Tomado del Diario de Guerra del Gral. Pujals
Por Rafael Soto Paz (1950)
Febrero 17 de 1897. –Ayer a las 11 de la mañana se despidieron para Occidente los doctores Negra y Caneda que van a ocupar sus puestos en aquel territorio; a la 1:00 pm llega el general Carrillo y habla reservadamente con el general en jefe y a las 3 una pareja avisa que, en el paso del Zaza, nombrado Covadonga, está acampada gruesa columna española y que otras parejas han quedado a la vista de la misma para espiar sus movimientos. El general ordena que el Regimiento “González” salga enseguida y vaya al encuentro del enemigo y si avanza, dé noticia de la dirección que toma. A las 6 regresa al Regimiento y dice que ha dejado acampada la columna a derecha e izquierda de las márgenes del Zaza, habiendo dejado allí un retén para que tan pronto se mueva le haga fuego y avise.
A las 7 pm se ordena al coronel Legón, Jefe del Regimiento Tahuasco, destaque un escuadrón sobre el enemigo que le hostilice y venga a la vanguardia de la columna, avisando la dirección que tome. A las 6 de la mañana de hoy salimos en marcha hacia Trilladeritas, acampando a las 9. Se recibe por mediación del teniente Calixto Sánchez, una carta de Salvador Cisneros fechada en San Alberto, Camagüey el día 11 del corriente, dándonos aviso de haber tenido noticias de las últimas prisiones llevadas a cabo en la población por el Gobernador Civil nombrado Orgaz Avecilla, cuyos presos iban esposados de dos en dos al ser trasladados a Nuevitas por ferrocarril, el día 31 del mes próximo pasado.
Estos presos son: Juan de C. Agramonte, José Morell, Ramón Boza, Vicente Ramírez, José Moré, Aurelio del Urrá, Enrique Agüero y las señoras Concha Agramonte, Eva Adán, Ángela, Malvina Silba, Gabriela de Varona y María Aguilar, que van rumbo a La Habana, quedando presos en la ciudad los señores Víctor de Miranda, Julián Carbó y Hatuey Céspedes y la señora viuda de Rovira, suponiendo, según la carta, que esto no sea con los mejores fines. Las hijas de Juan C. Agramonte al despedirse de su padre con gritos desgarradores dicen que eran dignas de lástima, siendo consoladas y alentadas con palabras por el teniente coronel español Cruz González, censurando este agriamente al Gobernador Civil, autor de las prisiones, según se dice.
Los nombres de los señores y señoras presos son muy conocidos, no solo en Camagüey, sino en la isla entera y en el extranjero, teniendo todos sus seres más queridos defendiendo la independencia de su país, y para que se vea lo cierto, solo me referiré en apuntes a las señoras que aparecen deportadas y las causas que deben haber motivado esta conducta del Gobernador Avecilla, español rabioso y de baja esfera, habiendo pertenecido en otra época al “alto cuerpo” del gremio de cocheros, según me han informado.
Debido no se sabe a qué debilidades, seguramente ocupa hoy un puesto tan importante y cuyo gobernador en otra época no hubiera sido ni digno de ser portero de esas familias que, sin consideración alguna y valido de su posición, las insulta metiéndolas primero en una cárcel y después, ¡qué vergüenza!, esposadas las pasea por las calles y en un carro de ferrocarril las hacina para ser transportadas a La Habana, quedando satisfecha su venganza e hiriendo en lo más profundo de su corazón a los valientes y prestigiosos jóvenes Benjamín, Calisto, Armando y Eugenio Sánchez Agramonte, hijos queridos de la noble matrona Concepción Agramonte de Sánchez; a los valientes y pundonorosos Jefes Alejandro Rodríguez y López Resino, esposos respectivamente de las señoras Eva Adán y Ángela Malvina Silva; a los hermanos y allegados de la señora Gabriela de Varona, que honradamente sirven a su patria y por último al anciano Antonio Aguilar, hermano de la señorita María Aguilar y que hoy desempeña un puesto del Gobierno insurrecto.
A las 2 pm avisan los exploradores que la columna enemiga de que hablábamos al principio viene por nuestro rastro. Habiendo tenido ya el coronel Legón, fuerte fuego con ella, como a las 12 del día. A las 3, avisa una pareja y el puesto avanzado, colocado en el rastro, que la columna enemiga está a la vista en el potrero Las Charcas, a legua y media del Cuartel General. Se toca llamada a tropa y se colocan las fuerzas en orden de combate.
A las cuatro llegan tres exploradores que pertenecen a la escolta del general Carrillo y dicen que han hecho fuego al enemigo a la entrada de Las Charcas habiendo sido cargados por la caballería enemiga, que no pudiendo darles alcance, les hizo fuego ocasionándoles, un muerto y un herido, cayendo el primero en poder del enemigo y no pudieron dar cuenta delante de la suerte que haya corrido el segundo, conviene y no alcanzo tampoco a comprender la autoridad que tendrá el Consejo de Gobierno para intervenir como Gobierno sobre esos prisioneros de guerra que están bajo la acción militar y no deben ser distraídos de sus prisiones a menos que no sea por una orden del General en Jefe, único que puede resolver esos casos como jefe superior del Ejército. Por la tarde llega al cuartel general el coronel Legón y comunica que la columna española acampada en Pelayo marcha en dirección a Santi espíritus.
Día 21. Por la mañana me ordena el general que esté listo de marcha y me entrega una orden para el comandante Amador Cervantes que debe poner a mi disposición el parque que en ella se expresa y que debo repartir de la manera
siguiente: 2000 tiros para el General en Jefe; 3500 para el Coronel Legón; 3700 para el Teniente Coronel Charles Gordon y 500 para el Comandante Cervantes. A las 8 hago marcha por el potrero Demajagua hasta Santa Teresa. (A continuación, da cuenta el general Pujals de los incidentes de su marcha y movimiento del enemigo durante el día y también el siguiente día, 22 de febrero llegando al potrero Santa Teresa a las cinco de la tarde). Acampados, dio orden al Comandante Amador Cervantes para que inmediatamente saliera la comisión que debía ir a buscar al parque donde se encontraba depositado, regresando a las once y media de la noche, a cuya hora hizo entrega el coronel Legón y teniente coronel Gordon de la parte que les correspondía, dándoles órdenes de estar listos de marcha para las tres de la mañana. Hoy me entero de que ha sido herido de alguna gravedad en el mismo brazo que tenía lisiado el valiente coronel Juan Veloso en un fuerte combate tenido ahora tres días con una columna en las márgenes del Jatibonico del Norte y del Jatibonico del Sur. No se han recibido detalles de esos combates.
Día 23. A las 3 antes meridiano se toca diana y a las cuatro emprende en marcha el coronel Legón y teniente coronel Gordon hacia los puntos que se le ha ordenado por el General en Jefe. Yo me quedo en este lugar con el comandante A. Cervantes hasta recibir órdenes para incorporarme al Cuartel General. Se noticia que ayer entró un gran convoy en Arroyo Blanco, procedente de Sancti Spíritus, compuesto de 30 carretas y acémilas. (Después de detallar en su Diario este día sin importancia en el transcurso de las horas en espera de la orden del General en jefe para incorporarse, dice Pujals que a las 2 de la tarde la recibe, reuniéndose en el Cuartel General en la Demajagua, dándole cuenta al general de la realización de su cometido).
Día 24. Se muda el campamento para el potrero, “Las Varas” estudiando el General, las posiciones del campamento por si es atacado por el enemigo. Hoy cumple la Revolución 2 años y reunidos en la tienda del general en jefe, el General Carrillo, el doctor Valdés Domínguez, yo y algunos otros, nos obsequia con una copita de ron y tabacos, única cosa que tiene para conmemorar este día. Dice el General que él es religioso y que por lo tanto debemos celebrar este fausto aniversario con algo que nos recuerde tan grandiosa fecha para todos los buenos cubanos que están dando hoy sus vidas por tener una patria próspera y feliz. Se despacha comisión llevando pliegos oficiales para el brigadier Robau, jefe de la Brigada de Sagua la Grande. Por la noche nos movimos en la tienda del general en jefe algunos jefes y oficiales en celebración de la festividad del día. La conversación fue entretenida, retirándose todos al toque de silencio.
Después nos quedamos el general Carrillo, Miguelito Varona y yo y cenamos con el General en Jefe. Este nos invitó a comer lechón asado con yuca y boniatos y su correspondiente copita de ron y café. Esta cena bastante frugal y sencilla la hicimos con mucho gusto y sirvió para recordar que quizás en no lejano tiempo, podamos reunirnos para celebrarla con la esplendidez y que hoy, dada nuestra situación y nuestros pocos recursos, es suficiente para satisfacernos y quedar complacidos.
Día 25. Anoche se recibió correspondencia oficial del mayor general Jesús María Rodríguez, jefe del Departamento Militar de Occidente y del Brigadier Alejandro Rodríguez, que marcha a La Habana a ponerse al frente de aquellas.
La comunicación del General Rodríguez es muy laudatoria. Pues habla del buen estado de la revolución en Cienfuegos, desde donde escribe, estando muy levantado el espíritu de las fuerzas que ha revistado en su tránsito y da cuenta del último combate librado en “Melcón” por nuestras fuerzas de infantería y caballería a las órdenes del teniente coronel Enrique Loynaz del Castillo, su jefe de Estado Mayor contra fuerzas enemigas numerosas.
El combate fue rudo y tenaz, durando desde las nueve de la mañana hasta las seis de la tarde sin sufrir más bajas que dos muertos y algunos heridos. Este combate es el más grande ocurrido en la vida de Cienfuegos, desde que Weyler ha publicado que las partidas que quedan allí son pocas y de escasa importancia.
Esperamos los periódicos para ver cómo la describen ellos. El general Mayía dice que ha dado la orden de quemar todos los cañaverales de los ingenios inmediatos a Cruces y Lajas por haber recibido carta confidencial de un hacendado que le suplica que quemara sus campos en razón de que Weyler a su paso por esas comarcas, ha exigido a los dueños de ingenios, la realización de la zafra con la amenaza de incendiar si no obedecen, más las consecuencias naturales a una actitud semejante dice que por informes fidedignos, sabe que el General en Jefe español observa a su paso, una conducta arbitraria, como sucedió al penetrar sus tropas en los pueblos de Cruces, Ranchuelo, Rodas y otros, entregando su soldadesca, sin disimulos ni reparos al saqueo y a otros desórdenes, exacerbando así los ánimos y alarmando a todos los vecinos que sufren estos atropellos y copia un párrafo de la carta aludida que dice así:
“El general Weyler por todos los puntos donde ha pasado con su columna de 16000 hombres se ha captado la antipatía general por venir atropellando propios y extraños. A los hacendados nos ha impuesto la obligación de moler y pagar la contribución, amenazándonos de quemar los cañaverales, como ya lo hizo en La Teresa y no podemos atrevernos a quemar
nuestros campos, que esperamos lo hagan ustedes. Esta marcha ha sido el mayor fracaso que ha tenido Weyler de los 16000 hombres, unos 4000 y pico están en los hospitales”.
En este trabajo, en que se habla de la detención de varias patricias camagüeyanas, coincide su fecha con el holocausto de Marina Manresa, es decir, la primera mujer que se inmola por la liberación de Cuba. Era ella, la pinta un biógrafo, mujer esbelta, de aspecto grácil y atrayente, de vivos ojos y frente luminosa, cuyo temple de acero y resolución desmedida la hicieron destacar. Lo probó la noche del ocho de octubre de 1850. Sabiendo que cien conspiradores de Matanzas fraguaban un alzamiento en el Valle del Yumurí, a fin de secundar un nuevo desembarco de Narciso López, se presentó bien erguida en el lugar de la cita. Y a su amante, Miguel Lara Acosta, dirige estas palabras:
–Vengo a morir contigo; no me prives de tan dulce muerte. El sepulcro de la patria es la gloria eterna…
Nada influyó que solo unos pocos conjurados fueran fieles a la promesa dada al jefe Juan Arnao para hacerla desistir del empeño: Marina se mantuvo firme. Un rato después el grupo insurrecto cruza varios disparos con la tropa que salió a perseguirlos; y el balance arroja un herido grave: el valiente Arnao, alma del grupo patriota, a quien dan por muerto los españoles a causa de los tres balazos que recibiera. Y también aparecen dos cuerpos yertos, allí en medio del valle: el del mayoral “Tormenta”, como todos llamaban a Juan Manuel Alfonso, y el otro cadáver, el de la sin igual Marina Manresa.
Cuentan que, al sonar los primeros disparos de la fatal escaramuza, la bella matancera supo decir, a “Tormenta”:
–Yo también cumpliré el deber que he jurado a mi patria y a mi amante.
La detención pues, que cita Pujals, en nada podía amilanar a las patricias camagüeyanas. En Cuba ya existía una gloriosa tradición comenzada por la Manresa y seguida por cientos de mambisas en la Revolución del 68. Ahora en el 97 la conciencia estaba más madura y por ende, más difícil de amordazar.
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