DESTRUIR LA AUTORIDAD, VIEJO SUEÑO ANARQUISTA  

15 de agosto de 2023

Durante el verano del año 1968, recién salida Francia de las huelgas y los disturbios que tuvieron lugar durante el llamado Mayo Francés, que algunos pretendieron emparentar a una segunda gran revolución, el novelista francés Carlos Fuentes escribió un reportaje para la revista La Cultura en México que, después de haber tenido una acogida inicial favorable, terminó siendo un paradigma de ingenuidad y de falta de tino de un intelectual ante las realidades sociales que le son contemporáneas. Al respecto Max Aub no se privó en caliente de plantarle a Fuentes varias banderillas en el lomo, emitiendo un inapelable «no es la primera vez que a la sombra de la Sorbona inventan el agua tibia».

México se encontraba a pocas semanas de los trágicos sucesos que ensangrentaron la Plaza de Tlatelolco, pero eso ni Fuentes, ni Aub podían imaginárselo. El primero estaba en París, el otro sobre el terreno en pleno corazón del país azteca. Otro peso pesado del sector que tampoco se olió lo que venía fue Octavio Paz, a la sazón embajador de su país en India, a quien los ecos de los sucesos en el Barrio Latino de París lo sorprendieron de vacaciones en las estribaciones del Tíbet.  Paz se fue sin bola y prueba de ello es una carta memorable a su amigo Guillermo Sheridan, en la cual le hizo saber que y lo cito, «el orden mediocre del mundo está vacilando; la resurgencia actual de mis maestros me emociona y me exalta porque estamos viendo que Bakunin, Fourier y los anarquistas españoles están de vuelta en Occidente y gracias a ellos, al entrar en acción actos, pensamiento y poesía, comenzamos a salir del negro túnel en el que habíamos entrado con la caída de la República en España, los procesos estalinistas en Moscú  y la ascensión de Hitler en Alemania» (fin de la cita). Dijo más porque incluso se aventuró a profetizar que el mundo estaba en el alba de cambios estructurales mayores. Dicho rápido, anarquismo en estado no ya embrionario sino puro.

Vistos a la luz de los 55 años que desde entonces han transcurrido lo que estamos viviendo, que conste que no solo en Francia, invita a reflexionar en cuanto a los análisis generalmente equivocados que la realidad hace germinar en los pensadores y, lo que es peor, en los gobernantes que ocupan el escenario mundial.  En cuanto a los hombres de negocios, por ellos no hay que preocuparse porque en general salen airosos y los resultados financieros que generan no cesan de incrementarse.

En la Francia de hoy, tal vez como eco a un movimiento que ya dejó de ser subterráneo en Estados Unidos, muchos gestos están convergiendo hacia planteamientos que buscan anular la autoridad en particular la que emana del binomio policía-tribunales. En lo que respecta a las llamadas «fuerzas del orden» su falta de eficiencia se ha materializado con la perversión de la mayoría de sus componentes mediante una fuerza sindical ganada a la ideología de las izquierdas.

Con el transcurso del tiempo el policía francés ha visto cómo su trabajo ha sido neutralizado. Los delincuentes no les temen y los uniformados están instruidos por la superioridad a evitar ante todo toda confrontación. Lo anterior no quiere decir que deba existir en democracia institución alguna que pueda pisotear los derechos de los ciudadanos y el orden republicano que sus leyes encarnan. Pero la labor de reconstrucción del orden interior no se ve por parte alguna. Pero para comenzar a combatir sin cuartel el sentimiento de impunidad que exhiben en su manera de proceder los delincuentes y los revoltosos no parece estar en el orden del día del actual gobierno francés. 

Con un congreso donde el partido del actual presidente no posee la mayoría absoluta, las modificaciones a las leyes en la materia no son susceptibles de ser aprobadas durante la presente legislatura. Pienso por ejemplo en la necesaria rebaja del límite de edad penal y en las sanciones reales de obligatorio cumplimiento para los reincidentes. La capacidad política para proceder a reformas en la materia se encuentra en Francia castrada y lo que se vive hoy en día no es más que la consecuencia de aguas pasadas, confirmación de algo evidente que predijeron en su momento no pocos que clamaron a oídos sordos.

A largo plazo una reforma en el sistema educacional y en la manera de asumir la invasión de los inmigrantes para así cortar el mal en su raíz se imponen. Esta semana yo estaba observando la frecuentación a un plan de recreación que el municipio pone en mi barrio a disposición de todos durante un mes y resulta impresionante observar de qué manera la correlación blancos y no blancos ha variado. Concurre en la materia el agravante que proporcionan las ayudas legalmente atribuidas a los hogares en función de número de hijos en familias, lo mismo «normales» que «monoparentales» (léase madres que supuestamente carecen de pareja). Traducido lo anterior quiere decir que a 25 años vista Francia tendrá otra fisonomía poblacional tanto como en Estados Unidos donde las cifras de incremento en las poblaciones hispano-latinas, asiáticas y negras no autóctonas auguran algo parecido por no, decir peor.

Mientras tanto los aficionados al políticamente correcto alimentan la crisis. Agazapados están los ideólogos que imaginan un pasado mañana en el cual estarán llegando progresivamente a la edad requerida para votar a ciudadanos que a la hora de elegir los llevarán a ocupar puestos claves en gobiernos futuros.  Es tras ellos que están los mismos espíritus preclaros que en su tiempo no supieron ver, como fue el de Octavio Paz. El enceguecimiento en quienes deben indicar el rutero a los pueblos es un mal mayor que pudiera estar llevando a coyunturas que desde el México de ayer han conducido a catástrofes que no solo afectan a ese pueblo, sino que, por intermedio de la proliferación del comercio de las drogas y otras criminalidades ha afectado al resto del planeta. El anarquismo dista de ser una amenaza vana, su realidad y su ejecutoria actuales son más que evidentes.

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