¿Quién plantea colocar cohetes en Cuba? (V)
Las operaciones son, también, detectadas y calibradas por la CIA. El 11 de septiembre, 1962, el Tte. Gral. Marshall S. Carter, Sub-Director de la Agencia Central de Inteligencia envía un mensaje clasificado a McCone, el Director de la Agencia. Le informa que “un grupo de exiliados llamado Alpha 66.. probablemente realizó la acción (de septiembre 11) y que el grupo de estudiantes exiliados anunció públicamente su intención de atacar barcos saliendo o entrando de Cuba”. Se extiende más el informe. “Hay un creciente sentimiento de frustración entre los refugiados y un creciente peligro de que se realicen operaciones unilaterales e incidentes como éstos”.
Los grupos de acción del exilio no le daban respiro al régimen castrista. El jueves 11 de octubre comandos de Alpha 66 atacan campamentos rusos enclavados en Isabela de Sagua, dinamitando, en su retirada, el patio del ferrocarril y un almacén de aprovisionamiento militar.
El lunes siguiente se produce un nuevo ataque. Esta vez contra una lancha patrullera que se encontraba frente a la costa de Varadero. Dos de los tripulantes de la lancha, que fue hundida, resultaron heridos y tomados prisioneros en el combate. Típicamente, un comunicado de La Habana informaba que “una lancha PT había atacado una embarcación deportiva cubana” y que “en el hecho, dos personas resultaron muertas y otras dos lograron regresar ilesas”. Los dos “muertos” (el Sargento de las Fuerzas Armadas Cubanas Filiberto Suárez Lima y el Cabo Miguel Cao Mandina), recogidos por los comandos, pidieron asilo político en los Estados Unidos. La operación también la había realizado Alpha 66. “Se trata -decía el comunicado emitido por el Ministerio de las Fuerzas Armadas- del quinto ataque denunciado contra embarcaciones en la costa de Cuba en los últimos meses”.
ROBERT KENNEDY,
FISCAL GENERAL, PIDE MáS ACTOS DE SABOTAJE
Pocos días antes de los ataques comandos a los campamentos soviéticos y a la lancha patrullera, nada menos que el Fiscal General de los Estados Unidos, se reunía con el Director de la Agencia Central de Inteligencia, con el Jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas y con otros muy altos funcionarios para informarles de las discusiones que ha tenido con el Presidente sobre Cuba y manifestarles “lo poco satisfecho que se encuentra el Presidente con la falta de acción en el campo de sabotaje,… que nada avanza”. Expresa “su preocupación general sobre el desarrollo de la situación”. Esa reunión se producía el 4 de octubre.
Días después, el 16 de octubre, convoca el Fiscal General, Robert Kennedy, otra reunión en sus propias oficinas. Asisten, entre otros, el Gral. Lansdale, el Gral. Johnson y el Coronel Patchell.
En ella, Robert Kennedy presenta las mismas quejas sobre las pocas acciones de sabotaje que se están realizando en Cuba. En vista del poco progreso alcanzado el propio Fiscal General “le dará a esta operación una mayor atención personal”.
Richard Helms impugna las palabras del hermano del Presidente y encomia la labor de los jóvenes cubanos que realizan las riesgosas misiones y que, comprensiblemente, quieren conocer exactamente el objetivo de estas operaciones “en las que ellos están arriesgando sus vidas”. Repite Helms a los allí reunidos y dirigiéndose a Bob Kennedy, su conversación con el joven cubano del DRE que señaló que ellos estaban dispuestos a comprometer a su gente sólo en operaciones que ellos consideraban sensibles. Y en la terminología cubana “sensible” significa “una acción que pueda contribuirá la liberación de su patria”.
Una verdadera lección para el Fiscal General que se apresuró a cambiar de tema.
CASTRO RECONOCE EL DAÑO INFLIGIDO
El lunes 22 de Octubre presenta el delegado cubano ante las Naciones Unidas, Mario García Incháustegui, un informe en el que se denuncia documentadamente las agresiones norteamericanas contra Cuba en los últimos tiempos. Menciona el documento el ataque “por una embarcación pirata el 12 de mayo a una lancha patrullera del gobierno de Cuba”. No a una lancha de pescadores. No a una lancha de recreo. La “embarcación pirata” ataca a una lancha patrullera perfectamente armada.
Luego se refiere el Jefe de la Delegación Cubana en las Naciones Unidas al “bombardeo naval” realizado por el Directorio Revolucionario Estudiantil el 24 de agosto de ese año. “La noche del 24 de agosto de 1962, el Primer Ministro del Gobierno Revolucionario Dr. Fidel Castro denunció que, a las 11:30 minutos de la noche de ayer, el litoral de la ciudad de La Habana fue atacado por barcos artillados que hicieron numerosos disparos de cañón calibre 20”. En este tono melodramático continúa García Incháustegui describiendo la acción comando del Directorio Estudiantil.
“El ataque, sorpresivo y traidor, reviste la cobardía, el espíritu criminal y filibustero de sus gestores, el gobierno de los Estados Unidos y los agentes mercenarios reclutados por él y que actúan impunemente desde las costas de la Florida haciendo escarnio de las elementales leyes y normas internacionales”.
Ante el alto organismo internacional, la misión cubana informa que “en rueda de periodistas… el dirigente de esa organización contrarrevolucionaria (DRE), Juan Manuel Salvat, coordinador de dicha operación de bombardeo naval, presentó a Leslie Nóbregas y a Isidro Borjas, que mandaba la nave”. No podía faltar la coletilla: “Hacemos responsable al Gobierno de los Estados Unidos de ese nuevo y cobarde ataque a nuestro país”. En la misma exposición se refiere el delegado cubano al ataque de “una embarcación pirata…al barco “San Pascual”, de 350 pies de eslora y al buque mercante de bandera inglesa “Newland”, que se encontraba a poca distancia. El ataque, que se produjo en Cayo Francés, a 16 millas de Caibarién, fue adjudicado por el delegado castrista a la organización Alpha 66. Exponía el vocero de Castro que la nave “Newland” fue intensamente ametrallada por la embarcación de la “Organización Alpha”.
La denuncia continuaba describiendo otras acciones. Admite García Incháustegui que el 13 de Octubre “una embarcación pirata atacó, con ráfagas de ametralladora calibre 30, a las dos de la madrugada, cerca de Cayo Blanco, próximo a la ciudad de Cárdenas, a una lancha deportiva en que viajaban varios ciudadanos cubanos”. Sin inmutarse ni tomar aliento, continúa expresando que “como consecuencia del ataque, resultaron heridos dos milicianos, quienes fueron secuestrados por los agresores llevándolos primero a la posesión británica de Cayo Sal y, posteriormente, trasladados en forma ilegal a territorio norteamericano”. El que “los ciudadanos” resultaron ser “milicianos armados” carece, para este vocero, de toda significación.
Como se ve, las acciones comando de las organizaciones del exilio se repetían incesantemente. Lo confirma, ese 22 de octubre, la propia delegación cubana ante las Naciones Unidas al repetir que: “todas estas acciones vienen a sumarse a centenares de violaciones denunciadas por Cuba, desde el primero de julio de este año, a través del Ministerio de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, del espacio aéreo y marítimo de Cuba”.
Y vuelve a mencionar, en particular, al grupo estudiantil al expresar que “un cable de la AP, proveniente de la ciudad de Caracas de septiembre 9 de 1962, informa que un representante del titulado Directorio Revolucionario Estudiantil, aseveró que esa organización revolucionaria atacará cualquier buque soviético que sorprenda en aguas territoriales cubanas”.
No habían caído en oídos sordos estas denuncias cuando se formularon originalmente. Horas después de ocurrida la acción, el Departamento de Estado expresó que tenía pruebas de que el Directorio Revolucionario Estudiantil anticastrista era responable del ataque de la noche anterior al litoral del Puerto de La Habana, y el Departamento de Justicia anunciaba una investigación para determinar si la Ley de Neutralidad de los Estados Unidos había sido violada como consecuencia de este episodio.
Al Directorio se le hizo difícil -aún con los propios fondos que ya tenían y con otros que privadamente podían conseguir- realizar en los próximos meses operaciones comandos. Pero éstas se continuaban efectuando por otros hombres y organizaciones. Dentro, o fuera, de la Compañía.
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