Carlos Manuel de Céspedes: De Yara a San Lorenzo

Written by Enrique Ros*

12 de diciembre de 2023

La Lealtad y la perfidia. 

El brigadier de Cambute. El Médico de Jiguaní

Presidencia de cisneros

(I de VIII)

Avanza enero y el gobierno del Marqués va trasladando, uno a uno, a los pocos amigos que le quedan al Padre de la Patria. “Pérez va de cuartel con Gómez; tal vez quede Javier con Calixto García. Hay mucho descontento por mi deposición”.

Sabe Céspedes de las buenas intenciones del leal brigadier. “Como Pérez no manda ya en esta zona, me ofreció que dispondría que me facilitasen los asistentes y la lavandera, la que él me había de entregar, para lo cual dictaría sus órdenes al Teniente Coronel Medina y al Prefecto Lacret”. El jueves 8 “Pérez me ofreció un rifle para Carlitos y me dijo anoche que dos deponentes estaban ya pesarosos de lo hecho”. El sábado 17 cumple el brigadier amigo lo ofrecido: “Pérez vino a verme y me mandó ñame, sal y un rifle para Carlitos”.

El gobierno de Cisneros hace esfuerzos por distanciar al brigadier, hombre de campo, del expresidente. Ese sábado le informa el Capitán Lozano a Céspedes que el brigadier Pérez llegaba dentro de poco rato y que “teme lo tratarán mal porque dicen que no ha aprobado mi deposición”.

El modesto y valeroso brigadier sabe del peligro en que se encuentra Carlos Manuel. De origen campesino, habiendo vivido siempre en el monte, José de Jesús insiste con Céspedes para que éste acepte salir de San Lorenzo sin esperar por el pasaporte que nunca llega. Le ofrece preparar un pequeño bote para alejarlo de aquella zona. “Dice Pérez que ya mandó derribar la ceiba para mi bote” escribe en su diario el 17 de enero.

Era práctico y conocedor el Brigadier Pérez no sólo en las labores del campo sino, curiosamente, en la construcción de barcos. Actividad que resultó muy útil a la revolución durante el decenio que habrá de terminar con el Pacto de Zanjón. En los pequeños barcos, hábilmente construidos por Jesús Pérez, habían salido hacia Jamaica Ramón y Pedro Céspedes y Francisco y Manuel Aguilera. Fernando Figueredo Socarrás, en su obra “La Revolución de Yara” hace constar que “el Brigadier Jesús Pérez hizo construir un bote de piezas cuya fabricación tardó meses: en él salieron de Cuba su madre y su tía, octogenaria, su esposa y sus niñas y las familias de Beatón y Medina Prudente…”. No eran vanas ni ilusas las palabras de Jesús Pérez.

Apenas un mes le quedará de vida al hombre de mármol. El 22 habla Carlos Manuel de Céspedes con el Prefecto Lacret recordando a Pérez “tan sufrido y práctico en estos terrenos”, y con Lacret recorre los terrenos aledaños comentando con agrado los planes de aquel brigadier amigo. El objeto de Pérez, le dice Céspedes a Lacret, el día siguiente, era establecer aquí -en la extensa finca en la que ambos cabalgan-, los cultivos para luego formar una población, “según yo le había recomendado. Ahora todo se perderá”.

Visitan al depuesto presidente vecinos y conocidos. El capitán Abreu, Medina, Torres, y algunas madres desoladas. “Vino a verme la madre de los Matos. Su miseria se ha aumentados pues sus dos hijas están enfermas”, escribe en su Diario el domingo 25 de enero.

Llega de Holguín J. Castellanos que ha conseguido pasaporte para marchar pero no se “cohibe de censurar… sobre todo la porquería e ignorancia del Marqués, la terquedad de Spotorno y la remoción del Brigadier Pérez”.

Pérez ha sido definitivamente trasladado. Sólo le queda a Céspedes como amigo, en éstas, sus horas postreras, el Prefecto Lacret.

SAN LORENZO. MUERE EL PADRE DE LA PATRIA

Va sintiéndose cada vez más aislado el Padre de la Patria. El lunes 2 de febrero le habían trasladado, definitivamente, a su fiel y leal amigo el Brigadier José de Jesús Pérez. Así lo expresa en su diario: “Con la salida de Pérez están quitándose los convoyeros unos a otros. El desorden va a ser general en todos los ramos”.

En esa situación Félix Figueredo, Secretario de la Guerra interino, (febrero 23 de 1874) le impide definitivamente a Céspedes, cuatro días antes de morir, su salida de Cuba en la comunicación de esa fecha en la que le informa que “este gobierno no cree conveniente, en manera alguna, que sin causa poderosa y justificada, salgan fuera de su territorio los que en él militan y le deben, forzosamente sus servicios”. La carta del médico de Jiguaní fue firmada en Ciego de Najasa el 23 de febrero de 1874. Sería para el Padre de la Patria su sentencia de muerte.

Desde el 6 de noviembre Céspedes había solicitado -por ser ya, tan solo un simple ciudadano- que se le extendiese un pasaporte con el que pueda salir con dignidad. Con esta decisión (febrero 23, 1874), Félix Figueredo. Secretario de Guerra, interino, le cierra a Céspedes definitivamente, cuatro días antes de su muerte, la salida de Cuba.

“Conjura sorda y perversa del gobierno, de la Cámara, dirigida por el Secretario Interino de la Guerra Figueredo, que no había dejado de aplicar su autoridad, su astucia y su rencor. Céspedes no podía soportar tan abrumadora montaña de afrentas y acoso”.

El 27 de febrero de 1874 cae muerto, perseguido por el Batallón San Quintín, en el campamento de San Lorenzo, Carlos Manuel de Céspedes.

Así describe el parte oficial español los hechos ocurridos aquel 27 de febrero:

“El capitán de la 5ta. Compañía don Andrés Alonso y el Sargento 2do. Felipe González Ferrer con cinco soldados fueron los que dieron muerte al referido Céspedes el cual disparó un tiro de revólver al Capitán y otro a dicho Sargento y sin embargo a las voces de “date prisionero” no fue posible se entregara…”.

Álvarez Estevez narra, citando a Fernando Figueredo Socarrás, que “al oír disparos de revólver enviaron al sargento Simón D’Spaigne y 5 hombres a un reconocimiento en busca del Presidente”. “A las dos de la tarde, vimos a D’ Spaigne quien llorando nos dijo en francés, el único idioma que hablaba: El Presidente es muerto, he aquí lo único que de él he encontrado”.

La muerte del indefenso Carlos Manuel de Céspedes provocó una investigación. La orden emanaba, ¡nada menos!, que del coronel Benjamín Ramírez, aquel “hombre rudo, … que en vez de proteger (a Céspedes) tomando medida para su seguridad, lo dejó indefenso, y quien nunca hizo intento alguno por proteger a Céspedes”. Comisiona el gran culpable al Comandante Martín Torres para que abriera un expediente sobre los hechos acontecidos. Sin embargo, una orden del jefe de la División, Tita Calvar, paralizó de manera definitiva la investigación del caso. Cuando muere Céspedes el 27 de febrero de 1874. ya Jesús Pérez también había sido destituido.

La muerte del Padre de la Patria seguirá siendo tema de debate.

José de Jesús Pérez, duro, indoblegable, fiero en el combate era, al mismo tiempo, leal amigo. Fiel a Céspedes, a quien acompañó y asistió con amorosa entrega después de su deposición, mantuvo también su afecto -surgido por meses y años de convivencia – con uno de los más ácidos críticos del propio presidente. Apreciaba al antiguo capitán pedáneo al abogado Francisco Maceo Osorio aunque éste no dio muestras de reciprocar aquel sentimiento.

Maceo Osorio se había ido distanciando de Céspedes cuando pidió permiso, que le fue negado, para salir al extranjero. Desdeñado por muchos jefes militares, el abogado de Bayamo recibió la protección y el cuidado de quien lo consideraba un amigo. “Al lado del brigadier Jesús Pérez, cuyo cariño se había granjeado, permanececió Francisco Maceo Osorio desde enero del año actual (1873) hasta que, llamado por algunos miembros de la Cámara de Representantes, salió de su escondite y marchó a un lugar nombrado Arroyón….y de allí marchó a Bijagual… donde se llevó a cabo la deposición de Céspedes”.

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