Nuestro sistema inmunitario es una compleja red de células, tejidos, órganos y sustancias, que nos protegen de las infecciones y las enfermedades. Cuánto más lo protejamos, introduciendo cambios que promuevan un estilo de vida saludable, más nos protegerá, según una doctora especialista en Medicina Interna.
Por Pablo Gutman
“A estas alturas, y en parte debido a la pandemia, muchas personas han oído hablar del Sistema Inmunitario” (SI), señala Sari Arponen, doctora en Ciencias Biomédicas, especialista en Medicina Interna, profesora universitaria y experta en microbiota (el conjunto bacterias que residen en nuestro organismo, por ejemplo en el aparato digestivo).
Muchas personas saben que a nuestro SI se le suele llamar las “defensas” (orgánicas), pero quizá no tengan muchos más conocimientos sobre “todo lo que hace en nuestro cuerpo este maravilloso sistema y el impacto que tiene en la salud”, señala Arponen (www.drasariarponen.com).
Señala que “si no hemos desaparecido como especie antes de que se inventaran las vacunas, la higiene y los antibióticos, es gracias a que nuestros ancestros contaban con un sistema inmunitario, lo bastante flexible y fuerte, que les permitió sobrevivir”.
«Una de las acciones defensivas del SI es la inflamación, un proceso cuyo fin último es destruir al patógeno, o aquello que haya provocado el daño, y evitar en lo posible su expansión más allá del punto de entrada”, según Arponen, que lamenta que nuestro estilo de vida provoque que “estemos continuamente inflamados”.
Nuestro sistema inmunitario está continuamente un poco alerta, por todo lo que hacemos y por todo aquello a lo que estamos expuestos: desde los productos ultraprocesados que comemos y las toxinas o los metales pesados con la que estamos en contacto, hasta los factores estresantes de la vida moderna, el sedentarismo y la alteración de nuestros ritmos biológicos, puntualiza.
ESCUDO
PROTECTOR NATURAL
Arponen describe el SI como “un conjunto de células, tejidos y órganos del mismo tipo que colaboran entre sí para llevar a cabo sus funciones”.
“Es un sistema muy complejo, constituido por muchos elementos y está en todas partes: en la sangre, la piel, el intestino, el hígado, los ganglios, el cerebro…”, añade.
“En general, la respuesta inmunitaria es un proceso que requiere de mucha energía, por lo que la mayoría de los linfocitos (células linfáticas que intervienen en una reacción inmunitaria) circulan por la sangre en un estado tranquilo, como si “patrullaran la ciudad”, sin gastar energía ni recursos en exceso, describe.
Una de las situaciones que desencadena la “acción policial” es la detección de “un antígeno el cual es, dicho de una forma muy simplista, cualquier sustancia que pueda ser reconocida por los receptores del SI, generándose, de esa manera, una respuesta contra dicha sustancia, según explica está médica.
Añade que para funcionar bien, nuestro SI debe saber reconocer los patógenos y toxinas como antígenos extraños y malos, y otras sustancias de fuera como el polen o la comida como antígenos inofensivos. También debe distinguir las propias estructuras del cuerpo como antígenos propios y buenos, e identificar cuándo un antígeno propio se ha vuelto malo, como sucede en el cáncer.
PARA REFORZAR NUESTRAS DEFENSAS
El ser humano necesita una dieta de movimientos variada: saltar, correr, andar, tirarse por el suelo, nadar, trepar, ya sea en el campo, el bosque, el mar o la montaña, según la doctora Arponen
“Estamos hechos para movernos. Y en el momento en el que dejamos de hacerlo, estamos sentando las bases de la enfermedad”, recalca.
Asimismo, “pasar de vez en cuando un poco de hambre o sed, exponerse al frío o al calor, y hacer ejercicio físico, es beneficioso para nuestros sistemas inmunitario, nervioso y endocrino”, dedicando siempre un tiempo suficiente para recuperarnos entre una práctica y la siguiente.
También es fundamental dormir las suficientes horas, cada día, ya que después de solo una semana de sueño insuficiente se produce una serie de cambios en cientos de genes relacionados con el metabolismo y el sistema inmunitario, según esta experta.
Respecto del cáncer, señala que no es fácil desarrollarlo, pues tienen que fallar muchos mecanismos de protección.
Podemos reducir nuestro riesgo de desarrollar un tumor, llevando un estilo de vida saludable y cuidando nuestro SI, para que “efectúe las tareas necesarias para acabar con cualquier célula cancerosa antes de que prolifere o suelte células metastásicas”, puntualiza.
• Comer “comida de verdad” (verduras, frutas, frutos secos, huevos, marisco, champiñones…) sin que sea en exceso ni demasiada frecuentemente.
• Alimentarse con una frecuencia adecuada: Un adulto no debe comer más de 2-3 veces al día, siendo aconsejable dejar pasar al menos 12-13 horas entre la cena y el desayuno. … Ingerir alimentos ricos en fibra soluble y fermentable, la cual ayuda a mantener un microbioma (conjunto de microorganismos) intestinal saludable, lo que a su vez se traduce en un buen estado del sistema inmunológico.
• Incorporar al organismo suficientes micronutrientes (minerales y vitaminas que el cuerpo necesita en pequeñas cantidades) ya que son esenciales para su inmunidad.
• Introducir pausas en nuestra rutina diaria de estar siempre sentados, levantándonos cada 30 minutos y haciendo ejercicio durante 2-3 minutos: saltos, “burpees”, sentadillas, flexiones… Reducir el estrés de la vida moderna (nocivo para nuestras defensas), meditando, leyendo libros y pasando tiempo con nuestra familia y amistades, especialmente en entornos naturales.
• Desconectar nuestra actividad digital, apagando el ‘smartphone’ al menos 12 horas al día y un día a la semana, lo cual es otra manera de calmarse y desestresarse.
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