Por María C. Rodríguez
En el año 1816 no hubo verano
“Tuve un sueño, que no era del todo un sueño. El brillante sol se había extinguido, y las estrellas erraban apagándose en el espacio eterno, sin rayos ni rumbo, y la tierra helada se balanceaba ciega y oscurecida en el aire sin luna”.
(Lord Byron-poema Darkness).
El año 1816 fue sin verano (también es conocido como año de pobreza, el verano que nunca fue), la temperatura mundial osciló entre 0,4–0,7 °C (0,7–1,3 °F).
Se cree que la anomalía fue causada por la combinación de una histórica caída en la actividad solar con un invierno volcánico provocado por una serie de importantes erupciones volcánicas coronadas por la erupción del monte Tambora de 1815, en las Indias Orientales Neerlandesas (hoy Indonesia), la erupción más grande conocida en 1,300 años, ocurrida durante las décadas finales de la Pequeña Edad de Hielo, sumado potencialmente al enfriamiento existente que venía produciéndose periódicamente desde el 1350 d. C. debido a las graves anomalías en el clima estival que causaron una disminución. Las anormalidades del clima propiciaron un invierno severo que destruyó las cosechas en lugares tan variados como el sur de China, el norte de Europa y el nordeste estadounidense.
En mayo de 1816, la escarcha quemó la mayoría de las cosechas que se habían plantado, y el 2 de junio una gran tormenta de nieve produjo muchas muertes. En julio y agosto, se observó hielo en ríos y lagos en latitudes tan al sur como Pensilvania. Fueron comunes impresionantes y rápidas oscilaciones de temperatura, pasando en cuestión de horas de las normales o superiores a lo normal del verano (tan altas como 35°C) a cercanas al punto de congelación.
Aunque los granjeros de Nueva Inglaterra consiguieron que las cosechas de maíz y otros granos llegaran a madurar, los precios subieron considerablemente. La avena, por ejemplo, casi multiplicó por ocho su precio, pasando de 12 centavos por bushel del año anterior a 92 centavos.
Europa, que todavía se estaba recuperando de las guerras napoleónicas, padeció la escasez de comida. Estallaron disturbios en Gran Bretaña y Francia y se saqueaban almacenes de grano. Sin embargo, la violencia fue peor en Suiza, donde el hambre forzó al gobierno a declarar emergencia nacional.
En China, las anómalas bajas temperaturas durante el verano y el otoño asolaron la producción de arroz en la provincia de Yunnan en el sudoeste, extendiendo la hambruna. En el fuerte Shuangcheng, ahora en la provincia de Heilongjiang, se informaba de tierras devastadas por la escarcha, lo que resultó en la deserción de los reclutas. Se produjeron nevadas veraniegas en varias localidades de las provincias de Jiangxi y de Anhui, al sur del país. En Taiwán, que posee clima tropical, nevó en Hsinchu y en Miaoli y heló en Changhua.
Las crónicas cuentan que aquel verano de hace más de 200 años nevó y heló en zonas de Europa y Norteamérica. Las cosechas se arruinaron, lo que desencadenó la peor hambruna del siglo XIX. Un medallón de la época grabado en Alemania rezaba: “Grande es la aflicción, oh, Señor, ten piedad”.
“En Norteamérica, el año sin verano contribuyó a dar forma a los actuales Estados Unidos: “la gran demanda de grano de la frontera del noroeste llevó a la especulación de tierras, a la retirada de los indios y al rápido asentamiento de estados como Indiana, Illinois y Kentucky”, detalla Wood. Cuando aquel boom económico declinó y los precios volvieron a la normalidad, sobrevino el llamado Pánico de 1819, la primera depresión en la historia del país cuyos efectos se prolongaron hasta 1820, incluyendo el parón de la expansión hacia el oeste.
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