Por José “Chamby” Campos
Cuando observo como se desarrolla la situación actual de la nación estadounidense me viene a mis recuerdos la crisis del año 1973.
En ese año, el territorio nacional se encontraba sumido en el dolor causado por una guerra sin sentido alguno en el lejano Vietnam, dejando miles de muertos y heridos además de dividir a la población. El precio del combustible se disparó a niveles nunca antes visto, causando un derrumbe financiero. Por primera vez la fibra moral fue desafiada cuando la Corte Suprema aprobó la ley del aborto en el caso “Roe vs Wade”.
Los momentos por los cuales la patria atravesaba eran cruciales y el futuro no parecía prometedor; sin embargo, como una tierra llena de fe, nunca cesó en su esperanza de que alguien la salvaría.
Nunca llegó el líder que pudiera aportar el optimismo esperado, ningún ciudadano vino a ese rescate tan deseado y mucho menos no existió otro país que intentara ayudar al pueblo estadounidense.
De pronto ocurrió lo inesperado. Un evento que daría pie a un final histórico.
El 5 de mayo, en el hipódromo de Churchill Downs se coronó campeón en el Kentucky Derby un caballo nombrado Secretariat. Un bello pura sangre que en el transcurso de su victoria implantó un récord de velocidad en la venerada pista de carrera.
La manera como triunfó lo convirtió en un ídolo, ya que finalmente había traído una razón positiva y alentadora del cual hablar.
Las conversaciones entre familiares, amigos, compañeros de trabajo o estudios, era la hazaña de aquel hermoso equino que se ganó el corazón de grandes, chicos, hombres y mujeres, todos incluidos.
Ya en ese momento comenzó a especularse si el pura sangre pudiera ganar la Triple Corona del hipismo; el premio más consagrado dentro de la industria y uno de los más respetados en cuanto al deporte se refiere.
El último potro en haber logrado dicha proeza había sido el legendario “Citation” en 1948; a partir de esa fecha ningún otro se había acercado en 25 años. El “Inmenso Colorado”, como lo habían apodado, era la gran esperanza.
En el curso de las siguientes dos semanas, plazo para la segunda carrera, las noticias de radio, televisión y prensa en su gran mayoría eran sobre Secretariat. Su vida y la de todo su equipo, desde la dueña, el entrenador, jinete y el resto de los asistentes fue documentada con lujo de detalles.
Llegó el 19 de mayo y en medio de un clamor popular en el hipódromo de Pimlico en la ciudad de Baltimore, el caballo repitió el resultado e impuso otra marca, y en el trayecto se llevó la segunda parte de la tan codiciada triple joya.
Después de tan contundente victoria su nombre se convirtió en sinónimo de alegría y júbilo. En otras palabras, el desencanto nacional encontraba un aliciente.
Durante las tres semanas restantes antes de la gran prueba; ninguna agencia publicitaria, ni psicólogos, ni motivadores profesionales pudieran haber elevado el espíritu estadounidense de la misma manera que el elegante Secretariat lo hizo.
Cuando la tarde del 9 de junio arribó a la pista de Belmont en el estado de Nueva York, solamente otros tres caballos se atrevieron a retar al Inmenso Colorado; el cual, como si supiera su lugar en la historia norteamericana se dispuso a ofrecer un espectáculo jamás antes presenciado.
El resultado no se hizo esperar y al igual que en las dos competencias anteriores, su actuación arrojó otro récord de velocidad y con este, conquistó lo que todos deseaban, la elusiva “Triple Corona”.
Una vez más en la tierra de George Washington y los Padres Fundadores florecía la ilusión gracias a un noble animal que supo echarse en su lomo a su pueblo.
Es por eso que siendo este un país democrático y conservador; donde sus valores son cuestionados diariamente y la circunstancia actual es mucho más crítica debido que el ala liberal es más fuerte y está mejor organizada de lo que estaba en aquel momento, esto me hace preguntar.
¿Dónde te encuentras Secretariat?
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