Desi Sánchez y su deseo de abandonar Cuba Castrista

Written by Alvaro J. Alvarez

31 de enero de 2023

Yo como he leído sobre los sucesos de la Brigada 2506, siempre me había preguntado acerca de los tripulantes de los cinco barcos que transportaron a los brigadistas, ¿eran marinos mercantes o miembros de la Brigada? 

El jueves 19 de enero pasado, fui a visitar el Museo de La Brigada, situado en 13651 NW 107 Ave. Hialeah Gardens, para disfrutar una vez más las historias de quien es una de las personas que más sabe sobre aquella traicionada Operación Pluto, mi amigo el Brigadista Vicente Blanco Capote (#2503). Siempre al irme, me voy contento, por haber coincidido con brigadistas o con visitantes interesados en conocer la verdadera historia, muchas veces tergiversada por los recordistas mundiales de la mentira, los comunistas cubanos.

Esta vez llegó el Jefe de la Policía de la zona, conversamos un rato y se marchó, luego entró un joven cubano con bastante conocimiento sobre el tema cubano (cosa que me sorprendió y me agradó), pero en otras algo confundido por la propaganda castrista, por supuesto le pude aclarar muchas cosas que me preguntó. También hizo su entrada un habitual y uno de los bravos, Jorge Gutiérrez Izaguirre “El Sheriff” (brigadista #2519) qué estando infiltrado con las guerrillas de Matanzas, recibió un tiro de FAL que le entró por el omóplato derecho, le atravesó el pulmón y salió por el esternón, dejándole un orificio enorme el cual ha sido visto hasta por el ex presidente Donald Trump. Fue operado en el hospital de Manguito, 15 kms. al Sur de Colón.

Entonces llegó Desiderio “Desi” Sánchez para regalarle al Museo su libro “A Funny Thing Happened on my Way to Freedom” que ha sido el tema de este interesante relato, aunque “adornado” con datos de otras personas para aportar un poco más de información que Desiderio no podía tener en ese momento. Lo ocurrido a nuestro entrevistado fue algo interesante, porque logró hacerse marino mercante para poder salir de Cuba, sin imaginarse dónde se había metido y todo lo que iba a vivir en unas pocas semanas.

Por supuesto de no haber tantos simpatizantes del comunismo en Hollywood, éste fuera un libreto para una película.

¿QUIÉN ES DESIDERIO?

Desiderio Sánchez nació en La Habana el 3 de marzo de 1939. Creció en medio de una familia católica y por eso estudió en el Colegio San Agustín situado en Bernaza #35 en La Habana Vieja.

Primero su familia vivió en la Habana Vieja luego se mudaron para La Víbora. 

Después del triunfo de la revolución comunista, los que eran católicos no estaban bien vistos por los castristas y el 28 de septiembre de 1960 cuando FCR creó los CDR (Comité Defensa de la Revolución) que eran los chivatos en cada cuadra de La Isla, en su edificio empezaron a vigilarlo, observando con quién hablaba y quiénes visitaban su casa.

Había pasado un año y todavía él no se unía a la milicia, porque no estaba entusiasmado con la revolución y no se abstenía de hacer comentarios desfavorables a sus amigos y compañeros de trabajo sobre la revolución. Aquello finalmente no fue una buena idea porque lo identificaron como contrarrevolucionario.

Su mamá Orlinda sabía muy bien que sus comentarios, le iban a traer problemas, entonces ella le habló a su padre para que a través de su hermano Enrique Sánchez García, le consiguiera un trabajo en la García Lines donde él trabajaba. Su tío trabajaba desde hacía muchos años como ingeniero jefe, en uno de sus barcos. Su madre y su padre estaban tratando de sacarlo de Cuba antes de que su boca lo metiera en problemas.

Su tío Enrique aceptó ayudarlo, pero antes tenía que estudiar para obtener la licencia de marino mercante y sacar su pasaporte.

DISPUESTO Y AUDAZ

Desi fue al Puerto de La Habana y solicitó su permiso de marinero con una empleada llamada Dulce, que le explicó el procedimiento a seguir, empezando por estudiar para poder aprobar el examen y luego pasar un interrogatorio con el Capitán del Puerto. Todo eso podía demorar días, semanas o un mes. Él puso sus manos en su cara, en expresión de sorpresa y le contestó que aquello era mucho tiempo, porque su tío trabajaba en el barco Houston y en ese momento estaba en puerto por reparaciones y esas durarían a más tardar dos o tres 

semanas y él no quería perder esa oportunidad de incorporarse a la tripulación del barco.

Dulce se levantó, tomó un pequeño libro de un estante y le dijo: “Bueno, este es el proceso, estudia bien este manual y ven para tomar el examen”. Estudió y estudió y a los 4 días, Dulce lo llamó, pasó el examen con 100 puntos, obtuvo su pasaporte, por suerte la reparación del Houston se demoró y así pudo lograr su objetivo porque el domingo 5 de marzo de 1961, empezó a trabajar en el Houston, acabado de cumplir 22 años. Su tío, Enrique Sánchez le presentó al capitán, pero Desi, no recuerda su nombre.

Su trabajo era de engrasador junto a José Martín Suárez y Ángel B. Alberto González. Uno de los timoneles era Miguel García García aunque también fueron timoneles Luis Martínez, José Echevarría Gispert y Germán Luis Palomo. 

Arnoldo Montoya Bruno y Raimundo Guerra Moya eran los fogoneros.

José González, el segundo ingeniero. Su tío Enrique era el Jefe de Máquinas y Lucio Martín Suárez era su mano derecha, como ayudante de la sala de máquinas. Su tío era un buen tipo, pero era muy exigente. Lucio parecía tener poco más de 50 años. Fue muy amable con él y siempre estuvo dispuesto a ayudarlo.

LA PARTIDA

El martes 21 de marzo, siendo una hermosa mañana, el Houston salió al fin de la bahía de La Habana y Desiderio recuerda los bellos edificios del Malecón como el Hotel Nacional, el Monumento al Maine y el Focsa y él se dijo así mismo: “fíjate bien en esta vista y guárdala en tu memoria. Puede que nunca vuelvas a ver esto”.

El Houston atracó en una base naval en el puerto de Nuevo Orleans y allí se enteraron de que el barco sería utilizado para algo diferente a lo normal. Dando comienzo la primera de muchas sorpresas que iba a experimentar, empezando con el anuncio de que tenían que entregar sus pasaportes al capitán y que no podían bajar del barco.

Un hombre informal, pero bien vestido, estaba parado en el puente del capitán. Se presentó como uno de los dueños de García Lines él cree su nombre era Eduardo García y les dijo: “Hemos sido elegidos y se nos ha dado la oportunidad de ocupar un lugar en la historia. Vamos a participar en un plan para liberar a Cuba de un Castro que quiere llevar a nuestro país por un camino comunista”.

Otro hombre con uniforme militar empezó a hablarles en perfecto español, era el nuevo capitán del barco, el brigadista Luis Morse Delgado.

Morse les dio la oportunidad de participar en la invasión o de lo contrario se quedarían detenidos en un Centro de Reclusión en Nicaragua, hasta que todo hubiera terminado.

Su tío quiso saber su decisión y Desiderio le dijo que iría junto con él.

Desi, pudo observar las actividades en el puerto varias veces durante los días que estuvieron allí. Se cargaron cajones, cajas, tanques de combustible y todo tipo de equipo en las bodegas del barco, ocasionalmente oían órdenes en español.

Él está seguro que hubo quien no quiso participar o sospechosos de ser infiltrados de Castro, que fueron sacados del Houston y enviados a Nicaragua en otro barco. 

El Houston partió de Nuevo Orleans el 10 de abril. Su tripulación era de 32 hombres.

Su tío y él, no supieron ese día, que su madre Inés, que era su abuela, acababa de morir de un infarto en Jatibonico, provincia de Camagüey.

Los barcos, Atlántico (Tiburón), Caribe (Sardina), Houston (Aguja) y Rio Escondido (Ballena), los 4 pertenecían a la García Lines y habían sido contratados por el CIA, llevaban a bordo suficiente material y armamento para 30 días de combate, mientras que el quinto barco, el Lake Charles (Atún), cargaba 15 días adicionales de suministros y tenía la misión de transportar al Consejo Revolucionario Cubano para constituir un gobierno provisional en territorio cubano, así como a la mayoría de los integrantes de la llamada Operación 40, unidad política especial. La Brigada también contaba con buques de desembarco de tropas y de armas pesadas (LCVP) Blagar (Marsopa) y Barbara J (Barracuda), ambos habían visto acción en la Segunda Guerra Mundial. Aparte de sus armas personales que incluían fusiles automáticos, ametralladoras, subametralladoras, lanza granadas y lanza llamas, los brigadistas contaban con morteros de 60mm, 80mm y 4.2 pulgadas, cañones sin retroceso de 57mm y 75mm, 5 tanques ligeros M-41 Walker Bulldogs, camiones y jeeps.

La fuerza aérea de la Brigada operaba desde la base Happy Valley en Puerto Cabezas, Nicaragua, contaba con 16 bombarderos ligeros Martin B-26 Invaders (la mayoría de ellos provenientes de la Guardia Nacional Aérea de Alabama) 12 aviones de transporte C-54 y 8 C-46 que sirvieron de transporte del batallón de paracaidistas (Batallón #1).

El Houston arribó a Puerto Cabezas, en la costa atlántica de Nicaragua, el 12 de abril. En la base donde estaba anclado el Houston había personal nativo o sea indios miskitos y cuando Desi bajó a tierra vio a una joven muy bonita pero no se acercó a ella, por suerte para él, porque Osvaldo el camarero sí estuvo con ella y a los dos días tenía gonorrea, afortunadamente, el médico lo curó rápidamente.

Después de ver una película de John Wayne con subtítulos en español en el cine de la base, entró a un bar donde había muchachas nativas muy jóvenes. Su mejor juicio le decía, ¡sabes que estas niñas podrían ser portadoras de todo tipo de enfermedades venéreas, esto no es La Habana y no tienes preservativos!

Una jovencita bajita y flaca se acercó, le tomó la mano, lo invitó a sentarse a su lado y él aceptó.  Luego le tomó su otra mano y la metió dentro de su blusa, en su pecho. Me dije a mí mismo: no creo que vaya a ir más allá de esto, está bien, moví mis manos alrededor de su pecho y las acaricié. Espera ¿Qué es esto? “creo eran bultos”. Ahora estaba empezando a sentirme estúpido. Aquello se fue complicando, llegaron los militares y tuvo que irse corriendo para el barco.

LA OPERACIÓN PLUTO

Ese jueves, La Operación Pluto estaba comenzando. A las 7 de la tarde del 13 de abril el Houston partió con su fuerza invasora (unos 350 hombres del 2º y 5º Batallones) y los suministros. Iba custodiado por el Barbara J. Su tío recibía las órdenes directamente del capitán Morse y Desi sabía que él tenía que estar al tanto de muchos de los detalles sobre la Operación, pero él no necesitaba saberlo. Apenas el Houston estuvo en alta mar había brigadistas por todo el barco. El conversó mucho con ellos, que le contaron que Somoza estuvo a despedirlos y les había deseado suerte. Le contaron también por qué el nombre de Brigada de Asalto 2506. El viaje transcurrió sin incidente alguno.

El sábado 15 de abril se produjo (Operación Puma) el ataque a tres aeropuertos castristas por solamente 8 aviones (los otros 8 no fueron autorizados por Kennedy a despegar). Al regresar las 

tripulaciones estaban eufóricos por lo que habían logrado destruir, sin embargo, las fotos por aviones U2 demostraron que aún quedaban aviones suficientes para derrotar la invasión en las mismas playas del desembarco. Pero el traidor JFK no permitió más ataques el 16 ni el 17.

El domingo 16 por la tarde fueron informados que estaban cerca del área de desembarco y su tío le dijo que no podía irse a su cabina a partir de ese momento. Como a la 1:30 am, del día 17, oyó los primeros disparos, aunque lejanos, ya los 3 hombres rana del coronel Rip Robertson, los primeros en llegar a Playa Larga, habían hecho su trabajo de marcar el área de desembarco, dejando un cartel hecho por el hombre rana, Andrés Pruna, que decía: “Cortesía de los hombres-rana del buque Bárbara J. ¡Bienvenidos!”.

Desiderio subió a cubierta y después de un rato de adaptar sus ojos a la oscuridad, pudo ver las siluetas tenues del Bárbara J. y de su propio barco, así como otros barcos disparando a los objetivos hacia la costa, las balas trazadoras alrededor de ellos salían de lo que pensó eran armas de .20 mm o de mayor calibre y hacían que la escena pareciera una fiesta, con fuegos artificiales y todo. Pero no era una fiesta era una verdadera batalla. 

La tripulación comenzó a descargar las 8 lanchas rápidas que habían cargado en Nueva Orleans y sus motores fuera de borda habían sido ensamblados en Puerto Cabezas (¡pero nunca probados!).

Los hombres del 2º Batallón comenzaron sobre la 1:00 am el proceso de desembarcar del Houston bajo el mando de Hugo Sueiro (# 2541). El segundo comandante de la Brigada Erneido Oliva (#2641) estaba en tierra con los elementos del 2º. Batallón esperando el desembarco del 5º. Batallón, aún a bordo del Houston. 

Al regresar a la sala de máquinas, su tío le dijo que acababa de recibir buenas noticias, la Brigada ha tomado Playa Larga, pero a medida que avanzaba la mañana comenzamos a recibir informes de que los motores fuera de borda estaban fallando.

Además, se había cometido un error en uno de los lugares de desembarco, la señalización del sitio no apuntaba a las áreas arenosas de la playa sino hacia los arrecifes, conocidos como diente de perro, afilados como navajas y estaban dañando el fondo de madera de algunos botes. 

El tiempo corría rápido y aún quedaban muchos brigadistas por desembarcar. El comandante y los brigadieres estaban cada vez más inquietos y nerviosos. Ellos en la sala de máquinas también estaban muy preocupados y conscientes de que cuanto más se acercaran a la luz de la mañana, mayor sería el riesgo de que fueran atacados por la armada cubana o por aviones que hubieran sobrevivido a los ataques del día 15.

Desi, miró el reloj aún no eran las 6:00 am. Subió a cubierta una vez más y vio la tenue luz de la mañana, todavía estaban sacando brigadistas del barco y parecía que habían perdido algunas lanchas rápidas debido a las condiciones en la costa.

Cuando regresó a su puesto de trabajo en la Sala de Máquinas, decidió no acercarse más a la cubierta del barco. En ese momento su tío recibió una orden del capitán Morse de empezar a dar la vuelta a la bahía a una velocidad moderada. Él, como precaución, había lubricado el eje del barco y otros equipos antes de lo previsto.

De repente, escucharon ruidos muy fuertes, como si alguien estuviera golpeando el barco con un gran martillo. Morse comenzó a emitir maniobras de evasión a la sala de máquinas y pudo escuchar cuando el propio capitán gritó, desde el puente, que estaban bajo ataque aéreo.

A las 6:30 am un SeaFury de la fuerza aérea castrista, piloteados por Gustavo Bourzac y el T-33 por el veterano piloto matancero, el capitán Enrique Carreras (1922-2014) que habían despegado desde el aeropuerto de San Antonio de los Baños, dos de los aviones no destruidos por el ataque de los tres B-26 de la Brigada, el sábado 15 de abril. Carreras y Prendes eran los dos pilotos con más experiencia de la Fuerza Aérea castrista.

Carreras arremetió contra el SS Houston, lanzándose en picada desde 6,000 pies de altura. Cuando estaba a 4,000 pies, accionó el obturador y en una fracción de segundo sus cuatro cohetes RP-3 entraron en ignición. Con los proyectiles descendiendo a 480 km/h, tiró fuertemente la palanca para elevarse y poder escapar sin ser alcanzado por los disparos desde el Houston. Sus cohetes dieron en la popa, desatando un incendio de consideración. 

El Río Escondido (Ballena) también fue destruido por los aviones castristas.

Los B-26 de la Brigada 2506 lograron derribar un B-26 y un SeaFury castrista, a pesar de no tener la ametralladora de cola, las quitaron para ponerles un depósito de combustible.

José González Ríos, el segundo ingeniero (maquinista) fue herido y sangraba un poco, le dijeron que si quería subir debía esperar a que el avión completara su pasada hacia nosotros. 

En ese momento el capitán Morse ordenó: “máxima velocidad”. Su tío le gritaba a los fogoneros Arnoldo y Raimundo: “necesito más vapor ahora”.

Debían dar la vuelta y dirigirse hacia la playa. Pocos minutos después un cohete los golpeó en la popa y dañó el timón. Por supuesto, esto era una mala noticia para ellos porque ahora ya no podían dar más vueltas. Pero fue solo el primer cohete. Nos golpearon a lo grande con un segundo. 

El barco estaba haciendo agua muy rápido, de pronto Arnoldo y Raimundo entraron en pánico y salieron corriendo de la sala de calderas. Si tío gritó ¿adónde van? Subieron corriendo la escalera que conducía a la cubierta gritando ¡que iba a estallar!

 Su tío y él estaban ahora solos. Se miraron el uno al otro por un segundo y le dijo: “cierra la puerta, haz que la manguera funcione para apagar el fuego”.

La presión del agua de 300 psi de la manguera lo empujó contra una columna y dirigió el agua hacia la fuente del humo. Mojó su primera camiseta y se la envolví alrededor de nariz y boca.

El humo se hacía más denso y él supo después que al mismo tiempo había un pequeño incendio en la cubierta que fue rápidamente apagado.

El capitán Morse volvió a pedir máxima velocidad y su tío le dijo dejara la manguera y fuera a la caldera, Desi nunca había trabajado allí, pero el tío le dijo llevara la aguja hasta la zona roja, que era la máxima presión posible. Así lo hizo y el Houston dio un brinco y salió hacia delante.

Pero enseguida se paró porque había encallado y entonces su tío le dijo apagara las calderas.

Subieron a cubierta para encontrase con una escena dramática, era puro caos, cuerpos, balas, sangre y casquillos de bala vacíos estaban por todas partes. Se dirigieron a la cabina del tío. Aproximadamente el 75 % de Houston sobresalía del agua y se estaba formando una mancha de aceite brillante alrededor del barco.

Durante el ataque de los aviones castristas, mientras intentaban salvar el barco, varios brigadistas, jóvenes y mayores, se habían tirado por la borda en un intento de llegar a la orilla y escapar de lo que creían que era una explosión o hundimiento inminente del buque y muchos de ellos se habían hundido.

El camagüeyano Frank de Varona, era uno de los 180 hombres del 5º Batallón a bordo del Houston, se arrojó al suelo y esperó el impacto. Sintió las explosiones y pensó que el buque iba a volar por el aire. Cuando se incorporó, vio los cuerpos de varios compañeros muertos y al capitán Luis Morse en el puente, guiando la nave hacia un banco de arena situado a una milla de la costa, pero a cinco millas de la playa de desembarco. 

Siguiendo el ejemplo de otros brigadistas, se arrojó al mar, sabiendo que estaba infestado de tiburones y comenzó a nadar desesperadamente para evitar ser atrapado. Estuvo a punto de ahogarse, pero logró llegar a la playa para tirarse exhausto sobre la arena. Agradeció al Cielo estar vivo y se estremeció al pensar en sus camaradas muertos, sobre todo los que habían sido alcanzados por los escualos. 

El primer bote del Houston, puesto en Desi, se pudo montar en el penúltimo bote con brigadistas y tripulación, antes de llegar a la orilla apareció otro avión, él como no sabía nadar cuando se tiró al agua se agarró de una soga, aguantó la respiración y se hundió, podía oír el ruido de los motores del avión y las ráfagas de las ametralladoras. 

Permaneció sumergido lo más que pudo. Finalmente, ninguno fue alcanzado por las balas y llegaron hasta la costa. Cuando miró su reloj eran las 2 de la tarde del día 17.

A unos metros de distancia, vio a su tío sentado debajo de una palmera comiéndose una banana y con un revólver 45 en su cintura. Estaba junto con el segundo maquinista José González Ríos y el timonel Miguel García García. ¿Bueno y ahora que haremos?, preguntó Desi, su tío respondió: “tratar de buscar un bote, algunas provisiones, agua y luego intentar cruzar el golfo hacia México o los EE.UU”.

Como los botes salvavidas tenían algunas provisiones, encontraron dos cantimploras de agua, dos latas de leche condensada y dos latas de atún. Miguel con su cuchilla pudo abrir las latas, antes de comenzar la caminata a las 4 de la tarde. Al caer la tarde, buscaron un sitio adecuado para pasar la noche. El martes 18 temprano continuaron su caminata, por suerte encontraron cocos en el suelo y así pudieron tomar su agua y comer su pulpa blanca.

Luego se sobresaltaron con la presencia de un par de brigadistas. Tenían la mirada hundida en sus rostros y venían caminando en nuestra dirección. Les dijeron: “nos están matando y no tenemos balas”.

Desi, había perdido sus zapatos cuando se tiró al agua y caminar sin zapatos sobre enormes manglares no era una tarea fácil. En este punto de la orilla no había playa ni arena, las raíces gruesas y pesadas de los manglares se extendían hasta la orilla del mar. Así estuvieron caminando durante 3 ó 4 horas hasta que finalmente llegaron a otro tramo de suelo arenoso.

El miércoles 19 por la mañana, el sol caliente los estaba poniendo muy sedientos y encontrar comida era muy difícil. Había matas de Uva Caleta, pero no tenían frutos. Por la tarde se encontraron con otro grupo de brigadistas, que llevaban la misma ruta y al igual que ellos estaban buscando una manera de salir de allí, ese día el grupo aumentó en 4 ó 5 más.

El cuarto día, jueves 20 el amanecer fue precioso, pero Desi, estaba preocupado por su tío que parecía estar muy cansado y casi no podía caminar, ya todos habían perdido mucho peso y el agua se les había terminado. El viernes 21 amanecieron como siempre con las primeras luces. Levantarse y empezar a caminar se estaba haciendo más difícil, pero lograron ponerse en marcha. Cada vez más hambrientos y sedientos. El tío, se veía peor que el día anterior, la sed y la falta de nutrición le estaban pasando factura. Lo vio orinando en su botella vacía, luego echó una tableta de purificación y se la bebió. Él preguntó cómo le supo y contestó: “Horrible”.

¡Tuvo que ser muy malo para él, beber su propia orina!

Al mediodía el tío dijo: “No puedo más, déjame aquí, déjame en paz y vete”. No, Sr. Sánchez nosotros no lo dejaremos solo, le dijeron Miguel y José. Después de 5 ó 10 minutos lograron ayudarlo a levantarse para continuar caminado.

Por otro lado, sus familias en La Habana trataban de saber algo sobre ellos, pero sin resultado alguno. Su madre Orlinda y su tía Mercedes, la esposa de Enrique, viajaron hasta Playa Girón para emprender la espantosa tarea de revisar los cuerpos de los 57 brigadistas muertos en acción buscándolos a ellos dos, entre aquellos cadáveres, aún ensangrentados y mutilados, alineados uno por uno. En total hubo 104 muertos de La Brigada 2506 y un estimado de 5,380 bajas castristas.

El sábado 22 en la mañana, ya no se oía ruido de batalla alguna, ellos pensaron que todo había terminado y se sintieron mal.

EL RESCATE

Como entre 10:30 y las 11:00, pudieron ver a una milla de distancia un bote muy veloz que regresaba a un destructor y unos diez minutos más o menos, el mismo bote regresaba a la costa a toda velocidad.

Avanzaron hasta la orilla y se pusieron los pantalones, agitaron sus brazos por encima de sus cabezas con lo que quedaba de su camiseta blanca. Enseguida el destructor encendió sus luces de comunicaciones y del portaviones Essex despegó un avión amarillo de una hélice y volando a unos 30 pies de altura, se acercó y el piloto los saludó con su mano y con las alas del avión. Él pudo ver la inconfundible insignia de la fuerza aérea americana. Al poco rato vino rápidamente hacia ellos el bote que llegó hasta la orilla para recogerlos. 

Venían dos marineros, ambos cubanos, con sus uniformes azules y les dijeron: “Hola, nosotros los hemos estado buscando porque nos dijeron que estaban caminando”.

Desi, con mucha sed pidió una Coca Cola, pero solamente tenían agua. Los llevaron al destructor USS Conway, donde estuvieron 

varios días hasta ser trasladados al USS Eaton. Después supo que ellos habían logrado rescatar entre 26 y 28 sobrevivientes. Fueron dos semanas de navegación en el Eaton, hasta pasar en pleno océano a un barco transporte de tropas, que los llevó hasta la base naval de Norfolk, Virginia, donde llegaron el 23 de mayo. Luego en un avión hasta la base de Homestead.

El tío Enrique consiguió trabajo en un central azucarero en Pahokee. Su madre y hermana llegaron en marzo de 1962 a Miami y su madre murió en enero de 2001. Desiderio, se fue a Connecticut, donde trabajó 18 años de programador. Se casó en 1966 con Ronaele y vivían en New Haven. Tuvieron 3 hijas (Ilana, Danielle y Tara) y se divorciaron en 1985. Desi tiene un nieto (Devin) y una nieta (Rayna).

Se mudó para Miami donde conoció a Martha y se casaron en julio de 1992. En 2004 se retiró después de trabajar en IT, ASIG, Windmere y Applica durante 43 años, siempre en el campo de las computadoras.

En 2010 tuvo una reunión con los tripulantes del USS Eaton, ellos le dieron un Certificado de Tripulante Honorario firmado por todos los tripulantes presentes, así como una gorra oficial con el nombre y el logo del barco en el frente de la gorra.

Si el Houston y el Río Escondido no hubieran sido inutilizados, el resultado hubiera sido diferente.

Desiderio Sánchez y sus números asignados por la CIA: R-537. R-710.

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