Cuba: Mambises nacidos en otras tierras

Written by Enrique Ros*

19 de octubre de 2022

Una obra que reconoce la enorme contribución y el alto número de libertadores nacidos en otras geografías.

Las expediciones después del Zanjón (VI de VIII)

CONTINÚAN LAS EXPEDICIONES

Dirigida por el ya Teniente Coronel Francisco Leyte Vidal llegaba el 4 de mayo del 96 como Jefe de Mar y Tierra en la tercera incursión del vapor Bermuda, comandando un total de más de 95 expedicionarios entre los que se encontraba, como segundo jefe, Julián Zárraga y, junto a ellos Charles L. Simón, Aquiles Ascuy, Juan Carlos Andreu y Pedro Rodríguez. Traía en sus bodegas el Bermuda 414 fusiles Mauser y 44 terceloras, 500 mil cartuchos, medio millar de machetes y, 1,200 libras de dinamita y otros materiales bélicos.

Habían partido los expedicionarios con un pequeño remolcador que los llevó mar afuera para abordar el Bermuda, zarpando el 27 de abril pero al acercarse a la ensenada de Mora en la costa de Oriente y comenzar el alijo de carga de la embarcación a otro pequeño bote que llegase a la costa fueron detectados por los cañoneros españoles Reina Mercedes y el Cuba Española. Sólo seis de las pequeñas embarcaciones pudieron llegar a la costa y, luego, hacer contacto con las fuerzas del General Rabí. El Bermuda, con Leyte Vidal a bordo, pudo evitar la persecución y dirigir la nave hacia el Puerto de Trujillo en Honduras. Pronto volverá el oriental Francisco Leyte Vidal a dirigir otra expedición. Esta vez con éxito.

Quien va a comandar la segunda incursión del mes de junio es otro hombre que también, como Leyte Vidal, se había distinguido en la Guerra del 68: El tunero Juan Francisco Fernández Ruz quien se había alzado junto con Carlos Manuel de Céspedes en la Demajagua el mismo 10 de Octubre y al que todos llamaban Juan Ruz. Recordemos que Juan Ruz ya se ha integrado, de inmediato, a las tropas comandadas en aquel momento por el dominicano Luis Marcano y, posteriormente, había combatido al frente de una de las seis columnas del Mayor General Calixto García y, posteriormente, junto al Mayor General Vicente García.

Ahora, luego de ser hecho prisionero complicado en las actividades de la Guerra Chiquita y deportado a Cádiz y Barcelona, Fernández Ruz se había trasladado a Estados Unidos y, en contacto con la delegación cubana organiza una expedición a bordo del vapor Laurada que, como la antes comandada por Leyte Vidal, tuvo serias dificultades pero Fernández Ruz y varios expedicionarios pudieron desembarcar por Punta Ganado en la costa norte de Camagüey y participar en varias acciones combativas en aquella provincia y en Las Villas. El 20 de noviembre de aquel año 96 comandaría el combate de Aragón, muriendo poco después (22 de diciembre) de una afección pulmonar que desde hacía algún tiempo lo venía afectando.

Se realiza otra nueva incursión marítima a las costas de Cuba. Era la tercera del mes de junio.

En el segundo viaje del vapor Three Friends la Delegación Cubana lleva cerca de 70 expedicionarios entre los que llegarán, como Jefe de Mar y Tierra el Teniente Coronel Rafael Portuondo Tamayo -que había sido Secretario de Relaciones Exteriores del Gobierno de Cuba en Armas- Alberto Couspeire, Gonzalo García Vieta y Carlos (Charles) Hernández, arribando a la ensenada del Cargado, próximo a la bahía Baconao en la costa sur de Oriente el 30 de aquel mes de mayo. Los armamentos que traía fueron entregados al Mayor General José Maceo en su campamento de la Pimienta.

Será el Coronel Emilio Núñez el que se hará cargo de organizar la próxima expedición dirigida y financiada por la Delegación Cubana. Utilizará para ésta el vapor Comodoro que ya antes -el 19 de marzo- había transportado como Jefe de Tierra al Comandante Braulio Peña- y ahora, en este segundo viaje sería el Comandante Pablo F. Rojas el Jefe de Mar y el Coronel Ricardo Trujillo el Jefe de Tierra. Llevaba unos dieciocho expedicionarios, cinco de los cuales habían sido parte del viaje del Bermuda en mayo de ese año.

Llevaba el Comodoro 400 fusiles Mausers, 385,000 cartuchos, 2,500 libras de dinamita y otros medios. Zarpó de Charleston el 17 de junio, arribando a la Playa de Camacho, cerca de Varadero, en la costa norte de Matanzas y decidieron el inmediato sitio de las fuerzas comandadas por el General de Brigada Carlos Rojas, el cardenense del que ya antes habíamos hablado y en cuyo honor pusieron su nombre al antiguo pueblo de Cimarrores. Las armas le fueron entregadas al General José Lacret Morlot las que fueron utilizadas por éste en los combates de Hato de Jicarita, ubicado cerca de Unión de Reyes.

Digamos unas palabras sobre este encuentro de Jicarita que había sido ordenado por el Lugarteniente General Antonio Maceo en comunicación enviada al Brigadier Lacret el día 3 de este mes de junio. Con esas armas se enfrenta Lacret al coronel español Molina que comandaba una columna integrada por batallones de los Regimientos del Rey y Valencia, una sección de caballería del Regimiento de la Reina y Guerrillas de Matanzas, bajo el mando del Teniente Coronel Brualla. Veamos los detalles de este histórico encuentro que se prolonga por varios días.

LACRET VENCE EN JICARITA

En Jicarita, cerca de Unión de Reyes, en Matanzas, tropas al mando del Brigadier José Lacret Morlot libraron intenso combate el 3 de julio de 1896 que se extendió hasta el siguiente día, siguiendo las instrucciones del Lugarteniente General Antonio Maceo que deseaba contrarrestar los efectos negativos de la derrota sufrida en Cantabria el dos de abril.

Gerardo Batrell Oviedo, uno de los miembros de las tropas del General Lacret al relatar sus Apuntes Autobiográficos, publicados en 1912, titulados «Para la Historia» describe así los pasos iniciales de lo que se convertiría en una histórica batalla:

«Emprendimos marcha de los montes de la Reforma… llegamos a la finca Severino de Armas a las once de la noche mientras una comisión siguió con los heridos para el Hospital de Sangre Hato de Jicarita. A nuestra llegada, el General Lacret mandó un cartel de reto a Molina -jefe español, criminal como osado; esto ocurría por los últimos días del mes de junio.

»El 4 de julio ya teníamos a Molina al mando de tres columnas españolas el cual después que llegó al rastro de nuestro campamento, antes de llegar al Hato de Jicarita, quiso contramarchar y evadir el encuentro, pero tan pronto como el General Lacret se enteró, mandó a Juan G. Abreu… que fuera con 20 hombres y le trajera a aquellas tres columnas enemigas al campamento o séase al Cuartel General, que estaba en la puerta de entrada del histórico platanar de Jicarita. A las nueve de la mañana empezaron los veinte números que fuimos a tirotear a las columnas y a las diez ya las habíamos traído. Tomaron parte de ese memorable combate fracciones de todas las fuerzas de la provincia que habían llegado en comisión a buscar municiones al Cuartel General.

»Las columnas españolas, al mando del General Molina eran la ‘Del Rey’, a vanguardia, ‘María Cristina’ al Centro y de retaguardia la de ‘Aldea’. La ‘Del Rey’fue tantas sus bajas que después de aquel combate no pudo operar más».

En su libro «Memorias para la Historia» Batrell Oviedo describe distintos encuentros que culminan en una importante victoria de las fuerzas cubanas. Su versión la confirma una respetable personalidad histórica.

En un extenso informe publicado en el periódico «La Discusión», el viernes 28 de diciembre de 1900, el General Enrique Loynaz del Castillo ofrece informes muy detallados de este combate que se inicia tras el reto del General Lacret al General español Luis Molina «el Azote de Matanzas»:

«Todos los malos venían con él: los guerrilleros, los presentados, los asesinos, los sacados del presidio, todas las especies de bandidos y, detrás de esta vanguardia, asco de la humanidad, terror de indefensos, la numerosa tropa española» que le hizo llegar a través de siete respetables ciudadanos».

En su extensa comunicación titulada «Memorias de la Revolución» el General Loynaz del Castillo describe los encuentros que se van a producir durante los primeros días del mes de julio de 1896. 

«Al terminar el último combate, nos dice Loynaz del Castillo, en las trincheras nada quedaba. El general español comprendió que había desangrado sus tropas llevándolas a un golpe en el vacío. Molina, de allí, se fue definitivamente a Matanzas, burlado en sus propósitos y llevándose a los hospitales unos 400 heridos. Entre 50 a 60 fueron sus muertos».

Resumimos esta acción ampliamente detallada en la obra «Diccionario Enciclopédico de la Historia Militar de Cuba» (obra citada):

«Lacret bien pertrechado con la expedición del vapor Comodoro, consideró que era el momento oportuno para cumplir la orden y desafió al coronel español Molina. El lugar donde se efectuaría la acción era un extenso hato cerrado que lindaba al sur con la Ciénaga de Zapata.

(Continuará la semana próxima)

Temas similares…

0 comentarios

Enviar un comentario