EL 30 DE SEPTIEMBRE Y LA GENERACIÓN DE 1930

Written by Libre Online

29 de septiembre de 2021

Se conmemora este 30 de septiembre un aniversario más de nuestra gloriosa enseña nacional, el vigésimo aniversario del inicio de aquel formidable movimiento estudiantil revolucionario de 1930; pronunciamiento que venía engendrándose desde un año antes y que el maestro filósofo  Enrique José Varona, el 20 de agosto de 1930 puso en marcha definitiva con su palabra sentenciosa dirigida a la juventud cubana, al señalarle su poco interés por las cosas graves que ocurrían en el país, sustituyendo su atención por el deporte.

Ciertamente que ese histórico día la víctima lo mismo hubiera sido Carlos Prío Socarrás, Rubén de León, Raúl Roa, Pepelín Leyva, Antonio Días Baldoquín, Polo Váldez Miranda, Isidro Figueroa, Pablo de la Torriente Brau, o algún otro rebelde. Pero Rafael Trejo fue escogido por el destino para alcanzar la inmortalidad y para que su holocausto fuera un incentivo a los que combatían por el ideal de derrocar al régimen dictatorial del General Machado. A Trejo, más que a nadie, se le puede aplicar la sentencia de Goethe: “Que no puedas llegar, es lo que te hace grande”. En la trayectoria del tiempo y la distancia, su figura se agiganta y se hace un símbolo.

El historiador Gonzalo de Quesada y Miranda, al reseñar el amanecer de aquella mañana que hizo estremecer de  emoción a todas las almas sensibles, nos detalla que:

“Pocas veces se despertó La Habana con tanta tensión nerviosa como en aquel histórico Septiembre  30 de 1930; la misma neblina de la gris mañana otoñal aumentaba la sensación de que algo dramático estaba inevitablemente a punto de estallar”.

Uno a uno van llegando los estudiantes a la Universidad, donde se encuentran con un gran aparato bélico gubernamental, la figura repugnante del inspector Antonio B. Ainciart, apostando las fuerzas policíacas en sitios estratégicos.

Entre los muchachos se corre la voz: Marcharemos directamente a Palacio, aquí no nos podemos reunir; saldremos desde el parque Eloy Alfaro”.

Raúl Roa, uno de los distinguidos actores del pronunciamiento estudiantil, nos recuerda que:

“Pronto se circuló la consigna: al Parque Alfaro. De allí, organizados en manifestaciones, partíamos rumbo al Palacio Presidencial, a restregarle a Machado en su propia cara nuestra rebeldía a su gobierno oprobioso y sangriento. La determinación aunque peligrosa, era políticamente más efectiva que ir hasta la casa de Varona, como se había acordado”.

Somos ya como cien. Un estudiante lanza un discurso condenatorio contra el Gobierno. (Nota del A. José Sergio Velasquéz). Gritos. Aplausos. La exitación es tremenda. Trejo y Pepilín Leyva se encaraman a la azotea del edificio Ravelo, en Infanta. La policía inicia un movimiento envolvente. Pepelín y Trejo descargan sobre ella una granizada de piedras. Suenan tiros. Polo y Saumell van en busca de Pepelín y Trejo.

-¡Muera Machado! ¡Abajo la tiranía!

Alguien saca una bandera cubana. (N. del A. Félix Ernesto Alpizar y Armando Feito). La manifestación se organiza y se pone en marcha. No llevamos más armas que los puños selváticos de Pepelín y de Pablo de la Torriente Brau. Policía que tocan, policía que cae.

Huyen como bólidos los transeúntes. Estrépito de puertas. Tiros.

Trejo indignado, impetuoso se enfrenta con un policía en un cuerpo a cuerpo. Trata de arrebatarle el revólver al esbirro. Un tiro. Se escucha un tiro, Trejo se desploma sangrando, él ha tenido la desgracia y la gloria de ser la “víctima necesaria”.

Pablo de la Torriente, seis años más tarde en España, también habría de sacrificar su vida en aras de un ideal de justicia y libertad.

Y llegó la noche, dándole término al memorable día que señalaba el principio de la gran jornada revolucionaria que motivara a la generación de 1930 su entrada en la historia de Cuba.

Consecuentemente, todo el pueblo se levantó en conmoción y abrigando esperanza de que las cosas cambiarían, aunque a costa de grandes sacrificios.

Los muchachos no se amedrentaron. La trágica caída de Trejo en plena vía pública selló con sangre lo que constituyó la declaración de guerra a muerte entre la juventud y el gobierno tiránico de Machado, haciendo del compañero mártir una bandera de combate, los estudiantes prosiguieron con energía vehemente la lucha contra el régimen ominoso que sufría el país.

Indudablemente que la ejemplar conducta de lanzarse a una contienda desigual para el logro del derrocamiento de Machado, respondiendo al clamor popular, dispuesto a lograrlo por todos los medios y procedimientos, y a trueque de los sacrificios, aún el supremo de la propia vida, fue una gran tarea que se impuso aquella generación. Fueron tres años de lucha sangrienta, sacrificios y martirilogio. Durante todo ese inquieto período, la población cubana vivió perennemente bajo un reino de terror. El encarcelamiento y el asesinato era la palabra de orden. Raro era el dia que, a plena luz del día o en la sombra de la noche, dejaran de escucharse grandes explosiones terroristas. De ambos bandos, cada momento caían nuevas víctimas. Desdichadamente para el futuro de Cuba, se introdujeron estos atentados personales que tantas horas de luto han costado al país. Pero con la estrepitosa caída del régimen dictatorial de Machado bajo el peso enorme de sus grandes errores políticos, el pueblo dio muestras de júbilo y la generación de 1930 vio momentáneamente cumplidos sus caros ideales.

De Carlos Prío Socarrás, uno de los principales protagonistas de las luchas estudiantiles de ayer y hoy Presidente de la Repúlica de Cuba son estas palabras:

“Aquella juventud fue ejemplar en la lealtad a los ideales, y por eso pudo conmover al país y lanzarlo en la gran batalla por una Cuba mejor. El pueblo comprendió a sus “muchachos”, y nos acompañó. La gran obra que realizamos no hubiera podido ejecutarse sin la fe y la sinceridad que nos animó”.

Nuestro pueblo sabe que la generación de 1930 tuvo conciencia de la obra que había realizado y que a ella no le corresponde la culpa de los nuevos desaciertos y errores políticos que ha sufrido el país. 

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