Carlos Manuel de Céspedes: De Yara a San Lorenzo

Written by Demetiro J Perez

24 de enero de 2023

La Lealtad y la perfidia. 

El brigadier de Cambute. El Médico de Jiguaní

Esta obra aporta datos concretos sobre actos, algunos censurables; los más, admirables, de los hombres que participaron en aquella gloriosa gesta.

Reuniones conspirativas (VII de VIII)

En la madrugada del 23 de noviembre los insurgentes ocupaban el pueblo pero los planes de rendición de la plaza militar se frustran al avanzar las tropas de Jesús Pérez sin llevar bandera de parlamento rompiéndose el fuego entre ambas fuerzas. Vuelven las conversaciones y esta vez son interrumpidas por decisión de Luis Jerónimo Marcano que exige la rendición. En el encuentro que se produce es cuando resultó herido José Lacret y, también, el Brigadier Pérez. José Maceo toma parte en aquel ataque al Cobre.

«Más tarde, a la puesta del sol, fueron reuniéndose en el potrero de Moya los jefes que habían participado en la operación, llegando el primero Jesús Pérez que, como muy práctico, y a pesar del balazo en el cuello, pudo salvar a Mármol y a sus ayudantes, que desconocedores del terreno, estuvieron muy comprometidos; después llegaron Máximo Gómez, Luis Marcano, Calixto García, Rafael Bargaza, Pío Rosado, Luis Figueredo y otros».

El General Lersundi, nos dice Zaragoza, «tuvo que proveer medios para cortar el crecimiento rápido de la insurrección; fue uno de ellos, y salvador de tan críticos momentos, la creación de nuevos Cuerpos de Voluntarios en todas las poblaciones de la isla donde existían elementos sinceramente españoles» .

Eran los días en que Blas Villate, Conde de Valmaseda, Segundo Cabo, salía al frente de todas las tropas para reconquistar Bayamo, y se esperaba la llegada del General Dulce para encargarse, nuevamente del gobierno de la isla. Quienes arribaban primero a La Habana eran los generales Felipe Espinar y Simón de la Torre; el primero como Segundo Cabo y el segundo como comandante general del departamento Oriental, «punto donde se hallaba el foco de la insurrección». (D.E. Llofriu).

Se mueve, con alguna lentitud el Conde de Valmaseda. Llega a Puerto Príncipe (Camagüey) el 19 de noviembre «con una columna que entre infantería, caballería y artillería no llegaba a 800 hombres; esta columna era la única que había podido organizarse al mes de principiada la insurrección». Ha llegado a Nuevitas de donde parte «el 22 de diciembre; es decir, después de un mes de haber llegado a dicho punto» (Vicente García Verdugo, obra citada).

De todos los libros que hemos consultado, no hemos encontrado uno más lleno de rencor y de odio hacia todo lo cubano que éste escrito por García Verdugo. No hay mesura en ninguno de sus párrafos: «La independencia en Cuba sería la anarquía y, después, la dominación de la raza negra… la ceguedad y la mala fe de los enemigos de España han sido grandes».

El nuevo ministro de Ultramar, Adelardo López de Ayala, le informa al Capitán General de la isla, Francisco Lersundi, los cambios que se han producido en la Metrópoli pidiéndole a éste que «estreche más aún los lazos que unen a esa provincia con España» y «todo su apoyo y decidida cooperación» para salvaguardar «los intereses de los particulares y del estado».

EL COBRE, EL SALADO Y BAYAMO

Días después del 28 de octubre sale Céspedes desde Bayamo para su entrada triunfal en el Cobre.

Valmaseda recibía refuerzos en su intento de recuperar Bayamo avanzando él desde Camagüey y Nuevitas donde concentró sus tropas para cruzar el Salado, marchar sobre Cauto Embarcadero y llegar a Bayamo.

Había que impedir que el coronel español José López Cámara se uniera a las tropas comandadas por el Conde de Valmaseda con la intención de que, juntas, retomaran Bayamo. López Cámara se encontraba en El Cobre población que, hostilizado por las fuerzas insurrectas, se ve obligado a abandonar para regresar a Santiago de Cuba. Había cesado, momentáneamente la hostilidad en El Cobre donde, ahora, regresa, tranquilo el pueblo, Félix Figueredo. El combate se librará, lejos, en el Cauto.

A los tres días del combate sostenido con la columna del Coronel Cámara en las inmediaciones de El Cobre, ocupado este pueblo nuevamente por los insurrectos, y, a poco, por los españoles “se llamó a José de Jesús a fin de que como práctico del terreno, guiase la vanguardia, llevando 100 negros cargados con bultos de efectos sobre la cabeza. Continúa la marcha por entre algunos cafetales y al día siguiente, en la finca de Jesús Pérez, el Ramón, se dispuso situar el campamento en la finca Hicoteita, de Gregorio Alcántara, distante y a pocas leguas del ingenio Caney, en el que Gómez tenía su cuartel a 8 leguas de El Cobre y dos de Palma Soriano”. (Pirala, página 378).

En diciembre se apoderó José de Jesús de seis cañones del enemigo y los trasladó a El Cobre (Fuente: Diccionario Enciclopédico de Historia Militar de Cuba).

Mármol confía en el brigadier Pérez para que marche a Cambute y, allá, «oculte el cañón grande y las pocas municiones de guerra y continúe hasta el Contramaestre con los restos de la Brigada».

Cumpliendo las órdenes del Coronel López Cámara, el teniente coronel Máximo Navidad había salido en enero de 1869 de Manzanillo para el Aserradero, cercano al campamento de Curó y José de Jesús Pérez, con intención de marchar hacia Mayarí en poder de los insurrectos. Del ataque a esta población se encargaría el jefe de la fuerza española que operaba en Brazo del Cauto, el propio teniente coronel Máximo Navidad. De hostilizarlo, se ocuparía José de Jesús.

El primer encuentro se produce el primero de marzo en el cafetal San Jorge y el próximo tendrá de escenario otro cafetal, el de Delicias, seguido del que se libraría en el cafetal La Esclavitud. Se prepara, quien habrá de ser jefe de la Brigada Cambute, a sorprender a Máximo Navidad atacándolo en su propio campamento del Aserradero pero, antes, combate en otro cafetal: La Unión.

Las fuerzas insurrectas acampadas en el Ramón, la tierra de José de Jesús, se enfrentaban día a día a las comandadas por el teniente coronel Navidad. Para reforzar a éstas el General la Torre salía de Santiago de Cuba con dos columnas de quinientos hombres cada una; una comandada por el Coronel Abreu que marcharía por el Cobre, y la otra por el Coronel Demetrio Quirós que avanzaría por Palma Soriano, relata el historiador español Eleuterio Llofriu, en su obra escrita y publicada en Madrid en 1870; pocos meses después de estos hechos «grandes obstáculos hubieron de vencer en aquella penosa marcha» apunta el españolísimo autor en su libro «Historia de la Insurrección y Guerra de la Isla de Cuba».

Cuando las fuerzas convergentes del Coronel Abreu y del Coronel Quirós llegan el día 18 al centro de el Ramón, ya José de Jesús Pérez el futuro Brigadier de Cambute, está combatiendo a las tropas de Navidad en los cafetales San Luis, Laurentina, San Carlos y en la hacienda Solís. El general la Torre tuvo que limitarse a dejarle Navidad en el Ramón, como refuerzo, cuatrocientos hombres en adición a los quinientos que tenía.

De las filas de la fuerte y recia gente de campo iban surgiendo «jefes y oficiales salidos de la clase de tropa -Antonio y José Maceo, Flor Crombet, Guillermo Moneada, Francisco Borrero, José de Jesús Pérez, Camilo Sánchez, Silverio del Prado y otros- que se destacaban y empezaban a figurar no pocos de ellos en primera línea entre los más distinguidos frente al enemigo».

Que las fuerzas combinadas de Mármol, José de Jesús, Figueredo y Curó (Cureau) eran numerosas y representaban un serio peligro para el jefe militar de la zona, lo vemos en esta narración de un historiador integrista español que escribía a los dos años de estos acontecimientos:

«La noticia de que los rebeldes acampados en el Ramón proyectaban penetrar en la zona ocupada por las tropas al mando del jefe Navidad, se confirmó. Después de haber sido rechazados en la noche del 13, se establecieron en tres campamentos de más de quinientos hombres cada uno, en el frente que ocupaba la línea del ejército desde los cafetales la Guásima a las Delicias, extendiéndose por aquella parte hasta las fincas San José y Santa Clara y formando un campamento principal titulado Tío Juan, a media legua escasa del Fomento.

La situación no podía ser más penosa: amagados los destacamentos de continuo por fuerzas superiores de dos mil hombres, con dos partidas rebeldes que por sendas excusadas habían logrado pasar la línea y se introdujeron en el centro, con otra que se presentó por la parte del Aserradero y sin fuerzas proporcionadas al número de los que habían de atacar, era por demás difícil sostenerse mucho tiempo. Pero el valor de los soldados españoles no decae aún con los más graves obstáculos, aún con el peligro más inminente»

(Continuará la semana próxima)



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