Por Isabel Martínez Pita
Perder altura física es uno de los cambios que experimentamos a medida que cumplimos años, y cuando miramos a nuestros hijos, nietos o personas más jóvenes nos preguntamos qué ha pasado con esos centímetros con los que antes nos acercábamos a de los demás y ahora tenemos que mirarlos hacia arriba. Y aunque aquella estatura juvenil no se pueda recuperar, sí podemos ralentizar el proceso de este declive mediante ejercicio.
El doctor Daniel Bores García, profesor del departamento de Fisioterapia, Terapia Ocupacional, Rehabilitación y Medicina Física de la Universidad Rey Juan Carlos (URJC) de Madrid, explica a EFE las causas naturales de esta reducción paulatina de altura, las causadas por malos hábitos y los beneficios de hacer ejercicio de forma habitual.
“Perdemos altura por tres razones fundamentales, en primer lugar, por la paulatina degeneración y deshidratación de los discos intervertebrales que van reduciéndola; en segundo lugar, por la osteoporosis que incide negativamente en la calidad y densidad de los huesos, y, en tercer lugar, porque se va perdiendo tono muscular que provoca que nuestro cuerpo, a media que pasan los años, pierda capacidad muscular de erección y éstos vayan quedando menos erguidos”, indica Bores.
NUTRICIÓN, CUIDADOS MÉDICOS Y EJERCICIO FÍSICO
El envejecimiento es inevitable, es parte de la vida, todos los organismos envejecen, se van oxidando, y con el paso del tiempo van perdiendo su capacidad funcional, “pero -continúa Bores- es un proceso que puede atenuarse desde el punto de vista de la nutrición, de los cuidados médicos e higiénicos y, en el caso que a mí me ocupa como especialista en Actividad Física y Deporte, a través del ejercicio físico”.
Para el especialista, a través de la actividad física general y el ejercicio físico específico, entendiendo ejercicio físico como la actividad física programada, orientada hacia un fin determinado y realizado de forma regular, se podría fortalecer la musculatura, las articulaciones y los huesos, de tal forma que se retardaría el proceso de degeneración ósea y el proceso de pérdida de masa y tono musculares.
‘CIFOSIS’, LA MOLESTA ‘CHEPA’.
El especialista subraya que una posición habitualmente encorvada va a ir aumentando el tono muscular de la parte anterior de nuestro cuerpo y disminuyendo el tono muscular de la posterior, así “se va creando una postura llamada ‘cifosis’, que es la que hace que llevemos los hombros hacia delante y se provoque esta especie de chepa que en algunos casos tiene un componente óseo y articular, pero que se puede corregir aumentando el tono muscular en la parte posterior de la espalda, la movilidad articular de los hombros y de la espalda en general”.
La percepción corporal y la forma en cómo vive, experimenta, se ve y se siente corporalmente una persona depende de cada una, hay quienes tienen problemas con su imagen corporal, por ejemplo, aquellas que tienen trastornos alimenticios como la anorexia o la bulimia. Son personas que tienen una vivencia muy intensa de su aspecto físico, incluso una vivencia distorsionada.
De entre las reacciones que se pueden tener ante esta situación “quizás la más importante sea la de tirar la toalla, porque esa persona piensa que son cosas de la edad y ésta es inexorable; siente que no puede hacer nada en contra y se dice: ‘cada vez me cuido menos porque para qué hacerlo si esto va en declive’”.
“Ese es el momento de no retorno, en el que una persona comienza a vivir una vida totalmente sedentaria porque piensa que este deterioro es imposible de frenar, pero ese es un círculo vicioso y cuanto peor esté físicamente menos se moverá y, de esta forma, retroalimentará el proceso”, advierte el especialista.
RECOMENDACIONES DE LA OMS
La Organización Mundial de la Salud (OMS) es bastante clara en sus recomendaciones para toda la población distribuida por edades. Por ejemplo, para personas adultas, la OMS aconseja algún tipo de actividad física aeróbica, que son las que requieren que nuestro corazón lata a un ritmo superior, para poder llevar el oxígeno que nuestro cuerpo necesita. Suelen ser actividades de una duración moderadamente larga, como salir a correr, montar en bici, nadar, caminar rápido.
Bores añade que “este tipo de actividades aumentan nuestras pulsaciones y podemos mantenerlas en el tiempo porque no son tremendamente demandantes. En cuanto a la actividad aeróbica, la OMS recomienda entre 150 y 300 minutos, es decir, entre 2 horas y media y cinco horas semanales, además de una actividad física vigorosa entre 75 y 150 minutos, que se traducen en dos días a la semana, además de ejercicios de fuerza con los que conseguimos aumentar la densidad ósea y prevenir la osteoporosis”.
Bores García especifica que estos ejercicios de fuerza están, sobre todo, indicados en mujeres en la etapa de la menopausia que es el momento en el que hay un mayor impacto en la osteoporosis. “El trabajo de fuerza es un trabajo con cargas que no tiene por qué ser levantar 100 kilos en pesas, puede ser simplemente subir escaleras, montar en bicicleta, todo lo que nos implique mover nuestro propio peso corporal y, para ello, la OMS recomienda dos días por semana para cualquier edad”.
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