En este libro se narra el increíble comportamiento y manejo de la situación
creada por la militarización soviética de Cuba que culminó con la instalación de los misiles de mediano alcance. El autor señala con el dedo acusador a los hermanos Kennedy y destruye el mito falsamente creado por los apologistas. Ros pone al desnudo ese mito y leyenda, para que se conozca la angustiosa y
sangrante realidad.
La Brigada 2506. Interrogatorio público. Declaraciones (IV)
Los “CONSIDERANDOS” son también ocho. El primero expone que “los hechos descritos anteriormente son constitutivos de un delito de traición”, el segundo que “la responsabilidad total de los hechos calificados fue expresamente aceptada por el gobierno de una potencia extranjera, sin perjuicio de la responsabilidad individual que por su participación tienen cada uno de los acusados”. El tercer CONSIDERANDO se jacta de que “en la batalla de Girón, sufre el imperialismo norteamericano una bochornosa derrota” y en el siguiente se expresa lo que puede considerarse una trágica burla: “que los soldados del pueblo, con ejemplar serenidad y siguiendo las normas que constituyeron una tradición legal a la Revolución por el Ejército Rebelde en su lucha contra la tiranía, respetaron la integridad física de los invasores al apresarlos”. Pretenden, en ese párrafo, borrar, entre otros, el infame episodio de la trágica rastra. La rastra de la muerte en la que murieron asfixiados los valerosos brigadistas antes mencionados.
Luego de estas exposiciones el tribunal emite su fallo:
“Les imponemos como sanción por su traición a la patria, la pérdida de la ciudadanía cubana… y el pago de una indemnización en la forma y cuantía que más adelante se expresa”.
Los 1,180 prisioneros que fueron sentenciados por el Consejo de Guerra, en juicio celebrado a puertas cerradas, tendrían que abonar una indemnización de $62 millones de dólares o, en su defecto, cumplir una condena de 30 años de trabajos forzados. La noticia fue publicada en los periódicos controlados por el régimen de Castro. Se le privaba a los brigadistas de la ciudadanía cubana, así como de todos los derechos civiles importantes.
La indemnización, que agrupaba a los prisioneros en cuatro categorías, se había fijado, expresó la corte, “de acuerdo con la responsabilidad individual que cada uno tuvo en la invasión”. Las indemnizaciones fluctuaban de $25 mil a $500 mil dólares. Las otras categorías eran las de $50 mil y $100 mil dólares.
A la suma de $500 mil dólares fueron condenados José A. Pérez San Román, Erneido A. Oliva y Manuel Artime. A la de $100 mil dólares fueron sancionados, entre otros, José Andreu Santos, Jorge Alonso Pujol, Teófilo Lincoln y Santiago Babún Franco, Tomás Cruz, Orlando Cuervo Galano, Ulises Carbó, Ernesto Diez Argüelles, José Manuel Gutiérrez, el Padre Tomás Macho, Mario Martínez Malo, José Miró Torra, Felipe Rivero Díaz, José A. Rodríguez Lodo, José Raúl Varona, Napoleón Vilaboa, Rafael Villaverde y muchos más.
Condenados a la suma de $50 mil dólares aparecían Raúl Arango Kindelán, Ramón Arteaga Díaz, Luis Arrizurieta, Rodolfo Blanco Herrera, Juan José Buttari Crespo, Humbelino Bango Suárez, Amoldo Borrego Suero, Jesús E. Berubides, Evelio Borrego, Rafael Cabezas, Antonio Carmona, Gilberto Cascante, Pelayo Cuervo Galano, Luis Chinea, Fulgencio Castro, Lomberto Díaz Pérez, Armando Galis Menéndez, Alberto García Navarro, Hiram Gómez, Juan Enrique Lambed, Jorge y Fernando Marquet, Alberto Martínez Echenique, Carlos Navarrete Royo, Enrique Oviedo León, Juan Pérez Franco, Enrique Ruiz Williams, Roberto Varona Loredo, Carlos Varona Segura Bustamante y otros más.
A la suma de $25 mil dólares fueron condenados Alvaro Fajardo, Reinaldo García Cantón, Gilberto Hernández Martínez, Luis Moreno, Segundo Miranda, Rigoberto Montesinos, Marcos Mesa, Rolando Pérez González, Enrique y Alberto Pérez Saavedra, Manuel Rey Delgado, José Gabriel Ríos, Juan Roque, Osvaldo Rojas, Miguel Angel Sánchez León y otros.
Los cuatro miembros del Comité de Familiares cubanos, Alvaro Sánchez, como presidente del Comité, Enrique Llaca, Vicetesorero, Virginia Betancourt y Ernesto Freyre se dirigieron de inmediato a La Habana para iniciar negociaciones con el propio Fidel Castro
LLEGAN LOS HERIDOS
Los acontecimientos se van produciendo con rapidez. El jueves 12 de abril se da a conocer una noticia que llena de alegría a los familiares de los brigadistas y a la ciudadanía. Antes de 72 horas serán puestos en libertad, y vendrán a los Estados Unidos, los 54 prisioneros que están heridos o enfermos. Es el primer paso para que termine el cautiverio de todos. Se sabe la noticia por un cable que llega de La Habana, firmado por los miembros del Comité de Familiares: Ernesto Freyre, Virginia Betancourt, Enrique Llaca, y Alvaro Sánchez. Llegarán en el vuelo 422.
El sábado, a las cinco de la tarde, más de 20,000 personas le dieron una afectuosa y calurosa bienvenida al primer grupo de brigadistas que, heridos, mutilados, enfermos, alcanzaba la libertad. Se mezclaban las lágrimas y la alegría. Llegaban, junto con el Comité de Familiares, Pablo Campos Gutiérrez, Armando Alayón Fernández, José Manuel Angel Pomar, Jorge Riga Casas, Humberto Cortina, Rene Lámar, Julio Mugsó, Luis Morse, Veracín González, Manuel Rodríguez Fleitas, Pedro Arnao García, Bernardo Martínez, Emilio Junco, Carlos Aggi, Gilberto Fernández Ortega, Secundino Abut, Valentín Neiva, René Hernández, Bernardo Gutiérrez, Juan Higuera Valdés, José Ramón Fernández, Lorenzo Pardo Valdés, Humberto Hernández, Rafael Hernández, Felipe Morín Rodríguez.
También, Raúl Hernández Hernández, Jesús Delgado García, Rubén Pérez Rovira, Rubén Vázquez Casanova, Luis Medina, Cándido Sierra, Enrique Ruiz Williams, Oscar Sánchez Hernández, Pablo Castellón Hernández.
Venían más. Luis Figueroa González, Reynaldo Torrientes, Rolando Tol González, Anastasio Suárez, Mario Luxó, José Castaño Fernández, Eduardo Zayas Bazán, Rolando Pasos, Guillermo Cuervo Hernández, Luis Mido, Reynaldo Cáceres Hernández, Ovidio Suárez, Julio Cañizales, Adalberto Sánchez Rodríguez, Felipe Sirias, Ricardo Borroc, Enrique Hernández, José Ignacio Smith, José Martín Suárez, y Noelio Montero.
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