de los años recientes nos indican, con clara advertencia, la necesidad de regresar a la estrategia del cambio de regímenes.  Estados Unidos tiene que recuperar la voluntad de apoyar y sostener a sus amigos y reemplazar a sus enemigos. En América Latina, el mundo libre y la democracia van perdiendo espacio. Los adversarios de la democracia, el pluralismo, y el capitalismo liberal, están combatiendo, hoy, igual que ayer, para cambiar regímenes.

  Hay algo muy claro en todo esto: los enemigos de Estados Unidos no han dejado de serlo. Si USA continúa en la dulce complacencia que muestra en Latinoamérica, sus enemigos estarán muy felices de que así sea para continuar agregando tiranías a la región.

BALCÓN AL MUNDO

The Paper Chase fue una película famosa. Pero ahora vuelve a la actualidad en modificada versión, en forma de capítulos detectivescos, entregados por televisión a los televidentes, en forma de episodios. Los actores, son un presidente, un ex, y un ex vice, todos envueltos en la posesión impropia de documentos secretos conteniendo asuntos de alta confidencialidad.

En este caso el paper chase lo lleva a cabo el FBI y los entrega al DOJ a cuentagotas. Unos cuantos cada semana. Y cada semana aparecen más como en “Las mil y una Noche” Los poseedores de estos documentos, a pesar de ser encontrados en sus casas, y oficinas, no sabían nada de su existencia. 

Es posible que la cacería de documentos se extienda hasta todos los ex presidentes vivientes, desde Carter hasta Clinton, los Bush, padre e hijo, y Barack Obama, para mantener los episodios alimentando la curiosidad nacional a través de nuestros muy sagaces canales de televisión.

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Los famosos tanques americanos Abrams, muy sofisticados, y súper efectivos, llegarán a Ucrania dentro de varias semanas. Los necesitan con imperiosa urgencia para la contraofensiva proyectada en pocos meses. Una victoria ucraniana resulta imprescindible para el destino futuro de ese país, para América, y para la comunidad europea. 

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A la reunión de CELAC, llevada a cabo en Buenos Aires, y anticipada con mucha fanfarria, no acudieron Daniel Ortega, Nicolás Maduro, ni Andrés Manuel López Obrador. Todo está muy turbio en esta ausencia, y nadie ha dado una explicación satisfactoria o creíble.

Lo que salta a la vista es que la coherencia dentro de CELAC no es tan coherente como la quieren presentar sus organizadores. A propósito, la verdadera intención de este grupo es substituir a la OEA con un organismo regional sin la presencia de Estados Unidos y Canadá.

¿Es que estas dos naciones no radican en el mismo continente?

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En Inglaterra se ventilan reclamaciones por adeudos de Cuba a varios acreedores por centenares de millones de dólares, que el régimen comunista no paga, ni sus intereses ni principal, desde mediados de la década de los 70s.

Cuba tiene entendido, y ha sido parte de su conducta por muchos años, que las deudas viejas no se pagan, y que, al final, los gobiernos terminan por perdonarlas.

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