Cuba y su participación en los juegos olímpicos

Written by Alvaro J. Alvarez

21 de septiembre de 2022

Por Álvaro J. Álvarez. Exclusivo para LIBRE (Segunda parte y final)

La guerra estaba desatada, carta va, carta viene, amenazas y manifestaciones callejeras. Como todo recurso es apto para ganar una batalla, los promotores de la Exposición anunciaron la organización de importantes pruebas deportivas en las mismas fechas dispuestas por Chicago, en caso de que la sede no le fuese otorgada. Y la bomba surtió su efecto.

La ciudad de San Luis era entonces una pequeña pero influyente ciudad en la que se concentraba el comercio del algodón y mantenía una fuerte actividad comercial. La ciudad de Chicago había sido la sede original, elegida por el COI desde 1901, pero la amenaza de hacer juegos parecidos en la Feria Mundial en las mismas fechas y una campaña de desprestigio lograron que el COI buscara una mediación. La decisión definitiva sobre la elección de la sede la tomó, el presidente estadounidense de 1901 al 1909, Theodore Roosevelt (1858-1919).

Hubo pruebas para niños y los degradantes Anthoropological Days, algo ultrajante y racista. Coubertin muy disgustado, determinó no ir y constituyó la única vez que un presidente del COI estuvo ausente en unos Juegos Olímpicos. Como dato histórico lograron que el famoso jefe apache Gerónimo (1829-1909) participara en el desfile inaugural de la Feria.

En los Juegos de la III Olimpiada, participaron 651 atletas (645 hombres y 6 mujeres) de 12 países (Alemania, Australia, Austria, Canadá, Cuba, EE. UU., Francia, Grecia, Hungría, Reino Unido, Sudáfrica y Suiza- ninguno de Latinoamérica) que compitiendo en 91 eventos de 16 deportes. Por ello los organizadores distribuyeron las pruebas deportivas durante más de cuatro meses. A pesar de las enormes inversiones de dinero en la organización, el número de atletas participantes procedentes de otros países solo fue de 42. 

Los organizadores apenas lograron interesar a los atletas de Europa en cruzar el Atlántico para participar en el evento. La baja cantidad de delegaciones, con pocos atletas de otros países que terminaron por asistir, permitió al equipo estadounidense adueñarse casi exclusivamente del medallero tras obtener una enorme cantidad de preseas de cada metal e incluso casi seis veces más que el resto de las demás naciones medallistas juntas (obtuvieron el 85.5 % del total de medallas, Cuba el 3.2 %).

 A pesar de la mala organización de estos Juegos, hubo algunos factores favorables que contribuyeron al movimiento olímpico, como el premiar con medallas de Oro, Plata y Bronce al Primer, Segundo y Tercer lugar de cada prueba respectivamente. Se incluyeron por primera vez la lucha estilo libre y el boxeo como deportes olímpicos.

TRES ATLETAS CUBANOS

Cuba participó con tres atletas, dos en Esgrima y uno en el Maratón de 40 kms.

Las competencias de esgrima se realizaron entre el miércoles 7 y el jueves 8 de septiembre.

Ramón Fonst Segundo, ganó Oro en Espada Individual y en Florete Individual. Manuel Dionisio Díaz-Martínez (1874-1929) ganó Oro en Sable Individual.

En la competencia de Florete por Equipos, Ramón Fonst y Manuel D. Díaz-Martínez ganaron Oro. Por lo tanto, Cuba ganó 4 medallas de Oro.

Ramón Fonst conquistó un récord, que parece sigue hoy en día vigente, en 24 asaltos nunca fue tocado por sus contrarios.

Cuba ganó dos de Plata, una en Espada Individual y otra en Florete Individual. Ganó 3 de Bronce en Espada Individual, Florete Individual y en Sable Individual. 

PARTICIPACIÓN CUBANA EN ATLETISMO

La participación cubana en el atletismo estuvo representada por el voluntarioso corredor de distancias largas, el habanero Félix “El Andarín” Carvajal Soto, con su #3. La fecha programada del Evento era el martes 30 de agosto de 1904, a las 3:03 pm. con una temperatura de 32º grados C. (90º F).

Los participantes fueron 32, de seis países, 17 norteamericanos, 10 griegos, 2 sudafricanos, 1 británico, 1 francés y 1 cubano. Félix de la Caridad Carvajal y Soto, de 38 años, 5’1” de estatura y 95 libras de peso. Había nacido en la calle Águila esquina a San Lázaro en La Habana, según el reportaje de la revista Bohemia del 6 de febrero de 1949, Félix la fecha fue el 16 de enero de 1866, pero se crio en San Antonio de Los Baños (ciudad detonante del 11 de julio 2021)

RUTA LLENA 

DE OBSTÁCULOS

David R. Francis, que había sido alcalde de San Luis, gobernador de Misuri y ahora presidente de la Feria de San Luis, dio el disparo de arrancada en el Estadio Francis, nombrado así en su honor. Comenzaba de esa manera el Maratón de 40 kms. (24.85 millas), los corredores tenían que darle 5 vueltas a la pista del Estadio antes de salir y tomar la ruta corriendo por Manchester Road, Clayton Road y Olive St. Road hasta regresar al Estadio donde estaba la Meta. La ruta estaba llena de obstáculos para los atletas. A través de las calles de San Luis, para mantenerse en el campo, los corredores tenían que esquivar autos, vagones de reparto, trenes de ferrocarril, tranvías y personas que paseaban a sus perros. 

En algunos lugares, los caminos estaban cubiertos de piedras, nada favorable para los corredores, que tenían que abrirse paso. Si todo eso no fuera suficiente, existían las siete colinas de 100 a 300 pies, los nocivos gases de escape de los automóviles donde viajaban jueces y periodistas y las cantidades extremas de polvo que estos vehículos levantaban. 

Carvajal, en 1889, con 23 años, ganó su primer duelo atlético contra el ya famoso andarín español Mariano Bielsa Latre que tenía 30 años. Desde las 8 de la mañana comenzaron a darle vueltas al parque de San Antonio de los Baños y a las cinco el español abandonó exhausto, mientras que Carvajal continuó por dos horas más.

Ya en la competencia oficial, el Andarín Carvajal tomó una ventaja considerable. Cuando el cubano iba por el kilómetro 15, uno de los favoritos, el estadounidense Fred Lorz (un albañil de 20 años y corredor de las 7 millas de Nueva York) con el #31, iba por el kilómetro 10. A los 25 kilómetros, Félix Carvajal empezó a notar algo que al final, lo perjudicó: hambre

Tampoco se sabe cómo tomaba agua, porque al no tener ayudantes, como casi todos los demás, ¡cómo podía correr así! Las únicas dos fuentes de agua estaban en la milla 6 (10 kms) y el pozo que estaba situado al costado del camino a las 12 millas (19 kms.).

Entre los participantes locales, se encontraban los mejores especialistas en las pruebas de larga distancia, que empezaban a popularizarse y tenían en la maratón de Boston a su principal referente. 

Carvajal no apareció en los puestos de cabeza hasta algo más allá de mitad de carrera, cuando era 6º al pasar por el pueblo de Des Peres (situado 17 millas ó 28 kms al Oeste de San Luis), por detrás de Mellor (que no terminó), Newton, Hicks, Corey y García (que tampoco terminó). 

Al paso del kilómetro 30, el cubano Carvajal comandaba la prueba. Sin haber comido en 40 horas, vio a un espectador comiendo melocotones, le preguntó si podía coger los melocotones y el espectador se negó. Un poco más adelante, se detuvo en un huerto a comer unas manzanas, que resultaron estar podridas y le causaron dolores estomacales y por supuesto las naturales diarreas. No sabemos con seguridad cuantas fueron y hasta se dice que se adormiló un rato pero se reincorporó a la carrera.

A las 3 horas y 10 minutos hizo su entrada en el Estadio, el #31, Fred Lorz. Unos instantes más tarde, Alice Roosevelt (1884-1980) la hija mayor del presidente de EE.UU., se aprestaba a entregarle la medalla de Oro, cuando se produjo la entrada en el Estadio del segundo y uno de los favoritos, Thomas Hicks #20, con tiempo de 3:28:53, quien a duras penas se podía mantener en pie para completar los metros finales. Junto a él iba un automóvil con varios jueces que, al ver que se estaba llevando a cabo la entrega del premio al ganador, la 

interrumpieron airados, ante la sorpresa general.

Lorz, cerca del kilómetro 15, se vio obligado a abandonar totalmente agotado y optó por montarse en un vehículo de los que iban siguiendo la carrera, hasta que ya recuperado, decidió completar la parte final del trayecto, corriendo. Los jueces lo descubrieron y Lorz enseguida admitió el hecho, señalando que solo era una broma y que nunca tuvo intención de hacer trampa.

Al ser descalificado Lorz, Thomas Hicks, fue declarado ganador de la Medalla de Oro, un inglés-bostoniano de 28 años y payaso de profesión. 

Finalmente ganó la carrera, pero su falta de estabilidad y coherencia no le permitieron recoger la medalla, hasta un tiempo después, se supo que éste también fue ayudado por su preparador.

Algo importante, si hubieran descalificado a Thomas Hicks por haber sido ayudado para poder llegar caminando a la meta, el cubano Andarín Carvajal hubiera ganado el Bronce, pero al no haber sido así, se quedó sin medalla por llegar en Cuarto Lugar. No encontré datos sobre su tiempo oficial en la carrera.

Al finalizar los II Juegos, el Andarín parece le había cogido el gusto a los EE.UU. y se quedó unos meses hasta regresar a Cuba en 1905, cargando con los trofeos y medallas que había ganado en otras competencias.

EL REGRESO DEL GRAN 

CARVAJAL

Era una gran noticia para la afición deportiva habanera y la Revista El Fígaro, del 10 de sept, 1905, le pidió a su reportero gráfico Rafael B. Santa Coloma lo retratara. Era la primera vez que este humilde deportista iba a una galería fotográfica y también que su retrato fuera impreso en los periódicos cubanos. El pie de grabado informaba: “El Fígaro tiene el gusto de publicar el retrato del afamado andarín cubano, Félix Carvajal, junto a medallas y copas obtenidas como vencedor en varias carreras de 24 ó 40 kms., en Missouri, Chicago y Washington”.

Al Andarín le vinieron a la mente aquellos tiempos de hambre y peligros que forjaron su indómita voluntad de seguir siempre adelante, cuando junto con otros amigos se unió a las fuerzas mambisas durante la Guerra de Independencia para luchar por la 

libertad de Cuba y en las largas distancias que recorrió, incluso atravesando terreno enemigo, llevando los importantes mensajes que sus jefes le confiaban. 

Vino también a su mente cuando, al terminar la guerra, le dieron una plaza de cartero con zapatos, uniforme y silbato. Estaba tan contento que no caminaba, sino corría repartiendo cartas y continuaba corriendo después del trabajo por distintos lugares de La Habana, soplando constantemente su silbato de cartero, recibiendo saludos, aplausos y haciendo amistades. Al anunciarse la Olimpiada de San Luís 1904 sus amigos lo animaron a participar y él vio en ello la oportunidad de su vida. Pidió apoyo al Gobierno de Estrada Palma pero no le hicieron caso. Acudió entonces al pueblo y en los parques de las barriadas mostró su resistencia y velocidad de andarín, profetizaba su éxito y pasaba su gorra solicitando ayuda. Le regalaban centavitos y así, kilo a kilo, fue reuniendo hasta poder completar el precio del pasaje en barco hasta Nueva Orleans.

El Andarín Carvajal continuó con su humilde trabajo de cartero, siempre sonando su silbado y sus habituales carreras por la Habana. Al acercarse las Olimpiadas de Atenas, en abril de 1906 (los llamados Juegos Intercalados) nuevamente el pueblo lo animó y lo ayudó a participar pero al llegar a Atenas, ya se había celebrado el Maratón. Cuba no participó por la 2da. Intervención.

No se amilanó y solo, sin saber idiomas y sin recursos, se presentó en competencias de corredores de distancias largas patrocinadas por ciudades de Grecia, España, Francia e Italia, alcanzando, según los rotativos de la época, más de 50 premios. Aunque volvió con fama y otro cargamento de trofeos, vino tan pobre como había ido. El dinero de los premios solo le permitió pagar los pasajes y vivir muy modestamente. 

En 1946 se despidió de su público como atleta, mientras se celebraba un juego de béisbol en el Estadio del Cerro, realizó una corta carrera. Después de recibir el aplauso de los fanáticos afirmó: “Esto es para demostrar que todavía corro”.

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