Por: Álvaro J. Álvarez
Después de bien instaurado el sistema castro-comunista, hubo muchos que cuando terminaron el Bachillerato no se matricularon en alguna Universidad, quizás por no querer hacerlo o por tener ideas de salir del país. Otros no pudieron o no quisieron terminar el Bachillerato que fue abolido en 1964, cuando crearon el Pre-Universitario.
En noviembre de 1963, Raúl Castro (por órdenes de su todopoderos hermano) declaró por televisión la Ley del Servicio Militar Obligatorio (que nunca salió publicada en la Gaceta Oficial) y entre los pocos exentos para ser citados, estaban los estudiantes universitarios. Por esa razón muchos como yo terminamos el bachillerato para estudiar alguna carrera universitaria y no tener que servir en el ejército durante tres años.
En agosto de 1964, cuando llegué a la Escuela de Medicina en la calle 25 y H y me registré con una señora que se llamaba Caridad, me enteré por ella que no podía comenzar la carrera sino debía presentarme en el edificio de F y 3ra. en El Vedado (muy cerca del Recodo de Malecón y F y del parque José Martí) para iniciar un curso de Nivelación de Medicina de 7 meses. Cosa hasta ese momento que jamás había sucedido en Cuba. O sea que el título de bachiller te lo podías pasar por “allí mismo”.
Como el todopoderoso y dueño absoluto de los 111,000 km² y de sus habitantes era una persona llena de odio y rencor, inventó aquella maniobra para que nosotros los que ya teníamos títulos de bachillerato, tuviéramos que examinarnos junto a los que nunca se habían graduado hasta ese momento y estaban estudiando en cursos intensivos en Ciudad Libertad (antigua Columbia), Tarará o en el Nuevo Vedado. Luego de esos 7 meses hubo un examen final realizado entre los días 22 y 26 de marzo de 1965 y los nombres de los 688 que aprobamos salimos en la página 5 del periódico El Mundo del 2 de abril de 1965. Algo único en la historia de Cuba.
Entonces el 19 de abril de 1965 comenzamos el Primer Año de Medicina en los terrenos del Colegio Sagrado Corazón en la Avenida 31 y la calle 146 del Reparto La Coronela entre el Country Club y La Lisa, que había sido robado a las monjas en mayo de 1961.
Como el todopoderoso vivía al lado de nuestros dormitorios, en una finquita que se había robado, “sus anillos de protección” o sea los hombres que lo protegían (Grau nunca tuvo guardespaldas) nos registraban cada vez que entrábamos a los dormitorios y entre nuestros compañeros de clase había personas buenas (éramos la mayoría) otros regulares y los menos que, eran muy malos.
Algunos de estos muy malos, con los años abandonaron como las ratas el barco y hasta algunos ya están enterrados en cementerios en países capitalistas.
Uno de aquellos muy malos es José Manuel Collera Vento un cardiologo infantil de Pinar del Río, el agente Gerardo del G2 que llegó a ser Gran Maestro de La Logia Masónica de Cuba, en Carlos III y Belascoaín y entre sus infiltraciones durante sus 35 años de agente de inteligencia castrista, estuvo el involucrarse en la detención de Alan Gross en La Habana.
Por cierto, que de aquellos 688 de 1965, ya han fallecido 160, incluyendo algunos que seguramente fueron recibidos en el Infierno por Fidel, Lenin, Stalin, Mao, Hitler, Chávez, etc.
Nuestro curso fue sometido desde un principio a una persecución implacable: a los que éramos religiosos, a los que leían libros supuestamente prohibidos, los que oían música diversionista como Los Beatles, a los invertidos y lesbianas, etc.
El administrador era el abogado Menelao Mora Travieso “Chepo” (hijo de Menelao Mora Morales y medio hermano de Alberto Mora Becerra), un personaje tenebroso que después de ordenar el corte de pelo a lo militar, se paraba a la entrada del comedor y todos aquellos alumnos que no estaban pelados como él quería, les quitaba la tarjeta de acceso y no podían comer hasta pelarse, algunos amigos mios estuvieron hasta dos semanas a pan y agua, con tal de no pelarse.
A Carlos Suárez del Fresno lo castigó 3 meses sin poder salir los fines de semanas por haber llegado un lunes a la 1:00 am en vez de a las 7 am (llegó 6 horas antes).
La mayoría de los que nos vigilaban eran miembros de la Juventud Comunista (UJC), creo del Partido Comunista había uno o dos, debido a la edad. En sus reuniones secretas preparaban las distintas estrategias para lograr descubrir y luego expulsar a los posibles elementos que según ellos no se merecían ser médicos revolucionarios.
Jorge Mujica Cantelar, uno de los más malos, que sin tener padecimiento alguno, se dejó ingresar en la enfermería que estaba en el último piso para provocar a un supuesto homosexual que estaba ingresado y logró su objetivo y su víctima a pesar de ser hijo de un alto dirigente castrista, fue inmediatamente expulsado.
Por eso finalizando el Primer Año hubo la primera depuración (nombrecito castrista para expulsarte) donde fueron depurados 8 varones y una hembra (de Sancti Spíritus). Entre esos 8 varones estaban: Molleda, Vázquez, Orozco, Toyos, Brito y Goiriena. La mayoría de ellos fueron entonces enviados a La UMAP (campos de trabajos forzados en la provincia de Camagüey).
Otro de los engaños fue cuando a pesar de habernos dicho desde un principio que solamente estaríamos el Primer Curso en aquella prisión, nos obligaron a permanecer allí otro año más.
Al finalizar el Segundo Año la alegría colectiva fue tal que hubo ciertos incidentes que motivaron la presencia de los mayores dirigentes de la Escuela de Medicina y todos los que habitaban en el albergue “C” fueron enviados a sembrar pinos en una zona montañosa llamada La Melba, en Mayarí en la provincia de Oriente, durante varios meses de castigo.
Allí siguieron las depuraciones, además intentos de agresiones físicas contra algunos como me la contó Oscar, uno de los afectados. Yo como ya estaba preso, no estuve con ellos allí.
Otro ejemplo que debo contar es: Uno de nuestros compañeros (Roberto) era algo afeminado y miembro de la Juventud Comunista (UJC), por supuesto esto quizás podía excluirlo de las persecuciones. Su madre se había ido tempranamente del país y por alguna razón desconocida por mí, Roberto no se fue con ella.
En octubre de 1965 empezaron a regresar cubanos en la llamada operación Camarioca y entre aquellas mariposas, ya no eran gusanos, llegó su mamá a verlo y a traerle regalos “imperialistas” Cuando sus camaradas de la Juventud Comunista (UJC) se enteraron de aquella visita maternal lo expulsaron de la UJC, además él era novio de Olivia otra compañera de medicina que aunque no pertenecía a la UJC, su familia era simpatizante del sistema y ella se sentía revolucionaria, fue presionada por las muchachas militantes y por alguno que otro dirigente masculino para acusar a Roberto y a su vez auto-declararse lesbiana, cosa que aparentemente no hizo.
Finalmente, aquello pasó y ellos dos se casaron y tuvieron una hija. Luego se divorciaron, sobre Roberto no he sabido nunca más pero su ex-esposa Olivia se volvió a casar y junto con este segundo marido fueron captados por la Seguridad del Estado para ser agentes encubiertos. Así estuvieron muchos años de chivatos oficiales hasta que un día fueron “quemados” que en el argot de inteligencia significa que al no necesitarlos los delatan ellos mismos. Olivia sigue en Cuba y aparentemente firme en sus creencias diabólicas.
He podido contarles esta historia porque una gran amiga y compañera de curso, conoció todos estos detalles por boca de ambos implicados y siempre estuvo al tanto de este drama, típico de un sistema contra natura como el que ya lleva 65 años implantado en nuestra querida patria.
¡Sabrá Dios cuantas de estos hechos habrán sucedido y no se comentan!
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