CHUCHO VALDÉS: CUANDO EL CINISMO TOCA EL PIANO

Written by Roberto Cazorla

30 de marzo de 2022

“Soy dulcero a pesar de mi diabetes y disfruto saliendo de compra con mi mujer. Nos encantan ir con frecuencia al Corte Inglés. Soy un “shoppingaddict”.  En la Cuba que él colaboró a que se engendrara el régimen más feroz, para encontrar una aspirina cuesta “Dios y Ayuda”. No hay medicinas, ni qué comer. La gente se desvive en busca de una malanga, un boniato o de un rollo de papel higiénico. No pueden presumir como él de comprar en España.

No creo que muchos sepan hasta qué punto desprecio a los cubanos que, durante décadas, fueron pilares de la sangrienta revolución comunista. (Sepan que tengo (o tenía) familiares que forman parte de aquella troupe). Todos los que gritaron “¡Patria o muerte!”, y afirmaron: “¡Fidel esta es tu casa!” o “Si Fidel es comunista que me pongan en la lista!”, etc., y que al cabo de cierto tiempo le pisaron el callo hasta verse obligados a salir pitando al exilio como los casi 4 millones que estamos repartidos por el planeta (al que le queda poco tiempo); desde mi punto de vista, son tan perversos como el que sigue apoyando al régimen que más muertes ha provocado en el continente americano.

Es en el campo artístico donde abunda más ese tipo de personaje traidor carente de un ápice de humanidad. Suelen hacer como el Capitán Araña, que embarcó a su gente y él se quedó en tierra. Y es que, mientras pueden mantener su estatus económico, incluso disponer del privilegio de viajar al extranjero y regresar cuando les apetece, lleno de utensilios comprados en el capitalismo, hasta ahí todo es perfecto. Pura armonía. ¡Y, que viva la revolución! Además de recorrer el mundo promocionando al paraíso comunista del Caribe, lo hacen, repito, hasta que le llaman a contar por algo que han hecho y que a los sátrapas no les agrada, llegando a perder la confianza que habían depositado en ellos. Dos de los casos más notables, vergonzosos y despreciables los tenemos en Pablito Milanés, alias “Mamá Dolores”, y en el pianista Chucho Valdés, uno de los que encabezan la lista de los promotores del régimen en el exterior. Viajaba al extranjero para ofrecer conciertos en los cinco continentes. Demostrando una fidelidad al sistema sanguinario como si de “Romeo y Julieta” se tratara. Pero Chucho estuvo 18 años odiando a su padre, el genial Bebe Valdés, por haberse exiliado y por no haber pisado jamás le “mierdalinosa” isla comunista. Hasta su encuentro en Nueva York donde ofrecieron juntos un concierto producido por el comunista, tuerto y antiespañol Fernando Trueba. Fue a partir de entonces, cuando las relaciones entre padre e hijo aparentemente se normalizaron. Bebe Valdés vivía en Benalmádena (Malanga, Andalucía, España), casado felizmente con una señora sueca, pues un buen dia el “Bebito” decidió desprenderse del cargo que la revolución le había concedido: el de promotor de un mundo feliz y desbordante de humanidad. Le dijo adiós a la revolución y, aunque no fue totalmente, se convirtió en otro exiliado. Y digo no totalmente porque nunca dejó de viajar a Cuba. Y lo más detestable son aquella gente que quieren estar “en misa y repicando”. Desde entonces, “Bebito” adquirió una mansión de lujo en dicha ciudad y, montó en ella un estudio de grabación que dicen, vale una millonada.

UN PUEBLO ESCLAVIZADO

Hace unos días, el muy descarado fue entrevistado por el diario español “ABC”, en la que dice cosas que solo a alguien carente de sentimientos, sería capaz. Sabe que en la Cuba que él tanto colaboró que se engendrara el régimen más feroz extendiera sus raíces, transformándolas en tentáculos de un gigantesco pulpo, la gente carece de lo más mínimo. En Cuba para encontrar una aspirina cuesta “Dios y Ayuda”. No hay medicinas, ni qué comer. La gente se desvive en busca de una malanga, un boniato o de un rollo de papel higiénico. No existe lo que existía entonces, aquellos grandes almacenes como “La Época”, “El Encanto”, “SEAR”, etc., etc. Lo que permitía hacer lo que él hace en España. “Soy dulcero a pesar de mi diabetes y disfruto saliendo de compra con mi mujer. Nos encantan irnos con frecuencia de compra al Corte Inglés. Soy un “shoppingaddict”.

En la Cuba maldita, que tú tanto colaboraste a su desgracia, los enfermos de diabetes se mueren porque no existe medicamento; en los hospitales las cucarachas y la falta de higiene es constante. Tú y tus secuaces, los que pensaban igual, se fueron a vivir la “dulce vida”, dejando atrás a un pueblo esclavizado, y donde se violan los derechos humanos. Dime, Chucho Valdés: ¿Tú puedes dormir tranquilo? ¿Te lo permite la mala conciencia? Como todos los que toman la decisión tuya, de aparentar que están exiliados, pero es mentira, siguen siendo fanáticos del régimen y, en las entrevistas suelen poner “una de cal y otra de área”. Tienen que confundir a los que les siguen, a los come mierdas que ignoran cómo funciona el régimen comunista.

Acaba de cumplir 80 años, y ya le están preparando un homenaje en España a través de un concierto en el que, estará la “flor y nata” de los comunistas. “Será un concierto de “Starlite” donde contaré con mi gran amigo Pablo Milanés”. “Dios los cría y el diablo los junta”.

“DE QUÉ PATA COJEAN”

Dicho concierto será el próximo 5 de julio. También cuenta con la actuación de Pancho Céspedes, otro cubano que no se sabe si está exiliado o si merienda con los asesinos cubanos porque, según me cuentan, es de los que entra y sale de la isla cuando le apetece. Incompresible para todo cubano que de verdad se autoproclama anticomunista como es mi caso. Chucho tiene en España un hijo de 15 años fruto de su matrimonio con Lorena. El periodista le pregunta: “¿Cómo es su relación con Cuba? A lo que, cubierto con un espeso manto de hipocresía, respondió: “No tiene nada que ver con la política” (¡Ni tú mismo te lo crees, “capullito de alelí”!) “Lo que está pasando en mi país no me gusta” (está pasando lo que tú tanto colaboraste, “Bebito”), “pero nada hará que rompa la relación con mis hijos”. (Tú la rompiste con tu padre durante dos décadas porque se había exiliado). “No hay fuerza en el mundo que consiga que un padre deje a sus hijos por otros problemas. Mis hijos son mi vida. Los amos, como amo a Cuba (yo a la Cuba actual la odio), “aunque no esté de acuerdo con lo que ahí pasa”. (Chucho, no me haga reír que se me cae un diente), “pero me refugio en el arte, en mi música, porque hay cosas que no puedo resolver yo solo”. Y, en la Cuba que tú ayudaste a que se convirtiera en una sucursal del infierno, la gente no tiene ese privilegio tuyo, sino que se tienen que dedicar desde que amanece en buscar una barra de pan y en hacer colas para comprar hasta un clavo. ¡Qué fácil es nadar en aguas ajenas, “Bebito” de mis entrañas! Se casó 6 veces y tiene ocho hijos. Fue padre a los 20 años y después con 79. “Es maravilloso ser padre mayor, rejuvenece la vida, es una inyección para sentirte fuerte. Sí, sentir que haces falta, que eres importante para otros, imprescindible. Ayuda a seguir luchando y a seguir ayudando a toda la familia”.

Además del “suculento” concierto que prepara, está a punto de lanzar a la venta un libro con su biografía, en el que no creo que cuente los crímenes y las desgracias sufridas por la isla que él dejó en el camino. “¿Qué sueña para Cuba? Le preguntaron. “Lo mejor” “¿Y eso que es? “La libertad”. Tremenda burla, ahora, habiendo sido tú uno de los que ayudaste a que se consolidara la dictadura, la tiranía más feroz de la historia americana. ¡Qué habilidosos son estos falsamente exiliados! No saben que sus palabras se las lleva el viento; que los cubanos “conocemos al pájaro por la caquita”. Que sabemos “de qué pata cojean” y que todos tenemos la esperanza de que Dios, algún día, les pase la factura.

Todo ello ocurre cuando el cinismo toca el piano.

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