CARTA ABIERTA A RAÚL CASTRO

Written by Esteban Fernández

2 de marzo de 2022

Mi misiva es simplemente para defecarme en ti y en la hora en que naciste. Para mí no eres más que un gusarapo, un acomplejado, un anodino desprovisto de carisma y sin educación.

¿Dónde estudiaste la carrera militar? ¿A qué Universidad fuiste? ¿En qué combates participaste en la Sierra Cristal? ¿Dónde estabas cuando la guerra contra los alzados en El Escambray? ¿En qué parte de Playa Girón estabas en abril del 61?

Quiero decirte que desde que te vi por primera vez en CMQ televisión, durante los primeros días del año 1959, me caíste mal. Así de fácil. Tu cola de caballo, tu cara despiadada y achinada así como tus gestos, me resultaron repugnantes. Después, al recibir la noticia de que mataste sin juicio, a mansalva, a un grupo de soldados en Oriente, comencé a odiarte. Comprendí que además de feo eras un criminal nato.

Inmediatamente, la mayoría de los cubanos nos dimos cuenta que las estrellas de Comandante que tenías en los hombros fueron un regalo de tu medio hermano. Todos llegamos a la conclusión de que ese fatídico parentesco era, y sigue siendo, la razón de tu ascendencia en la cúpula directriz de la satrapía, porque sin el monstruo mayor a tu lado no hubieras llegado ni a payaso de un circo en Birán. Eres y siempre serás una rata de caño sucio.

Tu poca inteligencia y gracia quedan totalmente opacadas con tu criminalidad. A mí me encantaría saber con exactitud cuantas muertes tú has provocado u ordenado. No existe un solo asesino en serie que te supere en maldad. Charles Manson, Richard Ramírez, Ted Bundy, el estrangulador de Boston, son unos niños de teta comparados contigo.

Tú estás a la altura de tu hermano, de Mao, de Stalin, de Genghis Khan y del Che Guevara. Quizás ni tú mismo sepas cuantos son los que han caído por tu culpa. Los cementerios y el fondo del mar Caribe están atestados con tus víctimas y las de tu medio hermano.

En el mundo entero los seres humanos están anonadados ante las muestras de abusos cometidos últimamente por los esbirros del régimen. Aunque ahora tu le pasas la culpa a Miguel Díaz Canel.

Me imagino lo mucho que debes reírte de la sorpresa internacional por estos acontecimientos recientes, porque tú, igual que yo y todos mis compatriotas, sabemos que han sido 63 años de crimenes, de abusos, de torturas, de encarcelamientos contra todos los cubanos que discrepan con ustedes.

Recuerdo que una vez leí tus burlas de la molestia enorme que le producías a tu madre cuando siendo un niñito matabas a las gallinas de la finca provisto de una cuchillita Gillette. Y la alegría que te causaba (palabras textuales tuyas) ver el “sangrerío” que formabas. Lo que demuestra que eres una hiena desde que naciste.

Sinceramente, si no fueras tan perverso me daría mucha pena contigo por esos rumores que te persiguen prácticamente desde que abriste los ojos al mundo de que “eres el hijo de la criada de la casa”, y la inseguridad de si tu padre fue Ángel Castro o el Guardia Rural Felipe Mirabal, y la pena que te causa todavía esa vieja foto que ocultas en la que estás tiernamente cargado en los brazos de Fulgencio Batista.

Todos los días le pido a Santa Bárbara que como regalo te lance un rayo en el mismo centro de tu cabeza. Eso es lo menos que mereces por -junto al otro hijo de…Lina- haber arrasado con la nación cubana.

Quede claro que con las únicas palabras que he coincidido con Fidel Castro era cuando decía: «Raúl no es más que un mariconzón»…

Siento en todo mi ser -al igual que millones de mis compatriotas- que tu madre, no se haya hecho un par de abortos que hubieran salvado a Cuba.

Esteban Fernández

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