Una obra que reconoce la enorme contribución y el alto número de libertadores nacidos en otras geografías.
Los dominicanos y su aporte esencial (III de VI)
MÁXIMO GÓMEZ EN CUBA
Después de la anexión de su país a España, Gómez quedó incorporado a la Reserva del Ejército Español con el grado de Capitán de Caballería y al ser expulsados los españoles de la isla, Máximo Gómez se trasladó a Cuba junto con su familia el 13 de julio de 1865 y quedó destacado en Santiago de Cuba.
En 1866 solicitó su licenciamiento y pasó a residir en El Dátil en la jurisdicción de Bayamo donde se relacionó con los conspiradores a favor de la independencia de Cuba. El 16 de octubre (1868) se incorporó a las tropas insurrectas a las órdenes de Donato Mármol y recibió el grado de sargento.
Mármol comisiona a Gómez para dirigir la vanguardia de una tropa bisoña escogida para defender a Jiguaní, en el camino de Bayamo. Gómez sitúa cerca de la Venta del Pino, a un kilómetro de Baire, varias emboscadas. Avanzaban los soldados españoles, a las órdenes del Coronel Demetrio Quirós, cuando «saltan al camino, bajo el humo de los disparos, centenares de insurrectos, que caen sobre ellos a machete limpio. El efecto de esta sorpresa fue fulminante; las dos compañías, sin resistencia casi, son aniquiladas; más de doscientos soldados son muertos a machete. Con heridas atroces, profundísimas, impresionantes para estos soldados, que aún no conocían los temibles efectos del machete, blandido por el guajiro cubano».
La derrota es tan sorpresiva y aplastante que fuerza al capitán general Lersundi a suspender su plan de operaciones y al Conde de Valmaseda a reembarcarse con su columna para Vertientes. Quedan aplazados sus planes sobre Bayamo.
En diciembre de aquel año (1868) ya era Gómez segundo jefe de las tropas comandadas por Donato Mármol, y asumió el mando de la jurisdicción de Jiguaní atacando, el 11 de febrero (1869) a esa población y comandando la Brigada de Jiguaní atacó a Baire el 6 de agosto del 69. Pocos días después se hizo cargo del Distrito de Holguín. Sigue Gómez actuando en toda la región y el 20 de aquel mes de agosto asumió el mando de la División de Holguín atacando los poblados de Samá y Dos Bocas.
En enero de 1870 el dominicano Gómez volvió a operar en la región de Jiguaní y la zona del Cauto tomando a Santa Rita el 30 de marzo de ese año y en julio, tras la muerte de Donato Mármol, (Junio 25, 1870) ocuparía la jefatura de la División Cuba que abarcaba las jurisdicciones de Baracoa, Guantánamo, Santiago de Cuba y el Cobre. Durante aquel año, 1870, combate en Río Abajo, el Mijial, Pinalito, Majaguabo, El Cristal, Ti Arriba, Nuevo Mundo y La Socapa.
El Departamento Oriental estaba encerrado entre Baracoa, Santiago, Bayamo y Holguín, y al servicio de Gómez «quedaban los mejores soldados de Oriente: Los Maceos, Moncada, Flor Crombet, Borrero y Jesús Pérez, entrelazados por la miseria, curtidos con la sangre en que había pretendido ahogarlos Valmaseda. Gigantes, y naturaleza gigantesca”.
Comienza el año 71 el dominicano Gómez atacando el 4 de enero a Guisa y ya en julio prepara la invasión y campaña de Guantánamo. El 6 de ese mes combate en Loma de la Galleta y el 12 en La Estacada, campaña que se extiende hasta mayo del siguiente año y donde ha combatido en los cafetales de La Indiana, Dos Amigos y Oasis y en el ataque a Tiguabos.
Su prestigio, su inteligencia, su valor, preocupa a hombres intrigantes al frente de la División Cuba. Algo tendrán que hacer. Habrá que destruirlo.
“HOMBRES INTRIGANTES”
SEPARAN A MÁXIMO GÓMEZ
DEL PRESIDENTE CÉSPEDES
«Hombres intrigantes y miedosos, unos desafectos a mí, quien sabe por qué; pusieron en el ánimo de Céspedes la duda o la creencia de que el movimiento iniciado, tan estupendo lo consideraban, llevaba en sí miras ambiciosas, de malos fines… puesto que en ese plan (yo) solicitaba darme la mano con Agramonte (su desafecto personal), y, una vez unido con aquel, y al frente de un ejército triunfante, claro está que sería proclamado Jefe Militar de la Revolución…».
Con estas palabras dejaba constancia el Mayor General Máximo Gómez de la «inexplicable sorpresa que, por orden del Secretario de la Guerra», supo de su destitución como jefe de la División Cuba.
No culpa al Presidente Céspedes sino a «los hombres intrigantes y miedosos» que actuando como serpientes fueron responsables de la reprobable acción.
Ante la injusta medida les dice a jefes y oficiales que rechazaban la medida «la mejor muestra de simpatía que ustedes pueden darme es marchar callados y contentos a ayudar al gobierno. Yo no soy más que un soldado como lo son ustedes, para servir a la Patria».
Gómez, dolido pero disciplinado, acata la decisión y entrega el mando al Mayor General Calixto García.
En esos días Carlos Manuel escribe a Ramón Sánchez Betancourt una carta fechada en la «Residencia del Ejecutivo, Junio 18 de 1872″ exponiendo las razones para la sustitución de Máximo Gómez. La comenta con fruición Pirala:
«Nadie ha dicho, que sepamos, los principales motivos que impulsaron al Presidente Céspedes, y tenemos la fortuna de ser nosotros quienes los revelemos. Obra en mi poder una carta número 98, dirigida al ciudadano Ramón Sánchez Betancourt, en contestación a otra de abril 9 anterior; está fechada en la «Residencia del Ejecutivo, Junio 19 de 1872″…
Y sigue Pirala exponiendo los detalles de la carta. ¿Quién hizo llegar al historiador español esta importante comunicación?. No es difícil suponerlo.
Pirala, nos dice Manuel Sanguily, en sus «Anales de la Guerra en Cuba», «aprovecha muchos papeles que le facilitaron el Ministerio de Guerra en Madrid, y noticias que les fueron enviadas manuscritas por algunos insurrectos, siendo de ellos…los más extensos que tuvieran a su disposición, los apuntes muy curiosos en que entretuvo sus ocios el Dr. Félix Figueredo, hombre por lo general bien informado».
MÁXIMO GÓMEZ SIGUE
COMBATIENDO
Destituido se retira Gómez hacia la región de Guantánamo, pero no abandona la lucha.
Acompaña a las tropas del entonces Coronel Antonio Maceo y del Mayor General Calixto García y, por invitación de éste, participa en el ataque a Holguín el 19 de diciembre de 1872.
Seis meses después, el 24 de mayo de 1873, ataca a una columna española y toma parte en la acción del Zarzal del 4 al 6 de junio de 1873.
Céspedes comprendía -siempre lo supo- que necesita el esfuerzo de ese gran dominicano. Por eso lo nombra Jefe del Departamento Provisional del Cauto (Jiguaní, Bayamo, Manzanillo y las Tunas pero no puede ocupar esa alta posición porque a la muerte del Mayor General Ignacio Agramonte recibe la orden de sustituir al Bayardo asumiendo la jefatura del tercer cuerpo de Camagüey posición que ocupa el 3 de julio de aquel año y, junto con las tropas villareñas, lo reorganizó en dos divisiones y una unidad de caballería independiente cuyas fuerzas libran la campaña de Camagüey en la que Gómez se destaca en los combates de La Luz, Atadero, La Sacra y Palo Seco además de los ataques a Nuevitas y Santa Cruz del Sur. Gómez estaba en favor de mantener la unidad en el gobierno de la República en Armas; por eso se niega a estar presente en Bijagual, en octubre de 1873, donde se ha de aprobar la deposición del Presidente Céspedes. Para Gómez aquello era una asonada militar.
El nuevo gobierno, ahora presidido por Salvador Cisneros, realiza una reestructuración de la división territorial del Ejército Libertador a fines de 1873 y el dominicano Gómez quedó como jefe del Departamento Occidental, que comprendía los territorios de Camagüey y Las Villas.
De inmediato comenzó a preparar un contingente para invadir Las Villas. Los días 10 y 11 de febrero (1874) dirige el Combate de Naranjo-Mojacasabe cuando completamente estructurado el contingente invasor del 12 al 14 de marzo comenzaba a librarse la Batalla de Las Guásimas que se extendió hasta el día 19, consumió una gran parte de los recursos con los que contaba aquella columna invasora, forzando a Gómez a posponer su anhelado proyecto, mientras participaba en otras acciones como los ataques a San Miguel de Nuevitas y a Cascorro y el encuentro de Camujiro.
Después de las Guásimas llegaba la estación de las lluvias y los militares españoles se vieron obligados a suspender las operaciones; tiempo que aprovechó Gómez para preparar su aplazado plan de invadir a Las Villas. Al llegar el General Concha, que recién había sustituido a Jovellar, ordena el Capitán General que se escoltara un convoy fuera de la ciudad, Gómez, al conocer el propósito de los militares españoles empezó a hostilizar la columna ocasionándoles 79 muertos y recogiendo un gran botín. En esta acción el Inglesito, incorporado aquel mismo día a las fuerzas del dominicano Gómez mal curado aún de su herida de Santa Cruz, era nuevamente herido.
Sabía el Capitán General Gutiérrez de la Concha, que Máximo Gómez insistía en pasar la trocha. A ese efecto el alto mandatario español ordenó que guarecieran la línea militar de la trocha varios batallones de infantería de línea, una de Milicia de Colón y más de 10,000 hombres entre guerrillas montadas, guardia civil de infantería y caballería. Era un grito de «¡no pasarán!»; la prensa, española y norteamericana así lo consideraba.
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