DEMETRIO PÉREZ JR. OTRO AMIGO QUE SE NOS VA

Written by Adalberto Sardiñas

21 de marzo de 2023

Las llamadas tempranas, de amigos residentes en lugares geográficamente lejanos, siempre nos inquietan. Y ésta no fue la excepción, aunque fue desalentadoramente más impactante que las usuales. Me llamaba Willy Hernández, desde Kissimmee, Florida: “Nuestro amigo Demetrio, ha fallecido”. 

Era temprano.  Ocho de la mañana, hora de California, del viernes, 10 de marzo. Le pregunté la causa, pero nada sabía. Sólo había recibido la noticia, de forma escueta.  Solamente sabíamos que se le había apagado el corazón.

En noviembre había hablado con Demetrio extensamente. También en diciembre. Nunca me dio señales de padecimiento o malestar que le aquejaran. Pero la noticia estaba ahí, y los pormenores sobraban. ¿De qué servirían? Sólo permanecía el desconcierto por la muerte inesperada de un amigo que se nos adelantaba en el camino final. Y en mi mente se empezaron a acumular, como un diseminado rompecabezas, mi larga, profunda, y generacional relación con Demetrio Alberto Pérez Jorcano.

Mi primer encuentro con Demetrio Jr. se inició como conocido. Más tarde, vendría la amistad. Me lo presentó su padre, el Dr. Demetrio Pérez Arencibia, en la puerta de su casa, en la calle Milanés 85, quien había sido mi profesor en la escuela de Periodismo. Tendría entonces él, 14 o 15 años. Yo 24. Muy a menudo, en mi caminata, del periódico “Adelante” a mi casa, a la hora del almuerzo, lo veía salir con su bicicleta para la escuela y nos saludábamos. 

Entonces llegó la debacle y “Demetrico” (que así yo le llamaba) salió al exilio bajo el plan Pedro Pan. Dos años más tarde se reunió con sus padres, al llegar éstos al exilio. ¿Quién diría, que 61 años más tarde, en el ocaso de mi vida, estaría escribiendo estas líneas como una dolorosa elegía de despedida al amigo que conocí cuando contaba sólo 14 años, y que ya comenzó a andar en la senda cuyo final es Dios?

Siempre me unió a ambos, padre e hijo, un lazo de amistad, profundo y duradero, hasta el final de sus días. Demetrio Jr. heredó de sus padres el amor por la enseñanza, y en especial, de su padre, la pasión por el periodismo. La existencia de Lincoln-Martí, con sus 46 escuelas, y esta publicación, dan testimonio de ello.

También su excelente obra biográfica “Perfiles de Perseverancia”, donde, con penetrante lucidez, expone al lector a trozos diversos de una vida excitante, exitosa, pero siempre bordada por la humildad aprendida del hogar paterno.

Si es cierto que la vida, en tierra ajena, en términos materiales fue generosa con él, no es menos cierto que su cubanía, y en especial, su acendrado amor por la patria chica, Matanzas, fueron su imperio vaporoso, sensible y sin compromisos en la intensidad de ese amor. 

Demetrio siempre, desde el principio de su largo trecho en la diáspora, asumió la lejanía con la entereza de su personalidad y el calor de sus amigos, que fueron muchos, patrocinando actos para la comunidad cubana, como “El Día del Matancero Ausente” que aglutinaba en la ciudad de Miami, cada año, matanceros expandidos por el mundo.

  Fue, precisamente, en un acto del “Día del Matancero Ausente”, hace 12 años, que Demetrio me invitó a escribir algunos artículos para LIBRE, lo que se ha extendido hasta nuestros días.

  Estas Pinceladas de hoy son más cortas y más tristes. Se escriben con la impotente aflicción que nos deja la pérdida de un amigo querido dejándonos el corazón abatido.

  A su hijo, Demetrio José, su esposa e hijos, y otros allegados, mis condolencias y mi por siempre solidaridad.

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