La Lealtad y la perfidia.
El brigadier de Cambute. El Médico de Jiguaní
Esta obra aporta datos concretos sobre actos, algunos censurables; los más, admirables, de los hombres que participaron en aquella gloriosa gesta.
Presidencia de Cisneros
(VIII de VIII)
CAMINO A LAGUNAS DE VARONA
Pasada la estación de las lluvias, en enero del 75 pasa Gómez la Trocha de Júcaro a Morón y comienza a tomar fuertes y poblaciones fortificadas (Naranjo, El Estero, El Jíbaro, Río Grande -donde se apodera de 10,000 tiros y se le incorporan 60 hombres que peleaban al servicio de España-; Jicotea, Ojo de Agua; en 46 días ha ocupado fuertes, destruido ingenios y macheteado varias guerrillas. Se acerca a Matanzas, aunque no le han llegado refuerzos. Pero ha surgido, en Lagunas de Varona, un serio conflicto. Ordenan a Gómez que interrumpa su marcha triunfal. Debe regresar a tratar de mediar en los grupos en pugna.
Los partidarios y familiares de Carlos Manuel de Céspedes permanecían resentidos con el presidente Cisneros por considerarlo responsable de la muerte de Céspedes; molestos están también el depuesto General Barreto y el Dr. Bravo y Sentíes trasladado como simple Jefe Militar de Sanidad a Camagüey; estos dos últimos incorporan en su plan anti-Cisneros, a Francisco Javier de Céspedes, hermanos de Carlos Manuel.
Se les une Juan Ruz, que antes respondía al General Calvar. Junto a Ruz, Jefe de la Jurisdicción de Bayamo, se encontrará el Coronel Antonio Bello , al frente del regimiento de Yara, Número Uno. Puede decirse que Bayamo está en pie frente a Cisneros respaldando la posición del General Vicente García. Marcharán todos hacia un lugar que se convertirá en uno de los puntos más polémicos en la historia de Cuba: Lagunas de Varona.
Tendrá una repercusión negativa y una influencia nociva en la guerra que se había iniciado el 10 de Octubre. Era un pronunciamiento contra la presidencia de la República de Salvador Cisneros Betancourt. La reunión se produjo en el ingenio demolido en Lagunas de Varona, en la jurisdicción de Las Tunas, convocada por el Mayor General Vicente García González.
La sedición contó con el apoyo de jefes oficiales y tropas partidarias del depuesto presidente Carlos Manuel de Céspedes y de otras tropas orientales que no estaban dispuestas a reforzar la invasión a Las Villas que estaba dirigiendo el General Máximo Gómez.
Entre las figuras más importantes de este movimiento político militar se encontraban los Mayores Generales Vicente García, Francisco Javier de Céspedes, José Miguel Barreto, los Coroneles Ricardo e Ismael Céspedes, Jaime Santiesteban, Francisco Guevara, Antonio Bello y otros así como los diputados de la Cámara de Representantes Jesús Rodríguez (Por Holguín), Lucas Castillo, Joaquín Acosta y Miguel Bravo Sentíes (por Bayamo) y otros. La Junta de Oficiales fue presidida por el General de Brigada y Diputado de la Cámara Jesús Rodríguez Aguilera.
Estarán allí, junto al General Vicente García, no sólo la Brigada de Bayamo y su jefe el brigadier Juan Ruz. Está el regimiento Tunas Número Tres que tiene al frente al Coronel Francisco Varona; el regimiento Jiguaní Número Cuatro dirigido por el Coronel Belisario Grave de Peralta; la Segunda División del Primer Cuerpo (que Maceo había enviado en auxilio de Gómez) comandada por el Coronel Francisco Borrero; el regimiento de caballería Río Blanco; parte del regimiento de caballería Céspedes al frente de la cual se encuentra el comandante Ferrer. No participará en aquel “Movimiento Político-Social” el ya General de Brigada José de Jesús Pérez.
Le han desertado tropas al Gral. Calvar; entre ellas el Batallón Número Dos del Regimiento de Holguín con su comandante Jesús Rabí. Están allí, los mayores generales Francisco Javier Céspedes y José M. Barreto; los coroneles Francisco Estrada Céspedes y Ricardo Céspedes.
Se une también Ignacio Mora, el camagüeyano que en los primeros días de la Revolución se había opuesto a las entreguistas proposiciones de Napoleón Arango y que, luego quedaría a las órdenes del Mayor General Manuel de Quesada y, posteriormente, estaría bajo el Mayor General Manuel Boza cuando éste asumió el mando de la División Camagüey (enero 17, 1870) .
Se unen más altos oficiales. El coronel Francisco Borrero, al frente de la Segunda División del Primer Cuerpo.
Vicente García ha solicitado el respaldo de los generales José A. Maceo, Manuel Calvar y Modesto Díaz, éste último estrechamente vinculado al Brigadier José de Jesús Pérez, pero, todos rechazan la invitación. Ninguno de ellos concurrirá a la cita.
Es grande la sedición, -que algunos califican de disidencia pero el presidente Cisneros, para su crédito, no se amedrenta; para vencerla por la persuasión y no por las armas marcha, con sólo dos ayudantes, a entrevistarse con el General García. Lo acompañará, enviado por la Cámara, el representante por Oriente Bartolomé Masó.
Existe gran confusión ya que algunos de los que allí habían concurrido desconocían el propósito de la convocatoria; otros, estaban conscientes del intento.
Un día antes de que llegase el presidente de la república se había iniciado la reunión bajo la presidencia del representante por Oriente Jesús Rodríguez que se oponía al movimiento sedicioso; la misma posición que asumieron el teniente coronel Rius Rivera y el abogado Joaquín Acosta. En respaldo de la posición de Vicente García habló extensamente el Dr. Bravo y Sentíes que dio lectura al manifiesto del “Movimiento Político-Social”.
Arriba Salvador Cisneros Betancourt. Con respeto fue recibido. Pero sólo como ciudadano, no como presidente. Lo que le es informado por la comisión designada por Vicente García compuesta del Dr. Bravo Sentíes, el Mayor General José Miguel Barreto, el Lic. Lucas del Castillo y el Coronel Antonio Bello. La proposición era inaceptable para el presidente Cisneros.
Se reúne la Cámara para recibir el informe verbal del presidente Cisneros y el de Masó sobre lo que había ocurrido a la llegada del presidente al campamento del General Vicente García.
La Cámara designa a dos diputados para reunirse con los sediciosos y conocer sus peticiones. El General Vicente García plantea cinco demandas:
a) Renuncia o deposición del presidente de la república.
b) Convocatoria para elecciones generales de diputados y senadores.
c) Elección de un Presidente Interino.
d) Elección de un Presidente en Propiedad.
e) Revisión y Enmienda de la Constitución por la Asamblea.
El 7 de mayo la Cámara acepta las cinco demandas presentadas por García, dejando abierta la designación del presidente permanente.
Se pidió que viniese el General Máximo Gómez para que intercediese en la solución del problema, por lo que Gómez tuvo que abandonar las tropas de Las Villas desde el primero de junio hasta el 16 de julio dañando seriamente los planes de la invasión.
Se producen algunas conciliadoras gestiones.
Máximo Gómez y Vicente García se reunieron en Lomas de Sevilla el 25 de junio de 1875 para darle solución a la situación que se había creado.
Aunque Gómez considera haber logrado un resultado favorable, no ha sido así porque es admitida la renuncia de Cisneros y se convocará a elecciones generales. Las reformas planteadas por Vicente García “será cuestión de la nueva Cámara”. El gran dominicano cree que “el General Vicente García se ha dejado dominar de resentimientos particulares con Cisneros” y considera que “este paso marchite sus laureles, hasta ahora puros, pues la política con su venenoso hábito todo lo infesta y corrompe. ¿Quién sabe?”.
Vicente García aceptaba renunciar a todas las demandas presentadas, menos dejar en la presidencia a Cisneros. A los tres días, Cisneros renunciaba. Lo sustituiría interinamente, Juan Bautista Spotorno.
Fue un negativo precedente -como antes expresamos- y favoreció el surgimiento de nuevas indisciplinas. Como consecuencia de la sedición Salvador Cisneros, tuvo que abandonar la presidencia y ser sustituido por Juan Bautista Spotorno. También forzó a la elección de una nueva Cámara de Representantes que debería designar a un presidente permanente. La Sedición de Lagunas de Varona mostró la debilidad del gobierno y de la Cámara para enfrentar problemas.
Al asumir Spotorno la presidencia el 29 de junio de 1875 emitió el decreto por el que se condenaba a la pena de muerte a todo el que llevara al campo de la revolución propuestas de paz que no se basaran en la independencia.
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