EL CABARET SANS SOUCI

Written by Alvaro J. Alvarez

25 de abril de 2023

Por Álvaro J. Álvarez. Exclusivo para LIBRE

La Habana era un multifacético abanico de lugares de entretenimiento y diversión. 

En 1958, expertos en la vida cultural habanera afirmaban que existían casi mil doscientos bares o locales nocturnos musicales, doscientos cincuenta clubes sociales con actividad musical, cincuenta orquestas que habitualmente tocaban, cien tiendas de discos y ciento cincuenta comercios donde se podían adquirir instrumentos músicales. Aparte de los grandes cabarets, como el Tropicana, Montmartre, Sans Souci, Salón Rojo del Capri y Parisién del Hotel Nacional, Copa Room del Hotel Riviera, Caribe del Habana Hilton.

El Sherezade, Pico Blanco, Johhnny’s Dream, Imágenes, El Gato Tuerto, Johnny 88, La Zorra y El Cuervo, Flamingo, El Turf, Maxim’s podían ser algunos de los night clubes más visitados.

También había otros de gran aceptación, como el Palermo Club, Pensylvania, Sierra, Night and Day, Las Vegas, Panchín, Bolero Bar, Topeka, La Rue 19, Habana 1900, La Red o el Alí Bar.

Ahora nos toca hablar del Sans Souci, por su ambiente exclusivo y su refinada elegancia, llegó a ser tan famoso como Tropicana. 

César Portillo de la Luz, autor de “Contigo en la Distancia”, explicaba antes de fallecer, que Tropicana y Sans Souci eran diferentes, el primero era el preferido de los visitantes extranjeros y el segundo era más para los cubanos que podían pagar sus altos precios.

El Sans Souci, considerado uno de los cabarets más famosos de Cuba y del mundo, estaba situado en el kilómetro 15 de la Carretera Central, hacia Pinar del Río, entre La Lisa y Arroyo Arenas. Recordemos que la Avenida 51 de Marianao continuaba como Carretera Central.

Hubo un tiempo en que, todos querían venir a La Habana, celebridades de cualquier clase, artistas, músicos, políticos y Sans Souci era uno de esos lugares que, si llegabas a la capital, tenías obligatoriamente que visitar.

“Sanssouci” es un término francés que puede traducirse como “sin preocupaciones”. El Sans Souci habanero tomó su nombre del palacio que Federico II, el Grande, construyó en Postdam en 1745. Rivalizaba con el palacio de Versailles en París, aunque mucho más pequeño. Realmente su objetivo fue un lugar de descanso más que un centro de poder. La misma idea animó a los fundadores del Sans Souci habanero, quienes querían que sus clientes se sintieran libres de inquietudes, un lugar como estar en casa y divertirse en sus espectáculos bajo las estrellas.

Fue fundado en los días siguientes a la I Guerra Mundial (1914-1918) cuando los estadounidenses ricos viajaban a Cuba para divertirse y gastar sus dólares en uno de los lugares más populares del mundo. Lamentablemente no hemos encontrado quién lo construyó y quien fue su primer dueño. 

TRES FIGURAS, UNA HISTORIA

El pueblo Monforte de Lemus está a 64 km. al sur de Lugo, en Galicia y allí en 1902 nació Arsenio Mariño el hijo de Salvador y de Gloria y hermano de Carmen, Mercedes y Olimpia.

Cuando su padre murió el adolescente Arsenio se subió clandestinamente en un tren de mercancías con rumbo a Vigo y una vez allí abordó como polizón un carguero que se dirigía a Las Américas. Unas jornadas más tarde, ya en alta mar, fue descubierto por un marinero, pero con la fortuna que el gallego que capitaneaba el barco era un hombre compasivo, en lugar de arrojarle por la borda, acto muy usual en aquellos días, optó por tomarle como pinche y gracias a ese acto de bondad, bastantes semanas después, Arsenio Mariño desembarcaba en el puerto de La Habana, con apenas 14 años.

Fueron muy difíciles aquellos primeros tiempos para el pobre galleguito, totalmente solo en la ciudad, con escasa cultura y mucha hambre. Cada madrugada acudía al mercado y buscaba entre la basura frutas, que resultaban exóticas para él y que los vendedores tiraban por estar algo dañadas, pasadas, demasiado pequeñas o verdes. Anones, mangos, plátanos, papayas, piñas que llenaban su boca de dulzores, su estómago de calorías y su alma de esperanza. Después de ese frugal desayuno-almuerzo nunca faltaba alguien que aceptara sus servicios para descargar carretas, colocar artículos en los mostradores o barrer el suelo del mercado. Eso le aseguraba el regalo de alguna barra de pan y de más frutas que él guardaba para la cena, a veces tantas que hasta podía compartirlas con algún que otro vagabundo, cosa que no faltaba en aquellos tiempos por las calles de La Habana.

El tiempo iba pasando en la vida de nuestro protagonista. Arsenio, tras conseguir trabajo como secretario en un importante bufete de abogados gracias al apoyo de un jefe que había quedado prendado por sus virtudes, logró al fin en 1922 traer a su madre Gloria y sus tres hermanas.

 En 1926, Arsenio contrajo matrimonio con Amanda, la hija de su jefe, todo un acontecimiento social debido a la posición del padre de la novia, prestigioso abogado y al año siguiente la abuela Gloria era bendecida con su primer nieto, Arseñito. La relación entre suegro y yerno siempre fue excelente desde que el joven gallego entró a formar parte de su plantilla. 

Entre los abundantes clientes del bufete había un norteamericano, de dudosa reputación, pero abundante fortuna, que disfrutaba conversando con Arsenio, riéndose como un chiquillo con su chapurreado inglés y con aquel dulce acento gallego que nunca perdió. A comienzos de 1929, el norteamericano le propuso ser su socio en lo que el describió como “el mejor y más lujoso cabaret de La Habana”. La reinauguración estaba prevista para el año siguiente y, tras algunas consultas familiares, Arsenio aceptó sin imaginar que acababa de comprar un pasaje sin retorno para la más arriesgada y hermosa experiencia de su vida.

Por otro lado, en 1926 llegaron a la Isla desde Alemania la familia Pfarr, el padre Rheinhold, la madre Jenny, el hijo Rheinhold Jr. y las mellizas nacidas en 1910, Dorchen y Jenny.

Las hermanas habían dejado de ser niñas prodigio y se habían convertido en Las Hermanas Pfarry (Las Pfarry Sisters) adolescentes y dos bellas mujeres. Sus maneras europeas, su exótico acento y la originalidad de sus bailes les abrieron las puertas, aunque fuesen de servicio de la alta sociedad. Llamadas, a menudo para amenizar fiestas organizadas por los casinos y sociedades, convirtiéndose así en el principal sostén económico de la familia. 

Dorchen era alta y fuerte, actuaba como chico, Jenny pequeña y frágil, como chica. Eso, que durante la infancia berlinesa había causado gracia y simpatía, acabó despertando el morbo del público, aunque solo fuese porque la imagen de una mujer vestida de hombre era algo inusitado, en aquellos tiempos. 

Las Pfarry Sisters fueron aumentando su prestigio y con él sus 

honorarios, pingües beneficios que iban a engrosar la bolsa de la madre, Jenny que sin duda llevaba con fiereza en su sangre el matriarcado, tomó la batuta y conservó su hogar, a base de rigor y disciplina.

Las Pfarry Sisters continuaban su ascenso artístico y la consolidación de su belleza. La abuela Jenny se enriquecía con las ganancias que su mina de oro le proporcionaba. Por fin parecía que todo iba viento en popa para la familia Pfarr. Allá en Chicago ya los músicos estaban tocando sus instrumentos en la orquesta sinfónica local. 

Pero el destino no estaba dispuesto a darles facilidades a las mellizas en ese año 1930 que iba a ser prolijo en demoledoras situaciones en ambas ramas familiares.

Los Rheinhold desde EE.UU, a pesar de la mala situación económica que 

atravesaba el país, lograron mandar a Cuba el dinero para los tres pasajes. La abuela Jenny ocultó este hecho a sus hijas, pues ni en sueños entraba en sus planes el renunciar a las libertades y bonanzas de las que estaba disfrutando además de su gozosa inmersión en el sensual ambiente de esa Cuba que se le metió hasta los huesos. Así que el dinero de los pasajes pasó a engrosar su billetera, recibiendo a cambio de su esposo desde Chicago una solicitud de divorcio, cuando este se enteró que su esposa estaba viviendo con un negro cubano.

Las hermanas descubrieron la jugarreta monetaria y los adúlteros retozos maternos, actos que debieron provocarles mucho dolor y desilusión, que tardarían decenas de años en desaparecer.

LA INAUGURACIÓN

A principios de 1930, llegó el gran día, el día tan esperado por Arsenio Mariño y su socio norteamericano, se reinauguraba el cabaret más elegante de Cuba, el Sans Souci.

Entre el público estaba la más alta sociedad habanera mezclada con innumerables norteamericanos venidos para el acontecimiento. En los salones se desenvolvía con majestuosidad el más selecto equipo de camareros, atendiendo la sala de juegos expertos crupieres traídos de EE.UU. y en la lujosa pista brillaba un show de exquisita calidad en el que figuraba, como no, la pareja de bailes del momento, triunfadora en los grandes salones de la ciudad, las Pfarry Sisters.

No pasará mucho tiempo y en cuyo seno se iba a fraguar una hermosa y dramática historia de amor.

UN AMOR DE PELÍCULA

Arsenio cada noche observaba las evoluciones de las mellizas en la pista, sus delicadas pero arrebatadoras maneras y, deslumbrado por la belleza y el exotismo que emanaban, cayó perdidamente enamorado. Es muy posible que en un primer momento ni siquiera supiera con claridad de cuál de las dos, es muy probable que, a medida que pasaban los días, el trato más afable y la innata coquetería de Dorchen inclinaran la balanza, el caso es que, gracias a la complicidad de Jenny hija, a escondidas de la constante vigilancia de Jenny madre, los enamorados comenzaron a citarse en los múltiples escondites proporcionados por los jardines que rodeaban Sans Souci. Resultado, Arsenio solicitó a su esposa Amanda que le concediera el divorcio.

La reacción fue inmediata y fulminante, Amanda, tras una rotunda negativa, habló con su padre. El padre habló con su amigo norteamericano y el socio norteamericano despidió a las Pfarry Sisters. Nada pudo hacer Arsenio, para evitar el llanto de su amada, los reproches de su suegro y los soeces comentarios de su socio capitalista.

Pero ni siquiera el cariño que sin duda sentía por Arseñito, su hijo, logró aplacar la furia de un amor que arremetía contra su pecho.

Una tarde, Arsenio a punto de traspasar la entrada del cabaret, vio una figura agazapada tras un árbol y escuchó una joven voz masculina, con un marcado acento gallego: «Don Arsenio, no entre usted por Dios, dentro le esperan tres individuos dispuestos a darle una paliza.» 

Arsenio huyó del lugar, fue a casa de un amigo y le pidió ayuda y albergue. Desde ese escondite planeó la escapada. Mandó un recado a su madre y hermanas, comunicándoles sus planes y suplicándoles absoluta discreción, pues su vida estaba en peligro. En un último y sigiloso encuentro clandestino con las mellizas les contó lo ocurrido y les rogó que escaparan con él hacia Puerto Rico, donde tenía importantes contactos que les proporcionarían ayuda y trabajo.

Las Pfarry Sisters no dudaron ni un minuto, el amor entre los tres era más potente que la incertidumbre ante, un nuevo exilio. 

Arsenio solicitó un préstamo a su amigo para comprar tres pasajes en el primer barco que saliera hacia la vecina Isla. Las mellizas hicieron, a escondidas de la madre, un par de maletas con toda la ropa de actuar que cupiese en ellas y en medio de la protectora penumbra de la madrugada salieron de la casa y a la mañana siguiente, en compañía del que iba a ser su compañero para toda la vida, abandonaron Cuba, llevando con ellos solo dos valijas y un inmenso cargamento de talento, amor y juventud.

A poco de llegar las mellizas eran estrellas en teatros como el “Fox”, el “Olimpo”, el “Rialto” y Arsenio hacía planes para el futuro de los tres. Fijaron su residencia en San Juan y comenzaron a realizar incursiones para Costa Rica, Panamá, Venezuela, Guatemala, México, países en los que Arsenio y su amigo, ahora socio, consiguieron provechosos contratos para la “magnífica pareja de bailes internacionales”.

En diciembre de 1932, el trío se fue en el barco Sebastián Elcano para Europa sin sospechar que iban hacia un continente convulso, hacia una olla a punto de explotar.

Luego Arsenio trajo a España a sus hermanas Carmen y Mercedes. Olimpia se había casado en Cuba con un prestigioso médico y decidieron radicarse en Costa Rica, llevándose con ellos a la madre Gloria. Carmen y Mercedes, hermosas y cultas, no tardaron en casarse, ambas con galenos. Carmen viviendo en Sevilla, Mercedes y Manuel en Madrid.

En una ocasión, mientras las mellizas trabajaban en la revista musical Las Tentaciones, con música de Jacinto Guerrero y textos de Antonio Paso, hicieron amistad con la joven y prometedora vedette Ana Lasalle (luego muy conocida en Cuba)

Cuando comenzó en 1936 la trágica situación comunista, Arsenio simpatizó con la presidencia de Manuel Azaña, un izquierdista y anticlerical que le permitió a Largo Caballero, Juan Negrín e Indalecio Prieto el 14 de septiembre de 1936, se robaran 510 toneladas del oro español, depositado en el Banco de España para luego enviárselo a José Stalin en Moscú.

Terminada la guerra, Arsenio y su cuñado Manuel, que habían estado en los frentes de batalla como enfermero y médico y regresaron al sufrido Madrid ansiosos por reencontrarse con sus familias. Manuel, regresó a un hogar vacío, Mercedes, la hermana de Arsenio lo había traicionado en aras de aventuras eróticas. 

Arsenio feliz y emocionado por reunirse con su amada Dora y la felicidad de las mellizas ante la recuperación del hombre de sus vidas. Cuatro días más tarde, una patrulla llegó y cargó, sin explicación alguna, con Arsenio.

Pero las Pfarry Sisters aun en esos tiempos de odios y desconfianzas, conservaban fieles admiradores y algún que otro entrañable amigo. Uno de esos admiradores de Jenny era capitán y sabrá Dios los favores a cambio, logró que Arsenio el 10 de febrero de 1940 fuera juzgado, declarado inocente y excarcelado.

Viviendo la familia en la calle Alonso Cano # 44 en Madrid y siendo las 11 de la noche del 22 de diciembre de 1940 la matrona auguró: “no os hagáis ilusiones que este bebé no pasa de las 48 horas”. Algo menos de dos kilos de piel y huesos era todo lo que había salido del útero de Dora, que luego de sobrevivir la nombraron Yolanda Gloria Rocío Mariño y Pfarr. Muchos años después sería muy conocida en Cuba por Yolanda Farr (se quitó la P del apellido de su madre).

En octubre de 1942 se recibió, en casa de la familia Mariño-Pfarr, una carta desde Cuba donde Amanda la esposa de Arsenio le enviaba los papeles del divorcio, porque estaba enamorada y quería casarse, ella siempre le había dicho al hijo que su padre había muerto. 

En marzo de 1943, Arsenio y Dora (el nuevo nombre de Dorchen) se casaron y celebraron en secreto porque habían tenido una hija sin haberse casado. Yolanda no supo la triste y complicada historia hasta los años ’50.

A Yolanda el continuo viajar le impedía asistir al colegio, pero eso no fue obstáculo para que a los 6 años leyera con fluidez y ya tuviese unas nociones básicas de aritmética, asignatura según su padre decía era imprescindible en la vida.  Se conocía todos los teatros de Madrid y buena parte de los de provincias. Había viajado a Marruecos, Tetuán y Portugal. Tenía un amplio surtido de vestidos de teatro. Era la mimada mascota de cada compañía en la que las «Pfarry Sisters» trabajaban. En fin, como veréis, su vida era sui generis, pero, a la vez, maravillosa.

Pasaron los años y todo se les complicó en España. Era muy difícil de aceptar, pero no había futuro para la familia allí, así que, a principios de 1949 completaron el duro proceso del adiós subiéndose al vapor Habana. Para calmar su angustia le aseguraron que él los llevaría a un lugar donde el aire olía a galán de noche y madreselva, donde el azul del cielo era incorruptible, una Isla divorciada de la nieve, la miseria y la tristeza y cuya calidez se filtraba en el alma de sus habitantes haciendo de ellos seres ebrios de música y risas. Era la Isla de Cuba.

Salieron del puerto de Barcelona con un total de 40 pasajeros y en la parada de Cádiz la cifra subió a 78, una gran parte de los cuales desembarcaron en Nueva York. 

Al llegar a La Habana, finalizado el papeleo se dirigieron todos a casa de la abuela Jenny en un flamante Cadillac del 48. Como Jenny había acusado a Arsenio del secuestro de sus hijas y aquello causó tanto resquemor, habían pasado 18 años sin contacto alguno con ella. Fue entonces cuando las sorpresas realmente comenzaron. Resultó que las mellizas tenían un padrastro. La mujer se había casado en segundas nupcias con un señor mulato, José Orozco, que la introdujo, con absoluto entusiasmo por parte de la alemana, en el mundo del espiritismo y la santería. 

Y ese fue el origen del primer encontronazo de Yolanda con esa extraña mujer al poco de estar hospedados en su lujoso chalet del Reparto Miramar.

Al día siguiente del choque con su abuela la familia la llevó en busca de otro lugar donde vivir y nunca más la dejaron sola con quién ella llamó, a partir de aquel momento, la Bruja Mala.

Pocos días después encontraron un pequeño apartamento en 5 y 12, Ampliación de Almendares, en Marianao (posteriormente la numeración cambió para la Calle 70 y Avenida 13). Una zona tranquila, a unas pocas manzanas de la fastuosa Quinta Avenida y del mar.  Relativamente cerca de aquella playa de La Concha y de su Parque de Atracciones (Coney Island) que iban a ser la delicia suprema de su infancia, a unos metros del cine Metropolitan y de la Academia Cima, escuela bilingüe, en la que cursaría sus estudios. Allí vivieron durante 19 años las queridas mellizas, su amado padre Arsenio y Yolanda.

Pero las sorpresas que Frau Jenny Yeck de Orozco, alemana, santera y espiritista les tenía preparadas no habían hecho más que empezar.

Resultó que el copropietario del atrevido Teatro Shanghai, en Zanja entre Campanario y Manrique, era del mulato, José Orozco.

Habiendo comenzado Yolanda sus estudios de música en el conservatorio Falcón, su madre solía llevarla por las mañanas a ese teatro, para que practicara sus lecciones, en el piano de la orquesta. 

Como miserable resultado Arsenio su padre se convirtió en taquillero del teatro. Pero meses más tarde, gracias a su disposición para los números, lo elevaron a gerente. Todo esto con sueldos de miseria, para desagrado de las alemanas y frustración del gallego. Pero gracias a estos sacrificios pudo Yolanda iniciar sus estudios en la academia 

bilingüe Cima y tomar, en el conservatorio Falcón, esas clases de música que tan útiles le serían en una negra etapa de su vida.

En un próximo artículo continuaremos con la interesante historia de Yolanda Farr, ahora volvemos al Sans Souci.

Roberto Faz (1914-1966) con la famosa Orquesta Hermanos Palau, estaba actuando en 1935 en el cabaret Sans Souci, siendo allí precisamente donde su estilo comienza a ser notorio.

Ramiro Gómez Kemp (1914-1981) inició su carrera musical muy joven descollando en el Cabaret Sans Souci. Luego se casó con la muy conocida actriz Velia Martínez (Que Pasa USA). Posiblemente Arsenio Mariño vendió su parte al principio de la década de 1930, cuando marchó de gira por Suramérica con las hermanas Pfarry. 

Norman Rothman, era el gerente del Sans Souci en los primeros años de la década del ’50.

De 1953 a 1955 la cancionera Olga Chaviano (1925-2003) fue la reina de sus noches y de su etapa allí surgió su primer hijo, Jorge Faustino Rothman (1956-1997) producto del romance que sostuvo con el norteamericano.

El Dr. Cappy Rothman, otro hijo de Norman Rothman (de otra relación) llegó a ser un prominente científico en California, en un reportaje declaró que su padre, Norman Rothman, dirigía el Sans Souci, por lo que él había pasado su adolescencia en Cuba, comenzando a trabajar en los casinos y que uno de sus primeros trabajos fue transportar dinero en efectivo en un maletín esposado a su muñeca entre Cuba y los bancos en EE.UU.

Chaviano fue una de las mujeres de cabaret más célebres de la época. Celia Cruz le dijo a su biógrafo: “Sun Sun Ba Baé debutó en 1951 y fue verdaderamente una celebración afrocubana asombrosamente entretenida. Estructurada como una revista musical, con un tema musical del mismo nombre que el título, Sun Sun Ba Baé tuvo una duración de más de una hora y media. Presentó varios cuadros afrocubanos, conmigo como cantante principal. Debo señalar que la canción que da título al espectáculo era una guaracha, un género popular de la música cubana nacido de los rituales religiosos afrocubanos con los que siempre estaría estrechamente asociado. El espectáculo abrió con bailarines modernos, cantantes e íconos de la danza cubana como Olga Chaviano, quien emergería en el escenario reclinada en un palanquín llevado por hombres uno en cada esquina. Sin duda fue un espectáculo digno de ver”.

Fue una etapa de éxitos para la Chaviano, quien se convirtió en la primerísima e indiscutible vedette de Sans Souci, encabezando las revistas y espectáculos en su escenario. En Sans Souci llegó a bailar acompañada por el Negro Ballet del coreógrafo norteamericano Walter Nicks.

En 1953, tomó parte en el filme mexicano Piel Canela, protagonizado por Sarita Montiel, Rosa Elena Durgel, Manolo Fábregas y Ramón Gay, con muchas escenas de Cuba y de Sans Souci.

Bamba Iroko Bamba de Alberto Alonso se presentó en Sans Souci a un costo de $25,000 semanales. Con nada menos que cien intérpretes, Según Alonso, fue el espectáculo más grande y más costoso jamás realizado en Cuba. Estaba creado en torno a un 

colorido tema vudú afrocubano. Se presentó durante 1951-1952 y fue protagonizado por una joven bailarina de Nueva Jersey llamada Skippy. 

Cuando Alberto Alonso fue fichado por Sans Souci, se llevó a su propio grupo de ballet con él, incluida la elegante y curvilínea bailarina principal, Sonia Calero, quien luego sería su tercera esposa.

Jay Mallin relata en 1952 los extranjeros llevaron a los clubes nocturnos de Cuba el juego de Razzle-Dazzle y aunque los dueños de casinos ganaron una fortuna, hubo incontables quejas de prominentes personalidades hasta que, tuvieron que eliminarlos completamente.

DESFILE DE ESTRELLAS MUNDIALES 

Entre 1955 y 1957, Lefty Clark, de Miami, quien operaba algunos de los mejores casinos de Florida, fue el nuevo administrador de Sans Souci. Clark y sus asociados gastaron un millón en la reconstrucción y ampliación del club. Adicionaron modernas máquinas tragamonedas y revistieron sus paredes y salones, para poder sentar a 1,100 personas.

Además, le adicionaron un techo de cristal a una amplia habitación del edificio principal para que en las noches lluviosas los clientes pudieran sentarse en el interior.

El espectáculo inaugural estuvo protagonizado por Denise Darcel, una dama francesa que llenaba los ojos con un repertorio de canciones chisporroteantes. Le siguió otra exuberante francesa, Edith Piaf que dio el pistoletazo de salida con La Vie en Rose y Abril en Portugal.

 La tendencia internacional continuó con Ilona Massey, cuyos números de tzigane fueron algo completamente nuevo en Cuba. EE.UU. tuvo su día con Cab Calloway, cuya música desinhibida fue muy apreciada tanto por cubanos como por estadounidenses. 

Luego siguió, a intervalos quincenales, un trío de cantantes: Dorothy Dandridge, Joanne Gilbert y Tony Martin, quien reunió a tantos clientes que Sans Souci aumentó temporalmente su mínimo de un dólar.

Atractivos adicionales eran sus tres orquestas alternas, dos espectáculos nocturnos y el menú más completo de cualquier club nocturno de La Habana. Y la comida también era buena.

Además de los artistas, bailarines, cantantes y las orquestas, Sans Souci también contaba con un coro de 14 voces. Esta fue una innovación en los clubes nocturnos. 

El Casino de Juegos de Azar estaba situado en el interior y contaba con las habituales mesas de Ruleta, Craps, BlackJack y Chemin de Fer (shimmies). Para grandes jugadores también había un juego donde los apostadores lo hacían contra ellos mismos en lugar de contra la casa, que simplemente recogía un porcentaje. A los tejanos les gustaba el juego tanto que Clark lo mantenía abierto para ellos durante toda la noche. 

En cuanto a la teatralidad, Clark ofreció al ex campeón de boxeo de peso completo Rocky Marciano $350,000 por una pelea contra el retador cubano Niño Valdés, en el Club. Contrató figuras internacionales como Marlene Dietrich, Liberace y Susan Hayward, para la temporada de 1957 y 1958.

Según Jay Mallin, cuando la nueva administración llegó al Sans Souci no sólo tuvo que reconstruirlo físicamente, sino que tuvo que limpiar su reputación. Esta se había convertido durante los tres años previos en algo muy nebuloso debido al juego del Razzle-Dazzle. Según Jay Mallin, entre 1956-57, Sans Souci instaló el juego de bingo, donde incluso, los niños podían jugar.

Sans Souci era tan importante que producía sus propios LP con la música que se interpretaba en sus shows, como el cuarteto de las D’Aida (su primera grabación) o Ernesto Aquino, virtuoso violinista, compositor y director de orquesta.

Entre las personalidades extranjeras que animaron en este cabaret, podemos destacar a los norteamericanos Tony Martín, Frank Sinatra, Kirk Douglas o Nat King Cole y personajes como Mario Moreno (Cantinflas), Rocky Marciano o Libertad Lamarque. El debut en centros nocturnos de Rosita Fornés, lo hizo en Sans Souci, a principio de la década del 40.

La prestigiosa marca de relojes “Cuervo y Sobrino” diseñó unos relojes exclusivos para el Sans Souci, fabricados en Suiza con 16 joyas.

En 1956, Marlon Brando (1924-2004), en su primera noche habanera fue hasta el Sans Souci para encontrarse con su amiga la actriz, bailarina y cantante norteamericana, Dorothy Dandridge (1922-1965) que estaba actuando allí. Por supuesto también pidió permiso para tocar la tumbadora y recibir alguna que otra lección de cómo tocarla bien.

SANS SOUCI Y EL JAZZ

Sans Souci, había sido enfática en los jazzistas y de algún modo iba a la cabeza de la contienda, contratando a Johnny Mathis, Tony Bennett, Dorothy Dandridge, Johnny Ray, Tommy Dorsey, June Christy. Tropicana aceptó el reto y el jueves 1 de marzo de 1956 Nat King Cole debutaba en la pista del Salón Bajo las Estrellas. Quince días después lo haría el crooner Billy Daniels, también de moda. 

El sábado 2 de febrero de 1957, el Diario de la Marina calificaba a Sarah Vaughan como “la más destacada intérprete del jazz, cuya actuación está constituyendo la máxima atracción de la temporada invernal en Cuba”. Y subrayaba “las fastuosas producciones de Alberto Alonso, Endoki a las 10:30 pm y Sueño en Bagdad, a 1:30 am. donde Sarah será la atracción principal, como también lo serían la bailarina Lolita Monreal, el Cuarteto de Aida, el conjunto vocal de Cuca Rivero, Sonia Calero y Víctor Álvarez, pareja de bailes, el compositor Frank Domínguez y las vedettes Raquel Mata y María Magdalena.

Según el mismo diario, en el Nevada Cocktail Loung (el Bar del Sans Souci), alternaban Frank Domínguez y su conjunto, César Portillo de la Luz, Pepe Reyes, Dandy Crawford y también el Cuarteto D’Aida. Al parecer, en algunos temas Sarah se hizo acompañar por la orquesta del Sans Souci, dirigida por Rafael Ortega y quedó constancia del agradecimiento de la diva, cuando le dijo: «Muchas gracias, Rafael, por su gran acompañamiento”.

Cara Melo encabezaba el grupo de danza Sans Souci, que se especializaba en danzas salvajes y desinhibidas sobre temas nativos. Cara fue siempre observada por productores estadounidenses de Broadway. 

Coristas esbeltas reclutadas de todo el mundo como la curvilínea americana Inez Rita, desfilaban en espectáculos en el Club.

Fue uno de los lugares más populares del mundo y nunca se cerró por completo, aunque la época de la Ley Seca entre 1920 y 1933 y la Gran Depresión redujeron su funcionamiento cuando el comercio turístico se redujo bastante. 

Sans Souci, la noche del 31 de diciembre de 1958 presentó un espectáculo conformado por Las D’Aida y la producción Sabor y Souvenir de Haití, con Martha Jean Claude, Miriam Barrera, Nancy Álvarez y los bailarines Ana Gloria y Ferrán. 

El Casino fue saqueado al otro día y el Cabaret, al parecer, nunca volvió a abrir sus puertas.

Se habían acabado los días de gloria para darle entrada a la miseria, destrucción y muerte traídas por el asesino de Birán.

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