Cuba: Mambises nacidos en otras tierras

Written by Enrique Ros*

31 de agosto de 2022

Combatientes de otras nacionalidades (V de V)

TENSIONES ENTRE LA CÁMARA DE REPRESENTANTES Y EL  PRESIDENTE CÉSPEDES

En 1873, el Presidente Céspedes pone el máximo esfuerzo en gestionar la organización de expediciones armadas para traer hombres y armas a la isla enviando como primer paso, a Nueva York al Coronel Juan Luis Pacheco quien se pone en contacto con la Agencia de Cuba en Santo Domingo y Jamaica pero fracasó al ser apresada la goleta. No se amilana Pacheco y organiza el próximo mes otra expedición que tampoco tiene éxito a las que sigue la exitosa segunda expedición del Virginius.

Pero estos esfuerzos del Padre de la Patria no disminuyen las frecuentes confrontaciones del Presidente de la República en Armas con la Cámara de Representantes.

Esta era la opinión de Máximo Gómez sobre la Cámara cuando en junio de 1873 se hace cargo del Departamento del Centro:

«En aquel momento por desgracia, el Cuerpo de Representantes del Pueblo de Cuba, está hoy compuesto de hombres, en su mayor parte que no están a la altura del puesto tan importantísimo; se ocupan de pequeñeces que rebajan su dignidad y muchas de las veces se dejan dominar de miras personales» Diario de Campaña de Máximo Gómez.

En el año 1873 aumentaban las tensiones entre la Cámara de Diputados y el Presidente Carlos Manuel de Céspedes. Se producían en aquellos días cambios en el mando del Ejército Libertador. La División Militar de Oriente comprendía dos departamentos militares, subdivididos en otros tantos distritos.

En el Departamento Provisional del Cauto, el distrito de Tunas quedaba bajo la autoridad de Vicente García. El de Jiguaní y Bayamo tendría al frente a Francisco Javier de Céspedes, con el Brigadier José de Jesús Pérez comandando la División de Jiguaní y los mayores generales Modesto Díaz y Luis Figueredo dirigiendo las tropas de Bayamo-Manzanillo. Después Carlos Manuel de Céspedes envía a la Cámara para su aprobación, la relación de los altos cargos militares. Mencionaba, entre otros, el de Máximo Gómez, Modesto Díaz y Luis Marcano; el de José María Aurrecoechea y el de Calixto García.

Está trazando Máximo Gómez planes para su soñada invasión a Occidente. Recibe en los días finales del 73 dos comunicaciones juntas. Una de su confidente Miguel Betancourt que le prueba la posibilidad de apoderarse del depósito de municiones que mantienen las fuerzas españolas en Santa Cruz del Sur; la otra del General Vicente García al conversar con él el 24 de octubre en Santa Ana de Lleo donde «me expuso la imperiosa necesidad en que estábamos los jefes militares de tomar la iniciativa para la deposición de Carlos M. de Céspedes como Presidente de la República». 

Veamos la respuesta de Gómez: «Le contesté que no podía estar de acuerdo y que debía dejarse a las Cámaras que obrasen con libertad sobre ese asunto». Lo que ya ha hecho Máximo Gómez fue seguir la información suministrada por su confidente y atacar el 28 de septiembre a Santa Cruz del Sur por tres direcciones simultáneamente: el Coronel Gregorio Benítez con 100 infantes avanzaría para ocupar el fuerte; el Coronel José González Guerra lo seguiría como segundo escalón. Mientras dos coroneles el español Manuel Suárez y el americano Henry Reeve, el Inglesito, tomarían la entrada de La Calzada y, con sólo 50 hombres, recorrería esa vía para distraer al enemigo. Caería gravemente herido Reeve, como hemos descrito en otros capítulos de este libro. La acción la describe así el propio General Máximo Gómez: «El 28 de septiembre estaban en nuestro poder 100,000 tiros; desde entonces creí realizado mi proyecto; mas era preciso, para tan trascendental movimiento, dar parte al Gobierno y contar con los refuerzos que pudiese enviar».

Expresa con pasión y profunda decepción: «Eran momentos solemnes para mí (la deposición de Céspedes), preocupado con la nueva campaña y temeroso de que obstaculizaran mi proyecto con ese acontecimiento; así sucedió, pues aunque con antelación bastante envié una comisión al Gobierno participando mi plan de invasión; todo lo que se dispuso para protegerlos fue casi perdido».

El Presidente Céspedes permanecía en Cambute con el Secretario de Estado, Miguel Bravo y Sentíes, cuando a tres leguas de allí, en Bijagual, cerca de Jiguaní, el General Calixto García concentraba, el 27 de octubre de 1873, a los principales jefes militares de Guantánamo, Santiago de Cuba, Holguín, Jiguaní, Bayamo y Las Tunas.

Los Mayores Generales Modesto Díaz y Manuel de J. Calvar, los Brigadieres Generales Antonio Maceo y José de Jesús Pérez; Silverio del Prado, Guillermo Moneada, Francisco Borrero y Arcadio Leyte Vidal asistirían a la sesión de la Cámara de Representantes que, bajo la presidencia de Salvador Cisneros Betancourt, estaba convocada para decidir, en Bijagual, la deposición del Padre de la Patria. Se reunían allí como diputados Tomás Estrada Palma, Eduardo Machado, Juan B. Spotorno, Luis V. Betancourt, Marcos García, Ramón Pérez Trujillo, Fernando Fornaris y Jesús Rodríguez; y un pequeño número de ellos asumirán la gravísima responsabilidad de deponer al Presidente de la República en Armas.

En Bijagual ha sido destituido el Presidente Céspedes.

Así lo describe otro historiador:

«El 27 de octubre de 1873, en uno de los hechos más lamentables y nefastos para la historia patria y sin medir el alcance ulterior de la decisión, la Cámara de Representantes, argumentando las más variadas imputaciones, que forzó al Presidente de la República de Cuba en Armas, Carlos Manuel de Céspedes».

Para González Barrios aquella decisión era más hija de inescrupulosas confabulaciones personales, que del análisis profundo de la gestión de gobierno del caudillo de Yara. En lo adelante, la unidad de la revolución quedaría quebrantada.

Juan B. Casasús, el biógrafo de Calixto García, al referirse «a este lamentable y doloroso acontecimiento» cita la descripción que sobre el mismo hacía Enrique Collazo y a la que ya nos hemos referido. Menciona a Manuel Márquez Sterling diciendo que los diputados:

«Parecían locos… impugnaron a Céspedes como fanáticos jacobinos. Luis B. Betancourt, convirtió su vida en vaso de hiel… ninguna de las acusaciones hubiera tenido fuerza si, más serenos, hubieran pesado las circunstancias en que Céspedes ejercía el mando». Afirmaba Casasús que «allí, en Bijagual, asomó por la ventana del regionalismo ese monstruo de cien cabezas de la abominable militancia. Fueron, en realidad, los jefes militares y no la Cámara los que consumaron la deposición infortunada». Palabras muy ciertas del respetado biógrafo de Calixto García.

Pero, la lucha continúa. El 15 de agosto de 1875 el Mayor General Modesto Díaz ataca a Puerto Padre con las fuerzas del Teniente Coronel Modesto Fonseca, todas bajo el comando del Mayor General Vicente García.

El Mayor General Modesto Díaz Álvarez gana batallas militares pero pierde las políticas.

Depuesto Céspedes (17 de octubre de 1873) el nuevo gobierno proclama una ley que divide la isla en dos Departamentos Militares, el de Oriente y el de Occidente. (La anterior la dividía en tres departamentos). Se creaba un problema porque en aquella fecha el Ejército Libertador contaba con cuatro Mayores Generales: Máximo Gómez, Calixto García, Vicente García y Modesto Díaz; algunos quedarían sin mando.

Arbitrariamente, a dos de ellos le dan esas posiciones sin mando de tropas; el respetuoso, disciplinado Modesto Díaz se sintió ofendido cuando es relevado del mando de Bayamo sustituyéndolo por el general Luis Figueredo. Pide su baja del Ejército Libertador y tiene la hidalguía de hacer entrega al General Luis Figueredo de las fuerzas de más de 1,400 hombres conque él, Modesto Díaz, contaba. Pronto estará Modesto en las tierras orientales.

Para Modesto Díaz se crea el Instituto de Inspección del Ejército. A Vicente García se le designa Secretario de Guerra. El Mayor General Calixto García queda designado Jefe del Departamento de Oriente y el Mayor General Máximo Gómez Jefe del Departamento de Occidente. Había perdido, el valioso dominicano Modesto Díaz una batalla política al haberse creado, arbitrariamente, una nueva innecesaria estructura militar que le daría fuerza al pronunciamiento del Mayor General Vicente García que se opone al nuevo gobierno presidido por Salvador Cisneros. Muchos se unirán a esa crítica que conducirá a la Protesta de Laguna de Varona. El general tunero le ha pedido a Modesto Díaz que se incorpore a aquella protesta. Éste no acepta todos los puntos de oposición al Presidente Cisneros pero éste se ve obligado a renunciar. Asume la nueva presidencia, Juan B. Spotorno.

El General Vicente García trata de atraerse al dominicano Modesto Díaz que siempre se distinguió por su decisión y coraje, al Mayor General Vicente García le servía de intermediario en esa labor persuasiva Matías Vega Alemán, General de División, pero no tuvo éxito. Al firmarse el Pacto de Zanjón regresó Modesto Díaz a su país de origen, la República Dominicana donde este admirable militar murió el 28 de agosto de 1892 en Yaguate, provincia de San Cristóbal.

FIN

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