Una obra que reconoce la enorme contribución y el alto número de libertadores nacidos en otras geografías.
Españoles en las filas insurrectas (VII de VIII)
LA CONSPIRACIÓN DE LA PAZ DEL MANGANESO
Poco se conoce, porque de ella apenas se ha escrito, la extensa conspiración que bajo ese nombre «La Paz del Manganeso» se fraguó en Cuba en los años que siguieron al otro poco conocido «Plan» Gómez-Maceo» que trata de realizarse al concluir la Guerra Chiquita.
Fracasada esta última de tan breve duración y actividad surge en la mente de antiguos combatientes desterrados la idea de combinar un alzamiento armado con la toma de las principales fortalezas de Santiago de Cuba y el desembarco de expediciones armadas. El plan se llevaría a efecto cuando el gobierno español autorizase la presencia en La Habana de Antonio Maceo quien, supuestamente, vendría a la isla para liquidar propiedades familiares.
En los planes participan hombres de prestigio y, muchos, de probado valor: Manuel y Julio Sanguily, Juan Gualberto Gómez, Juan Bruno Zayas, Francisco Carrillo, Serafín Sánchez, Bartolomé Masó, Guillermón Moneada, el dominicano Félix Marcano y el antiguo General de Brigada Esteban Tamayo, entre otros muchos. Uno de los que toma parte activamente en esta conspiración es el baya-més Mayor General José Manuel Capote Sosa, quien luego de caer prisionero y ser trasladado a las prisiones de Chafarinas, al quedar libre toma parte en esta fallida conspiración de La Paz del Manganeso.
Muchos fondos se habían recaudado y tenían asegurada la participación de gran número de personas responsables en la comunidad cubana. Ya habían fijado la fecha para el alzamiento cuando se da a conocer el nombramiento del General Camilo Polavieja como el nuevo Capitán General quien, siempre temeroso y sospechoso de Maceo, dio órdenes inmediatas de desterrarlo. Las órdenes fueron cumplidas de inmediato. El 29 de agosto Maceo -a cuyo alrededor se reunían los más sobresalientes jóvenes en La Habana y en Santiago-, era embarcado en el vapor Cienfuegos rumbo a Jamaica. Quedaba, así, liquidada por la experiencia e intuición de Polavieja, la Conspiración de la Paz del Manganeso, gestada en aquellos años.
Hagamos un paréntesis para hablar del Plan Gómez-Maceo y de La Paz del Manganeso, tan estrechamente relacionados. Comentemos, antes de continuar con la valiosa participación de José Miró Argenter junto a Maceo, por bosquejar en pocas palabras el poco conocido «Plan Gómez-Maceo».
PLAN GÓMEZ-MACEO
Los años que transcurren de 1894 al 1896 los pasan estas dos grandes figuras de nuestra historia estudiando planes y sugerencias ofrecidas por aguerridos dirigentes de la pasada contienda mientras Máximo Gómez, desterrado en San Pedro Sula, Honduras, elabora un programa que centraliza la dirección política-militar de quien habrá de conducir la guerra en un general en jefe (la idea original de Carlos Manuel de Céspedes en el 68) auxiliado por una Junta de cinco miembros. La idea la comparte Antonio Maceo que trata de atraer a ella la numerosa, y siempre combativa emigración que habita en el destierro (Nueva York, Cayo Hueso, Nueva Orleáns, Kingston, Filadelfía, Santo Domingo, Colón), en busca de los fondos y apoyo necesarios para la empresa. Muchos lo respaldan. Otros se oponen.
Máximo Gómez había comenzado a cultivar añil en San Pedro Sula.
En aquel momento Félix Govín promete un generoso aporte de $100 mil pesos y otra cantidad igual de varios amigos. Esto alienta a aquellas figuras que tanto habían luchado en la Guerra de los Diez Años. Flor Crombet y Eusebio Hernández, junto con Gómez y Maceo parten para Nueva York, pero la promesa de Govín no se cumple. No importa la decepción. Todos se asignan el trabajo a realizar.
Pero surge una discrepancia de criterios que todos conocemos. Es en ese momento que, reunidos en Nueva York, un joven, entonces poco conocido, discrepa de estos dos generales de tanto prestigio, dirigiéndose a Máximo Gómez:
«General, un país no se gobierna como se funda un campamento».
La frase, repetida en una delicada carta del joven Martí a su admirado Máximo Gómez, puso fin a aquellos planes.
Fracasado el Plan Gómez-Maceo hablemos de otra operación concebida cuatro años después.
Volvamos a Miró Argenter. En la Guerra del 95 se alzó Miró desde el primer día, al frente de un contingente de patriotas, en Holguín con el grado de coronel.
Al iniciarse la Guerra del 95 luchó Miró contra una columna española en Ciego la Rioja el 14 de abril de 1895. Dos semanas antes, luego de la llegada de Maceo a Cuba, le ratificó el grado (Io de abril de 1895) incorporándolo a su estado mayor.
Miró se distinguirá en el Combate de Peralejo (13 de julio 1895) y marchó junto a Maceo durante la invasión participando toda la campaña de occidente. Sobresale en el enfrentamien Jiguará, en Sancti Spíritus, el 3 de diciembre de 1895; y en Pinar del Río participa entre otros encuentros en el de La Lechuza, Cacarajícara, Rubí y Bejerano (también conocida como Gobernadora).
Tres meses después, como dijimos, se destacará en de Peralejo que le permite al Consejo de Gobierno otorg de General de Brigada, pasando a los pocos días al cargo de Jefe del Estado Mayor de la Columna Invasora. En diciembre del 95 el “catalán” criollo», -como lo nombró Bernabé Boza, jefe del Estado Mayor de Máximo Gómez, en «Mi Diario de la Guerra»- Miró Argenter va a sobresalir en el ataque de Iguará, diciembre 12, 1895, en las cercanías de Sancti Spíritus combatiendo una columna de 650 infantes y 60 jinetes dirigida por el Coronel Enrique Segura.
Iguará era un pequeño poblado en las cercanías de Sancti Spíritus que tendría que atravesar la columna invasora donde habían pernoctado las tropas españolas la noche anterior. Al frente de las fuerzas cubanas se encontraban Gómez y Maceo, junto a ellos estaría el «catalán criollo» Miró Argenter, observando como las fuerzas cubanas tendrían que acelerar el cruce del río Jatibonico que sólo había sido cruzado por la mitad de la columna mambisa.
Gómez tomó una altura desde donde podía impedir el avance español mientras Maceo, a cuyo lado se encontraba Miró, reunió a 350 de sus jinetes para atacar al centro español que respondió con intenso fuego, causándoles a los cubanos fuertes pérdidas, pero la infantería española fue aniquilada. Ambos bandos sufrieron grandes bajas. Fue para Miró una dura experiencia. Marcharía, ahora, hacia occidente. Hacia Pinar del Río, en la zona de Tapia.
Y, ya en Pinar del Río, se distinguiría Miró en los primeros días del 96 en Cacarajícara, uno de los más importantes combates de la campaña de Maceo en aquella provincia en cuyo encuentro, que se prolongó por tres días, recibió Maceo el apoyo de las fuerzas del Coronel Juan E. Ducasse, combate que se extendió a Las Pozas, en la jurisdicción de Bahía Honda, y a Loma Redonda donde murió, combatiendo, el Teniente Coronel Carlos Socarrás.
Había participado en el Combate de Dos Ríos (19 de mayo de 1895) donde cayó el Apóstol cubano. Tres semanas después cruzaba el río Jobabo para levantar en armas a la provincia de Camagüey y dar inicio a la Campaña Circular en la que dirige las acciones de Altagracia, La Ceja, El Mulato, La Larga, Cascorro, Guáimaro, Jobabo y Jimaguayú.
Y nuevamente va a sobresalir en El Rubí, el 20 de marzo del 96, cerca de Cabañas y, en el mismo mes de marzo, atacando a una columna en Bejerano, cerca de la ciudad de Pinar del Río. Tras el combate de Mal Tiempo (15 de diciembre de 1895) el Gobierno en Armas había propuesto ascender a Miró al grado de General de División. Luego de la muerte del Mayor General Antonio Maceo pasa Miró al Departamento Oriental bajo las órdenes directas del Presidente de la República de Cuba en Armas, Bartolomé Masó.
Volverá a combatir este catalán, que tan cerca de Maceo siempre estuvo, en Cacarajícara, cerca de San Cristóbal, Pinar del Río el 21 de marzo de 1896 junto a las fuerzas del antioqueño Coronel Adolfo Peña combatiendo la columna del Brigadier Andrés González Muñoz. Meses después, el 10 de noviembre volverá a enfrentarse contra las mismas fuerzas del ahora ascendido General González Muñoz en el Rubí, en las alturas de Cabana que, en esta acción estaba protegiendo a las tropas comandadas por el General Weyler. Junto a Miró se encontraban las tropas del Coronel Pedro Delgado, del Brigadier Bermúdez y del Comandante Manuel Piedra, entre cuyos hombres se encontraba Panchito Gómez Toro.
Sigue combatiendo Miró Argenter. El 3 de diciembre de 1896 (dentro de cuatro días habrá de morir el Titán de Bronce) sus tropas se han movido hacia el Mariel en las alturas de Bejerano (Gobernadora), convirtiéndose ésta en la última acción de la Campaña de Pinar del Río.
(Continuará la semana próxima)
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