Carlos Oliva: cantante, compositor, gloria y Sonido de Miami

Written by Libre Online

7 de marzo de 2023

Carlos S. Oliva García, nació el 15 de febrero de 1942 en su casa de la calle Sobral de Sancti Spíritus. 

Su padre Segundo Oliva y su mamá Hilda García, que cantaba, sobre todo tangos y se los sabía casi todos. Su hermano menor Javier nació el 25 de febrero de 1949, también cantaba y tocaba el bajo, pero lamentablemente falleció bastante joven.

Carlos estudió en el Colegio La Natividad de los Hermanos de la Salle, en la calle Pancho Jiménez #49 esquina a Manuel Díaz. En las fiestas del colegio tocaba tumbadora y cantaba, pero a ese nivel de aficionado. Luego con sus amigos Carlos y Rafael Orizondo, formaron un trío, pero era para pasar el rato y divertirse, nunca pensaron llegar al profesionalismo. Aunque recuerda haber tocado campana y güiro en algunas orquestas que llegaron a Sancti Spíritus.

Otros de sus compañeros de colegio fueron: Ruiz, Barcia, Orizondo, de la O y Mendiburt (†).

Siendo miembro y dirigente de la Juventud Católica Cubana, la Iglesia escogió algunos dirigen-tes de Las Villas para sacarlos de Cuba, conseguirles beca de estudios y prepararlos adecuadamente para que luego regresaran y ayudaran en la formación religiosa a otros jóvenes católicos. 

Su salida fue el 21 de agosto de 1961, en barco hacia Cartagena, de allí se fue para Bogotá, donde estuvo esperando la beca para Bélgica, su destino final, pero; “una cosa es con guitarra y otra con violín”. La beca no llegaba, desesperado fue a ver a Monseñor Eduardo Boza-Masvidal y pedirle permiso para venir a Miami porque la beca finalmente no llegó. 

Algo fuera de lo normal, Carlos ha tenido una vida muy interesante y esta anécdota lo corrobora. En Bogotá conoció a un piloto y le contó lo que le estaba pasando, éste le dijo vete para Barranquilla el 25 de diciembre y yo te llevo para Miami. 

Así pudo Carlos salir después de cuatro meses en Colombia, en su avión que utilizaba para transportar animales. 

Estando en el aeropuerto de Barranquilla, iba caminando hacia el C-47, junto con un americano, otro pasajero, éste le preguntó si había pasado por la Aduana, Carlos le dijo que no. Entonces el americano lo llevó, entraron por un pasillo, llegaron a una oficina, abrió la gaveta de un buró, sacó un cuño, se lo estampó en su pasaporte y firmó. 

Cosas típicas de Latinoamérica. Cuando el avión arrancó sus dos motores, uno de los animales que estaba a bordo, era un tigre dentro de su jaula, que se puso tan nervioso, se alborotó dando rugidos y golpes a los barrotes que el piloto por temor a un accidente tuvo que pedir bajaran al tigre.

Recuerda cuando iban pasando sobre el corredor aéreo de Cuba, el americano se lo dijo para poder ver desde esa altura a su querida Isla.

Al llegar al aeropuerto de Miami, todo salió bien porque Carlos tenía su visa de estudiante.

Su primer trabajo fue limpiando barcos en el puerto y hasta dormía allí mismo.

PARA MITIGAR  LA NOSTALGIA

Luego su amigo Carlos Florido fue nombrado director del Campamento Matecumbe, calle 120 en el Suroeste y la Avenida 138, perteneciente a las Ayudas Católicas. Le pidió a Carlos su ayuda y allí sirvió como instructor y consejero de los muchachos que llegaban solos a través del programa del gobierno federal Programa de Niños Cubanos No Acompañados y luego en 1962, el reportero del Miami Herald, Gene Miller los bautizó con el nombre de Pedro Pan y así se les conoce hasta hoy.

Como Carlos desde muy temprana edad tocó instrumentos de percusión y cantaba, allá en su natal tierra del Yayabo y aquellos muchachos necesitaban alguna distracción para mitigar la nostalgia y soledad por la ausencia de sus padres, entonces Oliva compartía con otros que como él sentían la inclinación y la afición por la música. 

“YO TENGO UN TRÍO”

Carlos iba al Hotel Sands,1601 Collins Ave. Miami Beach a descargar, un día el dueño le preguntó si él conocía algún trío, Carlos le contestó: “yo tengo un trío” era mentira, pero enseguida lo formó con Javier Varona de pianista, Marino Dorado en la guitarra y Manny López Font, en la trompeta (aunque realmente fue un cuarteto). 

Por esa época Julio Gutiérrez músico, arreglista y compositor cubano de los años ‘40, autor de legendarios boleros como Inolvidable y Llanto de Luna, estaba tocando en el Hotel Fontainebleuau de Collins y la 44, quería regresar a Nueva York y estaba formando un grupo nuevo. Lo escogió a él, a Willy, a Roberto Lozano y a Héctor Fernández, que en ese momento estaban formando un cuarteto de voces, para entretenernos y hacer algo nuevo. Julio se entusiasmó muchísimo con ellos y se los llevó a todos para Nueva York, en dos carros.

Allí estuvieron trabajando con Julio, Carlos tocaba las congas y Chirino los timbales. Entonces en los descansos, subía al escenario Lozano, que era pianista y Héctor que era cantante y casi al final de la presentación subían Chirino y Carlos para hacer el cuarteto. Luego se bajaban ellos dos y subía Julio. Tocaban en el Club que se llamaba El Torero en Manhattan donde estuvieron muchísimo tiempo. 

Viajaron mucho, estuvieron en Puerto Rico donde José Fajardo le hizo a Carlos una propuesta, pero en ese momento no quiso aceptarla y prefirió regresar a Nueva York con la orquesta de Julio Gutiérrez. 

Ya para ese entonces, Chirino había regresado a Miami y muchos sabían que él quería irse de la orquesta y apareció un señor que se llama Jorge Anaya, cubano también que tenía un trío en Nueva York, y le hizo una oferta muy buena, tocando batería y cantando en el comedor del Hotel Delmónico, 59 y Park Avenue, donde vivía Ed Sullivan (1901-1974) y Carlos lo veía todas las noches con su esposa Sylvia. 

Carlos se fue de Anaya, en 1967 y estando todavía en New York organizó un trío con Roberto Lozano y Héctor Fernández, que le pusieron Five Minus Two (5 menos dos) y actuaron en un lugar que se llamaba The Pussy Cat, 96 Greenwich St. Después que Roberto se fue trajo a Eddy Elmer, que estaba en Miami que también era pianista y allí fue que comenzaron Los Sobrinos del Juez.

En 1968, apareció un buen amigo para el que ya habían trabajado anteriormente, los contrató para venir a Miami a inaugurar un nuevo restaurante llamado The Forge (La Fragua), en 432 Arthur Godfrey Road, el segundo más antiguo de Miami, Joe’s Stone Crab era el primero. 

Allí se presentó un problema, la esposa de Héctor Fernández no quiso dejar Nueva York entonces fue que entró en el trío Los Sobrinos del Juez su hermano Javier Oliva.

El gerente general Justin Maas, explicó cómo The Forge era en realidad una fragua: “una herrería construida a principios de la década de 1920 por Dino Phillips, quien diseñó puertas de hierro para familias adineradas de Miami Beach, como los Firestone y los Vanderbilts”.

Después de años de abandono, el restaurante-club nocturno-casino se deterioró y en 1968 fue comprado por Alvin Malnik, un joven abogado de Florida, quien después de rediseñarlo abrió sus puertas en marzo de 1969 y fue anunciado de inmediato como el destino más glamoroso de Miami, con visitas de cubanos y americanos muy especiales. 

Llenándose de celebridades como Frank Sinatra, Richard Burton, Judy Garland, Jackie Gleason y políticos como Richard Nixon y el financista Bebe Reboso, quienes eran asiduos clientes.

En The Forge, estuvieron tres años y se puede decir que allí fue donde empezaron. Estando aquí comenzó su hermano Javier Oliva (1949-2003) cantante y bajo, Eddy Elmer el pianista y Carlos en la batería, todos hacían voces. Tocaban de todo, pero hacían hincapié en los grupos americanos más populares del momento como: Tony Orlando and Dawn, The Carpenters, The Fifth Dimension, etc. pero le incorporaron la percusión y también hacían temas clásicos.

LOS SOBRINOS DEL JUEZ

Añadieron a uno más en el trío, Reynaldo Cámara, flautista y saxofonista.

Así surgieron “Los Sobrinos del Juez”, nombre inspirado en la famosa frase de Sammy Davis Jr… Here comes the Judge.

Algo interesante que no puede olvidar: “camareros y quienes limpiaban las mesas, eran cubanos profesionales, clase media o alta que habían llegado de Cuba y estaban comenzando su vida en Miami, pero que sus hijos iban a la Universidad. Teníamos el público cubano normal y teníamos a aquellos jóvenes que ya salían con las americanitas y que estaban expuestos tanto a la música cubana como a la americana, cuando salían iban a lugares americanos y luego las traían donde estábamos nosotros porque mezclábamos la música latina con la americana”.

Tuvieron una exitosa temporada en el restaurante The Forge en Miami Beach, donde comenzaron a interpretar temas como “La Guantanamera” y “Cu-cu- rru-cu-cú Paloma” a ritmo de rock y temas de Stevie Wonder, en tiempo de son y guaracha comenzando así a experimentar y desarrollar lo que finalmente se conoció como El Sonido de Miami, por eso el Times Magazine fue quien lo acreditó como el precursor de este popular sonido musical.

En esa época, una de las asiduas visitantes al The Forge era la actriz cinematográfica Connie Stevens (nació en 1938 en Brooklyn se casó con Eddie Fisher y vive aún a los 85 años). A ella y a su representante les llamó la atención el estilo único de Los Sobrinos del Juez y los contrataron para hacer una larga temporada en los principales escenarios de Las Vegas, donde tuvieron una acogida sin precedentes llegando a actuar en el Mike Douglas Show de la NBC Televisión. 

El Forge era tan importante que tenía hasta tres bandas, ellos estaban en un apartado en la entrada, tocándoles a los que estaban esperando para entrar al restaurante. 

Pero el dueño quería conservarlo como un lugar elegante para los americanos, compró otro sitio en Coconut Grove y le llamó My Other Place. 

Les pidió sí querían mudarse, aceptaron pues era mejor para ellos el no tener que ir hasta Miami Beach. Luego lo vendió y los quiso llevar a un Country Club, pero decidieron que no, allí no podía ir la gente que los seguía porque eran lugares de mucho dinero para jugar golf. 

En ese momento Eddy Elmer decidió dejar la banda y por eso le puso Carlos Oliva y Los Sobrinos del Juez. Trabajaron largo tiempo en el restaurante Don Quijote en Coconut Grove, donde alternaron, un tiempo con Willy Chirino.

Hicieron un primer disco estando en The Forge pero sólo tocaban temas de la música cubana de siempre y temas con adaptaciones a melodías populares norteamericanas. 

Luego con el sello Audio Latino, de Tomás Fundora, grabaron tres discos. Ellos tenían garantizada la promoción porque Tomás escribía artículos en la columna latina de Record World, prestigiosa revista relacionada con la música. Carlos logró así conocer muchos temas, que le llegaban especialmente de música brasileña y otros de gran actualidad. Uno de ellos, Glorioso San Antonio lo incluyeron en su tercer disco, una melodía que estaba inspirada en una procesión religiosa. Su impacto fue de absoluto éxito en todos sus seguidores.

Ya habían grabado dos discos de larga duración con muy buena acogida a nivel local cuando hizo su aparición el éxito internacional Glorioso San Antonio, compuesta por el dúo brasileño, Antonio Carlos y Jocaffi (Antonio Carlos Marqués Pinto and José Carlos Figueiredo). A partir de ahí han venido cosechando éxitos tales como Pelotero La Bola, Ekelecuá, Dime si te gustó, Vehículo, Yayabo, Nada como Miami, y muchos más. 

Con el éxito de Glorioso San Antonio, tuvo una crisis por la 

saturación de trabajo. Paró la banda y se puso a producir. 

CARLOS Y EMILIO ESTEFAN

En 1974 un joven e inquieto admirador de Los Sobrinos del Juez llamado Emilio Estefan que dirigía el grupo musical Miami Latin Boys le pidió a Carlos que lo ayudara a grabarlo. 

Ahí comenzó su vínculo con Emilio Estefan. Realmente ellos eran amigos y siempre Emilio estaba detrás de él para hacer un disco. 

Carlos le dijo: “te voy a llevar a mi compañía de disco para ver cómo hacemos”. 

En ese tiempo Oliva grababa para el sello Audio Latino propiedad de Tomás Fundora y éste le dijo: “Si tú lo produces, yo lo grabo”. Tomás Fundora le dio $2,000 para que produjera el disco. En ese momento acababan de ingresar al grupo Gloria (Gloria María Milagrosa Fajardo García) y su prima Mercy Navarro, por lo que se les ocurrió bautizarlos como Miami Sound Machine.

Carlos les hizo una audición en el parqueo del edificio donde vivía Emilio. Les produjo los tres primeros discos. Terminaron el primer tema Renacer compuesto por el camagüeyano, Luis Serrano, lo llevó para la radio y enseguida se pegó.

Entonces Fundora quiso hacer algunas cosas en inglés, pero no tuvo la fuerza suficiente que tuvo Columbia que fue con quien Miami Sound Machine dio el salto. 

COMMON CAUSE RECORDS

En 1979, Carlos Oliva fundó su propia compañía disquera Common Cause Records (Causa Común) para continuar con el trabajo que había iniciado como productor, no solamente de Miami Sound Machine sino también de Frankie Marcos y su grupo Clouds y de William Sánchez, ex director musical de la orquesta de Sábado Gigante. Todos talentos residentes en Miami. 

En 1979, Los Sobrinos del Juez estuvieron actuando en el Miami Jai Alai y ellos eran: Flaco Padrón, Javier Oliva, Chano Montes, Roberto Luis Rodríguez, Carlos Oliva, Manny López, Font, Greg Drew y Camilo Valencia.

Carlos Oliva junto a su amigo, arreglista y asociado Camilo Valencia han sido los creadores de temas musicales para innumerables shows de televisión como Sevcec, Padre Alberto, Casa Club Magazine, además de Cristina y Ocurrió Así, ambos ganadores del BMI Latin Awards. 

MERECIDOS 

RECONOCIMIENTOS

Carlos ha escrito más de 100 comerciales de radio y televisión entre los que se destacan: Coors Light, Budweiser, Kellogg’s, Mac Donalds, RC Cola, Pollo Tropical, Entenman’s, Brandsmart, Bacardí, Breezer, Sears, Lipton y Ford Motor Company, de quien fuera el vocero para la comunidad Hispana del Sur de la Florida.

Ganador de muchos reconocimientos y premios como el preciado Emmy Award por la música de la campaña Pégate al 23, del Canal 23 en Miami, filial de Univisión Network. 

“No hay nada como Miami” es otro gran éxito y fue escrito por Carlos y Jorge Luis Piloto. Un tema lleno de luz, de sabor y de alegría que rinde tributo a la Ciudad del Sol, cuna y casa de millones de cubanos que durante décadas han arribado a las costas del sur de La Florida para encontrar una mejor opción de vida.

 Y es que esta canción bien pudiera convertirse en bandera compartida por muchos que unen su dolor de ser inmigrantes con ese optimismo básico que caracteriza a los cubanos. El máximo responsable de esta euforia de ritmos que ha puesto a bailar a miles de admiradores es Carlos Oliva junto con sus cómplices los fieles integrantes de Los Sobrinos del Juez, ícono desde 1967 y una de las bandas más estables en Miami. 

Varios discos avalan el éxito como el Caribbean Dance, donde la pieza éxito fue Macarena del que vendieron más de 250,000 copias y los llevó a presentarse en importantes ciudades y programas de televisión de Brasil, porque allí no estaba registrada como en casi todos los países, otorgándole además el Disco de Oro por las ventas que sobrepasaron las 300,000 copias.

Pelotero la Bola ha sido otro que ha pegado mucho y sigue vigente.

En esos tiempos Carlos Oliva y Los Sobrinos del Juez era una banda integrada por nueve componentes: Camilo Valencia, William Jackson King, Omar Hernández, Richard Bravo, Charlie Santiago, Julio Díaz, Javier Concepción Jr. y Manuel Torres, músicos de alto nivel que forman parte de esa integración de ritmos y de sonoridades que conforman el sello del Sonido de Miami, una imagen que transmite el color de la esperanza con esa alegría contagiosa, con la ebullición de ritmos que evidencian una mezcla fértil, creativa y llena de la energía de la vida.

El 3 de junio de 2014, el Consejo Directivo de la Cámara de Comercio de la Calle Ocho y miembros del Paseo de la Fama de la Calle Ocho, votaron unánimemente para honrar al creador del Sonido de Miami, Carlos Oliva con su Estrella.

El viernes 31 de octubre de 2014, a las 5 de la tarde se develó su Estrella en el #1400.

Luego a las 9:30 dentro de la serie de actividades que caracterizan los Viernes Culturales de la Calle Ocho, Carlos Oliva y los Sobrinos del Juez ofrecieron un concierto.

En 2017, Ángel Rodríguez, un gran amigo suyo le comentó a Willy Chirino que Carlos no había sido Rey del Carnaval y Willy le dijo: “pero cómo es eso posible”, reveló Oliva a Diario las Américas. Y ahí empezó todo. Angelito hizo un perfil en las redes sociales para que la gente se uniera y fue increíble como aquello voló. La gente lo apoyó y le decían: “tú tienes que ser el Rey del Carnaval”. 

Y eso, que parecía una campaña política, creció hasta que Los Kiwanis, aceptaron fuera el Rey del Carnaval 2018, porque si no, los matan, agregó Carlos entre risas y visiblemente emocionado con el reconocimiento, luego de 50 años contribuyendo a la música latina.

Conocido como El Padre del Sonido de Miami, Carlos Oliva confesó que jamás esperó ni imaginó ocupar tal puesto en el Carnaval que él mismo ayudó a impulsar en sus inicios.

“Me siento honradísimo. Nunca lo esperé, porque fui fundador de Calle Ocho y del Carnaval Miami con el grupo de los Kiwanis. Yo era el encargado de poner la música, hice eso por 12 años desde 1978, trabajaba con la orquesta y los patrocinadores. Entonces ser el Rey del Carnaval era algo a lo que no tenía que aspirar. Y fueron pasando los años y nunca perseguí eso ni a nadie se le ocurrió sugerirlo”, manifestó.

Carlos Oliva, considerado un pionero en mezclar los ritmos cubanos con el jazz y que ha trabajado junto a destacados artistas musicales, el músico que ayudó a desarrollar el Sonido de Miami tenía que tener una calle nombrada en su honor. 

Carlos, en una entrevista con un periódico local, había dicho en marzo de 2018: “ya soy Rey, tengo una Estrella en la Calle Ocho y las Llaves de la Ciudad. Ahora solo falta que le pongan mi nombre a una calle, ¡pero que sea en vida!»

El 4 de marzo de 2019 el Condado de Miami-Dade aprobó la Resolución R-194-19 aprobando la Carlos Oliva Way en la 67 Avenida y la 138 calle del Noroeste.

Luego el 15 de mayo de 2019 la ciudad de Hialeah con la Resolución 2019-01 aprobó la Carlos Oliva Way en la 12 Avenida entre las calles 82 y 84 del Oeste de Hialeah.

El viernes 16 de agosto de 2019, a las 10:00 am, cuando Los Sobrinos del Juez estaban cumpliendo 52 años, el comisionado de Miami-Dade, Esteban Bovo con breves pero emotivas palabras, resaltó: “ejemplo de ser humano en su vida personal y pública, por sus contribuciones a las causas nobles, patrióticas y sociales. 

El nombrar una calle tiene que ser a una personalidad que haya entregado su talento y su vida a esta ciudad y no personas que están lejos de los valores que nos caracterizan y los políticos no debemos permanecer ajenos a las exigencias de la comunidad, que desea y quiere sea reconocido, Carlos Oliva con este honor”.

Así quedó inaugurado el letrero, que dice: CARLOS OLIVA WAY.

Allí en presencia de su familia, amigos y colegas Oliva dijo entre otras cosas: “Las dos ciudades son muy importantes para mí”. 

Porque la intersección está en la frontera norte de Hialeah y la sur de Miami Lakes.

PERSONALIDAD DE LA CULTURA DE MIAMI

Carlos Oliva es una de las personalidades más representativas de la cultura de Miami. Durante más de 60 años ha sido voz y portavoz de la identidad cubana en esta región mestiza y multicultural de Estados Unidos. Su admirable trayectoria lo hace merecedor de honores y reconocimientos que su comunidad le ha otorgado a lo largo de su carrera artística siendo, además, una de las personas más queridas y respetadas en el ámbito musical de esta ciudad.

Carlos se casó en 1969 con Jeanne Giordano con quien lleva 53 años de feliz matrimonio (Esto no será un récord, pero es un buen “average”, pelotero la bola, baquiribaquiriba).

Sus hijas Diana Ann y Carla Jean han llenado la vida de Carlos y Jeanne trayéndole el mejor regalo posible, tres nietos: Gabriela, Zachary y Aidan.

Siendo un espirituano de pura cepa, en más de 61 años, aunque no ha visitado su tierra, no ha perdido el acento ni el amor por su Cuba. 

Tiene archivados en su memoria nombres y sucesos que son determinantes para la historia de este gran asentamiento de cubanos y por eso Carlos Oliva y los Sobrinos del Juez cantan: No hay nada como Miami.

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