eminente cirujano cubano
Por: Álvaro J. Álvarez
El Dr. Antonio Rodríguez Díaz nació en 1902, en Pinar del Río. De cuna humilde, ascendió a golpes de esfuerzo, costeándose sus estudios mientras enseñaba matemáticas a los estudiantes de la Segunda Enseñanza. Estando estudiando en La Universidad de La Habana, decidió tomar la especialidad de cirugía y luego de graduado en muy poco tiempo se convirtió en un eminente cirujano, para gloria de Cuba y de sus pacientes.
Ingresó con el grado de teniente en el cuerpo médico de la Policía en 1934, luego comandante durante el gobierno de Fulgencio Batista entre 1940 y 1944.
En la revista Bohemia del 26 de noviembre de 1944 en la página 34, está este Homenaje.
“El lunes 20 de noviembre de 1944, se efectuó un acto de reconocimiento por su valor científico al Dr. Antonio Rodríguez Díaz prestigioso exponente de la cirugía cubana, cirujano cabal, creador de la cirugía plástica en nuestro país, según las palabras del Dr. Alberto Inclán, presidente de la Sociedad Nacional de Cirugía.
Acudieron profesionales de rango superior dentro de la medicina cubana, el Dr. Ricardo Núñez Portuondo, el Dr. Ángel Arturo Aballí Arellano, el Dr. Agustín W. Castellanos, el Dr. Carlos M. Ramírez Corría, el Dr. Pedro Kouri, el Dr. José Olivella, el Dr. Octavio Montoro, el Dr. Pedro L. Fariñas, el Dr. José Lastra y el Dr. Gonzalo E. Aróstegui, entre otros.
El Dr. Gustavo Bergnes Durán, de la comisión organizadora del acto, refiriéndose al reciente pasado del comandante de la Policía Nacional, Dr. Rodríguez Díaz, expresó: “El uniforme no daba brillo a tu persona; eras tú quien hacía brillar el uniforme”.
El Dr. Rodríguez Díaz, en ese año de 1944, en que gobernaba Ramón Grau San Martín, renunció al cargo de comandante al dársele una organización distinta al Hospital de la Policía, de carácter personalista, pues recayeron en un mismo funcionario las facultades de la Jefatura de la Sección de Sanidad, la Dirección Técnica y la Dirección Administrativa, no deseando participar en los éxitos o fracasos de dicho sistema, reñido con las normas trazadas por la Asociación de Hospitales Norteamericanos, establecidas por el Hospital Universitario en Cuba”.
En el Hospital Johns Hopkins de Baltimore, el 29 de noviembre de 1944, con la ayuda de su asistente quirúrgico, el afroamericano Vivien T. Thomas (1919-1985), el cirujano y profesor de la Escuela de Medicina el Dr. Alfred Blalock estaba listo para operar a la niña Eileen Saxon de 18 meses que padecía de la enfermedad Tetralogía de Fallot (síndrome del bebe azul), una afección poco frecuente causada por una combinación de cuatro defectos cardíacos presentes al momento del nacimiento.
Estos defectos, que afectan la estructura del corazón, hacen que fluya sangre con una cantidad insuficiente de oxígeno desde el corazón hacia el resto del cuerpo, por eso tienen la piel azulada. A veces, los bebés que la padecen, se les presenta de manera repentina, un color azul oscuro en la piel, en las uñas y en los labios después de llorar o de comer o cuando se agitan.
Todos ellos necesitan cirugía correctiva y requieren controles habituales con el médico por el resto de su vida y pueden tener restricciones físicas.
El Dr. Blalock se preparó cuidadosamente para atar la Arteria Subclavia (que transporta sangre oxigenada) a la Arteria Pulmonar (que transporta sangre venosa). La niña fue inmediatamente del azul al color rosa. Este fue el principio de lo que se llamaría corrección paliativa del defecto del corazón con Fallot. No era una cura, pero si una manera de darles una mejor vida a los pacientes hasta que otra manera de corregir estos cuatro defectos del corazón pudiera lograrse. Vivien Thomas había practicado en perros el procedimiento quirúrgico (hay una película de Hollywood sobre él) y también el Dr. Blalock lo hizo una vez antes de decidirse operar a la niña Eileen.
Por eso durante la cirugía, a pedido de Blalock, Thomas se paró en una silla junto al hombro de Blalock y lo guió paso a paso a través del procedimiento.Eileen pudo vivir 250 días después de operada.
Muchos niños vinieron de Hispanoamérica y otros países del mundo a operarse, en el Hospital Johns Hopkins de Baltimore y muchos doctores aprendieron el funcionamiento e introdujeron la técnica en sus hospitales. Cuba estuvo a la vanguardia, en la introducción de la técnica.
El 10 de septiembre de 1947, 2 años y 10 meses después, de aquella primera operación en el mundo, se realizó una intervención quirúrgica en la clínica Cardona, propiedad del Dr, Ignacio Cardona situada en la calle 19 entre 8 y 10 en el Vedado, por el distinguido cirujano cubano Dr. Antonio Rodríguez Díaz la primera que se realizaba en Cuba.
El paciente fue el niño de 5½ años Pedro César Pared Mendoza, quien desde entonces está vinculado a la historia de la medicina cubana. Hijo de Amelia Mendoza y de Pedro Pared, matrimonio de trabajadores radicados en San Luis, Pinar del Río. El matrimonio Pared-Mendoza tenía otra hija, de dos años y era una familia pobre.
El padre, alentado por las noticias de las operaciones que el Dr. Blalock venía realizando en EE. UU, se dirigió a la Fundación MARFAN cuando aquello debería haber estado en la calle L y 11 en El Vedado, siendo informado de que el traslado e intervención quirúrgica le costaría $4,000. Pero el Dr. Diego César Rodríguez, que pese a sus actividades políticas (representante a la Cámara) seguía sintiendo como médico, pensó en la gloria que para Cuba y sus profesionales representaba hacer frente al caso. El Dr. Diego César, a quien los padres del niño le refirieron la situación de pobreza y el cuadro que se les presentaba, por no poder atender debidamente a su hijo, costeó de su peculio particular el viaje del niño a la capital, con sus padres y habló al Dr. Antonio Rodríguez, a quien pidió examinara al niño para determinar si era posible operarlo o no. El Dr. Antonio Rodríguez Díaz, quien conjuntamente con el Dr. Agustín Castellanos (1902-2000), acababa de ser designado por el Alcalde Municipal, para organizar el Servicio de Cirugía Cardiovascular, del Hospital Municipal de la Infancia (inaugurado en 1933) comenzó a examinar al niño, en unión del Dr. Castellanos y luego de múltiples análisis y pruebas, dictaminó que el caso era operable, por lo que el menor fue recluido en la clínica Cardona.
La intervención quirúrgica comenzó a las 9:00 am del 10 de septiembre de 1947, como ayudantes del Dr. Rodríguez Díaz, los prestigiosos cirujanos, Dr. Hilario Anido, Dr. José Luis Navas, Dr. Ángel Giral Casielles y Dr. Rafael Novo y como anestesista el Dr. Servando Fernández Rebull, en quien descansó el 70% del éxito de esa difícil intervención, por su precisión en el acto de la anestesia.
Dos horas después, una hora menos de las que empleaba el Dr. Blalock en sus operaciones, se había realizado exitosamente una de las intervenciones quirúrgicas más importantes en Cuba.
La atención postoperatoria del niño quedó confiada a otro eminente médico, el Dr. Agustín Castellanos.
Horas después de haberse realizado la intervención, el pequeñito Pedro César, estaba recuperado, tranquilo en su lecho y mientras cruzaba sus piernas, pedía constantemente a sus padres “más agua con azúcar”.
Días después el Dr. Diego César Rodríguez dijo: “en el futuro esos enfermitos cubanos no tendrán que salir de Cuba ni depender de la caridad pública para reunir $4,000 para trasladarse a los Estados Unidos”.
Fue el 6 de mayo de 1953 cuando el Dr. John Gibbon completó con éxito la obra de su vida, cerrando por primera vez, con la ayuda de un aparato de circulación extracorpórea de su invención, una comunicación interauricular en una mujer joven.
En el Instituto de Cirugía Cardiovascular y Torácica, fundado por los distinguidos cirujanos, Dr. Antonio Rodríguez Díaz y Dr. Hilario Anido Fraguedo, con la adquisición en 1956 de una máquina CEC, conocida como “Bomba Lillehei”, se inició la cirugía cardiaca inaugurada con la ayuda anestesiológica de los doctores Francisco Gutiérrez Peláez y Servando Fernández Rebull. Desde esa fecha hasta 1960 se realizaron más de 600 operaciones abiertas y cerradas, convirtiendo a nuestro país en uno de los cuatro primeros del mundo (EE.UU., Cuba, Suecia y Francia) que en aquella época desarrolló la cirugía cardíaca y de grandes vasos.
Simultáneamente, en el Hospital Infantil Municipal (Pedro Borrás), el Dr. Ángel Giralt operó a más de 400 niños afectados por cardiopatías congénitas, gravados por correcciones quirúrgicas a corazón cerrado, es decir, sin necesidad de circulación extracorpórea, que fueron diagnosticados mediante angiografía. Cardiografía en la Fundación de Cardiología, que trabajó bajo la dirección de los Dres. Agustín Castellanos y Otto García Díaz.
A su vez, en el Hospital de Niños Arturo Aballí, el Dr. Rogelio Barata Rivero, con la ayuda anestésica del Dr. Pedro Jiménez, realizó numerosas cirugías a corazón cerrado y abierto contando con la “Bomba Lillehei”, operada por su sobrino, que todos lo llamaban “Baratica”. Mientras tanto, en el Hospital Universitario General Calixto García, el Dr. Roberto Guerra realizó algunas operaciones cerradas y el Dr. Antero Sánchez abiertamente en el Hospital Arturo Aballí con la ayuda del Dr. Noel González Jiménez quien había hecho una pasantía en Minneapolis con el Dr. Walton. Lillehei.
La mayoría de estas operaciones fueron realizadas de forma gratuita por los equipos médicos, pero con los recursos materiales que fueron adquiridos por los pacientes y familiares al estilo de la época. También se realizaron operaciones en algunas clínicas privadas. El Instituto de Cirugía Cardiovascular y Torácica contó con el patrocinio de filántropos habaneros.
La Comisurotomía Mitral es una cirugía para reparar la válvula mitral del corazón, que se encuentra entre la aurícula izquierda y el ventrículo izquierdo y su función es abrirse y cerrarse para dejar pasar la sangre a través de estas dos cavidades. Si la válvula no se abre o cierra bien, es posible que la sangre no fluya bien a través del corazón, entonces se dice que hay un soplo.
Aunque hay muy escasa información, el Dr. Antonio Rodríguez Díaz operó el primer caso en 1950.
En 1951 cuando Eduardo Chibás se disparó el tiro en el abdomen, Rodríguez Díaz fue quien lo operó. También fue quien operó a Fidel Castro Díaz-Balart en 1959 y a Celia Sánchez de un tumor canceroso.
Era tan brillante que desarrolló una técnica quirúrgica para las operaciones de la vesícula biliar que ningún cirujano la hizo antes.
El Dr. Rodríguez Díaz tenía su consulta particular en la calle H # 360 y allí veía a sus pacientes de lunes a viernes de 5pm a 7pm y con previo turno.
Según me contaron el Dr. Rodríguez Díaz se exilió en Puerto Rico, donde trabajó como cirujano durante unos 4 años y luego falleció en Miami.
Nota.- No siempre se sabe la causa en algunos casos puede ser genética. Los niños con síndrome de Down son más proclives a desarrollar una Tetralogía de Fallot. Una persona que nace con este mal tiene más probabilidades de tener un hijo o un hermano con la misma afección. Cada año, hay aproximadamente un caso de esta afección cada 2,500 bebés nacidos en EE.UU.
Las madres que contraen la rubéola u otra enfermedad viral durante el embarazo tienen un riesgo mayor de dar a luz a bebés con esta anomalía. Otros factores de riesgo relacionados con el embarazo son una alimentación inadecuada, el abuso del alcohol, diabetes mal controlada y la edad de la madre (mayor de 40 años). Ciertos factores medioambientales, como la contaminación atmosférica, también pueden aumentar las probabilidades de tener un bebé con este defecto.
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