De Girón a la Crisis de los Cohetes:La segunda derrota

Written by Libre Online

30 de abril de 2024

En este libro se narra el increíble comportamiento y manejo de la situación 

creada por la militarización soviética de Cuba que culminó con la instalación de los misiles de mediano alcance. El autor señala con el dedo acusador a los hermanos Kennedy y destruye el mito falsamente creado por los apologistas. Ros pone al desnudo ese mito y leyenda, para que se conozca la angustiosa y 

sangrante realidad.

En marcha hacia el partido unido de la revolución socialista

(II de III)

Distintas instituciones del exilio envían representantivos en calidad de observadores. Su función será la de influenciar sobre los cancilleres latinoamericanos: Miguel Ángel Carcano, de Argentina; José Caicedo, de Colombia; Santiago Dantas, de Brasil; Marcos Falcón Briceño, de Venezuela; Luis Alvarado, de Perú; Francisco Acosta Yépez, de Ecuador; José Antonio Bonilla, de la República Dominicana; Rafael Equizábal, de El Salvador y los demás. El Presidente del Consejo de Gobierno del Uruguay se muestra distanciado de la representación de exiliados cubanos; no así el Consejero Nacional uruguayo Benito Nardoni que mantuvo públicamente una posicion anticastrista que lo hizo objeto de un atentado a su vida.

Entre los exiliados que partieron hacia Punta del Este se encuentra una Comisión de Magistrados del Tribunal Supremo de Cuba y de antiguos profesores de la Universidad de La Habana. La Comisión la componen José Morell Romero, Eduardo Le Riverand, de la Judicatura Cubana Democrática; Luis Figueroa Miranda, del Colegio de Abogados de La Habana, y otros. Por el Consejo Revolucionario irán José Miró Cardona, Manuel Antonio de Varona y varios otros delegados.

En las semanas que precedieron a la Octava Reunión, la voz del Secretario General de la OEA, José A. Mora, se escuchó fuerte en distintas capitales del continente denunciando la penetración comunista en el continente. Las distintas delegaciones de exiliados cubanos en esas naciones (el Directorio Estudiantil Revolucionario, el Frente Obrero Revolucionario Democrático, la Asociación de Funcionarios del Poder Judicial, el Directorio Magisterial y otras) servirían de caja de resonancia a esas acusaciones.

Hubo dos resoluciones sobre Cuba. Una, de separación del organismo regional. La otra, de condena.

La decisión de separar al régimen de Cuba de la OEA fue tomada por el voto favorable de 14 naciones y 6 abstenciones. Los seis países que se abstuvieron fueron: Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Ecuador y México. La condena del régimen marxista-leninista como incompatible con el sistema americano fue aprobada por la totalidad de las naciones que forman el sistema, con excepción de Cuba. La votación: 19 a 0, con la abstención técnica de Uruguay.

Así recuerda el Dr. Miró Cardona aquella Conferencia: “De inmediato partimos para el Uruguay. Se discutía allí el destino de nuestra patria. Contribuimos en la medida de nuestra capacidad y de nuestras posibilidades a unificar el pensamiento americano. El Hemisferio se solidarizó cerradamente con la Cuba del combate y del destierro; se consagró el derecho a la legítima defensa individual o colectiva de las naciones de América en peligro, a más de ser acordadas otras medidas. Fue una jornada brillante y fecunda en resultados. Regresamos con júbilo. Se había concluido un largo, completo y difícil capítulo, el de las negociaciones diplomáticas, para dar comienzo a otro nuevo: el de la acción militar. Todo indicaba que nos hallábamos en el umbral de los grandes acontecimientos”. Siempre iluso y confiado esperaban al Presidente del Consejo Revolucionario grandes decepciones.

Mientras estos hechos se producían en Punta del Este, los Estados Unidos decretaban la prohibición de las exportaciones cubanas, lo que representaba para Castro la pérdida de una tercera parte de los aproximadamente $100 millones de dólares que había obtenido el pasado año con estos ingresos. La medida, anunciada el 3 de febrero de 1962, fue acordada, según informó el Presidente Kennedy, “de acuerdo con las decisiones de la reciente reunión de Ministros de Relaciones Exteriores en Punta del Este”.

LA SEGUNDA 

DECLARACIÓN DE LA HABANA

Al acuerdo adoptado en Punta del Este de separar al régimen de Castro de la OEA, Fidel Castro responde convocando a una gigantesca concentración el 4 de febrero de 1962 a la que califica de Asamblea General Nacional del Pueblo de Cuba. La Segunda Declaración de La Habana fue utilizada -tal vez era ese el verdadero motivo de la convocatoria- para que el recién declarado adherente del marxismo fijara su identificación con esa doctrina, castigase a la burguesía y encomiara la lucha de clases, y al mismo tiempo, señalara -con énfasis- que “el deber de cada revolucionario era hacer la revolución”.

La alusión iba dirigida a los viejos camaradas del PSP que siempre se habían amoldado a los gobiernos de turno y pretendían ahora, bajo el temerario liderazgo de Escalante, asumir la dirección del nuevo partido en formación. Los aludidos tomaron nota y se replegaron. No así, Escalante.

Pravda, Red Star y el Kommunist, los tres principales órganos de la prensa controlada de Moscú, publicaron y comentaron favorablemente el texto de la Segunda Declaración de La Habana. Mal presagio para el director de Hoy. Aníbal debía haberse percatado de “los nuevos rumbos”.

SURGE LA “ORI”. FIDEL 

DESTRUYE A 

ESCALANTE

No. No se percató Escalante del peligroso camino que tomaba. O, tal vez, confiaba en el respaldo que él recibiría de los soviéticos si el no confiable “putchista” del 26 de julio osara oponerse.

El 8 de Marzo se nombró la Primera Junta Directiva de la ORI.

José Duarte Oropesa, en su Tomo IV de “Historiología Cubana” relaciona así la Dirección Nacional de la ORI: Los veintiseístas Fidel Castro, Haydee Santamaría, Ramiro Valdés, Juan Almeida, Armando Hart y Guillermo García; los veintiseístas simpatizantes del Marxismo-leninismo Raúl Castro, Ernesto (Che) Guevara, Osvaldo Dorticós, Augusto Martínez Sánchez, Sergio del Valle; los comunistas del Partido Socialista Popular Blas Roca, Emilio Aragonés, Carlos Rafael Rodríguez, Aníbal y César Escalante, Severo Aguirre, Flavio Bravo, Joaquín Ordoqui, Lázaro Peña, Manuel Luzardo, Ramón Calcines y Osmani Cienfuegos; y los líderes del Directorio 13 de Marzo Faure Chomón y Raúl Curbelo.

Fue esta designación de la Junta Directiva Nacional de la ORI -sin que Aníbal lo imaginase en aquel momento- la última iniciativa tomada por el fiel servidor de Moscú.

Con la constitución de la ORI, “la revolución cubana entraba en su nueva etapa: había emprendido la tarea de unificarse, políticamente, bajo la ideología universal del marxismo-leninismo”. Así lo repitió, a coro, la prensa oficial. Por su vieja militancia seguramente Escalante se consideró a sí mismo el factor “unificador”. Pronto saldría del error.

El 13 de marzo, tan sólo 4 días después de creada la primera (y última) “Junta Directiva Nacional de la ORI”, Castro aprovechó una omisión de tres líneas en la lectura del testamento político de José Antonio Echeverría para hablar del peligro que representaba el sectarismo y recordar la conocida obra de Lenín sobre la “enfermedad infantil del comunismo”, culpando, sin mencionarlo, a Escalante como el responsable de la intencionada omisión.

Al día siguiente escribe Blas Roca un obsequioso artículo en el periódico Hoy ¡será por unas horas!- Aníbal. Su título: “El Gran Discurso de Fidel Debe Ser Estudiado y Asimilado por Todos”.

Nueve días después, el 22 de marzo, se nombra un Secretariado de la ORI. Escalante no aparece formando parte del mismo, ni, siquiera, de las únicas dos comisiones que se crean. El Secretariado lo integrarán Fidel y Raúl Castro, Ernesto (Che) Guevara, Osvaldo Dorticós, Blas Roca y Emilio Aragonés. Todos, incluyendo al adaptable Blas, de la total confianza de Castro. En la Comisión de Organización nombra a Manuel Luzardo. En la Comisión Sindical designa a Lázaro Peña. Blas Roca pasa a ocupar la dirección del periódico Hoy. Aníbal Escalante ha sido aplastado. Ya lo sabe.

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