De Girón a la Crisis de los Cohetes:La segunda derrota

Written by Enrique Ros*

4 de junio de 2024

En este libro se narra el increíble comportamiento y manejo de la situación 

creada por la militarización soviética de Cuba que culminó con la instalación de los misiles de mediano alcance. El autor señala con el dedo acusador a los hermanos Kennedy y destruye el mito falsamente creado por los apologistas. Ros pone al desnudo ese mito y leyenda, para que se conozca la angustiosa y 

sangrante realidad.

LAs organizaciones 

revolucionarias 

(IV de XI)

Doris Delgado (Japón) va a ser procesada en la Causa 538-61 que será conocida como la causa de Unidad (incluirá a miembros de esa organización, del MRR y del MRP), al tiempo que, en Pinar del Río, también estaría siendo juzgada y condenada bajo su mismo nombre pero como “Gina”. En su celda se encuentran tres muchachas acusadas del incendio de El Encanto: Dalia e Hilda Herrera y Ada González. Luego del 15 de septiembre, continúa relatando Doris Delgado, empezaron a caer la gente del MRP: Griselda Noguera, Lydia Pino, Alicia Álvarez, Guillermina García, Caridad Fernández López.

Pero la vinculación de Doris no es con el MRP o con el MRR. “Japón” trabaja, lo ha hecho por años, con los alzados. Primero, en la lucha contra Batista junto al Comandante Diego (Víctor Paneque) y Orlando Bosch; después frente al régimen de Castro, con el Capitán Bernardo Corrales, que dirige, desde la Cordillera de los Órganos, al Movimiento Demócrata Martiano (MDM). Entra en Cuba, en una expedición en noviembre de 1960, a llevar armas para el Escambray. Regresa, establecidos ya sus contactos con Corrales, a Estados Unidos a fines de diciembre para volver a la montaña y al clandestinaje el 31 del propio mes. Ella es parte esencial del MDM.

EL INCENDIO DE “EL ENCANTO”. LA CAUSA 255 DE 1961. FUSILAMIENTO DE CARLOS GONZÁLEZ VIDAL

Días antes de la invasión del 17 de abril, pero sin vinculación alguna con ésta, se realiza, el 13 de abril de 1961, uno de los más espectaculares sabotajes al quedar destruida, por un incendio, la tienda por departamentos “El Encanto”. La acción la ejecuta con dos petacas incendiarias, colocadas entre prendas de vestir en el departamento de sastrería del establecimiento, el joven Carlos González Vidal.

Luego de realizado el hecho que causó expectación en toda la nación y profunda irritación en las esferas del gobierno y los organismos represivos, Carlos pasó a una casa de seguridad en la playa Baracoa, en la provincia de La Habana. Se producen, como repetidamente hemos mencionado, los ataques aéreos del 15 de abril y el desembarco del día 17. En los masivos registros e inspecciones de casas que se efectúan esos días tocan en la puerta de aquel hogar un grupo de 5 milicianos que va a hacer una inspección de rutina. Desafortunadamente, quien está al frente, José Mena que identifica a Carlos González a quien conocía del centro de trabajo y de frecuentar ambos la Casa Club SEICA en el Paseo del Prado que era el centro de recreo de los empleados de ése y otros centros similares. Arrestado, pasa Carlos González Vidal al G-2 de 5ta. y 14 donde permanecerá por cuatro largos meses. Allí se reunirán otros compañeros de trabajo: Arturo Martínez Pagalday, Mario Pombo Matamoros, Humberto Eduardo López Fuentes, Ada González Gallo y otros antes mencionados (Telesforo Fernández Hernández, Roberto Torres García, Dalia Herrera Pérez e Hilda Herrera Pérez).

Serán todos, junto con José Calvo Lorenzo, Eduardo García Moure y Amaldo Hernández Bousa, que “hasta el presente no han sido habidos”, procesados bajo la Causa 255 de 1961, con fecha 16 de septiembre de aquel año. El sumario, incoado por el Segundo Teniente Vicente Alvarez Crespo, hace constar que “las acciones conspirativas de este grupo subversivo se efectuaban en la Casa Calle Paseo #156, en El Vedado, domicilio de las hermanas Dalia e Hilda Herrera Pérez” y que “el incendio fue provocado por el acusado Carlos González Vidal, utilizando para ello dos artefactos de los conocidos por “petacas”, de fabricación norteamericana… de alto poder inflamable”.

Piden pena de muerte por fusilamiento a Carlos, a Arturo Martínez Pagalday y Mario Pombo Matamoros. Para los demás, distintas condenas de prisión. Pero Carlos asume ante el tribunal la plena y total responsabilidad por el hecho cometido, con lo que logra, que es lo que este admirado combatiente persigue, la conmutación de la pena capital a sus dos compañeros de causa.

El 19 de septiembre de 1961, a unas pocas horas de ser ajusticiado escribe esta bella y tierna carta a sus padres:

Queridos padres:

Estas líneas que les hago quiero que les sirvan de consuelo. Yo moriré y no tengo miedo porque Dios está junto a mí en estos momentos.

Sólo quiero decirles que recen mucho que es el único medio de llegar a Dios. A Eloísa le digo que no sufra. Yo he encontrado a Dios y me siento satisfecho.

Adiós, padres y hermanos. Adiós, novia querida. Sé que aún después de muerto te seguiré queriendo.

Carlos

Tres horas después estará, en el foso de La Cabaña, recibiendo la descarga del escuadrón de fusilamiento que destrozará el pecho de este joven mártir de 23 años.

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